lunes, 5 de mayo de 2014

El planeta Glam (VIII)



En la Isla hubo claramente dos tipos de glam: para los grandes nombres fue una fase más dentro de un proceso evolutivo, mientras que para los artistas de corto vuelo significó una oportunidad de seguir en el negocio durante mucho tiempo como figuras de serie B. Pero en los Estados Unidos siempre han sido más conservadores y este tipo de modas nunca hizo mucha gracia allí, lo cual significó que solamente algunos músicos muy “atrevidos” se arriesgaron a ponerse las pinturas de guerra. Conviene recordar que Lou Reed o Iggy Pop eran más famosos en Europa que en su propio país, donde figuraban casi en la categoría de outsiders: esa actitud solo era aceptada en los círculos modernos de Nueva York o algunas zonas industriales como Detroit, pero a nadie en su sano juicio se le ocurría presentarse con según qué pintas en zonas como el profundo Sur, por ejemplo. Por tanto, la serie B isleña no tiene cabida en los States: o eres un rockero con pretensiones (al estilo de los citados Reed e Iggy) o si no mejor vete del país. Aunque con el paso del tiempo hubo unos cuantos nombres que aprovecharon la estética glam para crear su propia carrera (especialmente con la llegada del metal), en los principios de la década solo hay una banda que destaque nítidamente: Alice Cooper. Que, como todos los grandes, tienen mucho más que ofrecer que una simple estética desmadrada, y cuya asociación a esta moda es puramente casual: ese nombre estaba ahí antes y seguirá estando después. 

A Vincent Fournier, natural de Detroit, le pilló la invasión británica en Arizona por la profesión de su padre, ministro del Señor. Y el shock fue contundente: desde los Beatles a los Yardbirds (sus dos bandas preferidas) pasando por Who, Kinks, Stones y demás divinidades isleñas, todos fueron objeto de su adoración. Tras unos años de rodaje como cantante al frente de una banda que ya ha cambiado de nombre varias veces, vuelve a Detroit en 1968 y tanto él como sus colegas deciden rebautizarse de nuevo. Han demostrado su afición por las estéticas truculentas desde el principio de su carrera, ya que en 1965, cuando eran los Spiders, el telón de fondo en el escenario era una enorme telaraña. Y una buena historia siempre ayuda: el grupo se reune en torno a una güija dirigida por una medium que anuncia la presencia de una bruja del siglo XVI llamada Alice Cooper; bueno, pues resulta que doña Alice informa a Vincent de que él ha sido ella en una vida anterior. Y claro, qué mejor homenaje que llamar así a la banda… aunque esta historia, contada por los músicos, no coincide con la versión posterior que dio Vincent: según él, se le ocurrió el nombre mientras estaba comiendo Doritos plácidamente.

La plantilla de Alice Cooper será inmutable durante toda su carrera: junto a Vincent tenemos a Glen Buxton como guitarra solista; Michael Bruce, rítmica; Dennis Dunaway, bajista, y Neal Smith batería. Además su talla como compositores está muy equilibrada, pero tal vez por la tendencia del público a identificar a la banda por el cantante estos músicos no alcanzaron la relevancia que merecen: estamos ante un cuarteto que no tiene nada que envidiar a ningún otro del negocio. Por entonces la banda aún no se ha sacudido la influencia del rock psicodélico, especialmente los Floyd de Syd Barrett, a quienes adoran, y en una gira por California llegan a oidos de Frank Zappa, que los contrata para su sello Straight. En 1969 publican “Pretties for you”, su primer LP, un tanto deslavazado pero con algunas piezas curiosas en las que se nota quién está detrás: el caos es parecido. “Easy action” se publica al año siguiente y es bastante más concreto, con unas canciones mejor estructuradas que en algunos casos recuerdan incluso a los Beatles de sus últimos tiempos. El caso es que se están aburriendo de los sonidos psicodélicos... y por otra parte las bandas amables, para hippies, pueden estar muy bien en California, pero ellos no se sienten a gusto allí (hasta el propio Zappa, aun teniendo su base de operaciones en esa zona, está haciendo otro tipo de música). Alice Cooper vuelven a Detroit de nuevo: “Los Angeles no tiene nada que ver con nosotros, ellos van de ácido y lo nuestro es la cerveza. Cuadramos mucho más en Detroit que en cualquier otro sitio”. 

Ese cambio de mentalidad se nota claramente en su nuevo disco, “Love it to death”, considerado como piedra angular en la evolución de la banda. Se publica a principios del 71, y aunque todavía figura como el último en el sello de Zappa eso es un mero formalismo: el productor es Bob Ezrin, monstruo del negocio al que Alice Cooper definirán como “nuestro George Martin”, y en pocos meses llegará su segunda edición lanzada ya por la Warner, su sello para el futuro. Por otra parte Zappa ya no tiene más cosas que enseñarles, tras haber comprobado que también coinciden plenamente con su postulado de que “el circo es muy importante en este negocio”. Hay que recordar que ya a finales del 69 los periodistas habían bautizado a la banda como precursora del “shock rock” (otros le llaman “horror rock”), por culpa del famoso “incidente del pollo”: en un actuación, un pollo aparece sobre el escenario sin razón alguna; Vincent lo coge y lo lanza al aire sobre el público, creyendo que los pollos pueden volar y se irá de allí. Pero entonces descubre que los pollos no vuelan: el animal cae sobre las primeras filas del público, que cree estar ante algún tipo de juego macabro de la banda y lo destroza. Y al día siguiente, la prensa de la zona asegura que Vincent ha rebanado el cuello al pollo para beberse su sangre en una especie de aquelarre satánico. El pobre Vincent, un poco asustado, niega haber hecho eso, pero Zappa se frota las manos: “¿Que no hiciste eso, Vincent? Bueno: tú, hagas lo que hagas, nunca digas que no lo hiciste”. A partir de aquí, el grado de truculencia estética se incrementará progresivamente. 

Pero a lo que íbamos: “Love it to death” es un disco de rock -y de los buenos- que además pone varias cosas en claro, entre otras que se acabó la amabilidad: una pieza de pesadilla como “Black juju”, en un tono que puede sonar a los Doors más siniestros, es precisamente el acta de defunción del buen rollo. Por otra parte la voz de Vincent, que ya sonaba un poco más agria en su disco anterior, aquí se radicaliza hasta el desgarro en piezas como “I’m eighteen”, una canción magnífica que recuerda a la escuela europea y además es toda una declaración de intenciones: la desorientación juvenil, la sensación de encrucijada, resuelta finalmente con el orgulloso “I’m eighteen And I Like It!!!” la situa al lado de otras grandes como el “My generation” de los Who o, poco tiempo después, “All the young dudes” de Bowie… quien por cierto acudió disciplinadamente a la primera actuación de Alice Cooper en Londres a mediados del 71, en la presentación de ese disco... para tomar notas, seguro. Por otra parte, la estética del horror glam ya funciona a toda marcha: instrumentos de tortura, silla eléctrica… y antes de que el año termine llega “Killer”, su cuarto disco, la confirmación de que Alice Cooper es una de las bandas más importantes del país. 

En 1972 tenemos “School’s out”; en 1973, “Billion dollar babies” y “Muscle of love”. Todos ellos son éxitos tremebundos, corroborados por giras planetarias que inevitablemente tenían que pasar factura: la banda se disuelve en 1974, entre el agotamiento y los malos rollos. Un año después Vincent se presentará en solitario utilizando el nombre de Alice Cooper, nombre que ha de acompañarle hasta hoy mismo, pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión. Ah, y Vincent sigue diciendo, para quien quiera oirlo, que “algunos grupos modernos se han olvidado de escuchar a los Beatles”. No lo está diciendo un poppie, ¿eh? Lo dice, recuerden, un rockero de la cabeza a los pies, un genuino producto de Detroit. “Y así les va”, añadiría yo. 







12 comentarios:

  1. Pues para mi, esto, a pesar de que también tiene su "parafernalia",al mismo tiempo tiene su "enjundia" jejeje. No se si me explico. veo aquí que la música pesa bastante más que la pose, lo que no siempre pasa en muchos de estos grupos glam (¡para mi, eh!)

    Y esa frase que recuerdas del amigo Vincent: “algunos grupos modernos se han olvidado de escuchar a los Beatles”, me parece que viene mucho a cuento.

    Seguimos conociendo cosas que nos pasaron desapercibidas en su momento, con estos artículos tan completos.

    Gracias, Rick.

    Saludossssssssssssssssssssss

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    1. En este caso la música "pesa" más porque realmente estamos ante una banda de verdad, mister Babelain: mientras la serie B isleña es en realidad un atajo de oportunistas, como digo arriba los grandes nombres son otra cosa. Y sí, esa frasecita sobre los Beatles viene muy a cuento. Yo también pienso lo mismo, de unos cuantos años a esta prte.

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  2. Hola Rick:
    Estoy de acuerdo con Bab, Alice Cooper tiene bastante mas que "parafernalia", sus discos de los primeros setenta son demoledores, y el haber hecho ese nuevo himno teenager que es el Schools Out, tiene su mérito.
    Le había perdido un poco la pista, pero cayo en mis manos en plena epoca jevimetalera el Lp "Thrash", a finales de los ochenta y me volvi a reenganchar, al final es casi un icono en el mundo jevi, no a la altura de Ozzy, pero casi, y el tema "Elected", tambien lo han versioneado bastante, recuerdo la versión de los noruegos "Turbo Negro" y la de "Puri Lopez", el grupo de mi hijo que tambien la versionean.
    Creo es un personaje importante, y que a su marcha se ha colado entre los grandes.
    Un saludo y nos vemos en el 72 ¡Que jovenes que eramos!.
    Jose

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    1. Exactamente, don José: demoledores son, esos discos con la banda. Incluso los primeros que publica luego, a nombre personal, tienen una gran variedad de tonos. Otra cosa ya es luego su época ochentera, que a mí me desagrada bastante; de hecho, ahí lo dejé. Pero esas incursiones jevis no deben hacernos olvidar su época anterior, y desde luego en conjunto supera a Ozzy muy de lejos: Ozzy nunca supo hacer otra cosa distinta a lo que hacía, mientras que Vincent es mucho más variado.

      Nos veremos en el 72, sí, pero aún falta un poquito. Tranquilo, ya solo es un poquito....

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  3. Disimúleme usted, señor Rick. Respeto su superior criterio, pero se me hace raro incluir a Alice en el glam. Vale que las pintas eran como eran, pero... Tal vez es que asocio el glam con las islas y usted tiene razón, como siempre.


    Pese a reconocer la importancia de este tipo en la historia de la música, a mí –personalmente- nunca me ha hecho mucha gracia, por lo que no he profundizado. Sin embargo, sí me gustó mucho en su día el “Lace And Whiskey” del 77. Lo he vuelto a escuchar hoy –tengo el disco- y me ha parecido descafeinado: me gustan mucho más sus propuestas de hoy.

    Salud.

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    1. Disimulado queda usted, señor Pez. La verdad es que, si nos ponemos quisquillosos, Alice Cooper no es exactamente una figura glam; pero como usted dice, las pintas eran como eran. Y en aquella época esa consideración era muy importante. De todos modos también tiene usted razón en que el glam, es básicamente isleño.

      Tiene algunos discos buenos en solitario, el amigo Vincent. Ese que usted dice, en concreto, es bastante decente, con sus arreglos orquestales y sus melodías clásicas. Pero tal vez este tipo de sonido haya pasado un poco de moda. En cualquier caso, como le decía a don José, Vincent es mucho más versátil de lo que puede parecer a simple vista.

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  4. Desgajar el lado musical del puramente estético en Alice Cooper no ayuda a comprender al personaje y digo personaje porque el grupo nunca ha estado presente en nuestra imaginación como un ente separado del cantante. ¿será por el uso de un nombre propio tan definitorio? Lo cierto es que nadie identifica a Jethro Tull, un nombre propio de un señor que existió, con Ian Anderson y en cambio a Fournier sí le ha pasado. Creo que esa estética heredera de su mentor Zappa y llevada a cierto paroxismo no es indiferente al que practicaban Iggy Pop o los New York Dolls pro poner otros ejemplos. Tampoco es casual que coincidiera en el tiempo con otras showmen musicales tipo Parliament Funkadelic, Sun Ra, etc...Es como si la pureza y supuesta autenticidad hippie se hubiera disuelto en los estertores malévolos del vaudeville y las atracciones de feria.
    Un abrazo

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    1. Sí, está claro que el componente estético es muy importante en los artistas como este. De hecho, esa titulación de "shock rock" lo define muy bien. Y lo del nombre propio, sí, marca bastante. Aunque este tipo de detalles a veces despista, porque Alice es un nombre femenino. De todos modos, al menos en España, sí hubo una época en la que "Jethro Tull" despistó a más de uno: yo mismo conocía a gente que llamaba a Anderson así; lo cual hasta cierto punto tenía su explicación, ya que la prensa musical por entonces era famélica en este país.

      Es muy acertado ese comentario suyo sobre la "disolución" de la autenticidad hippie en el vodevil, nunca lo había pensado así. Pero tiene un aire como de burla cruel, de parodia: la autenticidad de pronto se degrada en justo lo contrario.

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  5. Todo mi conocimiento acerca de Alice Cooper se limita un single: "Department of Youth", todavía lo conservo. Reconozco mi absoluta ignorancia respecto al personaje. Pero como soy muy curioso y me gusta aprender, me he leído con atención su estupendo articulo y he escuchado las canciones seleccionadas que más o menos me han gustado. Para mi es suficiente.

    Saludos.

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    1. Incluso en España fue una banda muy popular, don Antoni. Y al menos las cuatro canciones que he puesto se oyeron con bastante asiduidad en la radio. Luego, cuando desaparece la banda y queda solo el solista, la popularidad decae bastante. En todo caso, yo creo que al menos un "Grandes éxitos"nunca está de más con este tipo de gente.

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  6. A mí es que el rollo gore en sus distintas modalidades hace tiempo que ha dejado de molarme, en general busco sonidos más amables. La anécdota del pollo la daba por cierta, curioso como un bulo sirve para cimentar una carrera. Cooper siempre me ha parecido un poco teatrero y su actitud de pose para hacer negocio. Aun así tiene temas buenos, que al final es de lo que se trata.

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    1. Bueno, tal vez el término "gore" sea un poco exagerado en el caso de Alice, del que hay que recordar la gran carga humorística que tenían sus montajes -una herencia de Zappa, por otra parte. De todos modos, a lo de las canciones hay que ir: hoy en día todo lo demás ya no cuenta.

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