Donovan había conseguido una buena posición en muy poco tiempo: es la primera figura realmente popular del nuevo folk británico, y su influencia ya se deja sentir en la Isla. En cuanto a su molesta “deuda” con Bob Dylan, hay que reconocer que se va amortizando poco a poco, gracias sobre todo a la estructura jazzy que muestra en algunas de sus composiciones más recientes, y en general a su tendencia a los arreglos originales. Sin embargo esa tendencia no era siempre bien vista por su manager ni por el sello PYE, más partidarios del folk de autor precisamente al estilo Dylan, que en lo económico estaba funcionando muy bien. Ante esa situación, a finales de 1965 nuestro amigo rompe sus lazos contractuales tanto con su manager como con el sello, para dirigir su carrera con mayor autonomía. Curiosamente Ashely Kozack, su nuevo manager, viene del mundo del jazz: fue bajista en varias orquestas e incluso llegó a tener su propio cuarteto antes de pasar a formar parte del staff de Brian Epstein. Y a través de Kozack llega Mickie Most, a quien ya hemos visto aquí trabajando como productor para los Animals (su cartera de clientes se está haciendo deslumbrante).
La parte mala de esta historia es que la ruptura con PYE no se hizo correctamente, y eso originará una larga disputa legal. Donovan ha firmado con Columbia, que publicará sus canciones bajo el subsello Epic; pero en PYE no están dispuestos a ponerle las cosas fáciles, y como consecuencia va a haber una época en la que tanto los singles como los Lps tendrán contenidos o fechas de publicación distintos en unos u otros países (entre otras cosas, porque PYE consigue retener los derechos de publicación en la Isla hasta la próxima década). De ese modo, resulta que su discografía estadounidense en el año 1966 -uno de los mejores de su carrera- es más nutrida que la isleña, así que por esta vez me saltaré una de mis normas y voy a seguir preferentemente ese hilo. A través de Kozack (recuerden, un directivo de Epstein), los estudios de EMI en Abbey Road acogerán las primeras grabaciones en esta nueva época, que comienzan a mediados de diciembre del 65.
El primer single del nuevo año es “Sunshine superman / The trip”, que Epic lanza en verano en varios países (España incluida) pero que no llegará a la Isla hasta finales de diciembre. Aquí se confirma definitivamente que Donovan ya no es un cantautor folkie al uso, tanto en ritmo y melodía como en el acompañamiento instrumental, pero que también conviene no fijarse mucho en las letras. Él será el primer representante notorio del flower power en Europa, y esa es un arma de doble filo: en lo musical funciona muy bien, porque esa estructura cercana al folk blues con retazos jazz, todo ello bien provisto de una sólida envoltura pop, es una marca de la casa que con frecuencia se hace irresistible. Pero las cosas que dice, esa sucesión de clichés hippies, dan un poco de grima. Así que teniendo esto en cuenta, siendo benevolentes con su “filosofía”, reconozcamos que la cara A es un magnífico ejemplo de su estilo y que la B es mejor aún, más cercana al r&b y con ese lujo de acompañantes que lo hacen todo más fácil. Porque, entre otros, ahí están Jimmy Page y John Paul Jones, futuros zepelines, que ya son por entonces dos sólidos músicos de estudio; o John Cameron, uno de los mejores arreglistas de la Isla y que luego militará en los CCS junto a Alexis Korner. Así que no hay nada que objetar: este single es un número uno en las listas estadounidenses y no bajara luego del top tres en las británicas. Hasta en España se oía con frecuencia en la radio.
Casi a continuación Epic lanza el tercer disco grande, grabado entre la Isla y California, de nuevo con Superman en el título y conteniendo las dos canciones del single. El espíritu hippie impregna el conjunto de estas canciones y seguirá haciéndolo en la mayor parte de la carrera de Donovan, para bien y para mal. Uno de los instrumentos protagonistas es el sitar, que corre a cargo de Shawn Phillips: por entonces colaboraba frecuentemente con Donovan y con el tiempo se convertirá en una de las leyendas vivientes más infravaloradas del negocio. También la presencia del buzuki griego da otra nota de exotismo que hace muy personal a esta obra. La suma de todo ello hace de este disco no solamente uno de los primeros en la historia de la psicodelia británica, sino también en una referencia inevitable para un buen puñado de músicos primerizos que pronto intentarán seguir ese camino (con escaso éxito, todo hay que decirlo). De todos modos, a pesar del tono general, la mayor parte de las canciones tienen su propio espíritu: hay algunas baladas casi orquestales como “Legend of a girl child Linda” o “Celeste” que coexisten con el exotismo casi hindú de “Three King fishers” o “The fat angel”. Pero no cabe duda de que la estrella del disco es claramente la inolvidable “The season of the wich”, una de las obras cumbres de Donovan: se trata de una especie de blues psicodélico con un tempo muy particular y un fraseo de guitarra admirable a pesar de su aparente sencillez, y acabó siendo una estándar con varias versiones. Es el broche de oro para una colección de canciones un tanto irregular pero que rozó el top 10 en Estados Unidos. En la Isla hubo que recurrir a la importación, ya que el lío contractual sigue vigente.
No pasa ni un mes hasta que se publica un nuevo single: “Mellow yellow” / “Sunny South Kensington”. La primera es una especie de canción festiva, con un inequívoco tono blues folkie pero muy popero, que ni siquiera había pensado en publicar; pero Most siempre supo detectar un éxito comercial cuando lo tenía delante, y acertó. No es que sea una joya, pero tiene su gracia. En cuanto a la cara B, la cosa mejora bastante a pesar de que también tiene gancho: escrita como homenaje a una de las zonas de más encanto en el Londres de aquella época, es otro de esos curiosos brebajes tan típicos de este muchacho, entre folk, pop, psicodelia y de nuevo un vago tono blues junto a unos arreglos y un variado juego de instrumentos (piano, órgano, sitar…) que la hacen entrañable. Una vez más este single casi llega al número uno… en Estados Unidos. Y también una vez más, para publicarse en la Isla todavía falta un rato.
Así pues Donovan es ya una de las grandes referencias, tanto de la psicodelia y el mundo hippie como del Swinging London, cuando este año termina. Tal popularidad también le cuesta algún disgusto, como el hecho de ser una de las primeras personalidades del mundillo pop que visita la cárcel por su afición a las substancias psicotrópicas, pero fue una visita bastante fugaz (y no se puede tener todo). Y cuando lleguemos al 67 volverá a este bar, como es lógico.
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