Terminamos hoy nuestra estancia en Los Angeles. Y lo haremos citando a dos nombres propios y a dos grupos. Tanto unos como los otros son de mucho peso, así que vamos a ello.
Frank Zappa: ¿hay alguien en el mundo que no conozca a este señor? Imagino que no. Recordarán que al hablar del rock progresivo británico dije que, en América, ese concepto no era usual y en su lugar se usaban tres denominaciones: free rock, jazz-rock fussion y rock vanguardista. Bien, pues mr. Zappa es el máximo exponente del free rock (y a veces jugueteaba con los otros dos). Fue uno de los primeros, y desde luego el más exitoso, que consiguió salirse de las pautas tradicionales del género para construir un sonido totalmente personal. Aunque nacido en Baltimore, estableció su base de operaciones en el área de Los Angeles y desde allí asombró a todo el mundo con su destreza guitarrera y su alocada creatividad. Una locura, en todo caso, siempre controlada: Zappa no estaba tan loco como sus seguidores creían; pero como muy bien dijo (sus frases darían para un libro), "el circo es fundamental en este negocio". Desde su primera época al frente de Las Madres del Invento hasta su muerte, la infinita -y a veces cansina- producción de Zappa ha dado para sesudas teorías musicales y el arrobo, tal vez un tanto exagerado, de sus millones de incondicionales. Si quieren saber algo más sobre este caballero, he aquí su hagiografía.
Kim Fowley: personaje "multidisciplinar" y aficionado al circo tanto o más que Zappa, la carrera de Fowley ha discurrido entre sombras para el aficionado medio; no digamos ya en España, donde la mayoría de sus discos ni siquiera fueron publicados. Suele ser más recordado por su faceta de productor y mánager que por su música: ya en los años 50 se hizo un nombre lanzando a personajes como los Sonámbulos, donde debutó un jovencísimo Phil Spector; y en los primeros 60 produjo a un sinfín de grupos hasta que, a mediados de la década, dio el salto a la Isla: la invasión británica le hizo ver que era allí donde debía estar. Y allí hizo cosas tan variadas como producir el primer single de Soft Machine, bautizar a Family o dar la alternativa a unos tal "Lancasters", donde militaba un futuro héroe de la guitarra: Ritchie Blackmore. A su vuelta, fue él quien descubrió a grupos de garaje glam americano como las Runaways, y así sucesivamente. Su tarea es inmensa, tanto en este campo como en el televisivo o el de compositor. Pero la fama de friki, que benefició a Zappa, fue un lastre para él: sus discos, minoritarios, adolecían a veces de un cierto descontrol aunque por el medio había canciones fabulosas a medio camino entre rock, pop y psicodelia. Y su aspecto, con un tono punk-glam que se adelantó en cinco años a su época, tampoco ayudó. Fowley es al mismo tiempo una rareza de los sesenta, un visionario de los setenta y una referencia en los ochenta.
Y ahora vamos con dos grupos que, si bien tenían su base de operaciones en esta zona, podrían haberla tenido en cualquier otra: Steppenwolf y los Creedence.
Steppenwolf: esta banda es una reunión de canadienses y angelinos. Y su líder, John Kay, es alemán de nacimiento, así que tenemos de todo aquí. Aunque algunas de sus primeras canciones tienen un aire psicodélico, reforzado en ocasiones por sus letras, el Lobo Estepario es uno de los primeros nombres que anticipan el sonido del rock de los años 70, muy cercano al hard. A estos muchachos vino Dios a verlos el día que Peter Fonda decidió usar "Born to be wild" (su tercer single) y "The pusher" (una pieza de su primer LP) para la banda musical de "Easy rider", película de culto aparecida en 1969 en la cual se refleja perfectamente la decadencia del hipismo. El single ya había sido publicado casi dos años antes, pero con este empujón se convirtió definitivamente en una canción histórica; e hizo mucho más fácil el camino de esta banda, que entró en los años 70 como referencia incluso para los primeros grupos metaleros: sus cinco primeros discos y el majestuoso doble en directo del año 70 son guía imprescindible para los aficionados a tales sonidos.
Creedence Clearwater Revival: ya saben, esos palurdos. Esos don nadie. Esos horteras. Esos individuos que, con gran indignación de la sesuda crítica, consiguieron un disco de oro tras otro con una insultante facilidad. Más de un comentarista musical "culto" ha debido de abusar de las sales gástricas para sobrellevar su úlcera ante la constatación de que cada single o LP que publicaban estos muchachos llegaba invariablemente a los primeros puestos de las listas americanas, o de cualquier otro sitio del mundo. Porque no hay mayor genialidad que un estribillo simple con un ritmo básico, porque no hubo ni habrá otra banda de rock capaz de crear tantos éxitos con tal simpleza. John Fogerty, su líder, lo resumía muy bien: se nos ocurre el estribillo, lo desarrollamos un poco y lo grabamos en cinta. Luego salimos a dar una vuelta en el coche y probamos a ver cómo suena: si en el coche suena bien, nos vale. Pues ya está. Para qué darle más vueltas. Banda imprescindible en cualquier fiesta que se precie, su audición debería ser obligatoria en las escuelas.
Bien, pues se acabó nuestra visita angelina y por extensión californiana. Pero aunque en esta época la mayor efervescencia musical tenía lugar aquí, hay otros estados que merecen una pequeña visita. Y en nuestro camino de vuelta hacia el Atlántico, haremos una breve escala técnica en Chicago antes de llegar a Michigan. Venga, cierren las maletas y adelante.
Frank Zappa: ¿hay alguien en el mundo que no conozca a este señor? Imagino que no. Recordarán que al hablar del rock progresivo británico dije que, en América, ese concepto no era usual y en su lugar se usaban tres denominaciones: free rock, jazz-rock fussion y rock vanguardista. Bien, pues mr. Zappa es el máximo exponente del free rock (y a veces jugueteaba con los otros dos). Fue uno de los primeros, y desde luego el más exitoso, que consiguió salirse de las pautas tradicionales del género para construir un sonido totalmente personal. Aunque nacido en Baltimore, estableció su base de operaciones en el área de Los Angeles y desde allí asombró a todo el mundo con su destreza guitarrera y su alocada creatividad. Una locura, en todo caso, siempre controlada: Zappa no estaba tan loco como sus seguidores creían; pero como muy bien dijo (sus frases darían para un libro), "el circo es fundamental en este negocio". Desde su primera época al frente de Las Madres del Invento hasta su muerte, la infinita -y a veces cansina- producción de Zappa ha dado para sesudas teorías musicales y el arrobo, tal vez un tanto exagerado, de sus millones de incondicionales. Si quieren saber algo más sobre este caballero, he aquí su hagiografía.
Kim Fowley: personaje "multidisciplinar" y aficionado al circo tanto o más que Zappa, la carrera de Fowley ha discurrido entre sombras para el aficionado medio; no digamos ya en España, donde la mayoría de sus discos ni siquiera fueron publicados. Suele ser más recordado por su faceta de productor y mánager que por su música: ya en los años 50 se hizo un nombre lanzando a personajes como los Sonámbulos, donde debutó un jovencísimo Phil Spector; y en los primeros 60 produjo a un sinfín de grupos hasta que, a mediados de la década, dio el salto a la Isla: la invasión británica le hizo ver que era allí donde debía estar. Y allí hizo cosas tan variadas como producir el primer single de Soft Machine, bautizar a Family o dar la alternativa a unos tal "Lancasters", donde militaba un futuro héroe de la guitarra: Ritchie Blackmore. A su vuelta, fue él quien descubrió a grupos de garaje glam americano como las Runaways, y así sucesivamente. Su tarea es inmensa, tanto en este campo como en el televisivo o el de compositor. Pero la fama de friki, que benefició a Zappa, fue un lastre para él: sus discos, minoritarios, adolecían a veces de un cierto descontrol aunque por el medio había canciones fabulosas a medio camino entre rock, pop y psicodelia. Y su aspecto, con un tono punk-glam que se adelantó en cinco años a su época, tampoco ayudó. Fowley es al mismo tiempo una rareza de los sesenta, un visionario de los setenta y una referencia en los ochenta.
Y ahora vamos con dos grupos que, si bien tenían su base de operaciones en esta zona, podrían haberla tenido en cualquier otra: Steppenwolf y los Creedence.
Steppenwolf: esta banda es una reunión de canadienses y angelinos. Y su líder, John Kay, es alemán de nacimiento, así que tenemos de todo aquí. Aunque algunas de sus primeras canciones tienen un aire psicodélico, reforzado en ocasiones por sus letras, el Lobo Estepario es uno de los primeros nombres que anticipan el sonido del rock de los años 70, muy cercano al hard. A estos muchachos vino Dios a verlos el día que Peter Fonda decidió usar "Born to be wild" (su tercer single) y "The pusher" (una pieza de su primer LP) para la banda musical de "Easy rider", película de culto aparecida en 1969 en la cual se refleja perfectamente la decadencia del hipismo. El single ya había sido publicado casi dos años antes, pero con este empujón se convirtió definitivamente en una canción histórica; e hizo mucho más fácil el camino de esta banda, que entró en los años 70 como referencia incluso para los primeros grupos metaleros: sus cinco primeros discos y el majestuoso doble en directo del año 70 son guía imprescindible para los aficionados a tales sonidos.
Creedence Clearwater Revival: ya saben, esos palurdos. Esos don nadie. Esos horteras. Esos individuos que, con gran indignación de la sesuda crítica, consiguieron un disco de oro tras otro con una insultante facilidad. Más de un comentarista musical "culto" ha debido de abusar de las sales gástricas para sobrellevar su úlcera ante la constatación de que cada single o LP que publicaban estos muchachos llegaba invariablemente a los primeros puestos de las listas americanas, o de cualquier otro sitio del mundo. Porque no hay mayor genialidad que un estribillo simple con un ritmo básico, porque no hubo ni habrá otra banda de rock capaz de crear tantos éxitos con tal simpleza. John Fogerty, su líder, lo resumía muy bien: se nos ocurre el estribillo, lo desarrollamos un poco y lo grabamos en cinta. Luego salimos a dar una vuelta en el coche y probamos a ver cómo suena: si en el coche suena bien, nos vale. Pues ya está. Para qué darle más vueltas. Banda imprescindible en cualquier fiesta que se precie, su audición debería ser obligatoria en las escuelas.
Bien, pues se acabó nuestra visita angelina y por extensión californiana. Pero aunque en esta época la mayor efervescencia musical tenía lugar aquí, hay otros estados que merecen una pequeña visita. Y en nuestro camino de vuelta hacia el Atlántico, haremos una breve escala técnica en Chicago antes de llegar a Michigan. Venga, cierren las maletas y adelante.
Grande Zappa, voy a escucharme Muffin Man a su salud, caballero. Un abrazo
ResponderEliminarMuy buena entrada.
ResponderEliminarMe encantó Zappa a los 19 años, pero no lo entendí hasta los 50. Estaba innovando/fusionando (inventando con sus madres) y no me daba cuenta. Realmente sólo me gustan unas diez canciones suyas, de sus más de mil, pero pocos han llegado tan alto. Es difícil encontrar el disco del sofá interestelar (One Size Fits All) que, no sé por qué, no aparece en muchas discografías; para mi tendencioso gusto, no ha sido superado por nadie. Seguro que tiene muchas otras obras maestras, pero se pierden en una tan farragosa discografía.
No conocía al Sr. Fowley. Buscaré sobre él, lo leeré, y pronto lo olvidaré. La edad y el alcohol es lo que tienen.
Steppenwolf y Easy rider, infelizmente, han sido atropellados por el tiempo.
Los Cridens forman parte del tapiz musical de varias generaciones.
P.s.- Ya hace muchos años, mucho antes de que Mecano, Abba y otros GRANDES de la música hubieran presentado sus musicales, se me ocurrió que, si algún día a alguien de talento, como George Martin, reuniera los tramos geniales de luminarias como Zappa, la música clásica tendría continuidad –avanzando- en el siglo XX. Tonterías mías.
Si hay algo más perfecto que vivir, es hacerlo escuchando "Fortunate Son".
ResponderEliminarMaldito Alabama. Dice con estilo lo que yo siento como:
ResponderEliminarCCR son lo más. Un grupo que me ha acompañado desde... vaya, siempre. Y siempre en la cima.
No he oído a los Steppenwolf aparte de su conocidísima 'Born to be wild', que en su momento grabé veinte mil veces en cassettes para el walkman. En todo caso no estoy de acuerdo con Luis: 'Easy Rider' sigue siendo muy conocida, yo no la veo nada envejecida. Cosa graciosa es que yo pensara que el cantante decía 'Harley' en lugar de 'Highway' cuando dice eso de '' Head out on the highwaaay...''
ResponderEliminarZappa asusta con toda esa discografía, pero agradezco a este blog lo poco que sé de él, me gusta esa forma de verlo. Aparte siento curiosidad por la postura de Zappa acerca de la censura en su país, y sobre la libertad en el arte. He leído un poco y me cae bien ya solo por eso.
Y me apunto a los Creedence para la lista. Ya dejamos California, ya habrá que colgar la toalla y el bañador.
Soy de los que piensa que el jazz y la música clásica están a años luz del pop, el rock y todo lo demás, pero sí es verdad que es la música perfecta para escuchar mientras conduces. Así que la técnica de los Creedence de probar las canciones en el coche me parece genial. Igual Zappa tendría que haber hecho algo parecido y nos hubieramos ahorrados muchos de sus pestiños.
ResponderEliminarGrande Zappa, en efecto, señor Alex. Un poco pesadito a veces, con tanta producción pero su altura es innegable. Gracias por la visita.
ResponderEliminarYo creo, don Luis, que éramos muy jóvenes cuando empezamos a oir a Frank: tal vez no estábamos a la altura. Y también es verdad que nos hacían más gracia sus poses, las portadas enloquecidas de sus discos o sus frases que la música. Pero desde luego tiene obras magníficas. Y la que usted cita es sin duda de las cinco o seis mejores, aunque con tanto follón de discos es posible que a muchos oyentes se les escape.
"Easy rider" tal vez ahora parece un poco pasada, pero tiene su leyenda detrás y no creo que desaparezca del todo. Y los Lobos Esteparios, al margen de su relación con la película, tienen una larga carrera que no pasará del mismo modo que no pasarán otras bandas: lo clásico siempre queda.
Como los Creedence, por supuesto.
Y eso de las obras musicales nuevamente "clásicas" ya lo hizo Zappa más de una vez, no crea. Recuerde que su afición por Edgar Varèse se hacía perceptible de vez en cuando.
"Fortunate son" es una de las canciones bandera de los Creedence, en efecto. Un CD en plan recopilación de estos muchachos es la alegría de todo guateque, mr Alabama Man.
Los Creedence son la compañía perfecta desde la infancia, Flaca. Y una clásica como tú necesariamente ha de gozar de esa compañía: no esperaba menos de ti.
ResponderEliminarExactamente don Raúl, es lo que le decía yo antes a don Luis: "Easy rider" es otro clásico. Que ha envejecido un poco es lógico, más que nada por el asunto de la obra -el mundo hippie nos queda ya un poco lejos-, pero su carga histórica y artística es innnegable. Si vamos a eso, "Casablanca" también estaría pasada, ¿no? (por si acaso, que no se le ocurra a nadie decir tal cosa en este bar, de todos modos)
En cuanto a las ideas de Zappa, era un revolucionario burgués, y eso siempre es de agradecer: su claridad de ideas es admirable; y más aún que se atreviese a decir las cosas que decía en un país como el suyo.
Y los Creedence... bueno, qué quiere que le diga yo, que soy fan a muerte.
El jazz y la música clásica tienen esa etiqueta de "música culta" que la separan de las grandes audiencias. No se puede decir que sean mejores o peores que los géneros populares, señor Chafardero: técnica y artísticamente lo son, pero recuerde usted que en la definición de Arte se dice que es todo aquello que causa emoción en quien disfruta de ello. Y yo, con estas músicas bastardas, disfruto horrores.