lunes, 20 de enero de 2025

1966 (XV)

Los mods, que como tribu urbana comienzan a desintegrarse a finales del primer quinquenio de los años 60, dejan tras ellos una estela de eclecticismo en sus gustos musicales que trasciende con amplitud a su vigencia temporal. El grueso de sus preferencias se halla en el r&b, la Motown e incluso el catálogo de Phil Spector: esas son sus señas de identidad frente a los rockers, sus antagonistas más evidentes. Precisamente por eso tampoco cuadran del todo con las bandas londinenses que, como los Stones, están más cerca del rock and roll que del r&b/pop de unos Who, por ejemplo. Y sobre 1965/66 se consolida una especie de “tercera vía” que dará tardes de gloria al Swinging London y de la cual los Small Faces son sus más genuinos representantes. Pero recuerden que la “música mod” no existe: ser mod es una actitud, un estilo de vida. Y en sus primeros tiempos, supieron representar esa actitud como nadie. 

El grupo entra en 1966 habiendo sustituido al teclista Jimmy Winston por Ian McLagan (una gran mejora) y con dos singles de poca envergadura, tanto creativamente como por su impacto en las listas de ventas. Don Arden, su manager, es uno de los mayores piratas del negocio pero tiene mucha fe en ellos, y trata de potenciar su carrera buscando un hit: el resultado es “Sha-la-la-la-lee”, la cara A del primer single publicado en 1966. Está compuesta por dos veteranos del negocio como son Kenny Lynch y Mort Shuman, y es una pieza descaradamente pop, con un estribillo infantiloide pero muy eficaz, que los llevó al top 3 de las listas a finales de enero. Sin embargo nunca se sintieron a gusto con ella, a pesar del éxito, y en cuanto pasó la época dejaron de tocarla en público. La cara B de ese single es una instrumental propia, titulada “Grow your own”, muy del estilo Booker T, y en la que McLagan demuestra su categoría.


Marriott y Lane, encorajinados por aquella decisión de Arden, tratan de elevar su tono creativo, y a mediados de la primavera vemos el resultado con su nuevo single: “Hey girl / Almost grown”. La cara A consigue mantener el equilibrio entre calidad y comercialidad, algo que necesitan para seguir asentándose en el mercado, aunque especialmente Marriott comienza a encontrarse incómodo con ese tipo de exigencias. El resultado es bastante satisfactorio, ya que con un estilo más reconocible consiguen llegar al top 10. Y en la cara B tenemos una nueva demostración de lo bien que se les dan las piezas instrumentales; en este caso se acercan más al r&b tradicional británico, consiguiendo una mayor naturalidad. Mientras tanto, Arden hace una visita con cuatro de sus matones a la oficina de Robert Stigwood: al parecer Stigwood está interesado en el grupo, y Arden no es de los que se resignan a la libre competencia. La imagen de los cuatro fulanos agarrando por los pies a Stigwood en el balcón de su oficina y suspendiéndolo sobre el vacío forma parte de la oscura historia del mundo de los managers isleños (y no solo isleños) de aquellos tiempos.



Una semana después de la publicación del single llega el primer Lp del grupo, con título homónimo. Su grabación había sido lenta, entre otras cosas porque su ritmo de actuaciones iba creciendo y porque la intención, tanto de Decca como de Arden, era no meter la pata y alcanzar la confirmación definitiva como grupo puntero. Y vaya si lo consiguieron: ya con la apertura que hacen, esa fantástica versión del “Shake” de Sam Cooke, vigorosa, contundente, demuestran que están fuertes. El vigor los emparenta a veces con los mismísimos Who, y una buena prueba es “Come on children”, que tiene espíritu de directo y va a continuación; figura a nombre de todo el grupo, y es de las que ya estaban grabadas antes de marcharse Winston. Le sigue “You better believe it”, una pieza de encargo (compuesta por Lynch junto a Jerry Ragovoy, otra celebridad). Esta vez la canción se ajusta mucho más al espíritu del grupo, y será una de las clásicas de su repertorio; lo mismo pasa otra de Lynch exclusivamente, titulada “Sorry she’s mine”. En cualquier caso Marriott y Lane se están afianzando como pareja creativa, y piezas como “One night stand”, de tiempo medio pero con nervio, son una buena prueba. A veces interviene todo el grupo en la composición, y el resultado casi siempre suele ser una pieza instrumental: es el caso de “Own up time”, donde en menos de dos minutos demuestran nuevamente su gusto por el r&b de club, tan propio de las bandas británicas de aquel tiempo. “You need loving”, otra de Marriott y Lane, se basa también en ese estilo y es de las que probablemente están destinadas a brillar más en directo pero que sin embargo tienen una densidad tremenda. Y es también una nueva demostración del poderío vocal y el sentimiento que sabe poner Marriott cuando canta piezas con las que disfruta de verdad; en ese sentido, no tiene nada que envidiar a otros contemporáneos suyos como Winwood o Burdon. Algo parecido vemos en “Don’t stop what you’re doing”, otra que pertenece a la época de Winston. Y de nuevo una exhibición de Marriott y Lane en “E too D” nos confirma lo grandes que son estos muchachos, su poderío; de nuevo hay una cierta proximidad al estilo de los Who, porque ambos vienen de escuelas parecidas, pero dejan claro que tienen carácter propio e incluso ponen más pasión en lo que hacen. El disco se completa con tres piezas que ya estaban en los singles precedentes, y a efectos comerciales la cosa funciona: un top 3 es un merecido premio para un disco que aún hoy conserva su frescura.


A finales del verano consiguen el que será su único número uno en singles: “All or nothing / Understanding”. La cara A, prueba definitiva del nivel que ha alcanzado el dúo Marriott/Lane como compositores de piezas épicas, se convierte inmediatamente en uno de los himnos más representativos no solo del “movimiento” mod sino también del ambiente Swinging London, y por extensión del pop británico de los años 60. Es una canción que lo tiene todo: un arranque de tiempo medio con una melodía muy sentida (la voz de Marriott, una nueva exhibición) que va creciendo hasta un estribillo heroico, conmovedor, grandioso. Hay pocas canciones con ese sentimiento y a la vez ese poderío. Muy grande. La cara B, sin llegar a su altura, es también obra del dúo y de nuevo refleja muy bien el tono general que define al pop/rock de la Isla, dinámico y atractivo, por no hablar del estado de euforia que este tipo de piezas suele causar en el directo.


Y la producción de este año se completa con otra perla que sale a mediados de noviembre: “My mind’s eye / I can’t dance with you”. De nuevo ambas son de Marriott/Lane y de nuevo consiguen la excelencia en la cara A: esta vez presentan una pieza de preponderancia melódica (el estribillo coral es una variación sobre “Gloria in excelsis Deo”), cálida, muy vocal y sin embargo apoyada en una base rítmica densa, que junto a las cuerdas le da mucho cuerpo. Otra preciosidad de un grupo inimitable, aunque muchos hayan intentado hacerlo. La cara B es otro ejemplo de ese pop/soul/r&b al que ellos dan ese carácter tan personal y que de nuevo parece pensada especialmente para el directo. El single llegó al puesto 4 de las listas, pero aquí termina su relación con el pirata Arden: había dado orden de publicarlo sin la autorización del grupo, que planeaba retocar al menos esa cara A para incluirla luego en el segundo Lp.


Pero esa decisión solo fue el detonante para que los padres de Marriott y compañía (que por entonces eran aún menores de edad) liquidasen el contrato con el manager, porque las relaciones ya estaban prácticamente rotas de tiempo antes. Además de su dirección musical, claramente encaminada a las listas de éxitos adolescentes como único objetivo,  Arden, como una buena parte de los negociantes musicales de la época, robaba a sus clientes; y ante la amenaza de un juicio, cosa que a él no le interesaba en absoluto, tuvo que dejarlos ir. A partir de ahí la situación del grupo debería mejorar, con otro manager y en otro sello, pero eso será en 1967: en este momento son el grupo pop más querido de la Isla, el más cercano en espíritu a la tribu mod aunque, como los Who, ya están cambiando de piel. 


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