miércoles, 1 de marzo de 2023

Estados Unidos: los últimos 80's (IX)

Aunque pronto parecerá que la única distinción del Noroeste es la de haber dado a luz ese novedoso estilo conocido como “grunge” -con permiso de alguna que otra banda que, junto a Wipers de Oregon, está en sus orígenes siendo de otro sitio (léase Pixies)-, lo cierto es que el panorama allí es más amplio de lo que parece. Otra cosa es que el tal grunge acabase eclipsando todo lo demás, pero para los fans disidentes hay entretenimiento incluso en Seattle, que se supone la Meca de la nueva religión futura. Y hoy nos visita uno de los grupos más agradables y al mismo tiempo más intemporales de aquella ciudad: los Young Fresh Fellows, que nadando contra corriente, con altas y bajas, idas y vueltas, siguen en activo. Son los músicos como ellos los que consiguieron que la gente como nosotros, ya en la treintena y sin la menor ilusión ante el cariz que estaba tomando el mundillo musical, no perdiésemos el interés por seguir acudiendo a la tienda o leyendo revistas musicales. Ellos y otros cuantos serán quienes den sentido -al menos en esa época- a la etiqueta “indie”, a la que por fin vemos cierta utilidad: ¿todo lo que no sea grunge, britpop, rap o los 40 Insoportables es indie? Bueno, pues al menos sirve para centrarse un poco en lo que buscamos. 

La historia comienza a principios de la década de los 80, cuando en esa zona los estilos más populares son el punk y derivados. Su creador, compositor principal y por lo tanto líder es el polifacético guitarrista Scott McCaughey, que además canta; debutan junto a él Chuck Carrol (guitarra solista) y su primo Tad Hutchinson a la batería. De momento no han encontrado un bajista, así que durante un tiempo será McCaughey quien ocupe ese puesto. Tienen un amigo que pronto se convierte en su primer fan y al que por otra parte convencen para que haga también su propia música. Ese amigo se llama Conrad Uno, y les hace caso a medias: compone algunas canciones, pero acaba dándose cuenta de que lo suyo son las mesas de mezclas y buscar grupos nuevos. Así que, cuando los Fellows tienen material suficiente para grabar un disco -cosa que pensaban hacer por su cuenta, ya que nadie en la ciudad apuesta por ese tipo de música tan infantil-, su amigo Conrad les dice que ha decidido convertirse en productor y de paso crear un sello para distribuirlos, a ellos y a otros cuantos jovenzuelos de la zona que no estén dispuestos a seguir el Nuevo Orden. Ese sello es PopLlama, que a los seres como el que esto suscribe nos ha dado muchas horas de felicidad y consuelo, especialmente en aquella época tan tenebrosa para nosotros.

Conrad debuta como productor y distribuidor junto a los YFF, que a mediados de 1984 tienen su primer disco grande circulando por medio país. Pronto se verá que su amigo también ha sabido tejer una red muy efectiva de marketing y distribución, ya que no pasará mucho tiempo hasta que una o dos tiendas españolas comiencen a importarlo. Solo hay que ver la portada y el título de ese disco para darse cuenta de que estos muchachos van por libre, ajenos tanto al dramatismo que está ensombreciendo las almas juveniles en esa parte del país como a los neo hippies paisley del suroeste: “The fabulous sounds of the Pacific Norwest”, que así se llama, es una parodia de un disco promocional para turistas publicado a finales de los años 50 por la compañía de comunicaciones Bell, en el que un presentador va describiendo los encantos de la zona añadiendo músicas y sonidos característicos como la bocina de niebla de un transbordador. Y la cosa no termina ahí, ya que varias canciones en el debut de estos muchachos vienen encabezadas por recortes de aquella grabación publicitaria, con lo que el ambiente general resulta alegre, casi de broma. Se nota que tanto Conrad como sus amigos están empezando, ya que el sonido es un tanto casero, al estilo maqueta. Pero da igual: una tras otra hasta un total de quince, las canciones se van sucediendo con ese tono general retro que podría recordar el espíritu de las antiguas bandas de garaje pop, con melodías infecciosas que van desde el surf hasta baladas de trasfondo folkie pasando por el rock and roll e incluso el beat, pero siempre con mucha energía y vitalidad. Ya digo, el sonido es muy amateur, pero creo que justamente eso es lo que acaba de redondear su encanto. Y pronto se vio que la semilla del Ruta había caído en tierra fértil, porque además de convertirse en pequeños ídolos de las radios universitarias en su país, esa misma atracción comenzó a sentirse en otros dos tan alejados como Japón y… ¡España! (en la página de la Wikipedia viene una foto del grupo actuando en Galicia. Este tipo de gente va mucho con nuestro carácter).


Poco después entra en el grupo Jim Sangster, un bajista con experiencia, y de ese modo MacCaughey pasa a ser el guitarra rítmica. En 1985 llega el segundo disco grande: “Topsy turvy”, que así se llama, es la confirmación de que este grupo tiene futuro. Dejando aparte el hecho de que el sonido ha mejorado bastante (un mérito que habrá que adjudicar a Conrad), hay una mayor mezcla de estilos y más brillantez en las composiciones de MacCaughey. Pero no se pierde el sentido del humor: el primer ejemplo ya es ese arranque con “Searchin’ USA”, una especie de country/pop/rock con mandolina y steel guitar, como debe ser, pero que por momentos podría parecer que lanza un guiño al “Surfin’ USA” de los Beach Boys. Al igual que en su debut el panorama puede cambiar completamente de una canción a otra; es decir, que podemos pasar del folk al pop rock, a la psicodelia o al rock vitaminado de un momento para otro. No hay más que escuchar, por este orden, el trío de piezas formado por “Where is Groovy Town?”, “The new John Agar” y “Sharing patrol theme”, pero las sorpresas siguen, una tras otra, hasta el final del disco. Un disco que muchos de sus fans más veteranos consideran como el más brillante de su carrera. Yo no lo tengo tan claro -aún nos esperan muchos momentos gloriosos-, pero en todo caso sí es verdad que es uno de los más brillantes, y quizá el de más ventas.

En 1987 publican el “mini-maxi” -así lo llaman ellos- titulado “Refreshments” y “The men who loved music”, el nuevo disco grande. Entre uno y otro se va reforzando la vena más rockera del grupo, aunque por supuesto siguen manteniendo el “suspense” sobre qué tipo de canción será la que nos espera después de haber escuchado la anterior. Para entonces los Fellows comienzan a ser una banda clásica de giras por medio mundo, al estilo de unos Fleshtones por ejemplo, aunque para mí son mejores. Es una pena que ese carácter que se les atribuye como banda casi exclusivamente ”de directo” haya influido negativamente en la venta de discos, porque al menos durante los 80 y gran parte de los 90 no hay uno malo. En cuanto al señor McCaughey, un verdadero estajanovista de la música, probablemente le suene a los fans de REM, ya que ha tocado con ellos en muchas de sus giras aprovechando épocas en blanco (es además amigo personal de Stipe y Buck), e incluso mantiene a rachas un grupo alternativo: los Minus 5, que creó a medias con Buck y algunos miembros de los Posies. Otro grupo encantador, aunque por supuesto oscurecido por la estela de los otros dos. Pero podemos consolarnos sabiendo que, más tarde o más temprano, los Fellows volverán a presentarse no muy lejos de aquí…



10 comentarios:

  1. Parece un grupo interesante. Esos dos primeros discos, cuanto menos, pintan genial, entre el punk, la new wave y el pop revival, como dices. Mola el marco del primer álbum, tirando de ese disco publicitario añejo.

    Me hace pensar el tema de las ciudades y la música. Está claro que hay varias razones para que se desarrollen focos de irradiación, por así decir. Detroit en los setenta con el rock duro, Seattle y el grunge, etc... Una vez nace un movimiento musical, es más fácil de comprender, pero en estos años anteriores al grunge, es curioso lo del ''pacific Northwest''.

    En otro orden de cosas, aunque me repita como el ajo: se me atraganta eso del ''indie'', y me refiero exclusivamente a la etiqueta. Sea útil o no, me parece una de las etiquetas musicales más absurdas, una especie de cajón de sastre en el mejor de los casos, y en el peor un esnobismo. Lo de este grupo lo has definido bien: pop, rock, revival garajero... Esas y otras palabras al menos hacen referencia a aspectos musicales.

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    1. Es uno de esos grupos llamados "alternativos", que podría haber surgido hoy mismo porque su estilo no está sujeto a una época concreta. Incluso es posible que hoy les hubiese ido mejor que entonces, porque el panorama ahora es mucho más amplio, creo yo.

      Las ciudades representan la realidad social o económica de una zona, y eso explica las diferencias entre unas y otras. De todos modos, el panorama de Seattle surgió de forma un tanto autónoma, por decirlo así: pese a su situación en el mapa, en los años 50/60 había un caldo de cultivo proclive a los estilos negros. Según Larry Coryell (que nació en Texas pero vivió su juventud en el estado de Washington), la presencia continuada durante una época de Ray Charles, cuya carrera estelar comenzó allí, dejó una profunda huella en la zona. Y una de las consecuencias es el impacto de otros personajes como Little Richard, que es una de las primeras referencias de los Sonics (y de Hendrix, claro). El caso es que el rock and roll y el garaje eran mayoritarios allí; lo cual pone los cimientos del futuro heavy y grunge; aunque por otra parte es lo suficientemente ecléctica como para que surjan también grupos al margen como este.

      "Pacific Northwest" hablando de Estados Unidos es una reiteración, claro. Como sería "Noroeste Atlántico" si hablásemos aquí de Galicia. Pero a los estadounidenses les encantan esos "rótulos".

      Y en cuanto a lo de "indie", "alternativo", etc, ya sabes que yo soy de la misma opinión que tú. Pero también he dicho alguna vez que las etiquetas pueden ser útiles para orientarse en el mercado, para que podamos ir desgranando un poco ante una oferta mastodóntica como la que hay. H luego ya nosotros decidiremos cómo lo llamamos.

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  2. Postmodernidad en estado puro. La crisis de los grandes relatos del pop obliga a reutilizar viejos argumentos de forma divertida y original.
    Temas cortos, espontáneos y frescos frente a la pomposidad habitual. Reírse de las trascendencias da mucho juego.
    Están bien.

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    1. Sí, algo de eso hay. Pero destrozar todos los esquemas, revolverlos y con los restos crear algo nuevo es un signo de los tiempos. Ya que no es posible una evolución, intentemos el reciclaje. Que es lo que hicieron grandes personajes como Bowie casi desde el principio de su carrera.

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  3. Los recordaba vagamente. No me han defraudado; me han sonado muy frescos e intensos. Vienen de perlas estos repasos musicales para los que vamos perdiendo la memoria. Habrá que tomar rabos de pasas. Se agradece este repaso a la historia musical contada de forma tan amena.
    Saludos

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    1. Lo primero es precisamente la frescura, que los hace muy accesibles. Y luego demuestran también un buen conocimiento de estilos, además de un sentido del humor que se va echando en falta ante la avalancha de músicos transidos que poblará el panorama de los años 90.

      Saludos mil.

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  4. Ignoro si habrá una segunda parte para los Fellows, lo digo porque mis referencias sobre la banda se asientan ya en su época con el sello Frontier y, concretamente, con su "Electric Bird Digest" de 1991. Un disco producido por el entonces de moda Butch Vig, lo que viene a significar que a su inicial tarjeta de presentación pop, rock y revival garajero añaden, ahora, un tono algo más duro y oscuro (Butch produce por entonces a Urge Overkill, Smashing Pumpkins, The Fluid y el "Nevermind" de Nirvana...).
    En todo caso, una banda que siempre ha dado muy buen juego en los prolegómenos de las sesiones nocturnas y que, casi me atrevería a decir, sin la chispa del amigo McCaughey quizás se hubiera quedado a mitad de camino.
    Saludos,

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    1. No habrá segunda parte, pero tampoco hace falta. Los Fellows tienen un carácter muy definido, y no hay grandes diferencias entre unas épocas y otras. Claro que precisamente por eso yo suelo quedarme con los primeros discos de este tipo de grupos, que por lo general son los más chispeantes. Te recomiendo sobre todos estos dos primeros.

      Saludos mil.

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  5. Tampoco los conocía, pero me han llegado más que los grupos anteriores. Se les ve sueltos, con desparpajo para atacar cualquier género. La parodia del disco promocional me parece muy buena. Se agradece el sentido del humor, no como los grunge y su existencialismo de garrafón, que aburría hasta a las farolas.
    Chafardero

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    1. Son gente muy desinhibida, por decirlo finamente. Y sí, da gusto ese sentido del humor con el que atacan todo tipo de estilos. Ah, y los que vienen ahora son del mismo palo.

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