martes, 22 de noviembre de 2016

1974/75 (X)

Por fin llegamos a la transición entre el viejo mundo y el nuevo: David Bowie. El suyo es un caso muy poco frecuente y comparable al de los Beatles, ya que como ellos consigue la rara hazaña de ser una verdadera estrella y seguir ofreciendo calidad; más aún, pura vanguardia. Es consciente de la decadencia del glam, el estilo que él lanzó a la fama junto a Marc Bolan; pero mientras Bolan es un genio menor sin capacidad para superar esa decadencia, Bowie ya está perfilando una nueva metamorfosis. Y por supuesto sabe que la crisis es general, que no solo afecta al glam, sino que la Isla se ha quedado sin recursos creativos. Por lo tanto ha de seguir explorando sus futuras posibilidades en los States, donde ya casi pasa más tiempo que en su país natal. Uno de los géneros que comienzan a destacar al otro lado del Atlántico, especialmente en la costa Este, es el funk; se trata de una evolución del soul/r'n'b con unos ritmos muy marcados, contundentes, que ya estaban ensayando algunos visionarios como James Brown a finales de la década anterior y que ahora comienzan a generalizarse en los clubs de las grandes ciudades. Y nuestro amigo, como siempre, toma nota. 


El resultado es “Diamond dogs”, que se publica a finales de Mayo del 74 con ese espíritu de transición del que hablaba al principio, ya que es una mezcla de casi todas las corrientes en las que navega Bowie por entonces. Ya no le siguen las Arañas de Marte, sino una selección de músicos en la que él mismo resulta decisivo: hace la mayor parte de las guitarras -sorprendentemente bien, además- y los saxos, además de que su voz está adquiriendo más matices. Hay evidentes influencias de los Stones (lo de “Rebel rebel” es un descaro), tonos apocalípticos casi orquestados como el arranque con “Future legend”/”Diamond dogs”, la vuelta al cabaret decadente pero con fogonazos futuristas en ese espléndido juego que es “Sweet thing/Candidate/Sweet thing(reprise)”, y en la cara B (que en conjunto se basa en la distopía del 1984 de Orwell) hay un recuerdo a las baladas glam simbolizadas en “Rock’n’roll with me”; el tono de Isaac Hayes surge en -precisamente- “1984”, seguida por la magnífica “Big Brother”, una de los momentos más puramente Bowie, tanto como el fundido rockero y humorístico de la Familia Esqueleto, con la que se cierra el disco. La intención inicial había sido la de poner en marcha una obra de teatro sobre el libro de Orwell, pero al parecer sus herederos no la autorizaron: la cara B es, más o menos, lo que quedó del planteamiento musical que había hecho para esa obra. Al principio la evolución que se muestra en este disco nos despistó un poco, pero con el tiempo creo que se ha convertido en una de sus obras más interesantes. 

Más tarde o más temprano tenía que aparecer un directo, y por fin lo vemos en otoño del 74 con el clásico “live” a continuación de su nombre; es un doble grabado durante la gira americana en el verano de ese año. Por entonces la grabación en esas condiciones solía perjudicar el sonido de los grupos con sección de viento, y un músico tan obseso del perfeccionismo como él forzosamente tenía que recurrir a los arreglos posteriores de estudio (o sea, que la grabación está muy maquillada con overdubs). Se trata de una época decisiva en su carrera, por lo cual es lógico ese cuidado; menos lógico resulta que esté grabando las actuaciones sin el conocimiento de la banda, que acaba enterándose y se planta hasta que negocia con ellos una compensación económica. Por otra parte se encuentra en uno de sus mejores momentos creativos, pero su ya preocupante adicción a la cocaína y otras substancias en medio de un ritmo de trabajo agotador le pasan factura a su voz, que suena un poco apagada. Y aun así, con todas las objeciones que se le quieran añadir, este disco tiene su importancia: estamos ante lo que el propio Bowie definió como “la muerte definitiva de Ziggy”, una selección de grandes canciones de su época glam junto a otras pertenecientes a “Diamond dogs” (el nombre oficial de la gira, por cierto) y algunas sorpresas como la versión del “Knock on wood” de Eddie Floyd o -ya era hora- la legendaria “All the young dudes” que había entregado a Ian Hunter para resucitar a los Hoople. También es legendaria la plantilla de músicos que lo acompañan, así como la cantidad de palos que recibió de la prensa musical, que se cargó el disco sin miramientos (“Si me llegan a hacer esas críticas a mí, no habría vuelto a grabar nunca más”, dice Jagger, que no es precisamente el más indicado para decir eso). Según la leyenda, el propio Bowie, apesadumbrado, ni siquiera llegó a escucharlo una sola vez. Y por supuesto, fue disco de oro. Es muy frecuente que la crítica vaya por un lado y la afición por otro, así que quien no lo conozca… que decida.

Antes de que aquella gira termine, Bowie ya está buscando tiempo para trabajar en su nuevo disco. La mayor parte del material se graba entre Filadelfia y Nueva York, y el resultado llega a las tiendas en la primavera de 1975 con el título de “Young americans”. Recordarán ustedes que por entonces el llamado “Sonido Filadelfia” estaba arrasando en las pistas de baile (los MFSB y compañía, por ejemplo), y recluta músicos de esa onda para conseguir un sonido lo más veraz posible. Es entonces cuando consigue el fichaje del guitarrista Carlos Alomar, que con solo 19 años había formado parte de la banda de James Brown y que en esa época es músico de sesión en la RCA. Carlos ya había participado en algunas grabaciones con Bowie, pero ahora pasará a formar parte de su grupo más cercano convirtiéndose en una especie de “nuevo Mick Ronson”; con mucha más proyección, ya que estará a su lado durante la grabación de al menos una docena de discos (entre idas y vueltas hay una relación musical de casi treinta años). Para los fans de toda la vida, la sensación es agridulce: quienes no disfruten de los estilos soul/funky/r’n’b con tonos orquestales difícilmente podrán entusiasmarse, pero hay canciones muy bien construidas. A mí me gusta la que da título al disco, o ese bonito juego rítmico con coros que tiene “Fascination”, o esa balada intemporal de funky lento que es “Right”; tal vez la cara B es un poco caótica, con esa extraña versión de “Across the universe” aunque participe Lennon (no me gusta Bowie haciendo versiones), pero el cierre nos presenta uno de sus singles más recordados para bien y para mal: “Fame”, una pieza funky que me recuerda a James Brown y que fue un tremendo éxito de ventas. Las críticas mejoraron un poco, y a pesar de la división de opiniones entre los aficionados estamos ante otro disco de oro. 

Pero Bowie no descansa, y ya está maquinando otro cambio de estrategia: dentro de poco esa delgadez extrema, casi enfermiza, será la efigie del Duque Blanco. Ya iremos viendo. 


12 comentarios:

  1. Como bien apuntas, qué olfato tenía el hombre. Rápido gira hacia la música negra en vez de enrocarse en el glam y demás. No conocía el Live, y por una vez este formato no acaba con la carrera de un músico. De los discos que reseñas conozco temas puntuales, y creo que en tiempos rodó por casa el Diamond dogs. Pues eso, un lujazo.

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    1. Por algo le llamaban el camaleón, le queda como anillo al dedo. En cuando a sus directos, la verdad es que ninguno me acaba de convencer; sus discos en estudio llevan mucho arreglo, y eso es difícil de trasladar al directo.

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  2. Unos discos casi desconocidos par mi, salvo algún tema suelto como Rebel Rebel ó Fame que fueron grandes éxitos en su momento.
    He vencido la pereza y he hecho el esfuerzo de darles un repaso en youtube por curiosidad y esperando encontrar alguna sorpresa que me hubiese perdido en su momento, pero la verdad es que me he quedado bastante frío e indiferente. Quitando algun momento brillante el resto me ha costado de digerir. No conocía la versión de "A cross the universe" y me he llevado una decepción al escucharla, debe ser por que me siento celoso cada vez que me tocan a mis beatles del alma.
    En fin, cosas mías.

    Saludos.
    Antoni.

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    1. No fue su época más popular en España, tal vez porque los fans de aquí (que aún no eran muchos) procedían en su gran mayoría del rock puro, y los estilos funky no les iban mucho. En cuanto a "Across the universe", estamos de acuerdo; en mi caso no es porque "se atreva" con los Beatles, sino porque en general Bowie no me parece brillante haciendo versiones.

      Saludos mil.

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  3. De los discos mencionados mi favorito es el "Live" (lo "heredé" de un hermano menor bastante despistado entonces). Un vivo pleno de poder, brillante. Un Bowie elegante y confiado. El "Diamond Dogs" me parece en general un trabajo muy digno de Bowie, como apuntas, transición del glam hacia nuevos tiempos, su último disco inglés. "Young Americans" me suena (me sonaba más bien, hace tiempo que no escucho sus discos...) bien, pero poco más. Una apuesta americana la de Bowie que no me desbancó para nada del sonido clásico de Filadelfia que escuchaba desde hacía poco tiempo (Billy Paul o Harold Melvin & The Blue Notes), o del de Hayes, Gaye o Barry White. De hecho, la etapa americana de Bowie no me dice tanto como la berlinesa. Pero, en fín, no quiero adelantar posibles futuras opiniones.
    Saludos,
    JdG

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    1. Yo creo que a partir de esta época se fraccionan bastante las opiniones sobre Bowie, del mismo modo que se fraccionan los estilos y las tendencias: los hay que prefieren la etapa berlinesa del mismo modo que los hay que prefieren esta época entre sonido Filadelfia y funky. El rock, que era un estilo digamos unitario, para a ser simplemente una opción más a partir de mediados de la década.

      Saludos mil,

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  4. Tengo bastantes discos de Bowie en discos duros, pero el Live, no. Admiro a Bowie por ser un músico que abre caminos y coore riesgos. Un "artista" de la música. Aunque yo no soy muy de Bowie, si que me gustan muchas de sus canciones. En Diamon Dogs, con esta nueva escucha he "redescubierto" "Candidate" y como dices, Bowie se desenvuelve muy bien con las guitarras (no tanto con el saxo) Muy en la onda Lou Reed en este disco. O al revés. Bueno y la conocida Rebel Rebel, que no por ser conocida y con admiración por los R.- Stones, no deja de ser una buena canción, para mí.

    Y en Young American, la canción del mismo título es una de mis preferidas (y de Mavi). Repasando el disco sigo destacando Fame, aunque sea archiconocida(Carlos Alomar a la guitarra es mucho).

    A por la próxima entrega.

    Saludosssssssss

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    1. Ya digo que el "Live" tal vez no sea una joya, pero tiene su interés. También a mí a partir de esta época me comienzan a gustar canciones sueltas más que discos completos, supongo que por el tipo de opciones que va eligiendo: el funky o luego el sonido "berlinés" son estilos que no me llenan tanto como la new wave o las bandas post punk, que en general me suenan más frescas. Pero ya sabes, en cuestión de gustos...

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  5. Me gusta Bowie, pero realmente no sé por qué. Tal vez por transgresor, o por el morro que le echaba a la vida. Como siempre, soy de canciones más que de álbumes, y de esta época casi no me gusta ninguna.

    Saúde.

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    1. La mezcla entre transgresión y morro es muy saludable, mister Cóngrio; de hecho, son primos hermanos. Pero esa mezcla no funcionaría si además no hubiese una dosis de genio. Y trabajo, mucho más trabajo de lo que se ve a primera vista. Luego ya que nos gusten unas épocas más que otras es lógico: cada uno es como es.

      Besos.

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  6. Hola Rick:
    Siempre he sido admirador de Bowie y sobre todo de su faceta camaleónica, cada cambio ha sido una sorpresa y para bien, recuerdo cuando salió el Young Americans que fué toda una sorpresa, pues fué un cambio arriesgado.
    El Diamond dogs, me gusta también bastante, y el Live como curiosidad en mi época hippie-roadrunner me lo compré por que era muy barato y lu tuve en mi macuto dando vueltas y vueltas por toda España, y curiosamente es el que menos he escuchado.
    Bueno, creo que Bowie es un "Ours of Cathegory", y lo ha demostrado durante toda su vida.
    Saludos
    Jose

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    1. Ya conocía de tu afición por Bowie, lo cual demuestra buen gusto. Y eso que dices sobre "Young americans" nos pasó a muchos, que de pronto nos quedamos tan descolocados como ya lo habíamos estado con "Diamond dogs" (o más aún). Con el tiempo comprendimos que Bowie no era poppie, ni glam, ni funky, ni nada, o lo era todo; esa es otra de sus enseñanzas, que un gran músico no se estanca en un estilo, como habíamos creido hasta entonces.

      Saludos mil.

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