Cuando se hace memoria sobre esta época se da por sentado que su protagonista principal fue “el punk”. Y ese nombre suele invocarse en abstracto, como pasa generalmente con la psicodelia. Por lo tanto estamos ante un fenómeno que comprende más de una disciplina artística y con implicaciones sociales; de hecho, es la situación social la que determina en gran parte el sesgo que toma la marejada punkie en sus primeros tiempos. Las crisis económicas causan un descontento general que suele ser más contundente en las actitudes juveniles que en los mayores, muchos de ellos resignados ante una “desgracia” que por la edad ya aceptan como cíclica, inevitable: ya se sabe, el capitalismo es así. En el caso de la Isla, hay muchos jóvenes que interiorizan esa crisis como una nueva ofensa del sistema y canalizan su rencor a través de la música, que junto a su imagen es lo más inmediato que tienen a mano. Hasta cierto punto los nuevos ritmos son de origen yanqui, eso está claro; pero debemos tener en cuenta que aquel país es enorme y hay de todo: bandas muy “concienciadas” como los Dead Kennedys, cruce entre punk y hardcore que se presentará dentro de poco en San Francisco -una verdadera burla del destino-, y grupos primitivos como los neoyorkinos Ramones, símbolo punk donde los haya, que comenzaron dos o tres años antes, adoran el pop tradicional de los 60, son muy patriotas y no comprenden el permanente cabreo de los británicos (“Sí, también nosotros hemos estado en el paro, y no pasa nada”, decían. “Además… ¿cómo se atreven a meterse con los Estados Unidos?”). Especialmente para estos últimos, el punk es en cierto modo una vuelta los valores tradiciones, a la “honradez y sinceridad” del humilde rock and roll: “la política”, como ellos dicen, no les interesa lo más mínimo. Como es lógico también en la Isla hay jóvenes que únicamente sienten la vocación musical, sin marcadas inquietudes sociales, pero se irán mostrando poco a poco. Ahora lo que toca, lo más urgente, la moda general, es el punk. Y por ahí ha de pasar cualquiera que aspire a prosperar en este negocio, para que no lo confundan con un nostálgico del Antiguo Orden.
Conviene recordar que “punk” es palabra muy antigua cuyos primeros significados tenían oscuras connotaciones sexuales o rufianescas, que con el paso del tiempo se fueron ampliando: por ejemplo, a principios del siglo XX también se aplicaba a las cosas sin valor afectadas por la podredumbre y de ahí se llegó, especialmente en Estados Unidos, a “persona joven e inexperta, sin conocimientos ni categoría”. Ese tono es el que usan algunos aficionados ya en los años 60 para definir a las bandas de garaje: grupos basurilla, tal vez encantadores pero sin muchas expectativas, integradas por críos (entre las que se incluyen las fraternity bands, es decir, las que esos mismos críos organizaban con sus compañeros de colegio). El término quedó hibernado hasta que vuelve a surgir en 1971 cuando Dave Marsh, que por entonces era un prometedor periodista musical en la revista Creem, lo usa para definir a los chicanos Question Mark & The Mysterians, banda de mediados de los 60 que de todas sus canciones solo alcanzó el éxito con una y que se mantuvo un cierto tiempo gracias también a su fantasioso líder, aficionado a las películas de marcianos (él mismo afirmaba ser un “visitante del tiempo”). Algunos compañeros de la revista (como Lester Bangs) lo imitan, y poco después Lenny Kaye, futuro guitarrista de Patti Smith pero también periodista musical por entonces, vuelve a emplearlo para definir a MC5 como una de las bandas precursoras de ese estilo. Finalmente, será Peter Townshend quien refresque la palabra escribiendo “The punk and the godfather”, uno de los grandes momentos de Quadrophenia y que simboliza mucho más de lo que parece: el propio Townshend reconoce años después que esa conversación entre “El pipiolo y el padrino” muy bien podría haber sido mantenida entre Paul Weller (el nuevo mod, el admirador de Who y Small Faces) y él (un viejo mod de colmillo retorcido que ya ha perdido la ilusión y la furia de su juventud).
Y una vez que hemos recordado esta accidentada travesía podemos ahora relativizar la afirmación que hace Malcolm McLaren cuando dice que eso del punk es invento suyo, aunque por supuesto aceptaremos que supo aprovechar la ola y darle contenido en la Isla.
Porque claro, ahora hay que hablar de Malcolm McLaren: nos guste o no, tiene una gran importancia en esta historia, nadie puede negársela. Malcolm es un buscavidas con pretensiones artísticas que en 1971 inauguró su primera tienda de ropa en Londres junto a Vivienne Westwood. Esa pareja es protagonista principal en los comienzos del diseño punk: encauzaron la dispersión estética barriobajera que había en la calle y le añadieron un toque arty al echar mano de la parafernalia sado-maso, aunque en un origen simplemente “customizaban” prendas de los años 50. Por otra parte McLaren tiene también una cierta inquietud intelectual que le incita a coquetear con el situacionismo, escuela filosófica francesa que, en esencia, fusiona una especie de post marxismo con las corrientes artísticas avant garde, y uno de cuyos principales ideólogos es Guy Debord. El señor Debord había escrito “La sociedad del espectáculo” en los años 60, un conjunto de ideas que constituye una crítica demoledora, visionaria, sobre la función del espectáculo en el mundo capitalista (fácil de conseguir en Internet) y que se convierte en uno de los libros de cabecera de McLaren, aunque de momento el diseño textil seguirá siendo su principal fuente de ingresos. Esa profesión lleva a la pareja a Nueva York en 1973 para asistir a una feria de moda en la que su trayectoria se cruza con la de los New York Dolls: cuando hablamos de ellos ya vimos que McLaren andaba luego diciendo que se había convertido en su manager, pero en realidad nunca pasó de ser su sastre en la última época de la banda (aparte de algunos fondos rojos con la hoz y el martillo en sus escasas actuaciones finales).
A su vuelta a la Isla, McLaren comenzó a pensar en la posibilidad de aprovechar los conocimientos adquiridos en su corta relación con los Dolls; o sea, dar el salto al negocio musical, convertirse en un manejador del espectáculo siguiendo las teorías rupturistas del señor Debord. Y sus ilusiones comienzan a solidificarse en 1975, cuando entre los clientes de la tienda figuran como asiduos Paul Cook y Steve Jones, supuestos músicos (batería y guitarra) que son amigos desde el colegio y que suelen estar de charla con Glen Matlock, un dependiente de la tienda que además toca el bajo en ratos libres; los tres llevan un tiempo tocando en algunos grupos de barrio. Cercano, como una sombra, McLaren fantasea con la posibilidad de superar esa fase y organizar un grupo provocador, corrosivo, revolucionario… que por esa misma razón le dé mucho dinero; en esencia, posiblemente su base ideológica sea la misma que manifestarían esos chavales si tuviesen formación para saber expresarla. Solo falta dar con un cantante que tenga gancho, un verdadero truhán que dé sentido a la idea general. Y entonces, un día cualquiera, aparece ese truhán: trae una camiseta ajada de Pink Floyd, pero como cabecera de la imagen ha escrito con rotulador “I hate”. Ya se podrán imaginar ustedes que para McLaren aquella visión tuvo que ser amor a primera vista.
Esa camiseta!!
ResponderEliminarEl punk como vuelta a la sencillez, máxima virtud de la música popular, y su afán iconoclasta, creo que es lo que todavía perdura. Y el fondo de armario, claro.
Sí señor, esa camiseta... Y en la fotografía no se distingue bien, pero también había hecho agujeros en los ojos de los músicos, para dejar las cosas bien claras. Luego resultó que solo era una postura, pero tiene su gracia. Es precisamente ese afán iconoclasta del que hablas uno de los elementos más importantes del punk, un verdadero soplo de aire fresco. Y aunque gran parte del material sea de poco valor, hay unas cuantas canciones realmente buenas. De todos modos,lo más brillante bajo el punto de vista estrictamente musical vino luego, a raiz de este primer estallido.
EliminarO sea que el punk se refería originalemnte a jovénes no suficientemente preparados, al contrario que hoy en día que abundan los jóvenes que saben de todo y son demasiados listillos. No hubo época menos punk que la actual
ResponderEliminarGuy Debord denunciaba la espectacularización de la vida en la sociedad contemporánea y lo que hizo Malcolm McLaren fue tomarse la cosa en serio. Lo que para el primero era crítica para el segundo era reafirmación del negocio como forma de vida.
En el plano de las corrientes artísticas, siempre a un período manierista le sucede uno purista que quiere volver a las esencias que se consideran perdidas. En el siglo XIX los Prerrafaelistas fueron un antecedente de Los Ramones.
Saúde
Pues sí, herr doktor. Aquellos primeros punkies podrían ser definidos como "diletantes de via estrecha", por decir algo. Y en efecto, ahora todo el mundo sabe mucho: antes punkies, ahora enterados.
EliminarY eso de los vaivenes artísticos también es así, aunque en este caso hay más bien una vuelta a la sencillez porque no existe un purismo en esto de la música popular. Ni falta que hace.
He leído en un artículo reciente (creo que en la web de "Punk Kill Me") que Rotten declaró en alguna entrevista que realmente le gustaban Pink Floyd, lo de su camiseta no dejó de ser un acto provocador, vista en el lugar y momento adecuado. Recuerdo también hacerme con un Lp de The Sonics en los muy primeros años del "new vawe" en la que se les presentaba, con una gran pegatina adherida en la portada principal, como "The NorthWest Punkest Band" (o algo parecido...) Gracias a ello algunos conocieron la existencia del garaje más crudo. También algunas de las letras de Ramones recuerdo que hablaban de su desprecio por los "commies" (los comunistas). Según voy leyendo el texto se ve que van apareciendo distintas pinceladas que me llevan de vuelta a aquellos tiempos, para el que suscribe realmente fascinantes, divertidos e inolvidables.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
Así es, Javier. Y más aún: cuando Lydon declaró en una emisora de radio que le gustaban algunos grupos progresivos como los Floyd, McLaren se cabreó porque "había que mantener una imagen". Ya ves.
EliminarLas imagen de los Ramones llegó un poco deformada a nosotros, tal vez porque solo veíamos lo que queríamos ver: en realidad eran casi reaccionarios, y el propio Lydon no los tragaba por "esas melenitas, sus gabba gabba hey y sus estribillos poppies". Hay muchos punkies que no quieren saber nada de los Ramones, contra lo que pueda parecer.
Saludos mil.
Hola Rick:
ResponderEliminarMe declaro un ignorante absoluto sobre el fenómeno Punk, por lo tanto voy a estar calladito. De todas formas he leído con atención el artículo y ahora puedo decir que algo se.
Gracias por la lección.
Antoni.
Bah, no sufras. Cada uno tiene sus gustos, y comprendo que a mucha gente no le interese el punk en absoluto. Tampoco te creas que es mi estilo preferido, ni mucho menos; pero algunas de aquellas canciones eran realmente buenas, como hecho sociológico es un terremoto parecido a la aparición del rock and roll y algunos grupos nacidos en ese ambiente derivaron luego hacia otros estilosmuy interesantes.
EliminarHola Rick:
ResponderEliminarPues el punk, fué un fenómeno algo raro, sin ningún tipo de filosofía, aparte de la de tocar los güevos, que ya era algo, alguna música me gustó, aunque lo demas...
Desde luego, romper rompieron y dieron algo de aire fresco a la música, a punto de auto-ahogarse. Curiosamente me gustan mas las secuelas del punk que el propio punk, véase la cold wave, el gótico o el industrial.
Saludos
Jose
Hola, don José:
EliminarFilosofía sí la tuvo, ya que fue un cruce entre anarquismo y nihilismo, por resumir. Otra cosa es que al final lo que queda es la obra, y por otra parte como bien dices es más interesante lo que vino luego como evolución de los primeros tiempos. Así que en lo social (y en las actitudes) fue más importante la primera época y en lo musical la segunda. Pero las dos fases me parecen de mucho interés.
Saludos mil.
En esa época oía más música de los 60 o a grupos como Weather Report, al gran Miles Davis con sus distintas formaciones y en otro estilo, a Steely Dan, por poner algunos ejemplos. Me interesó más la actitud punk que la música punk. Hasta que salieron The Damned o The Clash y ahí volví a reengancharme.
ResponderEliminarSeguiremos atentos a lo que viene.
Saludosssssssssssssss
Yo me acerqué a las evoluciones del jazz de los 70 con poco interés, sabiendo que mi espíritu no iba por ahí. De todos modos me gustaron Weather Report, algunas cosas de McLaughlin y Miles de vez en cuando; en realidad me habían gustado más las bandas de finales de los 60 como Flock, por decir unos. Y al principio tampoco a mí me ilusionaron mucho los punkies (exacto, mucho más interesante la actitud que la música). Y ya ves,coincidimos en los Damned, para mí infinitamente superiores a los Pistols; los Clash, a medias. Lo que ahora llaman post-punk fue lo más interesante, sin duda.
EliminarNo me interesó NADA en su día y ahora, de viejo, mucho menos. O tal vez ya era viejo entonces, no lo sé...
ResponderEliminarSaúde.
Ay, qué cruel es usted con la juventús moderna... Casi duele ver ese NADA en mayúsculas, tan categórico. En fin, cada uno es cada uno y tiene sus alergias.
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