Ya saben ustedes que el orden cronológico es una de mis obsesiones, lo cual significa que los primeros nombres a citar aquí serán los veteranos, los que proceden del primer quinquenio. Y atendiendo a tal orden comenzaremos por los representantes del sonido “sin palabras”, mezcla de surf yanqui con la escuela isleña de los Shadows que arrasó en los primeros años de esta década pero que ya comienza a ser visto como una antigualla. Casi todos los conjuntos que se dedicaban a ese estilo han desaparecido o se han pasado al triunfante beat, salvo uno que seguirá adelante: los Relámpagos. Luego, la próxima semana, habrá que hablar también de los Pekenikes; pero son dos casos distintos, ya que estos últimos comenzaron siendo un grupo con voz que decidió pasarse al estilo instrumental forzado por los acontecimientos, mientras que aquellos fueron fieles a él desde su nacimiento hasta su desaparición.
Los Relámpagos han sido el conjunto número uno en España durante casi todo el primer quinquenio. Su popularidad y altura técnica son enormes, lo cual les ha permitido acompañar a muchos cantantes en sus grabaciones (Miguel Ríos es un buen ejemplo), participar en anuncios de televisión o en campañas publicitarias como la de los famosos discos Fundador, que al final acabaron colonizando un gran número de hogares españoles. Por otra parte cuentan con una pareja de compositores -el organista Pablo Herrero y el guitarra José Luis Armenteros- que los distancia con respecto a los demás grupos y que con el paso del tiempo acabarán siendo dos nombres de referencia en el pop nacional. A mediados de 1965 termina su contrato con Philips y fichan por la naciente Novola, el subsello moderno de Zafiro que había puesto a punto el desaparecido Luis Sartorius y donde ya están los Brincos; cuya “asesora técnica”, la simpar Maryni Callejo, trabajará también con ellos. Son conscientes de que han de modificar su sonido, que ya comienza a sonar desfasado, y Novola no objetará ninguna de sus decisiones, lo cual significa que tienen libertad total.
El camino que eligen es muy arriesgado: en pleno aluvión beat, con los fans enardecidos por las canciones que llegan de la Isla, cada vez más “salvajes”, nuestros amigos deciden establecer su nuevo repertorio como una mezcla entre actualizaciones de piezas tradicionales españolas y obra nueva pero en ese mismo tono. Es una posibilidad que ya han aprovechado algunos grupos antes: el “Zorongo gitano” de Lorca pasó por las manos de gente tan dispar como los Jets o Micky y los Tonys; los Sonor también probaron en ese campo, al igual que los Pekenikes, los Continentales y otros cuantos más que ahora no recuerdo; pero siempre habían sido casos aislados, piezas sueltas en la trayectoria de conjuntos heterogéneos, mientras que esto parece más serio.
Antes de terminar el año llega a las tiendas su primer LP, casi al mismo tiempo que el primero en una serie de tres EPs y un single consecutivos en tres meses. La táctica es la misma que había empleado el sello un año antes con los Brincos, lo cual denota su confianza: tanto Maryni como Novola están decididos a enfrentarse a la amenaza sajona con productos inequívocamente españoles y de calidad. Para que la cosa quede clara, pronto comienza a asociarse el nombre de los Relámpagos con un nuevo término que se hace popular inmediatamente: el “Sonido español” o “spanish sound”, que de las dos maneras se veía escrito en la prensa nacional (y este truco bilingüe sirvió para aparecer en algunas reseñas de la prensa extranjera tanto como para guiar más tarde a los coleccionistas). Aunque sin llegar a la altura de los Brincos, las ventas fueron enormes: el LP llegó al puesto 7, y los discos pequeños no bajaron del top 5. Ese disco grande ha quedado como uno de los clásicos en la historia de la música española, y de entre sus piezas he elegido dos tan dispares como lo suelen ser pasado y futuro: su versión de “Misirlou”, un guiño a lo que han sido los Relámpagos hasta ahora, y “Nit de llampecs” (noche de relámpagos), el primer gran éxito de esta nueva época. Está claro que es una sardana, pero la han creado ellos.
Antes de terminar el año llega a las tiendas su primer LP, casi al mismo tiempo que el primero en una serie de tres EPs y un single consecutivos en tres meses. La táctica es la misma que había empleado el sello un año antes con los Brincos, lo cual denota su confianza: tanto Maryni como Novola están decididos a enfrentarse a la amenaza sajona con productos inequívocamente españoles y de calidad. Para que la cosa quede clara, pronto comienza a asociarse el nombre de los Relámpagos con un nuevo término que se hace popular inmediatamente: el “Sonido español” o “spanish sound”, que de las dos maneras se veía escrito en la prensa nacional (y este truco bilingüe sirvió para aparecer en algunas reseñas de la prensa extranjera tanto como para guiar más tarde a los coleccionistas). Aunque sin llegar a la altura de los Brincos, las ventas fueron enormes: el LP llegó al puesto 7, y los discos pequeños no bajaron del top 5. Ese disco grande ha quedado como uno de los clásicos en la historia de la música española, y de entre sus piezas he elegido dos tan dispares como lo suelen ser pasado y futuro: su versión de “Misirlou”, un guiño a lo que han sido los Relámpagos hasta ahora, y “Nit de llampecs” (noche de relámpagos), el primer gran éxito de esta nueva época. Está claro que es una sardana, pero la han creado ellos.
En 1966 los ejecutivos deciden traspasar a los Relámpagos de Novola a la matriz Zafiro, lo cual implica un contrato mejorado. Y como los estudios de grabación españoles eran todavía bastante primitivos, tanto ellos como los Brincos son financiados por el sello para que, dirigidos por Maryni, graben en Italia un buen puñado de temas que ha de ser suficiente para mantener el mercado abastecido durante más de un año. A diferencia de los estudios españoles, donde todavía se grababa en cuatro pistas (¡y algunos en dos!), los Relámpagos graban en seis, y Zafiro quiere dejarlo muy clarito: la mayor parte de los discos que publiquen este año llevarán un pequeño adhesivo donde figure orgullosamente ese guarismo. Y después de un LP recopilatorio, el año 67 se inaugura con un nuevo LP titulado precisamente “6 pistas”. Es también nueva la estrategia de Zafiro, que lanza ese disco grande antes de cualquier single con canciones extraídas de él; al igual que en la Isla, el formato grande se está adueñando del mercado, y mientras en 1966 los Relámpagos publican tres EPs y dos singles, en 1967 serán únicamente tres singles: el formato EP, intermedio, está desapareciendo. He aquí otras dos clásicas en su carrera: la tradicional Alborada gallega o Alborada de Veiga, de finales del siglo XIX, que los Relámpagos versionan en 1966, y “El baile del bufón”, que pertenecía a su LP del 67 y que cerró ese año también en single: es una pieza propia, y de mis favoritas. Casi tiene un aire sicodélico, y todo.
Pero no nos engañemos: la decadencia del estilo instrumental es imparable, tanto aquí como en el extranjero; y solo un grupo como los Pekenikes, que mezcla la tradición española con los sonidos americanos de moda, podrá mantenerse en lo más alto de las listas. Ya en 1966, con ocasión del I Festival de Ídolos, patrocinado por el Corte Inglés y celebrado en el Palacio de los Deportes de Madrid en mayo, a los Relámpagos se les respetó como lo que eran, los venerables veteranos; pero la mayor parte de los aplausos fueron para los Brincos y los Bravos, y también para los barceloneses Mustang y Sirex: los gustos estaban cambiando. Herrero y Armenteros, conscientes de ello y con ofertas para convertirse en compositores profesionales, abandonan el grupo y fichan con Polydor en 1968, casi al mismo tiempo que Maryni Callejo. Los hermanos Campíns tratan de mantener el grupo vivo pasando Ignacio al órgano y Juanjo a la guitarra solista al mismo tiempo que abandonan también a Zafiro para fichar por RCA: parece que Zafiro comienza a ser una venerable sombra de lo que fue, aunque la yeyé Novola aún se mantendrá unos años. En 1969 Los Relámpagos publican “Páginas musicales de la historia de España”, un disco en el que cada pieza lleva el título de un personaje o hecho relevante en tal historia; resulta un poco pretencioso, pero en cierto modo es el primer intento de rock sinfónico nacional. Yo les dejo aquí “El templo de las estatuas”, que pertenece al primer single con RCA, y una pieza del LP de marras: “Los bárbaros”.
Y a partir de aquí la cosa tiene poco brillo: grabarán algunos singles más y un LP, “Piel de toro”, perfectamente olvidable, en 1971. El año siguiente será el de su baja oficial, y luego, como suele ocurrir, ha habido algunas reuniones esporádicas. Pero eso ya no importa. Lo que importa es que estamos ante uno de los conjuntos más notables en la historia de la música española en la década heroica, un grupo que a pesar de las ofertas por acompañar a cantantes de moda o dedicarse a sonidos más comerciales se mantuvo fiel a su estilo durante toda su existencia, para bien o para mal. Eso se llama honradez.
Si que eran honrados Los Relámpagos. En aquellos tiempos yo los consideraba muy buenos músicos, pero no terminaban de convencerme con su elección de temas. Cuando empecé a oír los instrumentales de Los Pekenikes, ya me pareció que la técnica y el gusto (el mío, claro) iban de la mano.
ResponderEliminarLo de que Los Relámpagos eran buenos músicos, se explica perfectamente cuando ves a la cantidad de gente que han acompañado, como muy bien relatas aquí. El tema que más me gusta de los que has puesto es Misirlou. Las clásicas "Nit de llampecs" y "Alborada gallega", las tenemos tan oídas que no le damos el valor que tienen. A "El baile del bufón" también le encuentro la gracia todavía.
Las del primer single de RCA ya me gustan menos.
Lo de Maryni Callejo es un caso aparte. Estaba siempre en el meollo de la cuestión y eso siendo mujer en aquellos tiempos.
Seguimos con la ascensión. Veremos qué nos depara.
Gracias.
Saludosssssssssssssssssssssss
Eran realmente buenos, aunque quizá se quedaron un tanto desfasados. Viendo lo que pasó luego, hay que reconocer que los Pekenikes fueron más inteligentes; no fue cuestión de técnica, ya que en ese aspecto ambos grupos sobrepasaban la media, sino de elección del repertorio. En realidad, siempre ha sido así: a la larga, lo que cuenta es el estilo y no la destreza.
EliminarY en cuanto a Maryni, es un nombre histórico en la música española de los años 60/70, al lado de Alain Milhaud, Rafael Trabucchelli, Waldo de los Ríos... o Fernando Árbex, ya puestos.
Me ha gustado mucho el post, desconocía muchos datos. Me gustaban Los Relámpagos aunque no era lo que más de aquellos singles y discos de mi familia. Saludos.
ResponderEliminarGracias, mr. Johnny. Los Relámpagos, como los Pekenikes, tal vez sean un poco ajenos a la gente más joven, más acostumbrada a los grupos con voz. La voz da sensación de cercanía, a diferencia del sonido puro, y eso hace que las canciones sean más asequibles. Pero en fin, hay gustos para todo.
EliminarPues a mí lo de fusionar el rock con la música folclórica me tira de espaldas. Aun reconociendo su buen hacer y calidad, su propuesta nunca me gustó.
ResponderEliminarYa, es un tipo de experimentos que suele resultar bastante arriesgado. De todos modos, en aquella época en la que estaba todo por hacer, tanto Relámpagos como Pekenikes tuvieron mucha popularidad. Aunque tal vez sea un tipo de sonidos a los que el paso del tiempo ha sentado peor.
EliminarHola Rick:
ResponderEliminarDe entrada gracias por desempolvar la sinfonola.
Pues los Relampagos, a dosis justas, que si no me hartan, para mi gusto cuanto mas viejos los discos mejor, los instrumentales me gustan cuanto peor suenan, otra perversión mia, cuando suenan muy perfectos tecnicamente me aburren.
De todas formas me van mas que los Pekenikes, que tenian un sonido mas pretencioso, aunque creo hubo grupos como los Flaps o los Continentales que sonaban bastante mejor para mi gusto.
Un saludo
Jose
Muy buenas, señor Kortozirkuito. La sinfonola siempre la desempolvo cuando me meto en monográficos de este tipo, así que no hace falta que me de las gracias: es casi una obligación. En cuanto a su teoría sobre el sonido, qué quiere que le diga: los Relámpagos y sus maestros, Johnny & The Hurricanes, sonaban muy aseados pero con un ritmo magnífico para la época.
EliminarSobre los Pekenikes, vuelvo a lo que le decía a mister Babelain: la amplitud de repertorio y de tendencias que tuvieron los Pekenikes los convirtió en un conjunto de más popularidad. Y en cuanto a los Flaps o los Continentales, aun admitiendo que tuvieron algunas piezas muy decentes, no me parecen a la altura de Relámpagos ni Pekenikes.
Los Relámpagos fue una posibilidad como otras de crear un rock propio basado en las propias tradiciones de la música nacional sin caer en el papanatismo ante lo que viene de fuera. La historia del pop rock español, siendo muchas cosas más, también es la historia de la necesidad de crear ese estilo propio y como al final ese estilo desaparece por el colonialismo cultural anglosajón. Hubo varios intentos de conseguirlo, por ejemplo en los 80 y no es casualidad que luego del declinar de la Movida todos los grupos de los 90 se pusieran de nuevo a cantar en inglés. Ahora parece que hay un relanzamiento del pop rock en español tanto por el uso del idioma como del contenido, pero musicalmente sigue habiendo cierto mimetismo hacia lo anglosajón y en especial hacia lo británico.
ResponderEliminarYa se verá como sigue la cosa.
Saludos
Pues sí, herr doktor, fue un buen intento; aunque luchaban contra el tiempo, creo yo. Al final consiguieron mantanerse en primera línea casi hasta finales de la década, pero ese tipo de sonido ya estaba pasando de moda. Y tanto ellos como los Pekenikes buscaban un estilo propio, aunque los Pekenikes eran mucho más variados.
EliminarNo sé si hay un relanzamiento del pop rock español, salvo por el idioma: musicalmente, estamos en la ruina. Aunque también es verdad que por ahí fuera no están mejor. La mediocridad es general, así que mal de muchos...
Muy buenas, señorito; sempre chego tarde:.
ResponderEliminarA mis 57 años claro que me suena -casi- todo lo que usted comenta hoy aquí, aunque ignorase detalles tan esenciales como los que menciona en esta amable entrada. Y claro que me gustaron Los Relámpagos; aunque, contaminado como estoy, “Misirlou” me recuerda hoy inevitablemente a Pulp Fiction. Que lle vou facer. Y, por supuesto, genial “Nit de llampecs”.
La desaparición del EP fue una gran pérdida.
La Alborada de Veiga, pese a traerme muy buenos recuerdos, al escucharla hoy me parece más una sardana. Realmente estoy intoxicado.
“El baile del bufón”, que efectivamente tiene trazas sicodélicas, para mí además muestra un atisbo de lo que sería la invasión celta en la música de años posteriores.
En lo de “Páginas musicales de la historia de España”, que desconocía, se ve que han escuchado otras músicas, pero con poco aprovechamiento. Así de injusto soy.
Pero no me olvido de darles las gracias por tanto que me hicieron disfrutar.
Saúde.
Muy buenas señor Pez. Y no se preocupe por llegar tarde, que en algunos ambientes incluso está bien visto. Ah, y es cierto que "Misirlou" ya va asociada para siempre a Pulp Fiction, qué le vamos a hacer. Lo de los EPs fue una pérdida mucho mayor de lo que parece, ya que también desaparecieron unos cuantos grupos que podían haber vivido decentemente con ese tipo de formato; pero su nivel no daba para un LP, y ahí cayeron.
ResponderEliminarY ya puestos con el disfrute, ahora vienen los Pekenikes, que tienen más chicha.
Vaya, yo ahora me esperaba música con orquesta de vientos y me encuentro con un grupo que de verdad me ha despertado la curiosidad y del que quiero conseguir más temas. Pero lo peor es que en su momento me perdí la primera parte sobre los Relámpagos, que me ha sorprendido muchísimo con esa rareza de tema llamado ''Los vikingos'', ¡una de mis películas preferidas desde niño! Conozco la banda sonora original perfectamente, y esa melodía inicial la hemos cantado mi primo y yo muchas veces. Y luego la del Gordo de Minnesota, de otra película que me fascina. Comprenderá que estos músicos me han caído bien de entrada. Me pierdo un poco con su periplo por las compañías discográficas, pero he seguido la historia. Los temas de esta segunda época, con ese nuevo estilo, pese a todo, me gustan más. Consiguen que 'Misirlou' suene hispánico, y esa 'Noche de relámpagos' (Nit de llampecs) es de las que más me han gustado, pues trae a la memoria tiempos muy pasados, música moderna con raíces medievales. Así que una sardana, ¿eh? Eso no se me habría ocurrido al escucharla. ''El baile del bufón'' también tiene mucha coña, con esos golpes de sonido que parecen una pelota botando en el suelo. Y ''Los bárbaros'' es la otra que más me ha gustado, junto a ''Noche de relámpagos'', aunque esa temática conceptual del álbum al que pertenece también me suena a rareza muy curiosa, tanto que que quiero escuchar el disco completo a ver si me gusta. Como diríamos ahora, usando mal la palabra, los Relámpagos eran unos ''frikis'' originales. El nivel como músicos no se lo discuto, pero además originales eran un rato... Una pena que no cuajara esto de buscar estilo y originalidad entre los grupos españoles, ya sea en instrumentales como estos o en los grupos con cantante, es lo mismo.
ResponderEliminarUn aparte: No sabía que el Zorongo gitano era una pieza de Lorca, y ahora mismo lo acabo de leer buscándolo en Internet. Yo conocía el ''Zorongo gitano'' como tema instrumental de Paco de Lucía, a quien he escuchado mucho en los últimos meses, pero pensaba que era una pieza original suya, fíjese usted. Lo que uno descubre... Ya he fichado al versión de Pekenikes.
Yo me acabo de enterar.
EliminarMuy buenas, yerno. Antes de nada, que luego me olvidaré, aquí le dejo un link sobre Lorca como compositor musical. Es una faceta menos popular de él, pero tiene su jugo:
ResponderEliminarhttp://www.coralsanjuandedios.es/sequentia/art_lorca.htm
En cuanto a los vientos, ya habrá visto el post de los Pekenikes: esos eran los que comenzaron a utilizar saxos y trompetas a todo trapo, y en cierto modo son precursores de lo que vino luego. Los Relámpagos en cambio siempre fueron un conjunto tradicional, con cuerdas, percusión y teclados. Ah, y ese sonido "de pelota botando en el suelo" es el de un arpa de boca. Le adjunto también la descripción de la página de La Fonoteca sobre dicho artilugio:
"El baile del bufón” es uno de los temas más conocidos de Los Relámpagos y su reclamo reside en el uso de un curioso instrumento: el arpa de boca o arpa del judío, que con una sola cuerda metálica de extremo libre usa la boca del intérprete como caja de resonancia y un sonido continuado “boeing tio boeing”. Recuerdo haber visto por televisión al batería del grupo, Ricardo López, dándole al artilugio. Una pegadiza melodía del órgano, una percusión alegre y un bajo juguetón hacen el resto".
Y en cuanto a lo del estilo, hay que reconocer que tuvieron poco fondo; pero al menos lo intentaron, en vez de fotocopiar a los de fuera. Y desde luego tenían una gran formación musical, que luego sirvió a Herrero y Armenteros para labrarse una larga carera como compositores para otros artistas.
Y tanto, sabía que tocaba el piano y demás, pero no que las piezas musicales que compusiera mereciesen ser escuchadas. Gracias por el artículo, lo leeré con gusto cuando vuelva, y lo mismo la música de los Pekenikes, porque no quiero escucharla deprisa y corriendo. Mañana me voy a una escapada a Cáceres de varios días, y volveré el domingo.
ResponderEliminarTampoco tenía ni idea de la existencia de ese instrumento, el arpa de boca o del judío, y veo en imágenes de Google que es algo bien pequeño. Qué curioso...
Espero que disfrutes la espacapà a Cáceres: es una provincia encantadora, sobre todo en la zona norte. Y supongo que, ya puestos, caerá una vista al monaterio de Yuste, ¿no?
ResponderEliminarEn cuanto al arpa de boca, los de mi quinta la descubrimos en las películas de vaqueros; por el medio de los tocadores de banjo o violín, aparecían a veces estos curiosos instrumentos, supongo que llevados por emigrantes judíos a América, o no. De chavales muchos tuvimos una de esas, aunque la verdad es que daban poco juego: su escala cromática es muy reducida.
Joder, "espacapá", menudo palabro me ha salido... escapada, coño.
EliminarMuy muy interesante ese breve artículo sobre las músicas de Lorca, cuyo enlace acabo de compartir en Facebook. Me ha descubierto cosas que no sabía, y temas que conocía sin saber que eran de Lorca. Un artista completo, sin duda. Como dramaturgo tiene obras que me ganaron en su momento, como poeta tiene poesías llenas de musicalidad que me gustan mucho, algunas, y otras me dicen cosas aunque no las entiendo, por su mezcla de abstracción y temas tangibles tan personal. El caso es que yo no ''compro'' una poesía si no la entiendo del todo, y por eso en ocasiones soy reticente con este artista, eso sí, grandísimo artista. ''Verde que te quiero verde...'' El romance sonámbulo me lo aprendí de memoria, enterito, por su musicalidad y dramatismo.
Eliminar''Escacapá'', jeje. No ha podido ser esta vez, porque tenía que acudir al sur, a la propia ciudad de Cáceres, para asistir de oyente a un congreso. Pero el sábado lo reservé para visitar Trujillo. El norte de la provincia es precioso, completamente de acuerdo, y precisamente tengo ganas de volver a visitar Yuste, porque estuve hace demasiados años. ¿Pero qué voy a decir? No soy imparcial con esa provincia, tengo una pequeña parte de extremeño, por mi línea materna, del norte de Cáceres precisamente.
Pues fíjese usted que yo no conocía el arpa de boca, y por lo que cuenta tiene delito. Ya me voy a fijar a partir de ahora, en pelis al menos.
Pues ya ve, la carrera de Lorca pudo muy bien haberse centrado en la música y no en la literatura: tal vez la negativa de su padre a que viajase a Paris fue el hecho que lo inclinó hacia la segunda opción. Luego ya el entender o no toda su poesía es otro asunto, pero yo ahí me dejo llevar por la musicalidad, precisamente: Aleixandre, uno de mis favoritos del 27, se centraba mucho en el surrealismo, especialmente en sus primeros años, y ya sabe usted que el surrealismo no es precisamente un estilo demasiado comprensible. Es el choque entre sustantivos y adjetivos lo que le da arte a un escrito poético en algunas ocasiones.
ResponderEliminarY siento que no se haya podido "extender" por el norte de Cáceres, pero ya tendrá tiempo. Lo mismo digo del arpa de boca, pero como ya le avisé el otro día tampoco se obsesione: tres o cuatro notas y poco más. Es únicamente el sonido lo curioso de ese instrumento.
ResponderEliminarCuriosos estos "Relámpagos" Eso si, me quedo con Pacific Gas que no lo había escuchado hasta ahora y también lo tienen por ahí.
Lo de las discográficas... ¡Que lío! Que de chanchullos ya en aquellos años.
¡Madre mía la cara de cateto musical que se me queda leyendo las entradas y comentarios! Eso si, no sabe lo que voy fardar con los colegas están mas perdidos que yo.
Hola de nuevo, mister Bubo. Sobre lo de Lorca, ya digo, es una faceta menos conocidade él pero sin embargo fue su primera afición; y se la tomó en serio, eso está claro.
EliminarAh, y no se preocupe por el "catetismo musical", porque esto en realidad viene siendo una reunión de puretas con sus batallitas. Andamos metidos en la arqueología, como ve.
Coincido contigo y con otros comentaristas en reconocer la valía de Miguel Ríos en el panorama musical de este "país" o lo que sea. Abrió camino, fue un pionero muy digno, a mi entender. Otra cosa es que me llegaran al alma sus canciones. Alguna que otra, si, como El Río, por ejemplo. Pero ya entramos en el capítulo de gustos y ya se sabe...
ResponderEliminarLo conozco desde que salió con el nombre de Mike Ríos, pero no tengo tantos datos como manejas aquí. Siempre se aprende algo y se agradece.
Me parece magnífico reivindicar a un tipo tan íntegro como Miguel Ríos.
Saludossssssssssssss