Creo que ya hemos hablado alguna vez de lo arbitrarias que pueden llegar a ser las etiquetas. Su utilidad es puramente comercial: los rockeros, en aquella caja; los punkis en esta otra. Y poco más. Lo que tan pomposamente solemos definir como "géneros" es una colección de categorías muy volubles: a un grupo como los Who, por ejemplo, ya lo he visto clasificado como banda de garaje, mod, r'n'b, art rock, pop-rock... y ya no es la primera vez que veo su primera época definida también como freakbeat.
Desengañémonos, señores: las etiquetas no fueron suministradas por Dios a Moisés en el monte Sinaí. Muy al contrario, suelen ser creadas por algún astuto zorro del marketing para colocar en el espacio visible a nuevos grupos con "nuevos" sonidos, o a un paquete de canciones que se rescatan de los archivos para revender a los aficionados que buscan entre las telarañas del tiempo. Y esta última opción ha dado a luz unas cuantas denominaciones comerciales: nunca en mi vida he visto tanta etiqueta como ahora. Aunque hay veces en que tienen su lógica, como muy bien entendió Alan Freed: a principios de los años 50 el término "rhythm'n'blues" solo era aplicable a una parte del mercado estrictamente negro, y al rockabilly le pasaba lo mismo por la otra banda. Se hizo necesario buscar un nombre que definiese a aquella música infernal que tenía puntos en común con ambas raíces, que unía dos razas en su frenesí: el rock'n'roll había nacido, y en este caso no hay nada que objetar. Pero el mercado crecía, se iba ramificando, y en los años 60 hubo que inventar más etiquetas para los nuevos géneros o subgéneros que se desarrollaban como la hiedra. Y fue en esa época cuando comenzó a reinar el descontrol.
Una de esas etiquetas arbitrarias es la de "garaje". Desde finales de los años 50, influidos primero por el rock and roll, la música surf y luego la invasión británica, surgieron grupos como setas por todo el mapa de Estados Unidos y Canadá: se trataba en su mayoría de pandillas de chavales aficionados al rock que intentaron hacerse un hueco en el mercado con unas cuantas "ideas luminosas" que a veces lo eran y a veces no. Algunas triunfaron, pero la mayoría no pasó de uno o dos singles y algunas actuaciones en su zona que tal vez sean de grato recuerdo para ellos, sus amigos y poco más. Bien, pues a esa maraña de grupitos se le adjudicó el nombre de "bandas punk" (o sea: una porquería de bandas), y la versión de "Louie, Louie" por los Kingsmen está considerada como la pieza prototipo de ese género. Pero luego llegó el rock "serio", y el término pasó a mejor vida hasta que en 1970 fue rescatado por Dave Marsh (un afamado escritor musical) para definir la obra de Question Mark and the Mysterians: un clásico grupo punk de los años 60, dijo.
Y aquí entra en escena Lenny Kaye, guitarrista de Patti Smith y columnista en publicaciones de rock, entre otras muchas cosas. De Lenny ya hemos dicho, en la cita sobre los MC5, que popularizó el término "punk rock": tras leer el comentario de Marsh y comprobar que otros compañeros suyos en la revista Creem lo usaban también, decidió que esa era una buena etiqueta para definir lo que muchos grupos neoyorquinos estaban haciendo a principios de los años 70, y la idea hizo fortuna. Pero creó también un problema: cuando comenzó a publicar la legendaria serie "Nuggets", en la que se rescatan cientos de pequeñas bandas de los años 60 -es decir, las antiguas bandas "punk"-, resultó evidente que no cuadraba mezclar en las tiendas a esas bandas con las nuevas, meterlas en la misma caja. Y entonces se recurrió a una etiqueta alternativa que también se había usado en los años 60: garage rock. Así, las nuevas bandas punk se consideran desde entonces hijas de las antiguas bandas de garaje, y todo arreglado.
Bueno. Pero a mí me entra una duda, y supongo que a ustedes también: entonces… las bandas rockeras como los Stooges (ahora llamadas "protopunk"), o los Velvet, o los GFR, o cualquier otra (sea rock o pop, o lo que les venga en gana)… ¿dónde empezaron a tocar? ¿Aparecieron sobre un escenario, sin más?, ¿ensayaban en una nave industrial, en las arenas del desierto, dónde? Pues en un garaje, seguramente. Y por esa lógica, la mayor parte de las bandas de rock (por no extendernos) deberían ser consideradas "de garaje", ¿verdad? Pero no es así: las bandas grandes están en otros compartimentos.
Ah. Las bandas grandes. O sea, que esa definición original de "punk" para las pequeñas era más ajustada a la Filología que la de "garaje", ¿eh? Y por pura necesidad comercial se cambió la etiqueta: acabáramos.
Así que ya ven, todo es un fingimiento. Bueno, pues los isleños también tuvieron su época "de garaje", también hubo allí cientos de grupitos a los que hoy nadie recuerda. Y cuando comenzó la época nostálgica, a principios de los años 80, las casas discográficas de la Isla se aprestaron a desempolvar sus archivos en vista del éxito de los americanos con los suyos. Pero no quisieron llamar "garage" a esas piezas: los hijos de la Gran Bretaña, siempre tan solventes, no podían rebajarse a bautizar a sus compatriotas caídos en los años 60 con un término americano, no señor; y por otra parte la esencia pop del beat lo aleja un poco de ese espíritu, así que otro comentarista musical, británico por supuesto, se puso manos a la obra para crear uno nuevo: se trata de Phil Smee, que además es un notable coleccionista, diseñador y factótum de Bam-Caruso, el sello que ha rescatado gran parte de las joyas perdidas. Fue el bueno de Smee quien se sacó de la manga la luminosa etiqueta "Freakbeat", que desde 1984 (año en que comienza la publicación de la serie "Rubble") nos hace babear a algunos. Ah, y en esa serie comenzaron a aparecer también algunos grupos no británicos, con lo cual el término trasciende la Isla para hacerse mundial.
Como es lógico, las casas grandes vieron el éxito de Bam-Caruso y se pusieron a buscar como locas entre su viejo arsenal "basura": gracias a eso tenemos hoy en el mercado la grabación directa de las cintas de gran parte de las piezas que originariamente fueron publicadas en condiciones defectuosas. Y esto es todo. El "freakbeat", como el "garage", va desde el pop hasta la psicodelia; lo cual nos lleva a situaciones tan curiosas como que algunas canciones aparezcan tanto en recopilatorios psicodélicos como freakbeat o incluso "british garage" (otra más). Ya digo que, de no ser por esa necesidad compulsiva de la industria por diferenciar los discos en la tienda, estas etiquetas no existirían. Pero también hay que reconocer que ese juego nos permite orientarnos un poco ante lo que no conocemos... y luego ya lo llamaremos nosotros como queramos. El caso es dar el grito de júbilo cada vez que se descubre uno de esos pequeños diamantes olvidados. Y muchas veces preguntarse cómo es posible que tal canción o tal otra no hubiesen arrasado en aquella época.
Y claro, ya se pueden imaginar que, al igual que la psicodelia o el Northern soul, esto es un "género" de singles. Así que el próximo día oiremos algunos: pueden ir preparando las orejas, si quieren.
Desengañémonos, señores: las etiquetas no fueron suministradas por Dios a Moisés en el monte Sinaí. Muy al contrario, suelen ser creadas por algún astuto zorro del marketing para colocar en el espacio visible a nuevos grupos con "nuevos" sonidos, o a un paquete de canciones que se rescatan de los archivos para revender a los aficionados que buscan entre las telarañas del tiempo. Y esta última opción ha dado a luz unas cuantas denominaciones comerciales: nunca en mi vida he visto tanta etiqueta como ahora. Aunque hay veces en que tienen su lógica, como muy bien entendió Alan Freed: a principios de los años 50 el término "rhythm'n'blues" solo era aplicable a una parte del mercado estrictamente negro, y al rockabilly le pasaba lo mismo por la otra banda. Se hizo necesario buscar un nombre que definiese a aquella música infernal que tenía puntos en común con ambas raíces, que unía dos razas en su frenesí: el rock'n'roll había nacido, y en este caso no hay nada que objetar. Pero el mercado crecía, se iba ramificando, y en los años 60 hubo que inventar más etiquetas para los nuevos géneros o subgéneros que se desarrollaban como la hiedra. Y fue en esa época cuando comenzó a reinar el descontrol.
Una de esas etiquetas arbitrarias es la de "garaje". Desde finales de los años 50, influidos primero por el rock and roll, la música surf y luego la invasión británica, surgieron grupos como setas por todo el mapa de Estados Unidos y Canadá: se trataba en su mayoría de pandillas de chavales aficionados al rock que intentaron hacerse un hueco en el mercado con unas cuantas "ideas luminosas" que a veces lo eran y a veces no. Algunas triunfaron, pero la mayoría no pasó de uno o dos singles y algunas actuaciones en su zona que tal vez sean de grato recuerdo para ellos, sus amigos y poco más. Bien, pues a esa maraña de grupitos se le adjudicó el nombre de "bandas punk" (o sea: una porquería de bandas), y la versión de "Louie, Louie" por los Kingsmen está considerada como la pieza prototipo de ese género. Pero luego llegó el rock "serio", y el término pasó a mejor vida hasta que en 1970 fue rescatado por Dave Marsh (un afamado escritor musical) para definir la obra de Question Mark and the Mysterians: un clásico grupo punk de los años 60, dijo.
Y aquí entra en escena Lenny Kaye, guitarrista de Patti Smith y columnista en publicaciones de rock, entre otras muchas cosas. De Lenny ya hemos dicho, en la cita sobre los MC5, que popularizó el término "punk rock": tras leer el comentario de Marsh y comprobar que otros compañeros suyos en la revista Creem lo usaban también, decidió que esa era una buena etiqueta para definir lo que muchos grupos neoyorquinos estaban haciendo a principios de los años 70, y la idea hizo fortuna. Pero creó también un problema: cuando comenzó a publicar la legendaria serie "Nuggets", en la que se rescatan cientos de pequeñas bandas de los años 60 -es decir, las antiguas bandas "punk"-, resultó evidente que no cuadraba mezclar en las tiendas a esas bandas con las nuevas, meterlas en la misma caja. Y entonces se recurrió a una etiqueta alternativa que también se había usado en los años 60: garage rock. Así, las nuevas bandas punk se consideran desde entonces hijas de las antiguas bandas de garaje, y todo arreglado.
Bueno. Pero a mí me entra una duda, y supongo que a ustedes también: entonces… las bandas rockeras como los Stooges (ahora llamadas "protopunk"), o los Velvet, o los GFR, o cualquier otra (sea rock o pop, o lo que les venga en gana)… ¿dónde empezaron a tocar? ¿Aparecieron sobre un escenario, sin más?, ¿ensayaban en una nave industrial, en las arenas del desierto, dónde? Pues en un garaje, seguramente. Y por esa lógica, la mayor parte de las bandas de rock (por no extendernos) deberían ser consideradas "de garaje", ¿verdad? Pero no es así: las bandas grandes están en otros compartimentos.
Ah. Las bandas grandes. O sea, que esa definición original de "punk" para las pequeñas era más ajustada a la Filología que la de "garaje", ¿eh? Y por pura necesidad comercial se cambió la etiqueta: acabáramos.
Así que ya ven, todo es un fingimiento. Bueno, pues los isleños también tuvieron su época "de garaje", también hubo allí cientos de grupitos a los que hoy nadie recuerda. Y cuando comenzó la época nostálgica, a principios de los años 80, las casas discográficas de la Isla se aprestaron a desempolvar sus archivos en vista del éxito de los americanos con los suyos. Pero no quisieron llamar "garage" a esas piezas: los hijos de la Gran Bretaña, siempre tan solventes, no podían rebajarse a bautizar a sus compatriotas caídos en los años 60 con un término americano, no señor; y por otra parte la esencia pop del beat lo aleja un poco de ese espíritu, así que otro comentarista musical, británico por supuesto, se puso manos a la obra para crear uno nuevo: se trata de Phil Smee, que además es un notable coleccionista, diseñador y factótum de Bam-Caruso, el sello que ha rescatado gran parte de las joyas perdidas. Fue el bueno de Smee quien se sacó de la manga la luminosa etiqueta "Freakbeat", que desde 1984 (año en que comienza la publicación de la serie "Rubble") nos hace babear a algunos. Ah, y en esa serie comenzaron a aparecer también algunos grupos no británicos, con lo cual el término trasciende la Isla para hacerse mundial.
Como es lógico, las casas grandes vieron el éxito de Bam-Caruso y se pusieron a buscar como locas entre su viejo arsenal "basura": gracias a eso tenemos hoy en el mercado la grabación directa de las cintas de gran parte de las piezas que originariamente fueron publicadas en condiciones defectuosas. Y esto es todo. El "freakbeat", como el "garage", va desde el pop hasta la psicodelia; lo cual nos lleva a situaciones tan curiosas como que algunas canciones aparezcan tanto en recopilatorios psicodélicos como freakbeat o incluso "british garage" (otra más). Ya digo que, de no ser por esa necesidad compulsiva de la industria por diferenciar los discos en la tienda, estas etiquetas no existirían. Pero también hay que reconocer que ese juego nos permite orientarnos un poco ante lo que no conocemos... y luego ya lo llamaremos nosotros como queramos. El caso es dar el grito de júbilo cada vez que se descubre uno de esos pequeños diamantes olvidados. Y muchas veces preguntarse cómo es posible que tal canción o tal otra no hubiesen arrasado en aquella época.
Y claro, ya se pueden imaginar que, al igual que la psicodelia o el Northern soul, esto es un "género" de singles. Así que el próximo día oiremos algunos: pueden ir preparando las orejas, si quieren.
Temeroso estoy de meter la pata en un tema tan complejo y de la que usted, Rick, es un observador perspicaz y agudo. Siempre asocié la música de garaje a un rock espontaneo y ruidoso que presentándose como natural no buscaba limar asperezas en las grabaciones de estudio. De hecho, entiendo que hacen de las deficiencias virtud, exagerando incluso de la rusticidad del producto final. Todos esos grupos que ha citado de los 60 y 70 hacen garaje, a mi modo de ver y entender, conviviendo con el manierismo egocéntrico y sofisticado que se adueñó del rock desde la etapa psicodélica de finales de los 60.
ResponderEliminarUn recuerdo para esas maravillosas 96 lágrimas que tanto han cundido.
http://www.youtube.com/watch?v=Qc69zr_5uH4
Jamás había oído eso de 'Freakbeat', pero ahora me hago idea, porque lo ha explicado usted de miedo (y no me llame pelota, porque no lo soy XD). Si llego a leer esta entrada hace algunos años, habría alucinado. Esto tiene más chicha que un plato de pollo asado con su guarnición.
ResponderEliminarMis grupos preferidos de ''punk'' eran los más rockeros-garajeros. Leo 'Stooges' y todavía se me ponen los pelos como escarpias. No ya sus músicos ni sus historias, sino sus canciones son para mi el rock más salvaje que se ha hecho. No digo el mejor, sino el más salvaje. Pero esto es un apunte muy subjetivo, así que ni caso.
Ahora que lo dices, puede llegar a ser paradójica la etiqueta 'garage', como el resto de etiquetas. Yo aún estoy en la fase de fijarme en ellas para ir aprendiendo, pero ya sé que en el fondo son muy absurdas. En fin, quedo a la espera de material ''Freakbeat''.
Excelente ¿genealogía?
ResponderEliminar¿Y qué me dice usted de la infinidad de etiquetas bobas -vomitadas sobre todo por el sector metalero-jarcore- que se nos presentan hoy día? Parece como si el fabricante listillo de términos como "garaje", "freakbeat" y demás hubiera sido sustituido por el aficionado random, tan capaz como cualquier otro para editar una entrada en la wikipedia inventándose vaya usted a saber qué género.
La hecatombe.
Yo siempre lo he dicho: en el pasado-pasado, una pieza que se interpretaba a mayor velocidad que un "lento" recibía el nombre de "adagio"; fin. Ahora, en cambio, aumentan las pulsaciones por minuto en 20 y ya tenemos un "speed metal" listo para servir.
ResponderEliminarLas etiquetas tienen un valor orientativo. Hoy casi hay que inventar una para cada grupo, que son todos de un original que no veas.
ResponderEliminarLa de garaje yo siempre la he identificado con sonido sucio, pero es verdad que luego ahí dentro te puedes encontrar con el que menos te imaginas.
La explicación ha sido excelente, pero quizás yo no haya captado toda su profundidad.
ResponderEliminarLo que sí me ha quedado muy claro es que tengo la esperanza de que usted consiga -una vez más- descubrirme alguno de esos ¿pequeños? diamantes olvidados.
Mis grandes y peludas orejas están preparadas.
Coincido completamente contigo!
ResponderEliminarMuchas veces he pensado en esta asociación de grupos underground a etiquetas creadas años después. Como dices, no deja de ser curioso que los grupos grandes se suelan dejar fuera de estas etiquetas. ¿Que hubiera pasado si You Really Got Me y All Day and All of The Night hubiesen sido grabadas por un obscuro grupo estadounidense en lugar de por los Kinks? Serían considerados dos temazos de garage y se venderían las pocas copias que hubiese por mas de 1000 euros. Cito estos temas de los Kinks como garage porque son en parte responsables de el sonido 'garage' de los grupos de EEUU.
Las etiquetas realmente son útiles si se utilizan correctamente pero sólo hay que pasarse por ebay y ver cosas catalogadas como freakbeat que yo catalogaría como 'yeye rancio de cine de barrio'. De todas formas ayudan mas que estorban a hacerse una idea de lo que te espera al escuchar un disco.
Espero nuevas entregas de esta interesante entrada!!
Muchas gracias por su visita, herr doktor. Ya sé que lo suyo es otra cosa, y eso nos aleja un poco; aunque por su consideración sobre la música de garaje veo que tiene usted más idea sobre lo mío que yo sobre lo suyo. Y aún encima tiene razón. Vamos a ello:
ResponderEliminarEl que los mercachifles atribuyan etiquetas es solamente el primer paso: luego son los aficionados los que, a través de un período de aquilatación y dominio sobre la materia, van perfilando matices. Y con el tiempo, los hacen humanos y comprensibles: esa idea suya sobre el garaje es exactamente la que hoy domina y la que más sentido tiene. Es, en realidad, la que conecta con su antigua acepción "punk" (esa rusticidad de la que usted habla es la madre del cordero). Otra cosa es que necesariamente tengan que ser piezas rock, y en ese sentido la propia "96 tears" es un ejemplo de que hay más variedad; pero la base "filosófica", digamos, es la misma.
En cuanto al "manierismo" posterior, ahí habría muchas más cosas que matizar, porque yo pienso que algunos discos de esa época son fabulosos. Pero esa ya es otra historia.
Vale yerno, no le llamaré "pelota". Pero ya sabe que yo soy un poco arisco, qué le voy a hacer. Celebro que haya descubierto el freakbeat: a un personaje como usted seguro que le encanta, y me alegro.
Tiene usted razón con los Stooges, eran muy salvajes. Pero también lo eran los Blue Cheer, por ejemplo, y nunca se les llamó "garaje" o "punk", cuando su base era muy parecida. Lo cual demuestra una vez más que las etiquetas van a gusto del fabricante.
Parece una coña, pero he tenido que ir a por tabaco. Ya:
ResponderEliminarGracias por su loa a esta "genealogía", mister Dani. Pero si se fija verá que se trata únicamente de un conjunto de consideraciones más que otra cosa: dejando aparte los datos (que estarán todos en la Red), la realidad es que muy pocos géneros tienen otra razón para existir que no sea la de orientar al cliente en la tienda, ese es mi argumento. Aun así reconozco su utilidad, como también digo, que nos permite ubicar -más o menos- lo que vamos a oír.
Coincidimos en lo de la hecatombe, porque cerca de las cien debemos de andar en estos momentos; y como muy bien dice, es en parte gracias a nuestros queridos jevis, sean del pelaje que sean. Aunque la jungla tecno también se las trae, no crea. Y si seguimos, seguro que casi todo es una jungla ahora. Los jóvenes leones parecen no sentirse a gusto en las viejas sabanas, y quieren cambiar de aires. Pues bueno, pues vale.
O sea: que haya algunas más que lento y adagio vale, pero este sindiós ya no.
En efecto, mister Chafardero. En eso está Dani, en que hoy día parece que cada grupo está creando un nuevo estilo. Las viejas etiquetas no molan porque no se atreven a llevarlas, porque se saben por debajo. Y esa sensación de inferioridad les lleva a evadir el problema principal, que es mejorar: se encierran en lo suyo y nos lo venden como un hallazgo.
La idea de "sucio" va muy unida al concepto general de garaje, y yo creo que le queda muy bien; y que luego haya por medio algunos más poperos o más psicodélicos le da variedad, así que perfecto.
No se preocupe, don Luis. No es necesario llegar a las profundidades -es decir, aguantar mucho rollo- para disfrutar de las cualidades tonificantes de este producto: los rollos que me tiro vienen dados por mi condición de friki, que no recomiendo a nadie. Por lo demás y conociéndole un poco, pienso que al menos la mitad de lo que va a oir le gustará. Y eso ya es mucho, ¿no?
ResponderEliminarHola, don Esteban. Le felicito, porque el ejemplo que pone usted de los Kinks es muy acertado: no diré esas dos que usted cita porque con lo grandes que son posiblemente habrían triunfado igual a manos de un grupito de Idaho, pero hay muchas que tienen ese tono; y sí, sería curioso ver los precios ahora.
El asunto es que a banda grande tirada grande; y esa es la diferencia, por eso digo que la etiqueta "punk" tal vez cuadraba mejor en todos los sentidos. Pero con el tiempo se ha visto que pueden convivir, porque ahora cada una tiene un espíritu propio.
Y en cuanto al freakbeat, estoy completamente de acuerdo. Aunque si se fija, lo mismo está pasando con la psicodelia, el garaje y otros cuantos géneros de singles: a los vendedores les vale todo.