lunes, 3 de octubre de 2022

1982... (XV)

La nómina de músicos veteranos, los que llevan más de diez o quince años de carrera, no es muy amplia. Parece que a los grupos les resulta más fácil resistir, y a estas alturas ya hay varios que siguen en el negocio sin desahogos: el triunfo de los Beatles hizo que desde entonces haya sido más popular ese concepto que el de "solista". Así que, salvo algunos nombres ya casi ajenos al tiempo, la mayoría se han retirado o sobreviven en circuitos menores. En cualquier caso, ni los instrumentistas ni los cantantes de los años 60/70 tienen ya mucho que ofrecer: los primeros se limitan a reiterar su antiguo repertorio o se refugian en los estilos de toda la vida (Eric Clapton es el ejemplo de manual) mientras que los cantantes ya cantan lo que sea: Rod Stewart, Tina Turner o Joe Cocker, sin ir más lejos. Así que la figura de los personajes creativos como Peter Gabriel o Bowie cobra más importancia, porque desde sus inicios han tratado siempre de evolucionar: no se duermen en los laureles, como suele decirse, sino que están buscando nuevas alternativas continuamente, aunque su obra más reciente haya tenido éxito. Y hoy tenemos aquí, de nuevo, al señor Gabriel: nunca ha conseguido la unanimidad que suscita Bowie, tal vez porque es un poco más "intrincado" que él, pero me parece uno de los músicos más valiosos de la Isla.

Gabriel había publicado su tercer disco a principios de 1980, y el cuarto no llegó hasta casi tres años después debido al gran número de giras que estaba haciendo por medio mundo y a un creciente interés en la electrónica: siempre ha querido estar al día en todo lo que se refiere a los artilugios musicales, e incluso se implica de forma creciente en la producción. Así que, entre gira y gira, va grabando algunas piezas nuevas en un pequeño estudio portátil que maneja él solo y a las que da conclusión ya en estudio en 1982. El disco se publica en otoño y, como los tres anteriores, no lleva título aunque, también como ellos, acaba recibiendo uno "apócrifo": "Security" (especialmente en Estados Unidos: esa idea suya de que la gente se limite a numerar los discos de forma inconsciente, como si los títulos no tuviesen importancia, pone nervioso a su distribuidor allí). Y de nuevo consigue equilibrar un estilo personal, claramente reconocible, con su instinto de evolución permanente: el tipo de melodía y la forma de cantar son inconfundibles (la esencia de ese estilo se forjó entre el primero y el segundo disco), pero sigue profundizando en la variedad de recursos que le ofrecen los nuevos aparatos. Se muestra admirado de las posibilidades de las modernas cajas de ritmos, con esa facilidad para memorizar, guardar y desarrollar o mezclar más delante y en contextos diferentes, algo que puede hacer él mismo sin necesidad de tener que discutir sus ideas con un batería profesional. Por otra parte cada vez se nota más su admiración por las percusiones de tipo africano, tanto como por sus juegos de voces (ya llevaba un tiempo participando en sesiones con músicos de allí): ya la apertura con "Rhythm of the heat" lo demuestra, pero hay rasgos de esa influencia en mayor o menor medida lo largo de casi todo el disco. El contraste lo pone "San Jacinto", la siguiente en aparecer, que es como un alter ego de la anterior: aquí Gabriel hace un trabajo casi atmosférico en el que demuestra su dominio también sobre los sintetizadores; y luego llega "I have the touch", una especie de marcha electrónica que en poco tiempo formará parte de su repertorio clásico -igual que "Shock the monkey", un éxito en single-, y así hasta el cierre con "Kiss of life", una incursión en los ritmos latinos como base para desarrollar una nueva perspectiva.


La edad dorada de Gabriel se cierra con un magnífico broche: el doble en directo "Plays live", confeccionado básicamente con cuatro actuaciones en Estados Unidos a finales del 82, en la gira de presentación de su cuarto disco, y que llega a las tiendas en el verano del año siguiente. El directo siempre ha sido uno de sus puntos fuertes desde su época en Genesis, cuando aprendió a convertir cada actuación en una mezcla de música y teatro muy visual, muy plástica. Ahora que además domina los trucos de grabación el resultado es impecable, con un sonido que está muy por encima de la media de los directos convencionales: aunque él mismo avisa de que hay tratamiento en estudio, es decir, overdubs -como en casi todos-, cada cosa cuadra en su sitio y no hay esa sensación de "truco" que se nota con frecuencia en los directos. Las canciones fluyen con limpieza, sin mezclas forzadas, y además tampoco hay grandes variaciones sobre sus esquemas originales. Gabriel se ha limitado a actualizarlas con unos arreglos por lo general bastante sencillos, pensando al mismo tiempo en defenderlas en directo -es decir, buscar esquemas rítmicos más dinámicos- y sin embargo conseguir que haya perdurabilidad en ese tratamiento para que su escucha repetida en disco no llegue a cansar. Es posible que aquí esté pecando yo de cierto subjetivismo, pero reconozco que desde su primera escucha me sorprendió por esa fluidez, y con el paso de los años tal vez haya sido el directo que más veces he vuelto a escuchar (también es cierto que no tengo muchos). Se abre con dos piezas de su disco más reciente, y se nota que la mezcla está muy pensada: la presentación con "Rhtythm of the heat", que con sus juegos de percusión africana aquí adquiere el carácter de paisaje rítmico para ir entrando en materia, va seguida de modo magistral por "I have the touch", con un arranque perfectamente recreado para que parezca casi una continuación de la anterior. En la mayoría del repertorio los cambios son muy ligeros pero muy acertados: "Not one of us", una de mis favoritas, suena aquí majestuosa. Aunque quizá por esa nueva sonoridad sufran en cambio las piezas más antiguas, como la venerable "Solsbury Hill", a la que no veo muy favorecida con esos arreglos. En todo caso, insisto en que para mí este es uno de los grandes directos en la historia del rock de los 80 y más allá.


Durante un tiempo se dedica a las giras y compone la banda sonora de "Birdy", de Alan Parker, ayudado por Daniel Lanois. En 1985 comienza preparar las canciones para un nuevo disco, de nuevo junto a Lanois. Teniendo en cuenta el estilo de Lanois cabe esperar un sonido de mayor contundencia, no muy alambicado, y así es: en la primavera del 86 se publica "So", que es el disco más accesible de su carrera hasta la fecha. Gabriel parece haber aprendido todo lo que necesitaba saber tanto en el estudio del ritmo como de la sonoridad, y ahora nos presenta un trabajo en el que se sintetiza ese aprendizaje pasado por el tamiz "mundano" que da un personaje como Lanois. Hay momentos en que la mezcla funciona muy bien, como la apertura con "Red rain", una de sus nuevas clásicas; o esa continuación con el estilo funky de "Sledgehammer", que se convirtió en uno de sus singles más populares. Hablando de popularidad, viene luego una balada bastante convencional titulada "Don't give up", cantada a medias con Kate Bush, que fue otro éxito de consideración. O "In your eyes", otra balada muy agradable, con un buen arreglo de percusión y voces. Sin embargo, en conjunto da la impresión de que se ha perdido algo: aquella búsqueda constante de la sorpresa se ha sustituido, al menos en apariencia, por el deseo de gustar a todo el mundo (incluso esa portada es convencional, una estándar en el estilo de mediados de los 80). En consecuencia, y tras el tremendo empujón que significó para su carrera el doble directo anterior, "So" alcanza los primeros puestas de las listas en medio mundo. Y al mismo tiempo, un creciente desencanto por parte de sus fans más veteranos, los que han ido haciéndose mayores con él.

Como era de temer, el sesgo iniciado con "So" se mantiene con "Us", que llega en otoño del 92 (sí, cada vez se toma las cosas con más calma). Puede considerarse como una prolongación del disco anterior, y los comentaristas -instigados por el propio Gabriel, que desgrana aquí parte de sus dramas afectivos- comienzan ya a hablar más de las letras que de la música: mala señal. A partir de ahí, lo poco que he escuchado no me impresiona: música bien hecha, bien tratada, pero sin atractivo alguno. Vamos, como casi todos los músicos que ya han pasado de la cuarentena. Lo normal. Pero quedan para siempre unos cuantos discos fabulosos, tanto al frente de Genesis como en sus primeros años en solitario. Y el tiempo sigue pasando...

10 comentarios:

  1. Hola Rick.
    La gran admiración que sentía por Peter Gabriel durante su primera etapa con Génesis, se vió truncada ya desde la aparición de su primer álbum en solitario, aunque reconozco que en este todavía se mantenía algo viva la llama del inconfundible sonido del grupo. Pero mi decepción ya fue absoluta a partir del tercero, con la llegada de la electrónica más pura y dura. Yo hubiera preferido a un Peter Gabriel menos experimental y menos fusionador de músicas étnicas, sin necesidad de buscar la perfección sonora absoluta a través de exagerados sonidos electro metálicos. Su inigualable voz y su sorprendente talento compositivo, bajo mi punto de vista, hubieran sido suficientes para seguir vivo, creando canciones hermosas, simples, creativas y perfectas, con esa magia que solo él sabia crear y que nadie supo nunca imitar.
    Aunque reconozco, como bien dices, que es uno de los músicos que mejor supieron desarrollar su talento al máximo, y adaptarse a los nuevos tiempos.
    Yo te perdono, Peter. Siempre me ha gustado mucho "Don´t Give Up", que me trae recuerdos muy románticos, aunque sigo soñando en lo que podría haber sido y no fue.

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    1. Hola, Antoni.

      Como siempre, la cosa por gustos. Genesis era uno de mis grupos "progresivos" favoritos, y cuando se marchó Gabriel pensé que el grupo se iba a hundir y que él saldría adelante. Al final salieron adelante tanto él como Genesis, pero no de la forma que esperaba: el grupo perdió toda su categoría, es cierto, pero hicieron mucho dinero. Y él dividió a la afición: algunos como tú prefieren quedarse con su primera época y otros creemos que lo que hizo luego tiene el mismo valor o incluso más.

      No creo que Gabriel se dedique a la electrónica "pura y dura". Tú mismo dices que también ha buscado la fusión con los ritmos étnicos, y luego ya digo: cada uno es cada uno. A mí me interesan mucho sus discos hasta el doble, y a partir de ahí se me hace bastante previsible, pero vuelvo a lo de antes, los gustos personales.

      El progresivo, a día de hoy, es un estilo que me aburre bastante, y solo salvo de aquella época a King Crimson y en general la rama que se inclinó hacia las fusiones del rock con el jazz o algunas cosas "raras". Bueno, y los tres o cuatro discos últimos de Genesis con Gabriel. Pero por supuesto hay otra gente que disfruta también con Yes, E,L & P (que son sinfónicos antes que progresivos) y ese tipo de gente. No tengo nada que objetar, pero no es lo mío. Lo siento.

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  2. Y sin embargo "So" sigue siendo un disco enorme, a la altura de este tipo que siempre ha volado pro encima de la mayoría salvando a Bowie y alguno más. El dueto que se larga con Kate Bush, otro portento cantando, es de rompe y rasga.
    Creo que el oscurecimiento posterior de Gabriel tiene mucho que ver con sus otras ambiciones profesionales que le restaban tiempo más que con la falta de talento.

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    1. Ya digo, me parece que ahí entra Gabriel en el mainstream, pero por supuesto hay mainstream de muy buena calidad. Luego, tal vez esa dispersión entre múltiples proyectos distintos le haya restado creatividad... o tal vez es que todos nos hacemos mayores y él también.

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  3. Aquí no entro. Creo haber comentado alguna vez que Génesis (incluyendo a Gabriel) nunca me han interesado. Y no dudo de su calidad, que conste. Cosas mías. Me regalaron una vez "el disco del cordero", y yo lo regalé enseguida a un amigo que sí era fan de ellos. Así son las cosas. Que me perdonen los fans.
    Saludos.

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    1. Nada hombre, estás perdonado. Todos tenemos nuestros monstruos personales: yo detesto a Queen, no los puedo ni ver, y llevo mi vida con dignidad, tratando de olvidar esa tara mía.

      Todo es cuestión de gustos, como le digo a Antoni. Eso es lo bueno de las aficiones, que cada uno va a su bola.

      Saludos mil.

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  4. Curioso que hayas omitido en la entrada (salvo en la última frase) los tres primeros álbumes del ex-líder de Genesis. Para mí son tres buenos discos; a ver..., parto del hecho de que el disco del cordero (como lo llama Bab) es más una obra de Gabriel que del resto de la banda y allí va más que sobrado, muy por encima de sus tres primeros discos en solitario, tentativas de crear su propua propuesta que, yo creo, empiezan a cuajar a partir del "3" y de este "Security". Los dos primeros ( a pesar de que por entonces estábamos abiertos a todo tipo de historias) me dejaron un poco descolocado (yo esperaba más onda Genesis, un grupo fundamental para mí...). "So" es un gran disco, si, más comercial sin que eso rebaje la calidad intrínseca de la obra.
    Gabriel fue un tipo listo y valiente, se dio cuenta que los tiempos estaban cambiando, el ambiente admitía propuestas más étnicas, más globales, y apostó fuerte por esa corriente. Le fue muy bien.
    Saludos,

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    1. Los tres primeros salieron en su momento, en los años que les correspondían, y ahora estamos en esta época criminal que va fagocitando a los más o menos clásicos mientras se prepara la llegada de los años 90 y sus cientos de figuritas intrascendentes.

      Sobre el descoloque de la parroquia en los primeros discos de Gabriel en solitario, la cosa es comprensible, creo que nos pasó a todos: veníamos de una producción más suave, con un tono progresivo que en parte le debía mucho al folk y a la melodía, y pasamos a un sonido más rugoso y compacto que no cuadraba mucho con él. Pero si tenemos en cuenta la época, aquella evolución era perfectamente lógica: Gabriel estaba totalmente al día, como Bowie, y a nosotros nos tocaba actualizarnos.

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  5. Pues a mi el menda siempre me ha aburrido, y lo que he oído ahora no me hace cambiar de idea.

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    1. Y me parece muy bien. Vuelvo a lo que les dije a Antoni y Bab: cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas. Al menos en eso, la libertad es plena.

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Cierren la puerta al salir.