miércoles, 14 de septiembre de 2011

Años 60: América (VII)



"Para hacerse una idea de lo que es Los Angeles basta con imaginar un cuadrado de una milla de largo".

(Jim Morrison)

Los Angeles nos da la bienvenida. Es la segunda ciudad en población de los Estados Unidos, con más de dos millones y medio de almas (en aquella época); y si comenzamos a sumar las áreas cercanas, el Condado anda cerca de los siete millones. Todo el mundo sabe que aquí se encuentra la más potente industria cinematográfica del mundo, pero no solo eso: cualquier tipo de manifestación artística tiene casi tanto mercado como en Nueva York. Como es lógico, las grandes casas discográficas tienen una fuerte representación, y el ambiente es mucho más profesional, a todos los niveles, que en San Francisco. Y también es más sórdido, todas las ciudades industriales lo son. Todas tienen muchas caras: "doscientos suburbios en busca de una ciudad", así definió Harry Golden a Los Angeles. Muchos mundos interconectados, con lo mejor y lo peor del género humano transitando por esa red. Aunque sobrecoge un poco la uniformidad del área urbana, donde las calles están vacías: todo el mundo va en coche ("Nobody walks in LA", cantaba la rubia Dale Bozzio -de los Missing Persons- en aquella canción irónicamente titulada "Walking in LA"). Esa sensación de soledad, de dureza, contrasta con las soleadas playas cercanas, e imprime carácter.

Esta es una ciudad de aluvión, como ocurre también con todas las ciudades industriales. Pero centrémonos en el sector musical, que es el que nos interesa: podríamos decir que, si San Francisco es el aluvión hippy, la inconsciencia juvenil, la alegre improvisación y a ver qué sale, los músicos de Los Angeles suelen ser personajes que tienen más claro que esa es la profesión que desean ejercer. Y aunque la influencia de los hijos de Acuario se nota por todas partes, y aunque muchos grupos de esta ciudad podrían pasar por "franciscanos", la formación y la disciplina suelen ser más solventes. En otras palabras: los músicos de LA, psicodélicos o no, han venido aquí preferentemente a hacer música; si solo quisiesen tocar para los amigos de las comunas subirían a San Francisco, que total está a menos de seiscientos kilómetros. Y esta diferencia, a la larga, se nota: hay una gran mayoría de músicos angelinos que tendrán una trayectoria más prolongada que la media de los franciscanos.

Como consecuencia, también la oferta es mucho más variada que en San Francisco: ya hemos visto que casi todos los grupos de esa ciudad se dedican al rock ácido en mayor o menor escala, y que las raíces folk, country o blues son únicamente la base de la que parten. En Los Angeles veremos también grupos de ese tipo; pero por lo general aquí se profundiza en los géneros, se desarrollan nuevas armonías, se evoluciona. Este es el caso, por ejemplo, de los ya citados Byrds: comenzaron por el folk, tuvieron su fase psicodélica y desarrollaron el country hasta fusionarlo con el rock, sirviendo de escuela para muchos otros grupos que siguieron esa línea. En cambio no hay en San Francisco muchos grupos que puedan considerarse como patrón para otros que viniesen detrás, no hay escuela: solo flashes más o menos luminosos que se fueron apagando sin dejar rastro (salvo, curiosamente, los Flamin' Groovies o Blue Cheer, es decir, los rockeros, los que podrían haber surgido en cualquier otra ciudad que no fuese esa). Por supuesto, toda regla tiene sus excepciones: siempre habrá alguna banda ajena al tiempo, algún fiel seguidor de aquellos sonidos que se proponga recrearlos; pero el futuro va por otro lado.

Y esta diferencia, que de un modo u otro, con mayor o menor claridad, vamos a ver no solo en Los Angeles sino en todas las otras ciudades o estados que visitemos, refuerza el carácter único de San Francisco, que como dije en el post anterior es un género en sí misma: fue la flor de una generación y ahí quedó, como una espléndida rareza en el camino evolutivo de la música popular, al igual que lo fue la psicodelia británica.

Pero ya está bien de rollo por hoy: Sam y yo nos vamos al hotel, que hay que abrir las maletas. Ustedes vayan haciendo lo mismo, y en cuanto estén listos nos veremos en el hall. Luego nos pondremos a patear esas calles por las que no camina nadie, en busca de los tugurios donde se esconden nuestros objetivos.

14 comentarios:

  1. Vaya, cómo me ha gustado esta introducción, Sr. Rick.

    Si me dispensa, voy a ponerme "mona" pero con zapato cómodo, que hay que salir a patear las calles...
    :)

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  2. Una de las ciudades que más estoy deseando visitar antes de morirme.

    Después también vale.

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  4. Estas entradas me generan saliva en exceso.

    Conozco a una chavala (que, por cierto, está como un tren) que estuvo en LA y dice que es una ciudad bastante peligrosa. Así que las pelis de Hollywood no deben exagerar tanto, o incluso la realidad superará a la ficción. Al parecer - al menos hoy en día - por la mañana entran tropocientos mil coches en al ciudad, que se llena de gente que va allí solo a trabajar. Por la tarde salen otros tropocientos mil coches, y se quedan allí esos suburbios en busca de ciudad.

    PD: He borrado el anterior comentario, me equivoqué en una cosa, quería decir 'tarde', y no 'noche', sorry.

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  5. California es la culminación del sueño americano, para bien y para mal. Hasta los mismos yanquis cuando se quieren reinventar, toman el camino del oeste, como los antiguos pioneros.

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  6. ¿San Francesco o L.A.? Cualquiera de las dos mientras andemos por estos años.

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  7. En LA no hay nada que ver y mucho menos a pié. En LA no hay tugurios, es todo de mamposteria y a las luces de neón. En LA sólo hay una persona a la que ver y querer.

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  8. Pues muchas gracias, estimada Bugs. Reconozco que nunca me habría imaginado tener a una liebre tan distinguida como usted entre mis visitantes, así que doblemente agradecido estoy.

    Ya me imagino, mr. Alabama Man, que dado su carácter un tanto oscuro una ciudad como esta le debe de sentar a las mil maravillas. Pues venga, hombre, que todo es proponérselo.

    Gracias, don Raúl, por lo de la saliva. En efecto, se dice que LA es más peligrosa que Nueva York, puesto que su carácter industrial es más radical, más duro y sucio que el de la ciudad atlántica. Y también que el centro es un esqueleto vacio a partir de la hora de cierre de los negocios. Debería intimar usted con la informante, que por lo que cuenta vale la pena.

    Muy bien, doña Merce, admiro su ligereza. Pues nada: en cuanto bajen los demás, salimos.

    En efecto, mister Chafardero: California es ya una abstracción, una metáfora del carácter americano. Aunque no solo California, sino tal vez todo el Oeste. El Salvaje Oeste.

    Muy bien, don Luis: otro que ya se ha puesto calzado cómodo, por lo que veo.

    Mientras andemos por estos años, don Dani, hay cientos de lugares por visitar. Habrá que resumir mucho, claro, pero a ver si hay suerte y nos quedamos con lo principal.

    Tranquila Flaca, que ya falta poca gente por bajar al hall. Te habrás puesto sandalias o algo parecido, ¿no?

    Bienvenido again, Sargento: cuanto tiempo. Mucho que ver no hay, en efecto, salvo en la época y el tema que nos ocupa. Pero bueno, tugurios sí hay. En cuanto a la críptica frase referida a una sola persona, no sé qué pensar. Pero si se refiere usted al señor Morrison, le diré que no solo ese caballero merece un recuerdo en esta ciudad: hay unos cuantos que, al menos para mí, lo merecen también.

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  9. A mí se me están rompiendo mis sandalias preferidas de andar (mis Timberland para críos). A ver si maguantan un poquillo...

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  10. La informante tiene novio y viven juntos. Es la beldad de generoso busto que me inspiró aquella entrada del escote, cuando una vez tuvo un desliz al agacharse, que yo exageré a la hora de escribirlo, como no podía ser de otra manera en este tipo de historias jeje.

    Ya que estamos con LA, otra cosa que me dijo es que allí las mujeres - creo que me habló solo de las de raza negra - son de armas tomar, y que bastaba que sospecharan que ella estaba mirando a sus chicos de lejos, para acercarse violentas y empujarla: 'He's my man, maaii maan'

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  11. Tranquila, Lady Dusch, que andaremos poco: trataré de ir a tiro fijo. De todos modos, primero vamos a la playa, que ahí puede andar descalza.

    Vaya por Dios. No falla, don Raúl, las beldades de generoso busto ya están todas pilladas. Deberá esperar usted a por las de la generación siguiente, a ver si hay más suerte. Ahora, eso de que las mujeres -las de raza negra, por ejemplo- son de armas tomar no pasa solo en LA, pasa en todas partes. Lo cual me parece muy bien por otra parte. Siempre y cuando no se tope uno con la clásica celosa enfermiza, gusta saber que no nos quieren compartir con la competencia.

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Cierren la puerta al salir.