lunes, 1 de diciembre de 2025

1967 (V)

La situación de los Who a finales de 1966 es un tanto confusa. Su punto fuerte es la enorme calidad del grupo en directo, porque han llegado a ser un cuarteto de solistas: al margen de los recursos circenses que emplean a veces destrozando material, técnicamente ni los Stones ni los Kinks llegan a su altura. Sin embargo el propio Townshend reconoce que en el aspecto creativo tiene carencias. Por ejemplo, está el asunto de la psicodelia: salvo los Kinks, que viven en otro mundo (y a los que él reverencia), los demás están viviendo una intensa fase lisérgica. Como él mismo dice, “No veía la manera de escribir sobre ese tipo de cosas. Ni cómo podrían ser los Who admirados el día de mañana por su calidad musical, aparte del efectismo, las alusiones al art pop o la agresividad… Nada de ello era suficiente. Algo nuevo y peligroso se estaba cociendo, y yo quería formar parte de aquello”. Dicho de otro modo: también él había probado ya el LSD, pero no conseguía sacarle partido. Además era consciente de que “A quick one”, el segundo Lp, no podía compararse con los que ese mismo año habían publicado sus competidores, a pesar de que no le había ido mal en las listas de ventas. Townshend se conoce bien a sí mismo, y su capacidad para la autocrítica le ha ayudado mucho en su carrera. 

El debut del grupo en 1967 es un single que llega en abril: “Pictures of Lily / Doctor, doctor”. Es también su primera grabación para el nuevo sello Track, el invento de sus managers Lambert y Stamp, que han conseguido poco antes fichar a Hendrix; como ya es norma desde la marcha de Shel Talmy, las labores de producción también van a cargo de Lambert con frecuente apoyo de Stamp. Townshend define la cara A como “power pop”, un término que ha hecho fortuna y que le sienta muy bien, porque tiene garra. Y para sintetizar el contenido de la letra, un tanto conflictiva, también se basta él mismo: “la cosa va sobre un chaval rescatado de su creciente frustración sexual por medio de unas postales guarras que le regala su padre”. La cara B es una composición típica de John Entwistle, que por supuesto la canta también, con ese inequívoco falsete suyo; su omnímodo bajo es casi el “personaje central” y la letra va a juego con el personaje, una especie de friki hipocondríaco que va enumerando sus males al médico. El disco alcanzó el top 5 con todo merecimiento, aunque el formato single comienza a ser visto con displicencia por las nuevas glorias como Cream o el propio Hendrix: Townshend comienza a sentir algo parecido a un complejo de inferioridad.


Precisamente junto a Cream emprenden la primera gira por Estados Unidos, en primavera, y el éxito es enorme. En el caso de los Who el público americano admira su concepto de la violencia escénica, y de un modo u otro, a partir de entonces será uno de los más fieles; más incluso que los propios británicos. Poco después, en junio, tiene lugar el festival de Monterey, donde actúan con un equipo de alquiler: el sonido se resiente, aunque su interpretación de “My generation” con efectos de humo y el consiguiente destrozo de instrumentos enloquece a la afición. Y luego sale Hendrix (recuerden, la otra estrella de Track Records), quien al final de su actuación termina quemando la guitarra. El sello y sus dos protagonistas se hicieron los reyes de la noche. Días después se publica un single con dos versiones: “The last time / Under my thumb”. Se trata de un homenaje a los Stones, que por entonces andan metidos en los famosos líos judiciales en los que, como Townshend dice, “se les está utilizando como chivos expiatorios por el problema de las drogas”. Teniendo en cuenta que se hicieron a toda prisa y que ni siquiera está Entwistle (anda en viaje de bodas), el resultado final es bastante aceptable.


A principios de otoño llega uno de los momentos cumbres del grupo, con la presentación de un single donde la cara A es “I can see for miles”, el “as en la manga” que tenía preparado Townshend desde un año antes: en aquel momento les iba bien en las listas, y decidió guardarla para más adelante. Ahora, dejando aparte el single de homenaje a los Stones, llevaban seis meses sin publicar nada y aún no tenían rematado el Lp que debía salir antes de que terminase el año, así que esta era la ocasión ideal. La letra es una especie de venganza por los celos que sentía cuando su novia Karen andaba tonteando con otros, pero eso es lo de menos: lo importante es esa monumental exhibición, esa muestra de poderío. Es un contraste estelar entre la potencia rítmica y la suavidad vocal; el ritmo en sí, casi contrahecho, con una batería atronadora pero nítida, el bajo sosteniendo la estructura y la guitarra con feedback son los verdaderos protagonistas, antes que la voz. Nunca se había escuchado algo así, tan al margen de las estructuras tradicionales, y aunque puede considerarse cercana a la psicodelia aquí se nota también la afición de Townshend por las estructuras del jazz, porque algo de eso hay. La cara B, “Someone’s coming”, es otra de esas divertidas ocurrencias de Entwistle, una canción más o menos pop acompañada de su querido corno, y por supuesto otra clase magistral de cómo se maneja un bajo; la voz es la de Daltrey. Pero la cosa no salió como se esperaba Townshend, que considera la cara A como su mejor obra, ya que el single no pasó del top diez, lo cual resulta francamente asombroso. Aquí tenemos las dos piezas, por supuesto en su bendito sonido mono original:



Y por fin, a mediados de diciembre, “The Who sell out”, el tercer disco grande. Aquí definitivamente los Who se hacen mayores, comenzando ya por el mensaje irónico que lanzan tanto el título como la funda, en la que cada uno de los cuatro hace de hombre anuncio. Las letras van a juego, con ese tono socarrón tan propio de Townshend (conviene reiterar de vez en cuando que, en lo referente al “mensaje”, Ray Davies es su guía). Pero hay también un homenaje a las emisoras piratas, que desaparecen este año y que se simbolizan en Radio London: gran parte de las canciones van unidas por pequeños jingles a mayor gloria de la emisora. La suma de todo ello nos da un cruce entre pop art conceptual y psicodelia que hace a este disco una irregular pero encantadora rareza. Ya el arranque resulta inusual, con una voz robótica, metalizada, enunciando los días de la semana para dar paso a “Armenia City in the sky”, la pieza más psicodélica del disco, que además no es suya sino del insospechado Speedy Keen: se trata de uno de los conductores del grupo, que además era músico de estudio por entonces; también él, junto a Daltrey, protagoniza las líneas vocales. La canción evoca un ambiente somnoliento y tiene mucho trabajo de estudio, pero el resultado es cautivador. Tras el cómico sketch publicitario de las legendarias judías Heinz, llega Marie Anne con esa mano “temblorosa” que, al igual que la buena de Lily, induce a placenteras sensaciones a los muchachos que se dejan manejar; es otra de las joyitas de este disco, con ese ritmo de medio tiempo, entre pop y latino, cantada a medias entre Daltrey y Townshend. La canción va fundida al final con un nuevo sketch que nos lleva a “Odorono”, otra delicia a cargo de Townshend, mucho más compleja de lo que parece. Y luego “Tatoo”, una burlona “reflexión” sobre la masculinidad que lleva al protagonista a tatuarse: “Bienvenido a mi vida, tatuaje: ahora soy un hombre, gracias a tí”. De nuevo la fusión entre la melodía casi ensoñadora y la letra, todo ello rematado por ese sketch de Radio London que nos introduce en “Our love was”, otra preciosidad, y tras el sketch de rigor surge la ya inmortal “I can see for miles” para cerrar la cara A, lo cual por otra parte demuestra la importancia de saber elegir bien el orden de las canciones en un disco: “Sello out” es un ejemplo perfecto de cadencia impecable, al menos en la primera cara. Quizá la B no llegue a su altura, aunque sigue habiendo grandes momentos (resulta intrigante ese cierre a cargo de “Rael”, una fallida ópera rock que sin embargo ya está preludiando “Tommy”). De todos modos estamos ante uno de los discos más gloriosos de este año, aunque tuvo el mismo destino en las listas que el single precedente: el público es muy caprichoso.


El año que viene será de tránsito a efectos discográficos, ya que solo publicarán dos singles. Pero nos visitarán de todos modos, porque una banda de este calibre siempre tiene algo que contar. O mucho…