lunes, 14 de octubre de 2024

1966 (V)

“Nunca estuvimos en peligro de obsesionarnos con la imagen mod, porque no nos sentíamos identificados con ella. Yo mismo no tenía mucho interés en resultar atractivo, y menos aún sexualmente, sobre el escenario. Nuestra música, más que el modo en que vestíamos, tenía que dar voz a lo que queríamos expresar”. 
Peter Townshend 

Aquel comentario sobre la “mayoría de edad de la música pop en 1966” que figuraba en el libro sobre Leonard Bernstein se estaba cumpliendo a rajatabla, al menos en los grandes grupos: los Beatles habían abandonado el beat, los Stones ya tenían más recursos que el r’n’b y los Kinks eran probablemente los más maduros. También los Who estaban cambiando de pelaje, ya que en poco más de un año dejan de ser un grupo supuestamente mod para alcanzar, como los otros tres, una consideración más personalizada. “My generation” los había establecido, al igual que los Kinks, como cronistas de un grupo social: Ray Davies escribe preferentemente sobre su órbita familiar y su entorno en la pirámide clasista británica, mientras Peter Townshend, declarado admirador suyo, se centra sobre todo en las vivencias adolescentes, con sus frustraciones, su rabia y su vaga esperanza de que algo cambie. En lo musical, y aunque siguen siendo el grupo más salvaje de la Isla, comienza a notarse una creciente diferencia entre el directo y el estudio. Lo curioso es que hasta ese momento su obsesión había sido precisamente la contraria, pero está visto que esa “mayoría de edad” y la admiración por Davies hace que Townshend comience a ver ese formato de un modo más orgánico, por decirlo así. 

A principios de marzo llega otro de los singles que hará historia: “Substitute / Circles”, en el que la producción corre a cargo de Townshend (Lambert y Stamp, los managers, estaban intentando echar a Shel Talmy, el productor, por medio de un proceso legal en trámite; este single se publica sin su consentimiento a través de Reaction, un sello que acaba de crear Robert Stigwood). La cara A, sin la contundencia de “My generation”, tiene en cambio una estructura melódica más pop, con gancho, comenzando ya por ese rasgueo con el que se abre y que se convierte en uno de sus riffs más recordados (y copiados). La idea de ocupar un lugar que no corresponde por naturaleza estaba en la letra de “Tracks of my tears”, que había hecho Smokey Robinson el año anterior: su verdadero amor se ha ido, y “aunque ella sea bonita solo es una sustituta, porque tú eres la fija”. Townshend, fan de Robinson, decide hacerle un homenaje y cambia la visión del sustituto, presentándose como alguien que finge ser quien no es. En cuanto a “Circles”, es un claro paso adelante en el sonido del grupo, más denso y complejo (y la versión de los Fleur De Lys es mejor aún). Merecería ser una cara A; y poco después lo fue, a causa del intrincado proceso legal que Talmy retuerce hasta conseguir la publicación de un single que, según él, contiene la mezcla original de esta canción, aunque nadie es capaz de distinguirlas. En ese single la cara B es una pieza al estilo duduá titulada “Instant party”, que en otras tiradas aparece en la A y en otras incluso como “Circles”. Finalmente, el lío judicial se liquida con un resultado agridulce: la banda se quita de encima a Talmy, pero este seguirá cobrando derechos sobre las grabaciones presentes y futuras durante algunos años.



Casi a continuación se publican dos singles con piezas de su primer Lp, con los que el sello Brunswick y Talmy sacan otra pequeña tajada. Y a finales de agosto Reaction presenta “I’m a boy / In the city”, un single producido por Kit Lambert. Kit lleva ya un tiempo tratando de convencer a Townshend para que intente componer algo parecido a una ópera rock (el padre de Kit, Constant Lambert, fue el creador y director del Royal Ballet: esa influencia clásica marcó claramente a su hijo). Y Townshend comienza a escribir un borrador que titula “Quads”. En síntesis, la idea es que en un mundo futuro los padres elegirán el sexo de sus hijos, aunque a veces puede haber algún fallo; y el arranque es “I’m a boy”, que finalmente fue lo único que se salvó de aquel proyecto. En ella se habla de Bill, un niño que “llega” por error, ya que sus padres habían solicitado cuatro niñas, y tanto ellos como sus tres hermanas le hacen la vida imposible obligándolo a mantener un rol femenino. Bill trata de rebelarse, ya que como dice Towshend “prefiere montar en bicicleta, ver la sangre al cortarse y llegar a casa lleno de barro”. Musicalmente cuadra muy bien en ese imaginario patrón mod que tanto ellos como Small Faces, Creation y algunos grupos más perfilan partiendo de una estructura a medio camino entre pop y rock, siempre con un estribillo muy melódico. “In the city”, en la que que luego se inspiran los Jam para crear su canción del mismo título, está escrita a medias entre John Entwistle y Keith Moon. Ellos hacen también las voces, y al parecer es un homenaje al surf vocal de Jan & Dean. En conjunto me gusta más esta pieza que toda la obra de aquellos dos relamidos, pero solo es una opinión.


Esa asociación entre John y Keith era más que profesional. Siempre se llevaron bien, tal vez porque ambos tenían ese tipo de mentalidades “destroyer” que, con las diferencias que se quiera, se complementan. Uno de sus lazos de unión fue la común amistad que establecieron con un viejo químico y camello parisino, lo cual incidió gravemente en las actuaciones del grupo por un tiempo. Townshend y Daltrey les echaban en cara su poca profesionalidad, y ellos, en serio o en broma, amenazaron con marcharse y crear precisamente un dúo surf, algo que por entonces ya no tenia sentido. Pero el verdadero gran susto de Townshend fue cuando se enteró de que, junto a Jimmy Page y otros participantes, Moon había estado en un estudio grabando, con nocturnidad y alevosía, el legendario “Beck’s bolero”: ahí se había disparado el rumor de que Page lo pretendía, junto con Entwistle, para montar un nuevo grupo. Y la cosa no terminaba ahí: resulta que poco antes Moon se había ofrecido a los Animals como sustituto de John Steel, que acababa de irse, mientras Entwistle hacía lo propio con los Moody Blues. La situación de Roger Daltrey tampoco era buena. En primer lugar la deriva que llevaba el grupo se alejaba del estilo, más tradicional, que a él le iba, con lo cual su “cuota de poder” se estaba debilitando. A eso había que sumar los frecuentes cabreos por los desfases de John y Keith, más las dudas de Pete y Keith sobre la categoría de su voz (asunto sobre el que John en cambio se comportaba con exquisita neutralidad). En resumen, el año 66 fue un verdadero viacrucis para el grupo, tanto en lo personal como en el terreno legal.

A principios de diciembre se lanza el segundo Lp: “A quick one”. Lambert y Stamp consiguen un buen anticipo de New Action, su nueva distribuidora, con la curiosa condición de que en ese disco haya dos canciones compuestas por cada uno de sus miembros. Dejando aparte las de Townshend, que finalmente son cuatro, destacan las dos de Entwistle: “Boris the spider”, que se convertirá en clásica para el directo, es una pieza medio “deconstruida”, de ambiente siniestro pero con un ritmo venenoso, en el que el bajo es elemento predominante; destaca también el juego de voces que hace, desde el falsete hasta esa entonaciòn ronca y oscura. En cuanto a “Whiskey man”, de nuevo guiada por su bajo contundente, luce una entonación muy limpia y va coloreada por su querido corno francés, que a partir de ahora escucharemos con alguna frecuencia. Moon escribe “I need you” ayudado por Entwistle; se le nota la influencia de los Beatles, pero la cancion queda bastante bien, muy poppie. “Cobwebs and strange” es un batiburrillo instrumental en el que se alterna una especie de charanga, pasacalles y música de circo con rasgueos de cuerdas compitiendo con pequeños solos de batería y algunos ruidos añadidos: todo muy suyo. Daltrey finalmente solo aporta una, titulada “See my way”, que puede recordar el tipo de escalas armónicas que hacía Buddy Holly, pero que es perfectamente olvidable; para cubrir la falta de una segunda canción, el grupo ataca con bastante solvencia el “Heat wave” de las adorables Martha & The Vandellas. En cuanto a Townshend, el arranque de “Run, run run” puede recordar a “My generation” y tiene un ritmo muy vivo, ideal para abrir el disco. “Don’t look away” tiene un pase, aunque suena como un cruce entre country, los Byrds y alguien más. Con “So sad about us” los juegos de cuerdas sí que recuerdan claramente a los Byrds: la melodía pop y el juego vocal son decentes, sin más. Pero Lambert avisa de que faltan todavía unos diez minutos para completar el disco, y bajo su supervisión Townshend se pone a fantasear de nuevo con la idea de una ópera rock: uniendo varios trozos de pequeñas piezas que ya tenía medio hechas, surge algo que puede considerarse como tal ópera. Es irregular, desarrollando básicamente en seis “movimientos” una historia de infidelidad, arrepentimiento y perdón en la que se contiene parte de las inquietudes infantiles del propio Townshend. El título es “A quick one while he’s away”, y desde su arranque a capella vamos descubriendo estilos que se desarrollarán tiempo después en Tommy. En conjunto me parece un disco sin verdaderos momentos de categoría, aunque la prensa lo puso bastante bien.


Y para terminar el año llega un nuevo single: “Happy Jack / I’ve been away”. Cada vez se nota un mayor protagonismo de la sección rítmica, ya que el bajo atómico de Entwistle y la continua exhibición de Moon se resaltan subiendo el volumen, y a veces se superponen al resto del sonido de grupo. No cabe duda de que los Who son un grupo de cuatro solistas, algo poco frecuente por entonces; pero menos frecuente aún es que la voz o la guitarra no sean necesariamente las estrellas del grupo, y esta es una nueva demostración. La letra trata sobre un personaje de la infancia de Townshend, un hombre con retraso mental que conoció en la isla de Man. Aquí tenemos voces y coros a medias entre Daltrey, Townshend, Entwistle; el ritmo, complicado pero original, acompaña unas armonías que podrían parecer casi decimonónicas. Resulta curioso que McCartney diga que esta es su canción preferida de los Who, a lo que Townshend añade que no le extraña, ya que al parecer se inspiró parcialmente en “Eleanor Rigby”. La cara B es obra de Entwistle, que también la canta; tiene un vago aire de vals, y resulta muy agradable.


Esa será la última grabación de los Who para Reaction, ya que Lambert y Stamp acaban de crear un nuevo sello: Track Records. Por su parte el grupo termina el año dejando en el aire dudas sobre su futuro, no tanto en lo comercial como en lo artístico: las ventas siguen yendo bastante bien, pero… se les ve en un peldaño inferior a los otros tres grandes. Y sin embargo, quién lo iba a decir, el año que viene harán uno de los discos psicodélicos más tremendos de la Isla. Así que esperaremos…

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