Con ustedes, Los Sirex. Un grupo que ha quedado a medio camino entre los conjuntos “respetados” y los de consumo standard: sus comienzos son muy parecidos a los de otros que ya hemos visto aquí, pero pronto se fueron acomodando. Aunque su discografía tiene más de un logro que ofrecernos, ya que de vez en cuando parecían querer reivindicarse y nos daban alguna sorpresa agradable. Por otra parte y aunque el grueso de su obra son versiones, también han dejado unas cuantas piezas propias interesantes. Así que, en cierto modo, intentaron compatibilizar la comercialidad con una pequeña dosis de riesgo.
Sus orígenes datan de 1959, y en sus primeros años nadie podría esperar que llegasen a lo que llegaron porque estamos ante una banda de rockeros puros, herederos directos de la escuela americana, con sus cazadoras de cuero negro y una actitud chulesca que les causó más de un problema en la Barcelona de aquella época: según dicen quienes los vieron por entonces, sus actuaciones eran lo más cercano al vandalismo que podía ofrecer la ciudad; y esa “peligrosidad” retrasó su salto a los estudios de grabación porque, a pesar de su indudable gancho popular, los sellos les tenían miedo. Visto ahora resulta increíble, pero eso dice la Historia. Y, al igual que otros grupos pioneros, fue el cine quien los puso en el mapa: en 1963 aparecen en una coproducción hispano-italiana titulada “Superespectáculos del mundo”, un documental en el que se recorre el ambiente nocturno de Barcelona y donde vemos, entre otros, a “Los Sirex y sus guitarras eléctricas”. La cosa no tenía mucho sentido: José Solá, un director de orquesta que había comenzado haciendo jazz y música ligera, se estaba introduciendo en el mercado de la música para películas y telefilmes, y se le encargó una canción al estilo italiano para que fuese interpretada por nuestros amigos rockeros; esa canción, titulada “Muchacha bonita”, resultó ser del gusto de algunos que la vieron y, creyendo que estaba disponible en disco, comenzaron a preguntar en las tiendas. Pero no, esa canción no estaba disponible. Y tal carencia llegó a oidos de Vergara, que los fichó de inmediato.
Para entonces el grupo ya tiene una formación fija: Antonio Cerveró (Leslie, para los fans) es el cantante; el compositor principal es el bajista, Guillermo Rodríguez; en la batería tenemos a Luis Gomis, y las guitarras están en manos de Manuel Madruga (solista) y José Fontseré (rítmica). A principios de 1964 aparece su primer EP, que por supuesto se abre con esa canción. El resto son versiones trilladas de éxitos del momento, pero gracias al tirón de la primera el disco consigue unas ventas suficientes como para probar suerte de nuevo; y parece que están cayendo en gracia, ya que lo mismo va a pasar con los siguientes. Aunque algunos fans de la primera hora se desilusionan ante la mayor parte del material y el cambio estético que ha sufrido el grupo: de las chupas de cuero nunca más se supo; ahora van correctamente vestidos con trajes y corbatas -estilo mod, dicen ellos- y de aquella actitud salvaje solo quedan unos cuantos meneos y algunos pasos conjuntados, en plan desfile. Es el precio de la fama. Podríamos destacar, de su segundo disco, una versión razonablemente libre de "Glad all over", uno de los escasos éxitos que tuvieron los Dave Clark Five y que los Sirex electrifican añadiendo una voz con un ligero punto “salvaje”: entre unas cosas y otras, tal vez esté a la altura de la original.
La fama de los Sirex sigue creciendo. No es frecuente que un nuevo conjunto español consiga publicar cuatro Eps en el año de su debut, pero eso es lo que hicieron ellos. Y Vergara, que está empezando a ver dinero gracias a estos muchachos, les hace un regalo: el último EP de 1964 será a su gusto (sin estridencias, por supuesto). Dicho y hecho: ese disco, bajo el título genérico de “Los Sirex interpretan sus propias canciones”, cierra el año por todo lo alto a efectos mercantiles. Aunque “sus propias canciones” son dos, una movidita y otra lenta; pasables, sin más. Las otras dos son versiones, una de Sylvie Vartan (la encantadora “Si yo canto”) y “Route 66”, que para entonces había pasado por las manos de Nat King Cole, Chuck Berry y los Stones. Bien, pues esta resulta ser la estrella del disco: con el título de “San Carlos Club”, lanza definitivamente la carrera de los Sirex, que alcanzan la fama a nivel nacional. Lo que han hecho es cambiar la letra original y sustituirla por una entrañable alabanza a un club muy famoso por aquella época en la ciudad, club que también a nosotros nos gustaría haber conocido; en lo musical se han ceñido a la versión de los Stones, haciendo un sucedáneo edulcorado y poco más. Pero algo es algo: el público español, en su mayoría desconocedor de la que habían hecho Jagger y sus socios, corre alborozado a las tiendas.
Y las cosas quedan claras en 1965, año en el que graban otros cuatro discos: el primero contiene tres baladas de corte romántico y la única pieza instrumental del grupo (tal vez una concesión a su guitarrista Manuel Madruga, fan de los Shadows y cuyo parecido con Hank Marvin es sorprendente, aunque de poco le valió). Ese disco resulta ser un fracaso, y Vergara busca una canción con gancho para relanzar su carrera; es así como aparece en la historia de los Sirex don Vicente Marí, un compositor alicantino de piezas melódicas que había trabajado con artistas como Jorge Sepúlveda, Antonio Molina o Manolo Escobar, y que bajo el nombre de guerra de “Laredo” se nos pone moderno y entrega una pieza muy alegre y juvenil titulada “La escoba”. Nuestros amigos tienen miedito. Su idea era abrir el nuevo disco en plan yeyé con una versión de “Train kept a-rollin’”, un blues de los primeros años 50 convertido en exitoso rockabilly por Johnny Burnette a mediados de esa década, pero Vergara es inflexible: lo primero la escoba, y el resto da igual. El disco fue un número 1 absoluto; y algo tuvo que ver en ese éxito la primera intención de los Sirex, porque “El tren de la costa”, que así la llamaron ellos, también estaba ahí. Además la letra tiene su gracia, con esa magnífica estrofa que tanto gusta al señor Pez: “Corre niña, ves al tren o marchará”. Y lo que son las casualidades: poco después de que los Sirex desenterrasen esa canción los Yardbirds hicieron lo mismo, aunque el resultado fue ligeramente distinto.
A un número 1 le sigue otro: “Que se mueran los feos” es la canción bandera de su siguiente EP. Imagino que todos ustedes la conocen, así que sobran los comentarios. Pero la fama del grupo es tal que Vergara consiente en publicar un LP a finales de 1965, en su mayor parte compuesto por los éxitos ya publicados anteriormente; y a partir de 1966, gracias a esa fama, el sello otorgará una mayor autonomía a los Sirex, que irán aumentando el número de canciones propias. Esperemos que eso sea buena señal.
Desde luego sorprende saber de los orígenes macarras a un grupo tan pulcro. Reconozco que a mi su vena más comercial me pone, sobre todo la de los feos, pero la del tren de la costa me parece un pedazo de tema. No sabía que era una versión, así como la de San Carlos Club. Vamos, que aunque no sean un dechado de originalidad siempre me han parecido un grupo con clase.
ResponderEliminarSí, la verdad es que no cuadran mucho los antecedentes con lo que hubo luego. Pero hay más sorpresas de este tipo en la historia del pop, que nos demuestran que la voluntad de supervivencia es muy fuerte. Y de todos modos hubo algunas piezas originales que valían la pena, correspondientes a la segunda década: cuando lleguemos ahí rescataremos alguna.
EliminarSiempre que pienso en los sirex veo a ese agresivo guitarrista Manuel Madruga con ese aire entre Hank Marvin, como dices y Elvis Costello. Falleció el año pasado en la misma semana que el guitarrista Gomís y al parecer tal como comenta Rolling Stone debía ser un tipo corajudo al atraverse a decir aquello de "Me cago en Franco; estoy hasta los cojones de él" cuando tuvieron que esperar varias horas para grabar un playback en TVE antes de la muerte del dictador.
ResponderEliminarEl poder de Los Sirex estaba en la fuerza de su música, fantástica, porque en lo que se refiere a la parte vocal he conocido a pocos cantantes tan destrozamelodías como Leslie. A veces no se sabe si estaba cantando en español o en un idioma de su invención, nunca le pilla el punto a las rimas y suenan fuera de tono.
No me funcionan los enlaces de Goear y tuvo que escucharlas por el Spotify.
Saludos
Fue una siniestra casualidad esa, herr doktor, pero a veces pasan cosas así. En cuanto a la frasecita de Madruga, que les valió un largo tiempo de exilio televisivo, acabó dándoles un leve aura de inconformismo que compensó en cierto modo la desaparición mediática: fue una de las comidillas de la época, y se comentaba por lo bajo, en tono admirativo. Con qué poco nos conformábamos por entonces...
EliminarEstoy totalmente de acuerdo en que el nivel técnico de los Sirex estaba muy por encima de su cantante. Pero él aportaba un cierto carisma, muy útil para los directos. Otra cosa no se me ocurre.
Ah, y ya ha vuelto Divshare. Crucemos los dedos...
Pues siguen pareciéndome muy buenos. Entendámonos: todos y cada uno de aquellos grupos tenían que vender para comer, y colar por el medio algo de lo que les gustaba. Los Feos y La Escoba son anécdotas, como La Gallina, las italianadas y otros productos alimenticios. La voz de Leslie no es de las mejores de la época –y no digamos el idioma-, pero en San Carlos Club se sale.
ResponderEliminarTambién me hace gracia el modo de tratar a las mujeres de estos tipos. En San Carlos Club, está deseando presentársela a sus amigos, que nunca la han podido ver. En Ves al tren (con gallo incluido), no quiere verla más, por todo el daño que había hecho en él. Sin embargo, luego no querían que quedara ninguno de feo, pues les quitaban a las chicas. Qué cosas pasaban.
En el aspecto técnico estamos de acuerdo, señor Pez. Como ya ha comentado herr doktor, Madruga y los otros estaban muy por encima de Leslie. En cuanto al repertorio, y aceptando esa obligación de sobrevivir como fuese, no niego que todos los grupos estaban muy influidos por el sello y por esa necesidad. Pero también es cierto que otros se arriesgaron más: no fueron precisamente los Sírex unos iconoclastas, pese a la frasecita de su guitarrista.
EliminarEn cuanto a las letras... uf. Hay verdaderos horrores. Que conste que si nos ponemos a traducir las canciones británicas de entonces veríamos que están llenas de clichés muy parecidos; pero aquí, por lo general, la cosa era peor aún. Un claro reflejo de la sociedad de la época, de todos modos.
A mi siempre me ha encantado su sonido, ciertamente a medio camio entre...bueno, en realidad en aquellos años todas las bandas andaban a medio camino entre lo que querían hacer, lo que las discográficas imponían, y sus referentes anglosajones. Sin embargo creo que Los Sirex son de lo mejor que ha existido en España, representantes de una generación de jóvenes con nuevas perspectivas. Geniales versionando como en "Asi me muevo" (Move it), pero destaco sobre todo "El tren de la costa", "El tranvia", "Faldas cortas, piernas largas" (genial vocalmente), la enérgica "San Carlos club", o la lisérgica y garagera "Yo grito...bueno, es que me encantan como puedes ver, no reniego ni de "Que se mueran los feos", ni de "Has de ser mi mujer", ale!
ResponderEliminarNo, si en eso estamos de acuerdo, don Sebas: en todas partes cocían habas, e insisto en que técnicamente eran muy buenos (como lo eran los Mustang, por ejemplo, a pesar de su inanidad compositiva). Y no niego tampoco su valor como introductores de canciones y artistas foráneos que se dieron a conocer gracias a este tipo de grupos; pero sigo pensando que podían haber arriesgado un poco más, y que las versiones adolecían de una cierta flojera. Por lo general nunca superaron a los originales.
EliminarCreo que de ellos solo me sonaba el Que se mueran los... y la escoba esa. Me gusta pasarme por tu bar (no estaría mal qiue me ofrecieras un refresco) para poner un poco de orden musical en mi cabeza y para descubrir joyas como ese vídeo de Sylvie Vartan en el que se la puede ver bailando una especie de 'moonwalk' avant la lettre (al principio de la canción). Qué graciosa.
ResponderEliminarHola, sediento Caruano. No sufras por la sed: tienes barra libre, así que ponte lo que quieras. En cuanto a los Sírex, no son "Los feos" o "La escoba" mis canciones preferidas, pero es innegable que fueron las más populares. Y la deliciosa Sylvie está en su salsa en esa canción, no hay duda. Ah, qué agradables eran las chicas yeyé...
EliminarTampoco está nada mal venir a echar un vistazo a los comentarios de Pez, siempre buceando en la intrahistoria de las canciones, como en este caso, en el que nos habla del papel de las mujeres yeyés. Saludos.
ResponderEliminarYa ves. El señor Pez nos demuestra en este tipo de comentarios su faceta de filólogo-sociólogo más entrañable. Este local no sería lo mismo sin sus inapreciables observaciones, desde luego.
EliminarMe estoy leyendo poquito a poco este especial y tenía pensado comentar en la entrada más reciente, por eso de hacerme ver, pero qué diablos: Los Sirex me han ganado la partida.
ResponderEliminarNo, no son mis preferidos del rockerío español sesentero (Antes me quedo con Los Bravos, Pasos, Salvajes o Brincos) Aunque cómo bien señalas, entre las versiones sin chicha y las concesiones infumables a la compañía podían encontrarse algunas que otras gemas escondidas. Me gustaría destacar tres:
- La mentada "El Tren De La Costa", que me parece una relectura fabulosa del clásico de Burnette. ¡Qué guitarras! Cuándo querían podían ser un combo eléctrico de primer orden. No sé si es un sacrilegio esto que voy a decir, pero la prefiero a la de los Yardbirds, qué tambien me gusta, ojo.
- "Sólo En La Playa", que aunque hay quien la tilda de número menor, encaja como un guante en mi corazoncito moñas.
- "Yo Grito", una chulada garajera con todas las letras, puro "Nuggets" a la española bien repleto de distorsión y potencia.
Creo que en parte, lo que les perdió, fueron esas maneras como de grupo de twist de casino, todo coreografías y trajes uniformados: Un poco de desmelene, leñe.
En fin, vaya chapa he soltado sin darme cuenta.
Saludos!
Muchas gracias por su presencia en este humilde tugurio, mr. DeVille (luminoso apellido, vive Dios). Celebro que defienda usted a los Sirex, un grupo que como dije arriba quedó a medio camino -al menos en la consideración del público moderno- entre los "tibios": ni eran unos rompedores ni se les podía situar alegremente entre los pachangueros. Por eso, por las gemas escondidas.
ResponderEliminarY dejando aparte "El tren de la costa", que también a mí me parece buena aunque palidezca un poco ante la de Burnette (y sintiéndolo mucho, yo prefiero la de los Yardbirds), las otras dos que usted cita no son menores ni mucho menos. En primer lugar ambas son de composición propia, lo cual ya tiene su mérito; "Solo en la playa", aunque se considere menor (y eso según quién), es una pieza beat muy agradable que años después, regrabada, está a la altura de grupos como los Secretos, a los que por lo visto se respeta mucho. Y no digamos ya la de "Yo grito", que es una verdadera maravilla, tal vez de lo mejor de su carrera. No se preocupe: cuando lleguemos al segundo quinquenio hablaremos de ellas. Y preocúpese menos aún por lo que diga la gente.
Otra cosa es, en efecto, el asunto de las coreografías y la vestimenta, aunque con el tiempo se hicieron menos rígidos. Daba la impresión de que tenían miedo de molestar, o algo así. Ese tipo de cosas, el aspecto estético, quizá les hizo más daño que la mala voz de Leslie o la deficiente elección de muchas versiones. Pero en fin, ya todo ha pasado y ahora podemos verlos con la objetividad, con la distancia que da el tiempo.
Y no se precupe tampoco por la chapa: aquí somos todos muy rollistas, ya lo irá viendo.Esto, más que un blog, parece una tertulia.
Bueno, en lo referente a la "mala voz" de Leslie, siento discrepar porque resulta que en esa precisa época, esa mezcla de Elvis y cantante italiano de los sesenta, amén de un carisma apañado, tamizado todo con ese ligero acento catalán que enloquecía al resto de España, convertía al cantante de Los Sirex en algo supuestamente exótico para los estándares del momento. En cuanto al grupo en sí, ni punto de comparación con Los Mustang que eran unos pelmazos versioneros que vivían de la apostura de su cantante Santi Carulla. De todos modos, en el momento en que aparecieron Los Brincos, barrieron con todos sin necesidad de escoba...
ResponderEliminarMuy buenas, mister Graham:
ResponderEliminarLo de Leslie no es que sea "mala voz", sino más bien que sus giros y cadencias son opinables, por decirlo en fino. Ya supondrá usted que el estilo mediterráneo no tiene por qué gustarle a los habitantes de otras latitudes, y eso era lo que pasaba con muchos grupos catalanes (por no decir ya los valencianos): reblandecían demasiado las versiones. A los de otras latitudes nos gustaban más, por ejemplo, los Salvajes. Pero en fin, todo esto son opiniones. Y por supuesto, cuando llegaron los Brincos (y luego los Bravos), se acabó la discusión.
Estamos completamente de acuerdo también en el asunto de los Mustang, que eran una simple fotocopiadora. No sé si habrá leido la segunda entrada que hice sobre ellos, pero se lo resumo: cuando ya era evidente que ese grupo no pasaba de calcar canciones, Carulla y sus muchachos, todos dignos, decían que la gente lo que quiere es la máxima exactitud posible al original. Pues no sé, pero para eso lo mejor será el original, ¿no?
Saludos mil.