Es indudable que en estos años de transición entre décadas el mayor protagonismo fue para Barcelona, y que en general el llamado “rock catalán” constituía la mayor parte de la vanguardia nacional. Sin embargo hay otros puntos del país donde también comienza a surgir una conciencia underground claramente alejada de las propuestas masivas tradicionales. Y Andalucía, aunque más lentamente, comienza a ser una buena alternativa: si los catalanes tienen la proximidad de Europa los andaluces tienen la presencia de las bases yanquis de Morón y Rota, el cercano bullicio internacional de Tánger y un continuo trasiego de guiris de muchos pelajes. Así que, poco a poco, comienzan a oírse algunos nombres que con el tiempo serán tan respetados como los catalanes. Y por supuesto, el primero de todos es el de Smash: los padres del rock andaluz, nada menos. Hay algunos grupillos que comenzaron un poco antes (Nuevos Tiempos o Gong), pero su proyección resulta minúscula en comparación con ellos.
En el mundo de la música yeyé de finales de los 60, y del mismo modo que Cataluña es en esencia Barcelona, Andalucía es Sevilla: además de ser la “capital” tiene la base de Morón a poco más de sesenta kilómetros, y muchos soldados yanquis tienen una vivienda en la ciudad; lo cual significa que, como pasa con los yeyés madrileños y Torrejón, se hacen amistades y hay trasiego de material ratonero. Ya en los primeros años de aquella década había un buen ambiente allí, aunque por entonces los escasos grupos que llegaron a ser conocidos a escala nacional no eran muy diferentes de los madrileños o los catalanes: rock and roll, beat y pop. Pero, en una zona donde el acceso a ciertas sustancias es relativamente fácil, la llegada de la psicodelia no puede presagiar nada bueno, y pronto surgen algunos personajes que transitan entre dos o tres estilos. En ese ambiente se mueve el guitarrista Gualberto García, que en 1967 vuelve de la mili pero antes ya había militado en los Murciélagos, un grupo a medio camino entre beat y rockero que llegó a publicar un Ep (bastante malo, por cierto). Gualberto vive en el barrio de Santa Clara, lugar de residencia de la mayoría de los soldados yanquis de Morón, lo cual ya le da una facilidad de acceso a algunos discos que en España ni se sospechan; pero además resulta que esos discos también están sonando en el pub de otro personaje que con el tiempo se hará referencia inevitable en la historia del rock andaluz: Gonzalo García-Pelayo, que además de regentar el club “Dom Gonzalo” hace de manager y productor a ratos libres.
Gonzalo promociona por entonces a Gong, un grupo en el que militan algunos ex-Murciélagos y que fusionan el rock o el blues con el flamenco (aunque su carrera discográfica será de solo dos singles); Gualberto, que se reúne frecuentemente con ellos, tiene planes para desarrollar un estilo un poco más evolucionado, más abierto aún, pero no consigue interesarlos. Estamos en 1968, y en esa época circula por Sevilla otro grupillo llamado Foreign Daft que actúa por los clubs y cuyo repertorio se aproxima mucho a sus gustos; ahí militan el bajista Julio Matito y el batería Antonio Rodríguez, que abandonan a los Daft, se asocian con Gualberto y crean el trío Smash (una idea de Gonzalo, aunque el nombre será registrado por Gualberto). Gonzalo, que acaba de tener una bronca importante con los Gong, se desentiende de ellos -aunque volverá a trabajar con una nueva formación tiempo después- y ofrece al nuevo trío su instrumental, que aumentará pagándolo de su propio bolsillo. Consiguen algunas actuaciones, pero el grupo vive entre el fumeteo y la anarquía y no se asienta hasta mediados de 1969, tras un viaje de Gualberto a Estados Unidos; aunque mientras tanto, con el ex Gong Mané a la guitara, participan a finales del verano en el Festival de Grupos en Algeciras y conocen a Henrik Liebgott -a.k.a. Michael-, un hippy danés enamorado de la música y el ambiente españoles, que toca la guitarra y otros instrumentos y que milita en un grupo rival: los Solos. Curiosamente, Smash ganan el festival y los Solos quedan segundos. Poco después Henrik cambia de bando y vuelve Gualberto: Smash ya es un cuarteto.
Antes de que termine 1969 el grupo es detectado por Ángel Fábregas, el héroe barcelonés de Diabolo/4Vents a quien tanto debe la escena underground catalana y que como vemos también está al día sobre las novedades en otros sitios. En ese sello graba Smash su primer single: “Scouting / Sonetto”, dos perlas del rock progresivo español con mixturas muy personales (en la primera con una exhibición de violín a cargo de Henrik), pero que por desgracia pasan casi inadvertidas por la ya conocida incapacidad económica del sello para afrontar una buena campaña de promoción. Gonzalo consigue interesar a Philips y en 1970 ya están preparando su primer LP, mientras 4 Vents lanza el segundo y último single con ellos: la cara A es de nuevo “Souting”; pero en la B tenemos “Ensayo nº1¨, otra exhibición que a mí me recuerda el sonido de las primeras bandas de krautrock al estilo Amon Düül II y similares. Pronto llegan otras dos canciones grabadas también en 4Vents pero que aparecerán en su primer single con Philips: “I left you / One hopeless whisper”, de nuevo una pareja de piezas brilantes; poco después el segundo, “Decision / Look at the rainbow”, y en esta última canción escuchamos a Gualberto ofreciéndonos una demostración de lo que ha aprendido en estos últimos meses con su nuevo instrumento: el sitar, que le impresionó en su viaje a Estados Unidos, escuchándolo en las manos de Ravi Shankar en pleno Woodstock (esa impresión es compartida por Henrik, otro aficionado a los instrumentos exóticos). Así que estamos ante un total de siete canciones tremendas, que aún sorprenden hoy en día y que hacen presagiar un Lp fantástico, que saldrá en otoño. Pero de momento lo dejaremos aquí, porque este grupo y su historia merecen ser tratados con un poco de detenimiento; o es que yo soy un plasta, que también. Eso sí, para ir abriendo boca aquí les dejo esas siete canciones tremendas. Y la semana que viene, seguimos.
Ah, por cierto… Smash no fueron únicamente la brillante banda de rock underground que dignificó a ese estilo en España, sino también, en el ánimo de Julio Matito, la ejemplificación de toda una corriente de pensamiento, una filosofía que él resume de modo magistral en el legendario “Manifiesto de lo borde”, que por supuesto -no faltaba más- un servidor transcribe aquí para que las nuevas generaciones aprendan y los puretas echen el moco al recordarlo.
MANIFIESTO DE LO BORDE
Cosmogonía de la estética de lo borde:
- Hombres de las praderas (Dylan, Hendrix, Jagger…)
- Hombres de las montañas (Manson, Hitler…)
- Hombres de las cuevas lúgubres (funcionarios)
- Hombres de las cuevas suntuosas (presidentes de consejos de administración, grandes mercaderes)
Los hombres de las praderas son los únicos que están en el rollo y que han salido del huevo. Sus carnets de identidad son sus caritas.
Los hombres de las montañas se enrollan por el palo de la violencia y la marcha física.
Los hombres de las cuevas lúgubres se enrollan por el palo del dogma y te suelen dar la vara chunga.
Los hombres de las cuevas suntuosas se enrollan por el palo del dinero y del roneo.
– No se puede hacer música en las cuevas del infortunio; hay que abrirse hacia las praderas.
– Las relaciones hombre de las praderas-mercader de las cuevas suntuosas son siempre de sado-masoquismo.
– Sólo se puede vivir tortilleando.
I. No se trata de hacer “flamenco-pop” ni “blues aflamencado”, sino de corromperse por derecho.
II. Sólo puede uno corromperse por el palo de la belleza.
III. Imagínate a Bob Dylan en un cuarto, con una botella de Tío Pepe; Diego el del Gastor a la guitarra, y la Fernanda y la Bernarda de Utrera haciendo el compás, y dile:
– Canta ahora tus canciones.
¿Qué le entraría a Dylan por ese cuerpecito? Pues lo mismo que a Manuel (Molina) cuando empieza a cantar por bulerías con sonido eléctrico:
Aunque digan lo contrario,
yo sé bien que esto es la guerra.
Puñalaítas de muerte
me darían si pudieran.
Smash, para mí, están entre lo mejorcito que se ha hecho musicalmente por estas tierras. Los vi un par de veces, y las dos en condiciones extrañas. La primera fue en una especie de salón de baile en las afueras de Madrid (no recuerdo el barrio) pero era una sala donde se reunían a bailar los jueves las empleadas de hogar(libraban ese día) con sus novios, casi todos eran jóvenes haciendo la mili. Nos presentamos allí con nuestras pintas "underground" total, y para colmo, cuando salió el grupo, con esas pintas (parecidas a las nuestras) en un escenario pequeñísimo, una tarima de unos pocos centímetros sobre el suelo, y empezaron a tocar "aquello", se armó la de dios es cristo, con nosotros pegados al escenario, "cargadillos", flipando.
ResponderEliminarLa segunda fue en el Parque de Atracciones, con ¡Torrebruno! de presentador. Recuerdo que hubo un follón tremendo porque había un tiempo establecido para cada actuación y al final les cortaron la electricidad cuando estaban "enchufadísimos". También recuerdo que sonaron muy bien para aquella época. Dos momento para recordar.
Conocía el Manifiesto de lo Borde. Buen repaso, para comenzar; y de plasta, nada. Es un placer leerte, con esos detalles que se nos escapan, pero que a ti no.
Me he bajado el regalito por tenerlo digitalizado, pero tengo el doble CD "Todas sus grabaciones" de Rama Lama. Para que se vea bien que soy un fan descarao de Smash.
Saludossssssssss
Pues esa segunda actuación que presenciaste, la que presentaba el inefable Torrebruno, ha pasado a la leyenda del grupo, ya que la cita Gonzalo García Pelayo en su historia, francamente cabreado por la discusión con el otro. Dios mío, qué tiempos.
EliminarY sí, con la obra de Smash ha habido suerte. No es difícil pillarla... de momento.
Uf, menudo disco nos has puesto. Creo que la mejor forma de acceder a él es ir bien colocado, y como no tengo ninguna sustancia a mano para ello, su escucha se me ha hecho cuesta arriba. Lo del sitar ha sido ya de aurora boreal, debería haber una ley que prohibiera ese cacharro.
ResponderEliminarAl menos el manifiesto borde tiene su guasa, y la coplita de Molina muy buena
Pues bien que siento que no te hayan interesado estas canciocillas, Chafardero. Smash fueron un grupo realmente grande, auqnue durasen poco. Pero en fin, cada uno tiene sus gustos. Y por lo menos te ha hecho gracia el Manifiesto, porque realmente la tiene.
EliminarHola Rick:
ResponderEliminarEste blog es como una clase de repaso, recuerdo estos temas nebulosamente, y después de oirlos un par de veces, no acabo de tener claro mi opinión, a veces me encantan y otras me aburren. Aunque en general Smash es uno de los grupos españoles fundamentales y su influencia es innegable, tengo por ahí el single del "garrotín" y el Lp "glorieta de los lotos", que en sus tiempos me encantaba, pero bueno, ya lo repasaré cuando le llegue el turno.
Saludos
Jose
Bueno, puede considerarse como una clase de repaso para los veteranos y una "asignatura" para los jóvenes, pero de todos modos la ventaja es que es una clase voluntaria y sobre todo no hay exámenes. En cuanto a Smash yo pensaba que era uno de tus grupos españoles favoritos, pero te veo un poco tibio. Tal vez con la segunda parte mejore un poco la cosa.
EliminarSaludos mil.