lunes, 24 de enero de 2022

España en los años 80 (XVIII)

Las quejas de Loquillo por la situación que vive Barcelona en el tránsito de la década de los 70 a los 80 están plenamente justificadas. Los primeros músicos de la nueva ola que surgen allí tienen todo en contra, ya que no hay un apoyo por parte de las emisoras de radio ni el circuito de locales alternativos es muy amplio, y por lo tanto les cuesta mucho más llegar a las alturas mediáticas que los de Madrid. Ese fue también el caso de Manolo García y Quimi Portet, que nos visitan hoy: un buen sector de los aficionados que jalearon a El Último de La Fila a partir del segundo quinquenio de los años 80 probablemente no recuerde que esos dos señores tuvieron que pelear mucho para alcanzar esa posición.

Oyendo cantar a Manolo García es fácil deducir que sus orígenes son sureños aunque haya nacido en Barcelona: sus padres son de Albacete y emigraron a esa ciudad gracias a la pujanza industrial que comenzó en los años 50. Aunque una de sus grandes aficiones fue el dibujo, gracias al que consiguió varios trabajos, finalmente fue la música su profesión casi exclusiva. Y comenzó siendo batería en algunos grupillos que le van dando la soltura suficiente como para llamar la atención de Sergio Makaroff, uno de los argentinos que escapó de su país a raíz del golpe de estado del 76. Makaroff publica en 1980 "Tengo una idea", su primer Lp, y en él Manolo es el batería y segunda voz; además, entre él y el teclista Esteban Martín (a.k.a. Hirschfeld), antiguo miembro de los uruguayos Mockers y Delfines, se encargan de buscar al resto de los músicos que participan en ese disco. Y aunque luego lo acompañaron en directo durante un tiempo, Manolo ya estaba pensando en independizarse y crear un grupo junto a Hirschfeld y los otros: al bajo está Antonio Fidel, que todavía está aprendiendo a dominar el instrumento, y el guitarrista Josep Lluis Perez, que procede de los sinfónicos Abedul; también de ahí reclutarán al batería Lluis Visiers, ya que Manolo ha decidido abandonar ese instrumento para dedicarse exclusivamente a cantar y ser un frontman de categoría, en la onda de un Javier Gurruchaga por ejemplo. 

Así surgen Los Rápidos, cuyo nombre deriva de la rapidez con la que consiguieron grabar: presentan una maqueta en EMI a finales de 1980 y en pocos meses publican un disco grande, del que además se extraen dos singles. Y es cierto que tanta rapidez sorprende, independientemente de la mayor o menor categoría que tuviese el repertorio, pero EMI tiene sus razones: ese legendario sello de Barcelona siempre ha sido uno de los más rentables de España, pero por entonces está perdiendo cuota de mercado frente a sus competidores madrileños, beneficiarios de la nueva ola. En ese momento, el único grupo moderno que le da dinero son los guipuzcoanos de la Orquesta Mondragón, y si en Barcelona no hay ambiente tendrá que inventarlo apoyando a cualquier grupo que muestre un ligero parecido con la oferta madrileña. Los Rápidos pudieron haber sido esa alternativa: un arranque con el vigor de "No, no, no", con un ritmo trepidante que afecta también a piezas como "T.V." (con un estilo muy madrileño) o "Realidad", podían ser buenas bazas para alcanzar el estatus de banda promesa, pero también es verdad que el repertorio en su conjunto es un tanto irregular aunque los directos del grupo eran espectaculares, con un Manolo García que ya se acercaba al estilo de su admirado Gurruchaga. Y aunque EMI los apoyó incluyéndolos como teloneros de la Mondragón, pronto les retiró el apoyo al ver las pobres cifras de ventas, así que Los Rápidos salen del sello con la misma rapidez con la que entraron, dejando atrás una colección de maquetas que deberían haber integrado su segundo Lp. Se publicaron hace unos años, y probablemente tenía razón EMI: el mejor momento de ese grupo ya había pasado.


El año 1981 termina cuando ellos están cumpliendo sus últimas actuaciones pendientes, y en una de ellas coinciden con un trío llamado Kul de Mandril: su repertorio andaba a medio camino entre el rock urbano con ramalazos progresivos y un incipiente punk rock jocoso, más notable en las letras -generalmente en catalán- y la actitud que en la propia música; años después se publicará un single con dos de aquellas piezas en castellano, pero en su tiempo no pasaron de unas cuantas maquetas bastante divertidas. El guitarrista es Quimi Portet, que ya lleva un tiempo en este mundillo y al que Los Rápidos ofrecen unirse al menos mientras les dure el trabajo. Como consecuencia el trío desaparece, y al finalizar ese trabajo también desaparecen Los Rápidos. Aunque no hay una desbandada general: Hirschfeld se marcha a Madrid y García al País Vasco, pero Portet intenta crear un nuevo grupo junto a los demás. Y meses después, cuando vuelve García tras un intento fallido de crear un grupo con el apoyo de la Mondragón, se unirá a sus antiguos colegas esta vez bajo el nombre de Los Burros.

García y Portet, que ya son en ese momento los dos motores del nuevo grupo, actualizan algunas piezas que ya tenían y van escribiendo otras nuevas. No hay grandes diferencias con el estilo de Los Rápidos, aunque parte del trabajo que antes descansaba en las guitarras se sustituye ahora por teclados electrónicos, que es la tendencia del momento. Y cuando ya tienen material suficiente, buscan un sello que lo publique: Belter, la más modesta pero igual de longeva alternativa catalana a EMI, será ese sello, aunque no arriesga mucho más que las horas de grabación y los gastos de la portada (que por otra parte es un excelente trabajo de Ouka Lele). En ese momento hay cambios en la base rítmica del grupo y el bajista es Pepe López Jara; en la batería está Quim Benítez, antiguo colega de Portet en Kul de Mandril. El disco sale en otoño del 83 con el título de "Rebuznos de amor", y hay un equilibrio bastante logrado entre las cuerdas y los teclados además de notarse una mayor madurez; pero sobre todo ya hay al menos dos canciones con potencial, dos futuras clásicas del pop de los años 80: "Huesos" y "Mi novia se llamaba Ramón", ambas de Portet, que llegan incluso a sonar en Radio 3. Sin embargo, nada de eso es suficiente y las ventas decepcionan a Belter y a ellos mismos. Así que poco después Los Burros son ya otra lápida en el camino.



A partir de ahí García y Portet serán oficialmente un dúo, y tras una meditada planificación de futuro pronto volverán a intentar el asalto a la fama, como se decía antes. Puede que esta vez tengan suerte, pero eso lo veremos la semana que viene: de momento lo dejamos aquí, casi ya a medio camino de una década que comienza a cambiar la perspectiva. Y para amenizar la espera dejo a su consideración una pieza que venía contenida en el disco de Los Burros y en la que, según Portet, comienza García a adquirir su personalidad como cantante. Se titula "Portugal", y es una de las primeras en las que emplea ese tono aflamencado que será tan distintivo en su carrera posterior.



6 comentarios:

  1. Pues si, ya adivino la continuación... aunque me reservaré para entonces. Conocía a Los Burros, no a su antecedente de Los Rápidos. Ese "No, no, no" suena mucho a Tequila, y el último tema "Portugal", como apuntas, ya nos muestra a un Manolo García alcanzando su nivel de vuelo.
    Mencionas también al sello Belter, una auténtica referencia discográfica de la época, sin ellos, por ejemplo, ni los mismos Burning hubieran llegado donde lo hicieron... ("Noches de Rock´n´Roll")... pero esa es otra historia.
    Saludos,

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    1. En sus primeros tiempos, es decir, en la época de los Rápidos, sí que tienen paralelismo con algunos grupos madrileños (como lo tenía Loquillo). Luego ya fueron cogiendo su propio carácter, que a mí me cansa un poco en conjunto, aunque sus discos de los 80 son bastante buenos.

      Y sí, Belter es un nombre inevitable en el pop español, aunque siempre era capaz de lo mejor y lo peor. De todos modos hay grandes nombres ahí, desde Manolo Escobar hasta Burnig, efectivamente.

      Saludos mil.

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  2. Se lo curraron como pocos y finalmente lo consiguieron con ese estupenda maravilla que fue El Último de la Fila con el mejor directo del momento.
    Era un grupo distinguido y además grandes continuadores de los grupos españoles de primeros de los 70, Módulos, Ángeles etc...

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    1. Sí, en el directo de estos señores creo que todo el mundo está de acuerdo. Luego ya el repertorio es otro asunto, porque a mí me acabaron cansando bastante, pero al menos sabías que en directo no te ibas a aburrir.

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  3. Con Manolo García me pasa lo contrario que con Loquillo, me parece un buen tipo, pero como artista me cuesta conectar con su obra. De los Rápidos no me acuerdo mucho, de los Burros sí, y las canciones que pones no me gustaban nada, aunque había alguna otra, Conflicto armado en Irán creo, que estaba mejor. El tío se lo curra, la verdad, pero a me deja indiferente.

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    1. A mí no es que me cueste, sino que me cansa: los dos o tres primeros discos de El último de la Fila me gustan bastante en conjunto, pero llega un momento en que por mucho que quieran revitalizar el material con arreglos distintos la esencia es la misma. En fin, tuvieron mucho tirón y sigue habiendo miles de fans que suspiran por ellos.

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