lunes, 21 de octubre de 2024

1966 (VI)

“La música pop se está expandiendo, y los Yardbirds también. Hemos progresado, hemos dejado atrás el R&B, estamos experimentando constantemente. Ahora mismo el grupo está escribiendo una sinfonía, usando el rock and roll como medio de expresión”. 
Giorgio Gomelski 

No, los Yardbirds nunca publicaron nada parecido a una sinfonía. Pero ese comentario del fantasioso Gomelski revela que no solamente los músicos sino también aquella generación de managers tenía unas aspiraciones artísticas ilimitadas. Lo triste es que, con sinfonías o sin ellas, estamos ante uno de los grupos menos reconocidos de la época, entre otras cosas porque la masa de fans nunca los vio como una entidad única sino más bien como el vehículo de sucesivo lucimiento para tres de los guitarristas más grandes que ha dado la Isla: Clapton, Beck y Page. Siempre se sugirió que los demás eran técnicamente limitados; lo cual puede haber sido cierto en sus orígenes (como en los de mucha otra gente), pero en 1966 ya no tenían nada que envidiar al nivel medio de los demás grupos de élite. Por otra parte, tras su primera época puramente blues con Clapton, el grueso del material que grabaron era de composición propia. Y aun admitiendo la tremenda importancia de Beck en la evolución del grupo, él nunca destacó por su trabajo como compositor: los otros creaban la base de las piezas, y luego él añadía su toque mágico. Si hubiese justicia en el mundo los Yardbirds deberían ser considerados los creadores del blues rock psicodélico, antes precisamente que Clapton y sus Cream. 

También es verdad que algunas decisiones comerciales y artísticas de Gomelski son incomprensibles. Su mayor metedura de pata fue el lanzamiento a cargo del grupo de dos canciones para el mercado italiano, compuestas por autores tradicionales, también italianos, con la producción del propio Gomelski; pero la cosa no queda ahí, ya que a continuación las presentaron en el festival de San Remo, que por entonces se celebraba a finales de enero. El disparate comienza en Estados Unidos, donde las grabaron durante los últimos días de una extensa gira por aquel país. La cara A, una especie de balada festivalera titulada “Questa volta”, cantada en un idioma que por supuesto desconocían, obligó a Keith Relf a memorizar malamente las letras: las cuerdas corren a cargo exclusivo de Chris Dreja, porque Beck se negó en redondo a tocar. Sí lo hace en la cara B, donde incluso añade algo parecido a unos coros: se trata de “Paff… bum”, una “desenfadada pieza pop”, esta cantada en inglés, de la que incluso hay versiones (en España los Salvajes yo creo que la mejoran). Días después el grupo fue a interpretarlas al festival saltándose, probablemente sin saberlo, la obligación de que ambas se cantasen en italiano. Quedaron descalificados, el single ni siquiera llegó a las listas italianas y el prestigio del grupo en la Isla se deterioró claramente. Esa fue la gota que colmó el vaso: llevaban un tiempo con la idea de prescindir de Gomelski por desacuerdos de todo tipo, y Samwell-Smith convenciò a los demás de que ya era hora de buscar otro manager. No sé si será de interés para alguien, pero por si acaso aquí están las dos canciones malditas…


Afortunadamente se habían traido algunas piezas más de su trabajo en los estudios estadounidenses. La prueba llega en febrero, con la publicación de un single en el que la cara A está ocupada por “Shapes of things”, una canción tremendamente compleja de Relf, Samwell-Smith y McCarty, que tuvo que grabarse por partes. Tal vez lo más vistoso sea la gran exhibición que hace Beck, con el uso del fuzz y la reverberación, solapándose con una línea melódica que puede parecer clásica pero que tiene verdadera grandeza. La canción, a pesar de ese estilo abierto que ya está distinguiendo las nuevas piezas del grupo, está muy bien estructurada y tiene una enorme contundencia, además de una letra vagamente reivindicativa y un leve poso de psicodelia. Entre eso y el trabajo de Beck hay muchos comentaristas que la citan como “la primera canción psicodélica británica”, lo cual me parece un tanto arriesgado. Cada uno tendrá su opinión, pero sigo pensando que, con una perspectiva de conjunto, los Kinks y su “See my friends” está antes; y tal vez la primera pieza que verdaderamente redondea el concepto sea “Rain”, del los Beatles. En cuanto a “You’re a better man than I”, la cara B, es una pieza compuesta por Mike Hugg (de la banda de Manfred Mann) junto a su hermano Brian. Los Yardbirds son los primeros en grabarla, seguidos por algunos otros (los Mann no lo harán hasta unos años después) y, al margen de su letra “concienciada”, tiene una melodía de cántico pop que también Beck eleva gracias a una nueva exhibición, más medida pero igualmente brillante. Por cierto, fue la última producción de Gomelski.


Tres meses después se publica “Over under sideways down / Jeff’s boogie”, un single que anticipa el disco grande; es también la presentación de Simon Napier-Bell, su nuevo manager productor, de diversos pero parecidos orígenes artísticos a los de Gomelski. Samwell-Smith y McCarty dicen inspirarse en el “Rock around the clock” de Bill Haley, y Beck dibuja una línea de bajo a la que luego añade ese riff de guitarra que según él está inspirado en las ragas indias. El tono general recuerda también al boogie blues, y en suma lo que tenemos es otra de esas canciones complicadas, tan de los Yardbirds, con un potencial inmenso. La cara B es un instrumental soprendentemente clásico para lo que suele hacer Beck (aunque la pieza figura a nombre de todo el grupo), y al mismo tiempo un reconocimiento a Chuck Berry: es su “Guitar boogie” actualizado con algunos añadidos. En conjunto el single fue un top diez, y con él de nuevo los Yardbirds demuestran una enorme originalidad a pesar de basarse en piezas más o menos tradicionales.



A mediados de julio llega “Yardbirds”, el único Lp oficial en estudio del grupo en la Isla, aunque en Estados Unidos hay unos cuantos refritos. La portada es una caricatura de Roger Cameron, el técnico de sonido que solía dirigir sus grabaciones; el dibujo es de Chris Dreja, que lo presenta como “Roger the engineer”, y ese será el título por el que mucha gente conoce este disco. La producción corre a cargo de Samwell-Smith y Napier-Bell. El trabajo les llevó menos de una semana, ya que según Relf “Casi no hicimos mezclas, grabamos en directo, sin más. Entrábamos, hacíamos una prueba, Roger nos decía cuándo estaban listos los niveles y empezábamos. La mayoría de las canciones están hechas sobra la marcha. Mientras los demás hacían la parte musical, yo iba escribiendo las letras”. Aun teniendo en cuenta que buena parte del material está inspirado en el repertorio blues tradicional, sorprende tanta rapidez. Por ejemplo, “Lost woman” parte de “Someone to love me” de Snooky Pryor, como “The nazz are blue” lo hace de Elmore James y su “Dust my broom”, o “What do you want” viene claramente de Bo Didlley, pero todas ellas tienen un carácter distinto, actualizado y mucho más vigoroso, no solo por el trabajo de Beck: todos demuestran saber con qué material trabajan y lo que se le puede mejorar. En cuanto a su vertiente pop, y aunque algunas canciones suenan un tanto extrañas hay que reconocer que ese es parte de su encanto: “He’s always there” o la casi oriental “Hot House of Omagararshid", siempre con buenos juegos de voces, la búsqueda permanente de sonidos e instrumentos inusuales y un Beck que se emplea a fondo, da como resultado un disco magnífico que mereció más del top 20 pero que no pasó de ahí porque gran parte de los fans se sintieron sobrepasados.


El disco se había grabado un mes antes de su publicación, y entre una cosa y la otra Paul Samwell-Smith anunció su marcha. La razón oficial fue la poca profesionalidad del grupo en algunas actuaciones, culminando en una que hicieron ante un público especial, inusualmente elegante, y en la que Relf se presentó borracho. Samwell-Smith era un personaje de “buena familia”, muy educado, y no disfrutó nunca con el directo ni con la vida que solía llevar un grupo: lo suyo fue siempre el estudio, y probablemente aquella había sido la excusa definitiva para marcharse. Da la casualidad de que Beck había invitado a Jimmy Page a esa actuación, y tras hacerse pública la marcha este se ofreció a participar en el grupo haciéndose cargo momentáneamente del bajo, mientras Chris Dreja iba cogiendo soltura y dejaba la guitarra rítmica. Page ya estaba deseando abandonar su trabajo como músico de estudio, y esta era una buena ocasión para ir acoplándose al sistema de un grupo. Hasta ahora había ganado dinero, pero estaba cansado de interpretar lo que fuese durante seis días a la semana (“Como disciplina ese trabajo está bien, y se aprende mucho. Pero he grabado cosas horribles”). En cuanto a Samwell-Smith, se convirtió en un productor, tanto musical como de cine y televisón, muy valorado: la época de oro de Cat Stevens, por ejemplo, la dirigió él.

A mediados de otoño los Yardbirds, con su nueva formación, lanzan otro de esos singles estratosféricos: ”Happenings ten years time ago / Psycho daisies”, que fue una revolución a todos los niveles. Para empezar, Relf compuso la letra en uno de sus viajes en LSD y la cosa le quedó bastante introspectiva, hablando de la proyección mental en la que vemos o creemos ver cosas que tal vez pasaron y tal vez no, momentos que tal vez hemos vivido y tal vez no… Una especie de oda al “déjà vu” entreverado con la filosofía de la reencarnación, por resumir. En cuanto a la música, claramente de hechuras psicodélicas con tintes orientales y un tanto siniestros por momentos, es una lujosa muestra de vanguardia experimental que de nuevo sorprendiò a los fans convencionales. La interacción entre Beck y Page es muy contundente, anunciando el origen de lo que será el rock hard/heavy de grupos futuros como… Led Zeppelin, por ejemplo. La cara B es un encantador y breve divertimento en el que el grupo hace un homenaje, como siempre muy evolucionado, sobre el estilo de Duane Eddy. Ah, y como Dreja todavía no domina el bajo, Page se ha traído a un músico de sesión amigo suyo, un tal John Paul Jones. El single no pasó del top 40, lo cual comenzó a poner nerviosos a los señores de EMI y al propio grupo, que no sabía muy bien por dónde tirar.


… Y por último, el asunto Beck. Ya llevaba un tiempo en el que su presencia era irregular, a veces por reiteradas infecciones que solían afectarle sobre todo a las amígdalas, otras veces por puro hastío, y últimamente porque se había echado novia en una gira por Estados Unidos. Por otra parte, la interacción entre él y Page de la que hablaba antes se daba sobre todo en estudio pero no tanto en directo, ya que al parecer sus actuaciones pocas veces fueron convincentes. Glenn Cornick, futuro bajista de Jethro Tull, estuvo en una de ellas y lo resumía así: “Beck hacía una escala y Page la doblaba. Es decir, Page iba repitiendo nota por nota lo que hacía Beck. Era curioso, pero un poco raro. Daba la impresión de que le estaba enseñando los riffs de cada canción para que los memorizase”. En otras palabras, tal vez estaba preparando su salida. Beck siempre fue un personaje muy especial, conflictivo a veces, poco empático, y el asunto de sus reiteradas infecciones tal vez le agriaba el humor. El caso es que, tras unas cuantas espantadas más, el grupo decide prescindir de sus servicios: pocos días antes de que termine 1966, los Yardbirdas pasan a ser un cuarteto. Y otro que anda en la cuerda floja es Simon Napier-Bell, pero eso ya lo dejamos para el año que viene. La verdad es que entre unas y otras cosas ese año pinta mal, pero en fin: suerte, muchachos.

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