"Todavía me asombra la cantidad de discos de Spector que han marcado mi vida"
(John Lennon, 1972)
"Aún hoy es considerado como el paradigma del productor de discos, la cumbre contra la que todos deben medir sus realizaciones. Él entendió la esencia del pop, esa gloriosa capacidad para masajear nuestros sentidos sin perder su trivialidad de música de consumo"
(Diego A. Manrique)
"Sólo me queda una frustración: no haber producido a Bob Dylan. Ese chico me necesita"
(Phil Spector, 1969)
Bien, pues estamos frente al recluso 1873015 de la prisión de Los Angeles (a tan solo 15 minutos de su mansión: una alegoría de su vida, que siempre ha discurrido entre el cielo y el infierno). Estamos ante el gran Phil Spector: un genio neurótico, un mago de la producción, un asesino, un creador de mitos inolvidables, un psicópata por definición. Un personaje que puede presumir de haber trabajado con Beatles, Stones, Cohen o los Ramones. Imitado por Abba o Springsteen, Meatloaf o Beach Boys...
Este sujeto, nacido en el Bronx neoyorkino en la Navidad de 1940, vivió su adolescencia bajo el imperio del rock'n'roll, pero amaba las melodías del pop: en 1958, al frente de los Teddy Bears, su segundo grupo, consiguió un éxito notable con "To know him is to love him", la frase -muy trillada, cierto- que figuraba en la lápida de su padre, un inmigrante ruso que se había suicidado años antes. Sin embargo los Bears se separaron al año siguiente, y Phil se encontró ante el dilema de trabajar como intérprete en las Naciones Unidas (por su dominio del ruso) o la música. Por suerte para todos, ganó la música: con el patrocinio de dos pesos pesados del negocio (Lester Still y Lee Hazlewood) se introdujo en el mundillo como "chico para todo" y en cuanto pudo logró colocar su pluma en algunas canciones: la primera fue "Spanish Harlem", que, a medias con Jerry Leiber, fue un bombazo en manos de Ben E. King primero y de muchos otros después. Pero también era un guitarrista aceptable, y entre unas cosas y otras se fue afianzando hasta llegar a las mesas de grabación.
Porque ese era su destino: otro se habría conformado con producir a sueldo de cualquier compañía, pero él quería control absoluto, artístico y comercial, sobre todas las obras en las que interviniese. A finales de 1961 formó Philles Records a medias con el citado Still, que un año después dejó la compañía; así que, sin haber cumplido los 22 años, el señor Spector era dueño de una casa discográfica. Estableció su base en los estudios Gold Star, en Los Angeles, y se rodeó de un equipo espectacular de músicos cuya guinda fueron dos leyendas vivas: Jack Nitzsche como arreglista y Larry Levine como ingeniero de sonido. Al más puro estilo Berry Gordy, lo controlaba todo aunque otros compositores de talla creaban las piezas a medias con él (especialmente el matrimonio formado por Jeff Barry y Ellie Greenwich). Y su espíritu lo dejó muy claro desde el principio: "dar un toque wagneriano, crear pequeñas sinfonías para los chicos".
El resto son nombres y más nombres: con las Ronettes hizo "Be my baby", "Walking in the rain" y otras cuantas; con las Crystals "Da doo ron ron", "Uptown", etc; con los Righteous Brothers "Unchained melody", "Ebbtide"… Vayan ustedes a la Wikipedia, que me canso. En conjunto eran piezas apabullantes, celebraciones o lamentos de los gozos y miserias del amor y tal, que iluminaron el mercado entre 1962 y 1966 y que han sido reinterpretadas mil veces por mil cantantes distintos. Grandes melodías, vocalistas magníficos... y el toque Spector, el famoso "muro de sonido", resultado de una utilización exhaustiva de todas las posibilidades del estudio: aunque la tecnología era primitiva -el sonido mono era el imperante entonces- las canciones sonaban con una densidad tremenda; los instrumentos se doblaban, o se triplicaban, o lo que hiciese falta con tal de dar una contundencia inusitada a cada canción. Y el eco. Y el conjunto de cuerdas. Y miles de percusiones… En fin, una fiesta.
A mediados de los años 60 el pop comenzó su caída, suplantado por los grupos "serios", y su personalidad neurótica comenzó a jugarle malas pasadas: convencido de ser víctima de un boicoteo y de "extrañas" amenazas de muerte, cerró el negocio y se retiró durante dos años a su mansión en Hollywood, protegido por numerosas medidas de seguridad y con la pistola a mano; pistola que, según la leyenda, sacaba a veces a relucir en plenas sesiones de grabación cuando alguien no seguía al pie de la letra sus instrucciones.
En 1969 vuelve a la luz para producir "Let it be", el último disco de los Beatles (Paul no estaba muy convencido, pero John y George se empeñaron). A la sombra de esa producción, colabora con Leonard Cohen en 1977 o con el mismo Lennon, que al final tiene que echarlo y acabar el disco él solo; Cohen había dicho que "en estudio se convierte en mister Hyde, un hombre peligroso al que le gustan demasiado las armas de fuego". En 1980 produce "End of the century", de los Ramones (hay rumores sobre otro encañonamiento). Y finalmente, tras el "Season of glass" de Yoko Ono, en 1981, desaparece de escena. Reaparece casi veinte años después para producir tres o cuatro cosas sueltas y por fin, en 2003 mata de un disparo a Lana Clarkson, una actriz con la que había llegado poco antes a su mansión. Lo raro es que algo así no hubiese ocurrido antes: él mismo reconocía que no estaba bien de la cabeza.
Pero quedan cientos de canciones, de discos, que llevan su marca. Y esto es lo que cuenta para la historia del negocio: con eso hemos de quedarnos. Usted siga bien, Phil. O mal, no sé. Pero puede estar usted seguro de que los mods y otras hierbas no le olvidaremos nunca.
Y abandonamos este variopinto país. Aunque hemos de hacer una escala en Jamaica antes de volver a la Isla grande: eso será el próximo día.
(John Lennon, 1972)
"Aún hoy es considerado como el paradigma del productor de discos, la cumbre contra la que todos deben medir sus realizaciones. Él entendió la esencia del pop, esa gloriosa capacidad para masajear nuestros sentidos sin perder su trivialidad de música de consumo"
(Diego A. Manrique)
"Sólo me queda una frustración: no haber producido a Bob Dylan. Ese chico me necesita"
(Phil Spector, 1969)
Bien, pues estamos frente al recluso 1873015 de la prisión de Los Angeles (a tan solo 15 minutos de su mansión: una alegoría de su vida, que siempre ha discurrido entre el cielo y el infierno). Estamos ante el gran Phil Spector: un genio neurótico, un mago de la producción, un asesino, un creador de mitos inolvidables, un psicópata por definición. Un personaje que puede presumir de haber trabajado con Beatles, Stones, Cohen o los Ramones. Imitado por Abba o Springsteen, Meatloaf o Beach Boys...
Este sujeto, nacido en el Bronx neoyorkino en la Navidad de 1940, vivió su adolescencia bajo el imperio del rock'n'roll, pero amaba las melodías del pop: en 1958, al frente de los Teddy Bears, su segundo grupo, consiguió un éxito notable con "To know him is to love him", la frase -muy trillada, cierto- que figuraba en la lápida de su padre, un inmigrante ruso que se había suicidado años antes. Sin embargo los Bears se separaron al año siguiente, y Phil se encontró ante el dilema de trabajar como intérprete en las Naciones Unidas (por su dominio del ruso) o la música. Por suerte para todos, ganó la música: con el patrocinio de dos pesos pesados del negocio (Lester Still y Lee Hazlewood) se introdujo en el mundillo como "chico para todo" y en cuanto pudo logró colocar su pluma en algunas canciones: la primera fue "Spanish Harlem", que, a medias con Jerry Leiber, fue un bombazo en manos de Ben E. King primero y de muchos otros después. Pero también era un guitarrista aceptable, y entre unas cosas y otras se fue afianzando hasta llegar a las mesas de grabación.
Porque ese era su destino: otro se habría conformado con producir a sueldo de cualquier compañía, pero él quería control absoluto, artístico y comercial, sobre todas las obras en las que interviniese. A finales de 1961 formó Philles Records a medias con el citado Still, que un año después dejó la compañía; así que, sin haber cumplido los 22 años, el señor Spector era dueño de una casa discográfica. Estableció su base en los estudios Gold Star, en Los Angeles, y se rodeó de un equipo espectacular de músicos cuya guinda fueron dos leyendas vivas: Jack Nitzsche como arreglista y Larry Levine como ingeniero de sonido. Al más puro estilo Berry Gordy, lo controlaba todo aunque otros compositores de talla creaban las piezas a medias con él (especialmente el matrimonio formado por Jeff Barry y Ellie Greenwich). Y su espíritu lo dejó muy claro desde el principio: "dar un toque wagneriano, crear pequeñas sinfonías para los chicos".
El resto son nombres y más nombres: con las Ronettes hizo "Be my baby", "Walking in the rain" y otras cuantas; con las Crystals "Da doo ron ron", "Uptown", etc; con los Righteous Brothers "Unchained melody", "Ebbtide"… Vayan ustedes a la Wikipedia, que me canso. En conjunto eran piezas apabullantes, celebraciones o lamentos de los gozos y miserias del amor y tal, que iluminaron el mercado entre 1962 y 1966 y que han sido reinterpretadas mil veces por mil cantantes distintos. Grandes melodías, vocalistas magníficos... y el toque Spector, el famoso "muro de sonido", resultado de una utilización exhaustiva de todas las posibilidades del estudio: aunque la tecnología era primitiva -el sonido mono era el imperante entonces- las canciones sonaban con una densidad tremenda; los instrumentos se doblaban, o se triplicaban, o lo que hiciese falta con tal de dar una contundencia inusitada a cada canción. Y el eco. Y el conjunto de cuerdas. Y miles de percusiones… En fin, una fiesta.
A mediados de los años 60 el pop comenzó su caída, suplantado por los grupos "serios", y su personalidad neurótica comenzó a jugarle malas pasadas: convencido de ser víctima de un boicoteo y de "extrañas" amenazas de muerte, cerró el negocio y se retiró durante dos años a su mansión en Hollywood, protegido por numerosas medidas de seguridad y con la pistola a mano; pistola que, según la leyenda, sacaba a veces a relucir en plenas sesiones de grabación cuando alguien no seguía al pie de la letra sus instrucciones.
En 1969 vuelve a la luz para producir "Let it be", el último disco de los Beatles (Paul no estaba muy convencido, pero John y George se empeñaron). A la sombra de esa producción, colabora con Leonard Cohen en 1977 o con el mismo Lennon, que al final tiene que echarlo y acabar el disco él solo; Cohen había dicho que "en estudio se convierte en mister Hyde, un hombre peligroso al que le gustan demasiado las armas de fuego". En 1980 produce "End of the century", de los Ramones (hay rumores sobre otro encañonamiento). Y finalmente, tras el "Season of glass" de Yoko Ono, en 1981, desaparece de escena. Reaparece casi veinte años después para producir tres o cuatro cosas sueltas y por fin, en 2003 mata de un disparo a Lana Clarkson, una actriz con la que había llegado poco antes a su mansión. Lo raro es que algo así no hubiese ocurrido antes: él mismo reconocía que no estaba bien de la cabeza.
Pero quedan cientos de canciones, de discos, que llevan su marca. Y esto es lo que cuenta para la historia del negocio: con eso hemos de quedarnos. Usted siga bien, Phil. O mal, no sé. Pero puede estar usted seguro de que los mods y otras hierbas no le olvidaremos nunca.
Y abandonamos este variopinto país. Aunque hemos de hacer una escala en Jamaica antes de volver a la Isla grande: eso será el próximo día.
Una biografía muy completa, si señor. Un personaje muy variopinto el señor Spector, solo apostaba por los que el creia grandes y solia ganar. Tal como cuentas, era amante de los detalles, pulia todas las asperezas...todo eso gracias al famoso muro de sonido que nombras.
ResponderEliminarPero todos los que son grandes artisas acaban estando mal de la cabeza...mala suerte.
Un saludo.
Una gran carrera la de este productor. Un poco alocado y un tipo rarito, verdad?
ResponderEliminarSaludos,
Coño, jamás había oído este nombre, todo lo que he leído aquí es nuevo para mi. Acabo de buscar más de Spector, y ya veo que la foto que has elegido ha sido muy respetuosa y considerada por tu parte hacia este señor, porque vaya cara de demente luce ahora... Así que ahora mismo está a la sombra, ¿eh? Este post ha sido como la visita de Clarice a la celda de Hannibal Lecter.
ResponderEliminarHoy me quedo con 'Unchained melody', una de esas canciones románticonas que sería capaz de hacerme llorar si yo me dejara. Tampoco sabía de quien era, sólo la conocía de 'Ghost'.
Por cierto, me has metido mucha curiosidad por saber más de esas historias de Spector y el revólver en las sesiones de grabación.
ResponderEliminarCon este post queda demostrado que una gran mayoría nos centramos en los grupos y nos olvidamos de todos los especialistas que hay detrás de un disco. Los buenos productores, técnicos, letristas, compositores, etc. seguramente son bien conocidos en el círulo musical. Pero el gran público ni nos enteramos. No sé si en algún momento les afectará esa falta de consideración. En fin, supongo que deben disfrutar con lo suyo. Para hacer una comparación cutre, yo trabajé un mes y medio en un restaurante de comida rápida y me lo pasaba mucho mejor en la retaguardia, friendo primorosamente patatas y falafels, que de cara al público vendiéndolos.
ResponderEliminarVa a tener usted razón, Señora Ducha, ahora me doy cuenta de que, más que de los Beatles, soy de George Martin.
ResponderEliminarRespecto a la Melodía encadenada, Sr. Sonámbulo, algo tendrá cuando es elegida continuamente como la mejor canción romántica de la historia. La verdad es que bailarla agarrao con una hembra de tu gusto es una experiencia.
Señor Rick, celebro que admire al Spector. Al Sr. UP, sin ir más lejos, no le gustaba nada, y menos su “muro de sonido”.
Personalmente, como se infiere de lo anterior, prefiero los Beatles del Martin que los del Spector.
Creo recordar que su entrada en la cárcel coincidió con la muerte de la vocalista de las Ronetes. Be my baby es para mí el mejor tema pop de la historia, y el End of century de los Ramones es tralla total. Es el puro amo
ResponderEliminarGracias por su visita, señor de La Malena. Mr. Spector era un neurótico que, como la mayoría de los afectados por ese mal, tenía en cambio luces especiales para otras cosas. Y por suerte, esas "otras cosas" nos hicieron felices durante unos cuantos años, aunque hoy en día haya gente que no lo recuerde.
ResponderEliminar"Rarito" es una palabra suave para lo que era en realidad el señor Spector, señorita Felicitat. Pero bueno, en consideración al momento del calendario en el que nos hallamos lo daré por bueno. ¿Contenta?
Hola, señor Raúl. Tengo que decir que me ha encantado ese símil suyo de Clarice y Hannibal Lecter, la verdad: es una verdadero hallazgo. Me lo quedaré pensando. En cuanto al señor Spector y sus pistolas, busque por la Red y seguro que encuantra más cosas.
Lo ha expresado usted muy bien, Lady Dusch: la mayoría de la gente busca el resultado, no se detiene a pensar en la elaboración del producto. Aunque eso, especialmente en el mercado pop, es lo de menos, y que haya algunos obsesos como yo no implica que todo el mundo haya de ser igual: ustedes a disfrutar, que para comerse el coco ya estamos los seres enfermos como este servidor (y me ha encantado esa circunstancia temporal suya, ese trabajo fugaz en un establecimiento de comida rápida. Es que ese tipo de escenarios es tan de mi país...).
ResponderEliminarBienvenido, don LuisC: es usted raro de ver por aquí, así que se lo agradezco de corazón. Sobre el Paseante y su descarriado comportamiento respecto al señor Spector parece ser, según se desprende de su respuesta a mis increpaciones, que en su juventud estaba muy ocupado oyendo música "seria" (ya sabe, King Crimson, Pink Floyd... ese tipo de productos) y no se había dado cuenta de las cosas. Pero que hoy en día ha cambiado mucho su escala de valores: que ya es un niño como usted o como yo, vaya. ¿Contento?
Así que "Be my baby", ¿eh, Chafardero? Pues coincidimos en gran parte, aunque yo tal vez elegiría "Please Mr. Postman" o "Da doo ron ron". Mmmm... decididamente, esta última.
Pues vaya historia, sí, la de este "sujeto". Muy interesante y sorprendente.
ResponderEliminarEn casos así, que también se dan en la literatura, claro, siempre pienso que es mejor que muchos no conozcan los entresijos de la personalidad de algunos genios. Porque hay quien no sabe separar una cosa de otra, y cree que no se debe admirar el talento de un tipo con determinadas características personales.
Me encanta absolutamente "Please Mr. Postman".
Es muy frecuente que los artistas, sean de la disciplina que sean, anden un poco flojos de la cabeza, y esta es una buena demostración; como tú dices, pasa en la literatura y en cualquier otra disciplina. En cuanto al criterio, esa necesidad de "separar una cosa de otra", también estamos de acuerdo: hay demasiada gente que creee que un creador tiene que ser también una personaje ejemplar. Y como bien sabes, el Arte ha producido aunténticos monstruos, así que...
Eliminar"Please Mr. Postman", dices. Ejem... Es una seria aspirante a "mejor canción pop de la Historia", sí. Y como le decía a Chafardero (Jesús...Veo que hace ya seis años), es una de mis preferidas también. Solo que... esa canción, como otras muchas, procede de la competencia más directa al señor Spector. Que es la Tamla Motown. Y llegados aquí... ¿has oido hablar de Berry Gordy?
Pues ya sabes: buscador de la columna izquierda. Lo malo es que probablemente te van a salir tres o cuatro entradas relativas a él, así que vete directamente al capítulo V de esta misma serie. Y luego ya, si quieres, amplías la perspectiva con la anterior y la siguiente, según creo recordar.