lunes, 12 de octubre de 2020

1980-81 (XII)

También Liverpool está despertando. Después de la desaparición de los Beatles y durante la mayor parte de los años 70, los escasos músicos que llegaron a hacerse conocidos a nivel nacional afirmaban sentirse más influenciados por algunos grupos yankis carismáticos de los años 60 que por sus compatriotas, y eso se nota en las primeras bandas de rock que comienzan a hacerse conocidas allí. Esas influencias son muy amplias, y pueden ir desde las bandas de la costa oeste como los Doors hasta sus antagonistas de Nueva York, los Velvet Underground. En cualquier caso, y aunque también habrá pequeñas luminarias de synth pop como Frankie Goes to Hollywood o A Flock of Seagulls, desaparecerán tan rápidamente como surgieron. La verdadera esencia de esa ciudad está en los grupos de rock con carga melódica (¿no lo eran los Beatles?), grupos con carácter abierto. Y de todos los que están surgiendo, no cabe duda de que uno de los primeros que llegaron al estrellato fueron Echo & The Bunnymen. Tienen algunas aristas que no me acaban de convencer, además de que su amado líder, el divino Ian McCulloch, tiene un ego que no cabe en la Isla ("Nuestras obras son de tanta altura como las de Shakespeare o Van Gogh"). Pero hay que reconocerlo: la voz de Mac The Mouth, como le llaman sus propios compatriotas, era muy apropiada para su estilo -aunque dice que es mucho mejor la que tiene ahora- y ha compuesto grandes canciones; no tantas como él cree, pero unas cuantas sí.

Ian es un muchacho solitario e introvertido cuya mayor alegría está en la radio y el tocadiscos; además de su total devoción por Bowie (dice que "Ziggy Stardust" le cambió la vida) adora el sonido eléctrico de la Velvet, por poner dos ejemplos de cuáles son sus referencias. Tiene dos amigos con los que comparte esos gustos, allá por 1977: Pete Wylie, que está aprendiendo a tocar la guitarra, y Julian Cope, un galés que ahora vive en Liverpool y hace lo propio con el bajo; junto a ellos ensaya a veces como cantante, y en homenaje a los Cuatro Fabulosos se hacen llamar los Tres Cruciales. Aunque llegaron a componer algunas canciones (entre ellas "Read in books", que luego publicarán tanto McCulloch como Cope en sus grupos respectivos) no duraron tanto como para grabarlas, porque los caracteres ya se estaban formando y pronto los tres serán líderes de sus propias bandas: Wyllie fue el primero en marcharse; McCulloch y Cope siguieron juntos un rato más bajo otro nombre y con otros acompañantes, hasta que cada uno sigue su camino. McCulloch en concreto consigue a mediados del 78 dos socios para su nuevo proyecto, llamado Echo & The Bunnymen: junto a él, que compone y canta, está el guitarrista Will Sergeant y Les Pattinson, al que ha reclutado únicamente por ser amigo y con la condición de aprender a tocar el bajo cuanto antes. De momento las funciones de batería las hace una caja de ritmos, hasta que entre Pete de Freitas a sustituirla. Ese conjunto de figuras con un vaho de oscura melancolía comienza a hacerse popular en su ciudad gracias a un repertorio de canciones eléctricas, enérgicas pero melódicas, con un sonido de eco muy personal, con esa voz potente, de tono magnífico... En resumen: que lo tienen todo para triunfar.

Y vaya si triunfan. Tuvieron además la fortuna de que por entonces estaba naciendo Zoo, un sello independiente de su ciudad, y que Bill Drummond, uno de sus creadores, punk reciclado, los contrató inmediatamente además de ejercer labores de productor e incluso manager. Su confianza en el grupo es evidente: tras su debut con un single en verano del 79, consciente de que tienen futuro y de que Zoo no tiene una infraestructura suficiente para apoyarlos, consigue interesar a la Warner, que los ficha a principios de 1980 creando un subsello -Korova- para lanzarlos cuanto antes. Porque aquel single, grabado aún como trío, es decir, con caja de ritmos en vez de batería ("The pictures on my wall"), ya demostraba una notable madurez y, sobre todo, un estilo propio: conseguir que se agotase la tirada de cuatro mil copias en semanas y aparecer en lo alto de algunas listas independientes con apenas promoción tiene su mérito. De todos modos es muy posible que en Warner se hubiesen dado cuenta de que este era un grupo de disco grande, ya que no parece importarles que su primer single con ellos ("Rescue", en primavera) fracase en las listas: casi a continuación, con una pequeña gira por medio y solo tres semanas de grabaciones -ya con De Freitas y su batería- publican el Lp: "Crocodiles", que roza el top 15. Es un debut impecable, un buen equilibrio entre energía, densidad y delicadeza; con frecuencia surgen tonos ambientales con un leve punto psicodélico que serán una de las marcas inconfundibles del grupo, y ya lo dejan claro en la apertura con "Going up". Poco a poco van demostrando su amplia escuela, desde la querencia de McCulloch por el estilo de Jim Morrison hasta el gusto de Sergeant por las guitarras cortantes de Verlaine en Television: "Pride" o la canción que da título al disco son dos buenos ejemplos. También se incluyen las dos caras A de sus singles anteriores, aunque la regrabación con batería de "Pictures on my wall" no supera a la original. En conjunto este es uno de los mejores debuts de un grupo británico en esa época, y desde luego está a la altura de unos Joy Division, por poner un ejemplo de la sempiterna ciudad rival. Y por supuesto su mezcla de estilos será uno de los ingredientes básicos para la fabricación futura de esa cosa llamada "shoegaze": los primeros, sin saberlo, fueron ellos (y también Siouxsie tiene algo que ver, porque la línea de separación entre siniestros y shoegazers es a veces muy fina).




A finales de 1980 y con un solo disco grande en el mercado, Echo & The Bunnymen era una de las bandas más respetadas por la crítica británica (un top 15 suele reflejar un buen equilibrio entre calidad y ventas). Por lo tanto, cuando llega el segundo, a principios del verano del 81, la expectación es muy grande. El disco se titula "Heaven up here" y su portada de nuevo va protagonizada por una de esas clásicas imágenes de naturalezas solitarias, mortecinas, tristes, que tan bien encajan con el grupo. Aunque cambia la titularidad de la producción, el sonido es prácticamente el mismo que en el disco anterior: Hugh Jones, el ingeniero de sonido entonces, es ahora el productor junto con los propios Bunnymen. Y el material es, en esencia, de la misma naturaleza que el primero; en ese sentido, "Heaven up here" es una clara continuación. Tal vez, como dicen algunos comentaristas, el tono general sea un poco más oscuro, pero al mismo tiempo las canciones están más pulidas, más "engrasadas", por decirlo así. Puede que esa oscuridad se deba a un mejor empaste, que a pesar de su admiración por Velvet Undergound antepongan su gusto por las producciones bien hechas, por lo general exquisitas, de los Doors: "Show of strengh" o "It was a pleasure" muestran su agrado por una mezcla de las dos escuelas. Hay una canción que parece simbolizar esto mismo pero en confrontación con Joy Division, o eso me parece a mí: "All my colours" ("Zimbo" era su título original). Esa percusión, a pesar de su reminiscencia africana, podría recordar el estilo de los mancunianos aunque por supuesto ellos la "enfriarían" mucho más. Las entradas entre ambientales y psicodélicas también están representadas aquí por canciones como "The disease" o "Over the wall". En fin, que esta es otra obra de calado, y su entrada en el top 10 le hace justicia.



McCulloch y sus colegas volverán a visitarnos más adelante, como es lógico, y para entonces ya serán estrellas a la altura de unos Simple Minds: comienza a poblarse el Olimpo isleño de los años 80. En cuanto a nosotros, quedamos a la espera de que nos visite míster Julian Cope, otro de aquellos tres cruciales de Liverpool. A ver qué nos cuenta...


18 comentarios:

  1. Sinceramente, Rick ese estilo tan cargado de dramatismo con esa voz temblorosa y ese guitarreo pertinaz con un bajo y batería poderosos me gustan para un rato, pero al final me resultan algo cansinos. En Joy Division o The Doors tenían quizás una mayor razón de ser, repetidos como paradigma cansan. No dudo de la calidad de Echo and The Bunnymen pero me aburren un tanto.

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    1. Sí, a mí me acaba cansando también tanta reincidencia en los tonos tristes, y en general este tipo de grupos me gustan para un rato. Pero hay que reconocer que aún hoy tiene mucha clientela. Será que vivimos tiempos tristes, seguramente...

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  2. Pues a mí, que hace tiempo que paso del rollo siniestro depre de esta peña, no sé si por culpa de la maldita nostalgia, me gustan estos tipos, a pesar de parecerme teatreros. En su momento encontré entre sus canciones consuelo a mis cuitas juveniles, solo por eso merecen la pena (que no es poco)

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    1. Bueno, eso ya es otro cantar. Cuando un grupo, el que sea, acompaña nuestra historia personal, poco hay que oponer. La banda sonora de nuestras vidas habrá sido voluntaria o no, pero es la que es.

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  3. Era un grupo más de mi hermano que mío. Varios temas sueltos y el Heaven Up There un poco más en profundidad. Pero lo que más me gusta es como lo cuentas, Rick. Un 10
    kk

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    1. Muchas gracias, mister Kateto, pero lo único que hago es organizar lo que voy leyendo por ahí. Recuerdo cosas y he olvidado otras, así que la cosa va en plan fifty fifty. Ya digo arriba que estos señores no son precisamente de mis preferidos (en general este estilo no lo es), pero hay que reconocer que en su momento fueron muy populares.

      Saludos mil...

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  4. Uno de mis grupos imprescindibles de aquella época. Me gustaba su tono tan expresivo, tan ingente de imágenes e ideas puramente musicales. Creo que se acercaron mucho a cierto romanticismo, sus magníficas portadas daban buena cuenta de ello, además. Siempre tuve con ellos la sensación de participar de una obra de arte, su alcance musical y visual me llenaba plenamente.
    Para finalizar, solo escuchar el nombre de Julian Cope me pone la piel de gallina.
    Saludos,

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    1. Eran muy buenos creando ambientes, eso es quizá por su querencia psicodélica. Y el ramalazo romántico también es bastante claro. Pero creo que se acabaron haciendo excesivos, como casi todos los grupos que abusan demasiado de este tipo de sonido.

      ¿El señor Cope? Palabras mayores, totalmente de acuerdo.

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  5. Pues a mi me gusta el estilo, en un primer contacto. Tiene atmósfera. Pero tendría que degustarlo más para valorarlo mejor. No me han enganchado tanto como el Black Album de Damned, por ejemplo, que es más sencillo de digerir desde la primera escucha y, por dicho sea de paso, estoy por comprármelo en CD si me lo encuentro en algún sitio, porque me encanta, y tengo que agradecerte el descubrimiento, como tantos otros. Pero ambos grupos no son comparables más que por la época.

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    1. Sí, ese asunto de la atmósfera, o el ambiente, o como se le quiera llamar, es muy característico de ellos y de otros grupos de esa época, y desde luego han sido referencia para muchos grupos posteriores. Aunque ya digo que al final me acaban cansando.

      Desde luego, como carrera completa prefiero a los Damned mil veces aunque tienen poco que ver. Como siempre, si hay algo que no encuentras avisa.

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    2. Gracias, Rick, pero en este caso me resultó sencillo descargarme su discografía. Con otros grupos no es tan fácil encontrar el material. Lo del CD lo decía porque, aunque desde tiempos de Matusalén no gasto apenas en música, pudiendo descargarla, muy de tanto en tanto apetece comprarse un disco que gusta, por reconocimiento o por fetichismo. Y el 'Black Album' es una maravilla... Aunque también disfruto con otros álbumes de la banda.

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    3. Lo de los Cds, a estas alturas, puede ser fetichismo; pero más lo es comprarse vinilos, y sigo haciéndolo de vez en cuando. Además ahora hay unas reediciones de verdadero lujo. Y en efecto, el "Black album" es de lo mejor de los Damned. Aunque si vas a comprarlo ten cuidado, porque hay (o había) dos ediciones: la cutre, con el material del primer vinilo solamente, y la completa, con los dos.

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  6. Hola Rick,
    Pues a mi si que me van estos sonidos oscurotes con esa guitarra que parece que toque de debajo de la tumba, aunque coincido con el DR. Krapp de que al final te acaban cansando o agobiando, todo es cuestión de oirlos de poco en poco, tampoco es para oirse su discografía de una sentada.
    De todas formas, son de los imprescindibles de la época.
    Saludotes.
    Jose

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    1. Hola, José. Parece que al fivan estamos de acuerdo todos en lo mismo: muy buenos para un rato, pero sin pasarse. Creo que tanto ellos como muchos otros de su estilo quedaron encerrados en él y no supieron ir evolucionando.

      Saludos mil...

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  7. Hola Rick:
    Perdona que no me asome últimamente por aquí, me limito a escuchar los temas que dejas en los reproductores, pero es que con las bandas de últimas entradas ando bastante perdido. No conozco practicamente a ninguno de los grupos que presentas, a excepción de los grandiosos Simple Minds y también a los XTC, cuya discografía completa tengo guardada con cariño en un disco duro para ir desmenuzando en épocas venideras.
    Me gustó mucho tu entrada anterior de Echo & The Bunnymen, grupo que en su día seguí con bastante devoción. Recuerdo haber escuchado su álbum "Porcupine" hasta la saciedad, es de mis favoritos.

    Vuelvo al redil.

    Un saludo.
    Antoni.

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    1. No te preocupes, Antoni, que aquí viene (y comenta) quien quiere. No hay listas negras, ni blancas.

      "Porcupine" es para mí de lo mejor de los Bunnymen; yo diría que, en conjunto, los tres primeros. A partir de ahí se reblandecen un poco.

      Saludos mil.

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  8. Los 2 primeros discos de Echo & The Bunnymen son dos obras maestras. El Porcupine y Ocean Rain tenían mejores arreglos y son dos grandes discos pero los dos primeros son estratosféricos.

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    1. Hola, Juanjo. Yo también creo que estos son, en conjunto, sus dos mejores discos aunque "Porcupine" todavía mantiene el espíritu de la primera época. Luego ya de "Ocean rain" en adelante estamos ante otro tipo de sonido, con un alma distinta. Aunque por supuesto vendieron mucho más...

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