En el sector de los solistas puros -aquellos cuyo único instrumento es la voz- una de las figuras británicas más representativas es Rod Stewart, que nos acompaña desde hace tiempo. Rod es muy trabajador y en estos últimos años ha estado compaginando una discografía en solitario con otra al frente de Faces, una especie de “versión alternativa” a los Stones. Pero el pluriempleo comienza a resultarle un estorbo, ya que al parecer su fuente de ingresos con más futuro está en su propia persona: la popularidad de este “cantante de la voz de arena” ha crecido de tal modo que no solamente es una figura en la Isla sino también, y cada vez más, en los Estados Unidos, un mercado que como ustedes saben mueve mucho más dinero y es menos exigente. En 1973 se publica el último disco grande de Faces, aunque todavía seguirán en activo dos años más. Por contra este año no hay nuevo disco de Stewart, pero aprovecho la despedida de los Faces para hacerlo también con él: a fin de cuentas la discografía suya que más nos gusta ya está completada y, como Elton, cada día que pasa está más cerca de convertirse en una pop star muy por encima de los humildes presupuestos de este tugurio.
Si planteamos su éxito en términos de trabajo, profesionalidad y beneficio, hay que reconocer que se lo ha merecido. Hace diez años que comenzó en el negocio interpretando primero en los Dimensions y luego en Steampacket un repertorio clásico del catálogo soul y r’n’b además de algunas piezas pop: como ustedes saben, fue en esa época cuando se ganó el apodo totalmente lógico de “Rod el mod”. Ya por entonces alternaba su militancia en grupos con algunas actuaciones e incluso grabaciones en solitario. Su salto a la primera división tiene lugar en 1967 al ser fichado por Jeff Beck para su banda; y al abandonarla, dos años después, ya tiene delante un contrato discográfico a su nombre. Sin embargo le gusta sentirse acompañado por gente conocida, y esa es la razón principal por la que decide unirse a Quiet Melon en compañía de Ron Wood (se hicieron amigos en la banda de Beck), su hermano mayor Art y los ex-Small Faces recién abandonados por Steve Marriott. Poco después Art Wood se retira, la banda pasa a llamarse Faces y Rod alternará su presencia en ella con una carrera a título personal, pero favorecida por unos músicos de apoyo populares y fijos en las giras: los propios Faces.
Ya sé que mucha gente adora a los Faces, pero hay que reconocer que Rod no se los tomó en serio: quien realmente puso empeño en que funcionasen fue Ronnie Lane. Y este es un hecho que se demuestra repasando la contribución de uno y otro, ya que las mejores canciones de Rod Stewart están en sus discos como solista. Por otra parte, Lane tiene algunas realmente buenas pero con poco gancho; en mi opinión, su estilo cuadra más con las canciones de medio tiempo y las baladas al estilo americano que con el rock marchoso que en teoría ha de distinguir a una banda como Faces, lo cual hace que la mayoría de las más recordadas del grupo, sin ser maravillosas, pertenezcan a Stewart y Wood. Si a esto le añadimos que la voz de Stewart no tiene el tono cálido ni la producción que luce en sus discos en solitario, el resultado final resulta un poco desvaído. En algún momento del pasado, tal vez por la influencia de la Warner al reeditar su obra en CD, se le dio la vuelta a la historia real y comenzaron a surgir comentaristas ensalzando a Faces con el mismo entusiasmo con el que menospreciaban los primeros discos de Stewart. Pues bueno, allá ellos, pero las cosas fueron de otro modo: si ya esos discos vendieron mucho más que los contemporáneos de la banda, por algo sería. No olvidemos que la primera reedición en vinilo, a mediados de los años 70, lucía en una esquina de cada disco de Faces un sello recordando la participación de Rod.
Porque ese es el asunto: si tenemos a Stewart escalando una cumbre personal junto a Wood y los ex-Small Faces, la suma de nombres, la pura sinergia nos mostraría que estamos ante un supergrupo, y sin embargo nunca dieron esa impresión. Sus dos primeros discos ni siquiera llegaron al top 30; consiguen el top 5 con el tercero y el número uno con el que publican este año, pero está claro que más por la fama creciente de Stewart que por el mérito de la banda. Y a este comienzan a pesarle en exceso las obligaciones compartidas entre Faces y su carrera, no tiene tiempo para todo; ha hecho sus cálculos monetarios (el dinero le gusta tanto o más que las rubias) y comprende que le interesa fortalecer una proyección personal, así que su alejamiento de la banda es cada vez más patente. Con tanto trajín resulta casi lógico que su participación en las grabaciones del último disco sea muy esporádica, lo que obliga a Lane a sacarlo adelante con la inestimable ayuda de Glyn Johns. No hace falta decir que las relaciones están bastante deterioradas: sabiendo que a Rod ya solo le interesa el grupo por los músicos y no por su producción discográfica (y hay vídeos como el de “Maggie May” -repertorio Stewart- en el que vemos a los Faces al completo), Lane es el primero en comprender que no le importará abandonarlos en cuanto le convenga.
Con este panorama, el último disco del grupo llega a las tiendas en la primavera del 73. Se titula “Ooh la la” y, contra lo que podría esperarse, es realmente bueno: está a la altura del anterior como mínimo. No hay grandes sorpresas, y como siempre se alternan las clásicas piezas marchosas al estilo Stone como “Silicone grown”, “My fault” o “Borstal boys” (suelen ser las que componen Stewart y Wood, en ocasiones con McLagan) junto a otras de medio tiempo que por lo general son de Lane, con o sin la participación de los demás: “Flag and banners” refleja muy bien los buenos momentos de concordia entre él y Stewart, pero hay algunas completamente suyas como la encantadora “Just another honky” o “Glad and sorry”, otra preciosidad. Ah, y la que cierra el disco y le da título, compuesta a medias entre él y Wood: al señorito Stewart le pareció que no iba en su tono, y al final fue el propio Wood quien hubo de cantarla con muy buenos resultados, ya que se convirtió en una clásica de la banda. Es curiosa la distribución de las canciones en el disco, ya que la cara A muestra una clara prevalencia del trío compositor formado por Stewart, Wood y McLagan, mientras que en la B el peso lo lleva mayoritariamente Lane. El comportamiento de Rod fue bastante rastrero: no contento con haberse escaqueado durante casi toda la grabación, luego se dedicó a echar mala baba diciendo que el disco era un churro y que -otra vez- la mayoría de las canciones no estaban pensadas para su tono. Entonces, amigo Rod… ¿por qué no frecuentaste más el estudio, eh? Y sin embargo, por unas cosas o por otras, este es el único número uno en la carrera de los Faces. Tal vez sea eso lo que le fastidia.
Ronnie Lane, harto ya de hacerse mala sangre con una situación enloquecida, se marchó dos meses después para seguir una carrera discreta al frente de su Slim Chance; fue sustituido por Tetsu, que venía de Free. A mí me resulta asombroso que Faces durasen otros dos años más, que soportasen aquella larga agonía. Ron Wood, muy previsor, comenzó a alternar su trabajo en el grupo con la presencia en los Stones en la primavera del 75, hasta que por fin consiguió el empleo fijo a finales de ese año, justo cuando Stewart anuncia la disolución definitiva. Desde el último disco grande hasta ese momento, solo grabaron un single de título muy largo y buenas ventas… y un directo que pasó casi desapercibido. En cuanto a Kenney Jones, ya saben ustedes que sustituyó al fallecido Keith Moon en los Who, mientras que McLagan acompañó a los Stones en algunas giras y grabaciones, además de crear su propia banda. Y esto es todo.
Ah sí, Stewart. Bueno, pues también lo saben ustedes: por algo decide mantener a los Faces hasta finales del 75, ya que es entonces cuando también decide abandonar las brumas y los impuestos británicos para disfrutar de las plácidas, soleadas y menos gravosas amplitudes californianas. Un título como “Atlantic crossing”, con aquella portada, lo dice todo.
Si planteamos su éxito en términos de trabajo, profesionalidad y beneficio, hay que reconocer que se lo ha merecido. Hace diez años que comenzó en el negocio interpretando primero en los Dimensions y luego en Steampacket un repertorio clásico del catálogo soul y r’n’b además de algunas piezas pop: como ustedes saben, fue en esa época cuando se ganó el apodo totalmente lógico de “Rod el mod”. Ya por entonces alternaba su militancia en grupos con algunas actuaciones e incluso grabaciones en solitario. Su salto a la primera división tiene lugar en 1967 al ser fichado por Jeff Beck para su banda; y al abandonarla, dos años después, ya tiene delante un contrato discográfico a su nombre. Sin embargo le gusta sentirse acompañado por gente conocida, y esa es la razón principal por la que decide unirse a Quiet Melon en compañía de Ron Wood (se hicieron amigos en la banda de Beck), su hermano mayor Art y los ex-Small Faces recién abandonados por Steve Marriott. Poco después Art Wood se retira, la banda pasa a llamarse Faces y Rod alternará su presencia en ella con una carrera a título personal, pero favorecida por unos músicos de apoyo populares y fijos en las giras: los propios Faces.
Ya sé que mucha gente adora a los Faces, pero hay que reconocer que Rod no se los tomó en serio: quien realmente puso empeño en que funcionasen fue Ronnie Lane. Y este es un hecho que se demuestra repasando la contribución de uno y otro, ya que las mejores canciones de Rod Stewart están en sus discos como solista. Por otra parte, Lane tiene algunas realmente buenas pero con poco gancho; en mi opinión, su estilo cuadra más con las canciones de medio tiempo y las baladas al estilo americano que con el rock marchoso que en teoría ha de distinguir a una banda como Faces, lo cual hace que la mayoría de las más recordadas del grupo, sin ser maravillosas, pertenezcan a Stewart y Wood. Si a esto le añadimos que la voz de Stewart no tiene el tono cálido ni la producción que luce en sus discos en solitario, el resultado final resulta un poco desvaído. En algún momento del pasado, tal vez por la influencia de la Warner al reeditar su obra en CD, se le dio la vuelta a la historia real y comenzaron a surgir comentaristas ensalzando a Faces con el mismo entusiasmo con el que menospreciaban los primeros discos de Stewart. Pues bueno, allá ellos, pero las cosas fueron de otro modo: si ya esos discos vendieron mucho más que los contemporáneos de la banda, por algo sería. No olvidemos que la primera reedición en vinilo, a mediados de los años 70, lucía en una esquina de cada disco de Faces un sello recordando la participación de Rod.
Porque ese es el asunto: si tenemos a Stewart escalando una cumbre personal junto a Wood y los ex-Small Faces, la suma de nombres, la pura sinergia nos mostraría que estamos ante un supergrupo, y sin embargo nunca dieron esa impresión. Sus dos primeros discos ni siquiera llegaron al top 30; consiguen el top 5 con el tercero y el número uno con el que publican este año, pero está claro que más por la fama creciente de Stewart que por el mérito de la banda. Y a este comienzan a pesarle en exceso las obligaciones compartidas entre Faces y su carrera, no tiene tiempo para todo; ha hecho sus cálculos monetarios (el dinero le gusta tanto o más que las rubias) y comprende que le interesa fortalecer una proyección personal, así que su alejamiento de la banda es cada vez más patente. Con tanto trajín resulta casi lógico que su participación en las grabaciones del último disco sea muy esporádica, lo que obliga a Lane a sacarlo adelante con la inestimable ayuda de Glyn Johns. No hace falta decir que las relaciones están bastante deterioradas: sabiendo que a Rod ya solo le interesa el grupo por los músicos y no por su producción discográfica (y hay vídeos como el de “Maggie May” -repertorio Stewart- en el que vemos a los Faces al completo), Lane es el primero en comprender que no le importará abandonarlos en cuanto le convenga.
Con este panorama, el último disco del grupo llega a las tiendas en la primavera del 73. Se titula “Ooh la la” y, contra lo que podría esperarse, es realmente bueno: está a la altura del anterior como mínimo. No hay grandes sorpresas, y como siempre se alternan las clásicas piezas marchosas al estilo Stone como “Silicone grown”, “My fault” o “Borstal boys” (suelen ser las que componen Stewart y Wood, en ocasiones con McLagan) junto a otras de medio tiempo que por lo general son de Lane, con o sin la participación de los demás: “Flag and banners” refleja muy bien los buenos momentos de concordia entre él y Stewart, pero hay algunas completamente suyas como la encantadora “Just another honky” o “Glad and sorry”, otra preciosidad. Ah, y la que cierra el disco y le da título, compuesta a medias entre él y Wood: al señorito Stewart le pareció que no iba en su tono, y al final fue el propio Wood quien hubo de cantarla con muy buenos resultados, ya que se convirtió en una clásica de la banda. Es curiosa la distribución de las canciones en el disco, ya que la cara A muestra una clara prevalencia del trío compositor formado por Stewart, Wood y McLagan, mientras que en la B el peso lo lleva mayoritariamente Lane. El comportamiento de Rod fue bastante rastrero: no contento con haberse escaqueado durante casi toda la grabación, luego se dedicó a echar mala baba diciendo que el disco era un churro y que -otra vez- la mayoría de las canciones no estaban pensadas para su tono. Entonces, amigo Rod… ¿por qué no frecuentaste más el estudio, eh? Y sin embargo, por unas cosas o por otras, este es el único número uno en la carrera de los Faces. Tal vez sea eso lo que le fastidia.
Ronnie Lane, harto ya de hacerse mala sangre con una situación enloquecida, se marchó dos meses después para seguir una carrera discreta al frente de su Slim Chance; fue sustituido por Tetsu, que venía de Free. A mí me resulta asombroso que Faces durasen otros dos años más, que soportasen aquella larga agonía. Ron Wood, muy previsor, comenzó a alternar su trabajo en el grupo con la presencia en los Stones en la primavera del 75, hasta que por fin consiguió el empleo fijo a finales de ese año, justo cuando Stewart anuncia la disolución definitiva. Desde el último disco grande hasta ese momento, solo grabaron un single de título muy largo y buenas ventas… y un directo que pasó casi desapercibido. En cuanto a Kenney Jones, ya saben ustedes que sustituyó al fallecido Keith Moon en los Who, mientras que McLagan acompañó a los Stones en algunas giras y grabaciones, además de crear su propia banda. Y esto es todo.
Ah sí, Stewart. Bueno, pues también lo saben ustedes: por algo decide mantener a los Faces hasta finales del 75, ya que es entonces cuando también decide abandonar las brumas y los impuestos británicos para disfrutar de las plácidas, soleadas y menos gravosas amplitudes californianas. Un título como “Atlantic crossing”, con aquella portada, lo dice todo.
Pues yo que solo conozcía la etapa soleada del rubio de bote este me sorprendo de escuchar un disco como el que hoy propones, además de los de años anteriores (el de Every picture tells a stoty que descubrí por aquí me encanta)Así que aquí es donde comienza su cuesta abajo (musical, no financiera)
ResponderEliminarLos primeros años de Rod en este negocio fueron magníficos, mister Chafardero, y no solo por su privilegiada voz: su exquisito gusto eligiendo o componiendo el repertorio son notables. Luego ya la cosa fue convirtiéndose en una inversión, y Rod es muy avaricioso. Lástima, porque podría hacerme millonario igual -aunque un poco menos- si tuviese un poco de respeto por sí mismo.
EliminarExcelente entrada. Soy muy seguidor de SF y de Faces también, aunque estos últimos llegaron a mi colección algo más tarde que los primeros. No se quien dijo de Rod que fue "una de las mayores traiciones hechas al rock´n´roll" y, bueno, parte de razón no le faltaba. Me gustaría encontrar en algún sitio algo de Steampacket, aunque creo que no hicieron muchas grabaciones, igual alguna recopilación por ahí.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
Gracias, don Javier. Rod es una traición, sí, aunque no es el único: en el negocio del rock, hay unos cuantos. Y sobre el asunto de Steampacket, la cosa es sencilla: aunque no pudieron hacer grabaciones oficiales porque tanto Stewart como Brian Auger y Julie Driscoll estaban obligados por contratos personales, hay unas cintas que grabó Giorgio Gomelski para presentar a la banda en el circuito de colegios americano y que se han editado varias veces tanto en vinilo como en CD con el título genérico de "The Steampacket: the first supergroup". He ido a echar un vistazo y veo que lo tiene el blog "Stuck in the past", de entre los preferidos de mi columna izquierda. Helo aquí:
Eliminarhttp://stuckinthepast08.blogspot.com.es/2013/06/the-steampacket-first-supergroup-1965.html
Que aproveche.
Hola Rick:
ResponderEliminarPues acabo de refrescar este disco, que hacía tiempo no escuchaba, y realmente suena muy bien. Me reafirmo en lo que dice Javier sobre lo de "una de las mayores traiciones hechas al rock´n´roll", Rod Stewart fué uno de mis idolos juveniles y su "Every Picture..." todavía hoy sería uno de mis discos de isla.
Los Faces siempre me han gustado, mantienen un buen nivel general y de vez en cuando hacen algún temazo, con esta mezcla Stones-Stewart.
Creo que hasta este disco de Faces llego su decente carrera, a partir de aquí y con poquísimas excepciones vomitivo.
Saludos
Jose
Es de lo mejorcito que sacaron los Faces, sí. Y tiene mayor mérito viendo en qué situación estaban, con Lane a punto de reventar. En cuanto a Rod, sus primeros discos eran maravillosos, pero luego...
EliminarTambién yo soy fan de Small Faces, como bien sabes. He disfrutado muchas de sus canciones en aquellos tiempos felices. El sonido Faces también me gusta; esos músicos juntos hacen una música potente y consiguen un sonido, a mi entender, más que bueno. Me parece que les faltaron grandes canciones. Supongo que algunas se las guardó Rod Steward para sus disco. Y parece mentira que un músico que ha parido un disco como "Every picture tells a stoty", decida cambiar el rumbo de esa forma tan... bueno, para qué seguir. Ya se ha comentado aquí.
ResponderEliminarNo se te pierde detalle, Rick. Estos post se podrían editar en papel como una enciclopedia amena y detallada de la música de nuestros tiempos.
Saludosssssssssssss
Bueno, los Small Faces eran otra cosa. Hay que tener en cuenta que allí estaba Steve Marriott, que tenía un temperamento y un estilo muy distinto al de Rod. Allí Lane tenía tanta importancia como luego en Faces, pero trabajaba con mucha más libertad. Para mí son de lo mejorcito de aquella época, mientras que Faces son simplemente un buen grupo. Sin más. En cuanto a Rod, ya ves: poderoso caballero es don Dinero. Y gracias por las alabanzas, pero no es para tanto: cada loco con su tema, simplemente.
EliminarNunca olvidaré cuando me regalaron el Oh la la. Me dijó mi amigo (quince años mayor que yo): Tú harás mejor uso que yo de estas maravillas y primeras ediciones. Allí estaba el Some girls de los Stones. Este es mi preferido de los Faces. Saludos.
ResponderEliminarMenudos amigos tienes, ¿eh? Eso es un regalo como dios manda, y lo demás son coñas. En cuanto a si es el mejor o no, la cosa está muy reñida entre este y el anterior. Yo creo que tienen un nivel muy parecido.
EliminarCon todos los dislates que padecieron aun así plasmaron una obra acertada . Glad and Sorry me parece suprema que me dieron ganas de buscarla y pinchar en esta tarde veraniega entre cervezas .
ResponderEliminarUn abrazo
Pues sí, la verdad es que tiene su mérito hacer un disco as´ñi con la que estaba cayendo. El mérito es de Ronnie Lane: su manera de componer gustará más o menos, pero era un tipo serio.
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