martes, 10 de julio de 2012

U.S.A. 60's: la serie B (V)


"Cuando llegamos a Estados Unidos no conocían el nombre de Muddy Waters. ¡Creían que era una ciudad!
(Paul McCartney)

La primera gira americana de los Beatles fue el inicio de un cataclismo de tamaño geológico. En un primer momento los medios pensaron que esa histeria de las fans, todo ese envoltorio estético que ya los rodeaba en la Isla, no iba a ser más que una fiebre momentánea, que como cualquier otra fiebre pronto pasaría. Y por otra parte, creyeron que no había nada más que los Beatles; es decir, pop más o menos acelerado (eso del beat no les sonaba) y algunas versiones alegres del viejo rock and roll. Pero las listas de ventas comenzaron a insinuar que estábamos ante algo mucho más serio, ante un cambio de estilo en toda regla: en Marzo del 64, un mes más tarde de la campaña victoriosa de los Beatles, enseñaba la patita el primer single de los Stones en América ("Not fade away / I wanna be your man"), que alcanzó el top 50; en Agosto los Kinks se situaron en el top 10 con "You really got me"; ese mismo mes aparecía el primer single de los Yardbirds aunque no llegase muy arriba (su gran éxito sería en Febrero del año siguiente con "For your love"), y los Animals ya tenían un LP en Setiembre... y en el 65 llegaron los demás. La prensa y los músicos americanos, aturdidos, se preguntaban qué le estaba pasando al Viejo Orden.

Endogamia. Esa es la palabra. En el Sur, la cuna del agonizante rock and roll, no había aún bandas de relevancia, y en el Norte ya hemos visto que los estilos musicales preponderantes eran blancos salvo la excepción -a medias- del Noroeste. Para esos blancos, el proceso musical de los últimos diez años se resumía así: la evolución del rural hillbilly lo había convertido en rockabilly, más urbano, y junto al country se había fundido con una rama del r'n'b para dar a luz al rock'n'roll. Aunque esto es un poco teórico, ya que esa supuesta fusión pocas veces resultó tan efectiva como para que no se notasen claramente los antecedentes de blancos y negros: a veces da la sensación de que tal vez no hubo un rock and roll, sino dos. Por otra parte el término "rhythm and blues" es mucho más amplio en América que en Europa, e inicialmente abarcaba la mayoría de los géneros negros: en origen fue un subterfugio de las casas discográficas para nombrar de un modo más presentable la hasta entonces llamada "música racial", que sonaba feo ("Sí, yo fui el tipo que inventó eso del rhythm and blues", nos ha confesado el gran Jerry Wexler. "Pero si hubiese sabido lo que sé ahora, le habría llamado rhythm and gospel"). Es decir, cualquier cosa que hiciesen los negros podía llamarse así, incluyendo el blues o el soul; que en la Isla eran géneros perfectamente delimitados y muy populares, mientras en la reaccionaria América blanca de la época solo eran consumidos por minorías exquisitas. En cuanto al sonido surf, como ya dije alguna vez, tuvo una vigencia de cuatro o cinco años: ese estilo tiene el mismo problema, es muy cerrado, no hay variaciones y se agota (si los Shadows, que son el equivalente británico más popular, tuvieron una carrera de casi diez años fue porque junto a Cliff Richard hacían más cosas que sus famosas piezas instrumentales: los Tornados, sus compatriotas, no duraron ni la mitad).

Mientras tanto, los grupos isleños parecían haber interiorizado perfectamente el espíritu afroamericano y hacían unas versiones mucho más temperamentales que los escasos grupos yankis que se atrevían con ese repertorio. En la Isla no hay race lists, y a efectos musicales tampoco orgullo patriotero: un músico británico medio ha oído blues, rockabilly, soul, Motown, country, doo wop… de todo; incluso jazz, del cual años antes habían hecho una variante isleña de andar por casa -el trad- al igual que luego retorcieron el country para inventar el skiffle. Y si añadimos a todo eso su facilidad para el pop (que en cierto modo viene del folk isleño) y la tradición del music hall más un claro interés por el aspecto estético del negocio, la mezcla es imbatible: Sam Cooke, Otis Redding o la plantilla Motown son venerados por los mods; sus enemigos los rockers flipan con Eddie Cochran, Gene Vincent y en general toda cuanta pieza suene a rockabilly; B.B. King, Willie Dixon y demás miembros del Olimpo blues son el desayuno de Alexis Korner primero y de una legión luego; del rock and roll negro ya se encargan muchos otros.

Y cuando comienzan sus giras americanas, se quedan boquiabiertos: Clapton, que siempre ha dicho aquello de "yo no soy un revolucionario: todo lo que hice fue copiar a B.B. King", descubre con evidente sorpresa que la mayor parte de su público no conoce las canciones que versionan; ni siquiera los nombres de los bluesmen negros que las crearon, ni los más famosos (¿Quién es ese tal Bibi King?); Small Faces se encuentran con el silencio interrogante de la masa cuando Marriott anuncia su versión de "Shake" ("de nuestro amado Sam Cooke. ¿Cómo, que no sabéis quién es Sam Cooke..? Vaya, qué curioso"). Por no hablar del repertorio de los Stones, que en ese momento se compone en su mayoría de versiones "raciales" que resultan totalmente nuevas a los oídos yanquis. Es decir, que los británicos les están enseñando el patrimonio musical de su propio país, les están abriendo los ojos: esto es lo que os habéis perdido. Y son un salvavidas para muchos músicos negros, bluesmen sobre todo, que habrían muerto en la miseria de no ser por ellos; así, como suena. No me extraña el cabreo de Memphis Slim: "llevamos décadas haciendo esto y ahora resulta que los chavales creen que lo han inventado los británicos".

Por tanto y como diría Freud, mientras no crezcan lo suficiente como para matar al padre, los músicos estadounidenses han de oír y aprender de los invasores -nuevos colonizadores, más bien. Pronto comienzan a surgir versiones americanas de piezas que los británicos han hecho más o menos famosas, y pronto también sabrán crear sus propias composiciones. Como es lógico, a la hora de versionar no se atreven con las más grandes: por lo general van a buscar en las caras B. Pero hay patrones muy claros: el estilo Stones o Kinks será muy popular, e incluso habrá grupos que parezcan casi fotocopias de los originales. En resumen, que comienza un nuevo Alto Imperio americano de la fusión entre garaje, pop y r'n'b. Cientos de bandas, la mayoría de las cuales no durará más de dos o tres años, son protagonistas de una transición apasionante que desembocará en la era de los grandes nombres, a partir de 1966/67. Como en la Isla.

martes, 3 de julio de 2012

U.S.A. 60's: la serie B (IV)


Nos despedimos del entrañable Noroeste para completar nuestro breve repaso prehistórico haciendo obligada mención de los Kingsmen, esa banda de Oregon que influenciada por sus vecinos Wailers entra en la historia en 1963 con su primer single, la versión de "Louie, Louie" que con el tiempo se ha consagrado como la más popular (y cuya cara B era una instrumental titulada "El castillo encantado". A qué castillo se referirían…). Fue radiada intensamente por las emisoras negras, creyendo que los Kingsmen eran de su raza (recordaban la original de Berry, y no había Internet por entonces), consiguiendo con ese error dobles ventas. Y conquistaron medio mundo, pero pronto se vio que no tenían mucho más que ofrecer: su segundo single, una versión de "Money", ya no vendió tanto; y luego se fueron deslizando por un tobogán de grabaciones insulsas adobadas con enfrentamientos internos por el reparto de la fama. En realidad fueron siempre una banda de baile, no se dieron por enterados de la invasión británica, siguieron con lo mismo y tienen muy pocas composiciones propias; sí, han sido otro nombre más para la nostalgia, se han echado unos cuantos años viviendo de su sombra… pero no me parece que necesiten más espacio en este sucinto recorrido que estamos haciendo. Y, sin abandonar el Norte (el Sur va mucho más lento), nos dirigimos hacia el Este; aunque salvo los grupos surf que comienzan a surgir por casi todo el mapa, muy poco material rockero de interés nos queda ya hasta que lleguen los temibles invasores isleños.

Hay un muchacho llamado Johnny Paris, de Toledo, Ohio, que tiene dudas: hasta hace poco su principal disfrute ha sido escuchar discos de jazz, de los cuales hereda su afición por el saxo; pero un día oye a Bill Haley y sus Cometas, hecho que modifica su perspectiva (ruego a los aficionados al jazz que sepan disculparlo: es un adolescente todavía). En la banda de Haley el saxo es un instrumento fundamental y nuestro nuevo amigo decide crear un grupo en el que también lo sea, pero teniendo muy presente una de las grandezas del jazz, que consiste en que todos los instrumentos lo son. No habrá voz: el brillo de ese grupo será la conjunción de cada uno de sus músicos. Y a principios de 1957 convence a unos cuantos compañeros de su colegio católico para crearlo; ese grupo, llamado The Orbits, comienza acompañando a cantantes de country y rockabilly para coger rodaje, y a finales de 1958 ya están listos para dar el salto: a partir de ese momento se llamarán "Johnny and The Hurricanes", un nombre mítico para los que disfrutamos con este tipo de sonidos. Algunas de sus piezas, aún hoy, tienen más vida que la mayor parte de lo que se ha hecho en estos últimos años, y desde luego arrastran a cualquiera a mover los pies.

Johnny and The Hurricanes publican su primer single a principios de 1959: su cara A, titulada "Crossfire", es probablemente la pieza más "salvaje" que se ha oído hasta ese momento en el país (ah, y por si algún mal pensado se pone a barrenar, le recuerdo que la versión que hizo Dick Dale de "Misirlou" es del 62). Y cientos de miles de aburridos aficionados se lo agradecen: conseguir un puesto 23 a nivel nacional con ese tipo de sonido, en esa época, es revelador; por otra parte preludia lo que va a ser el sonido surf, del cual hasta cierto punto son responsables indirectos con esta pieza. Y luego llega "Red River rock", que alcanza el top-5 tanto en América como en la Isla; y en 1960 "Beatnick fly", "Rockin' goose"… Y aunque a partir de 1962 comienza su declive, Europa los adora (que se lo pregunten a Ray Davies, sin ir más lejos. Y por cierto, en sus apoteósicas actuaciones en el Star-Club de Hamburgo sus teloneros eran unos incipientes Beatles). La mayor parte de su obra son versiones, pero ellos recreaban las piezas hasta hacerlas irreconocibles: daba igual quiénes habían sido los autores. Por si alguno de ustedes no los conoce le recomiendo vivamente su escucha, ya que la alegre destreza instrumental de estos chicos es un verdadero regalo para los oídos. Venga, la primera la pongo yo, hala:


Y por último podemos hacer referencia a los Rivieras y a los Trashmen: aunque son dos bandas menores, tuvieron un relativo éxito antes de ser arrasados por la invasión británica.

Los Rivieras, de Indiana, son una clara muestra de banda standard de la época: rock and roll, preferentemente de origen blanco, con un leve tono pop. Especializados en versiones de Buddy Holly y Jerry Lee Lewis, consiguieron sin embargo su mayor éxito con una canción procedente del r'n'b que fue la cara A de su primer single, a principios de 1964: "California sun", que tres años antes había sido interpretada por Joe Jones (un cruce de serie B entre Chubby Checker y Sam Cooke). Como en el caso de los Wailers con "Louie, Louie", su gran mérito está en haber cambiado el estilo de esa pieza hasta hacerla parecer blanca; lo cual la convirtió en otra clásica cuyo rango de intérpretes va desde los Byrds a los Ramones. Pero aunque fue seguida de otras tres o cuatro igual de buenas entre 1964 y 65, el público se había quedado extasiado con los Beatles y ya no había vuelta atrás: poco después se daban de baja, sobrepasados por un tipo de sonido que, como la mayoría de los grupos americanos del momento, no supieron asimilar. Es posible que a ustedes les haga ilusión verificar la secuencia "antes/después" de "California sun": aquí la tienen.



Los Trashmen, de Minnessota, son un cruce entre surf y rock'n'roll cuyo problema fue que, como los Rivieras, llevaban dos o tres años de retraso: estuvieron trabajando bajo otros nombres como banda de baile desde principios de 1960, y se rebautizan a finales del 62. En verano del año siguiente publican su primer single, "Surfin' bird", que llegó al top-5 con su fraseo vocal enloquecido (que a mí no me hace mucha gracia, pero eso es lo de menos: a los Ramones -otra vez ellos- sí se la hizo, años después). Y en vista del éxito vuelven a intentarlo con un remedo titulado "Bird dance beat" a principios del 64, que llega al top-30. Pero ahí se les acaba la suerte: vienen luego algunos singles un tanto deslavazados, como si quisiesen reivindicar el "good old rock and roll" frente al cruel invasor de las brumas, que finalmente los aplasta como a todos los demás. Lo triste es que esa carrera de singles ocultó grandes piezas surf, la mayor parte de las cuales quedó olvidada en sus dos LPs. Pienso que fueron mal dirigidos: habrían desaparecido de todos modos, pero su estela se prolongaría más (de hecho, entre los nostálgicos se les recuerda más por esas piezas que por las rockeras). En fin, para que no me llamen maniático aquí tienen el dichoso "Surfin' bird".


Y ya está. El Bajo Imperio languidece. Solo nos queda mirar al cielo y contar los minutos hasta que aparezca el avión de la Pan Am envuelto en las neblinas que lo acompañan desde la Isla. Pero ese avión es en realidad el caballo de Troya: si los confiados, pobres músicos americanos supieran que al otro lado del océano queda agazapada, esperando su momento, afilando las garras, una legión de melenudas criaturas del Averno con nombres ominosos como Stones, Who, Kinks, Yardbirds, Animals, Them… esa noche no podrían conciliar el sueño.