lunes, 4 de diciembre de 2017

1976/77 (XIII)



Casi todas las figuras británicas notables que comenzaron su carrera discográfica en el bienio 76/77 han pasado ya por este tugurio, y sospecho que estamos llegando a la conclusión de que tal vez no hubo tantos músicos netamente punk como se dice. A fin de cuentas, solamente los Pistols y los Damned (que pronto se pasarán al pop) cuadran del todo en ese perfil: los Clash son demasiado elegantes y renegaron de esa etiqueta muy pronto; Stranglers aprovechan el tirón mediático pero son una banda de rock convencional; Ultravox son hasta cierto punto la versión vanguardista de los propios Stranglers, y así sucesivamente. Por otra parte, sobre los Jam o Costello no hay duda de que lo suyo es el revival actualizado, mientras que Ian Dury busca la estética de aquel momento más que su esencia musical y Eddie and the Hot Rods estaban entre el pub rock y el power pop. Es decir, que tal vez sea más aproximado hablar de “New wave” si nos referimos a la cuestión puramente musical y de “punk” si nos referimos a la actitud de aquella generación. El punk, al final, va a resultar una entelequia parecida a la supuesta “música mod” o el “freakbeat”: cuando se usan esos términos se habla de un ambiente o una época antes que de una música. Cosa distinta son las evoluciones de estos y otros nombres de la primera hornada que comienzan a despuntar en el 78, pero justo entonces surge la etiqueta “afterpunk” para definir a Magazine o Siouxsie & The Banshees, que dan riqueza y matices al estilo primitivo antes de crear su propia escuela. Poco después se generalizará el término “postpunk” que ya es histórico, de conjunto, y que engloba tanto a esos grupos como a los que vengan luego partiendo de aquella onda pero ya transformados en góticos, siniestros, etc. 

Lo que sí hay es un colectivo de seguidores radicales. Los puristas, sean del punk o de cualquier otra tendencia, suelen ponerse muy quisquillosos a la hora de dar su bendición a una oferta determinada, y eso explica que al cabo de poco tiempo solo serán aceptadas en esa denominación las bandas que, como los Pistols, son tan extremistas en su sonido como en sus letras. Pero ya entonces se le dará una vuelta de tuerca al planteamiento original: contra el nihilismo de los Pistols, a fin de cuentas simple carne de barriada con ansias por hacerse ricos, la actitud ha de ser intachable, preferentemente comunal y anarquista (los Crass serán el primer referente para esa “nueva raza”). Por lo tanto no es raro que los grupos como Stranglers fuesen vistos con displicencia por esas gentes tan íntegras; y lo mismo pasó con los londinenses Vibrators, nuestros invitados de hoy. Con la diferencia de que Stranglers tenían mucha altura y pronto supieron crear su propio estilo, mientras que Vibrators solamente alcanzaron una aceptable popularidad en sus primeros tiempos. Sin embargo, con idas y vueltas, siguen aún hoy en activo. Como los Stranglers, por cierto. 

Las similitudes entre unos y otros comienzan en sus orígenes, ya que estamos hablando de gente que también es veterana (ya saben, eso es algo que los punks detestan). Ian Carnochan, más conocido como Knox, es su guitarrista, compositor principal, teclista ocasional y cantante; tiene ya casi treinta años cuando decide crear los Vibrators, tras haberse fogueado en pequeñas bandas de colegio y desarrollando su afición por la pintura. Pat Collier, el bajista, tiene veinticuatro pero alterna sus primeros tiempos ahí con el trabajo como técnico de sonido en Decca, mientras que John Ellis, el otro guitarrista, es de la misma edad que Collier y lleva desde principios de la década tocando en los pubs. El único “recién llegado”, por decirlo así, es John Edwards (Eddie), el más joven, que había tocado tambores en bandas para desfiles y de vez en cuando trabajaba como roadie: su amigo Ellis lo convence para que se compre una batería, justo a tiempo para su primera actuación oficial, que será como teloneros de un grupo que también está comenzando y que se llama…The Stranglers. Lo que es la vida. Por cierto, que a pesar de lo malotes que eran Jet Black y sus socios parece ser que les cayeron bien, puesto que les consiguieron algunas actuaciones a partir de aquella. Y después de casi dos años como teloneros de gente como Iggy Pop o Ian Hunter, llegan a ser banda acompañante del polifacético Chris Spedding, quien indirectamente les consigue su primer contrato discográfico con la RAK, donde ya está grabando él. 

En Noviembre del 76 llega su primer single: “We vibrate”. Algunos fans desinhibidos lo califican como una de las primeras grabaciones punk, pero en realidad lo que tenemos aquí es el rock and roll de toda la vida ligeramente actualizado con un tono pop que a buen seguro influyó a los Tequila, por poner un ejemplo. Antes de que termine ese año Spedding lanza en single la tremenda “Pogo dancing” con ellos, y ahí termina su relación: en 1977 los Vibrators pasan a Epic y graban su primer Lp, que se publica en verano bajo el título de “Pure mania”. Es un disco magnífico, potente, fresco, que está muy por encima de las discusiones bizantinas sobre si están haciendo punk o no; porque volvemos al problema de la “integridad” de los puristas, y mientras esos rechazan a la banda por no cumplir sus sagrados cánones, están los desinhibidos de antes que lo consideran una de las obras cumbres del género. Mientras tanto los detestables tibios, los que no tomamos partido, seguimos pensando que es un ejemplo inmejorable del rock and roll de la New wave, y punto. Para qué romperse la cabeza. Robin Mayhew, el ingeniero de sonido en la época Ziggy Stardust de Bowie, es el productor, y se nota: ese sonido tan de principios de los 70, compacto, entre medios y graves de las guitarras, le da una densidad tremenda. Y el material es muy equilibrado, con momentos de tensión cercanos al estilo del año (sobre todo en la cara A) como “Into the future”, “Yeah yeah yeah”, “Wrecked on you” o “Petrol” junto a piezas más intemporales pero igual de contundentes como “Bad time” o las encantadoras “Whips and furs” o “Baby baby” (seguro que los Burning las escucharon)… y por supuesto “Stiff little fingers” será el nombre que adopten los irlandeses Highway Star cuando escuchen este disco: la época de Deep Purple ha pasado. 

En todo caso, la leyenda de este disco se fue cimentando con el paso del tiempo, ya que en su momento no pasó de un top 50. Fue publicado también en España. Hacía siglos que no lo escuchaba, y al volver a él me sigue sorprendiendo lo fresco que suena cuarenta años después. En aquella época y en España tampoco supimos apreciarlo bien (insisto: salvo por su influencia sobre bandas como Tequila o Burning), porque pronto apareció en las cajas de saldos del Rastro. Así que quién sabe: tal vez este sea el momento para que alguno de ustedes le dé una oportunidad. Y por supuesto quedamos a la espera de lo que hagan en 1978… 




8 comentarios:

  1. Pues iré al cajón de las gangas a escuchar ese disco, que me has puesto los dientes largos. No los conocía pero parecen interesantes.
    Y lo de los puristas pues que con su pan se lo coman, no se puede exigir a un músico que siga como un borrego los cánones impuestos por los sumos guardianes de las esencias.

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    1. Si te gustaban los Burning, Tequila, etc, ya digo: estos señores son inspiradores directos de ese estilo. No digo que sean unos genios, pero tal vez valgan más que otros cuantos con más apoyo mediático.

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  2. La comparación con Tequila es inevitable al menos en ese We Vibrate. En otros temas que estoy escuchando ahora la influencia es menos son más puro punk.
    Las etiquetas sirven para que los grupos se identifiquen con los movimientos que están en auge y poderse aprovechar del impulso, así la gente se hizo punk como antes se hicieron glam o luego grunge sin creer en la causa. Simplemente era lo que tocaba para que el público se fijara en ti y saltar a la fama.

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    1. Yo creo que andan a medio camino entre rock and roll y punk. Tal vez esa indefinición fue una de las causas de que no llegaran más arriba, como le pasó a otras cuantas bandas de este estilo. Y ese es precisamente el problema de las etiquetas: que luego hay una tropa de supuestos aficionados que se ponen muy tontos con ellas.

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  3. Pues yo no soy purista ni de coña, pero no recuerdo haber oído a Vibrators. Si que es cierto que los de Tequila parecen haberlos oído. Les estoy dando esa oportunidad de la que hablas y suenan muy bien. Rock and roll de pura cepa.

    Saludosssssssss

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    1. Es uno de esos grupos que pasó bastante desapercibido por aquí, como le ocurrió a muchas bandas que andaban entre el rock and roll, el pub rock y el punk. Por desgracia, también los periodistas musicales tienen su parte de culpa en eso; los grupos difíciles de catalogar nunca les gustaron mucho.

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  4. Reconozco su nombre y poco más, malgré moi. Seguramente pasaron por mis manos alguno de sus discos, y dejé pasar la ocasión, como con tantos otros. Puede ser que en aquella época, ante una oferta ya ciertamente amplia, y frente a un bolsillo menguado, preferiría otras bandas, también más de segunda como The Radiators, que parecen estar en esa misma onda new-wave-rock que comentas.
    Saludos,
    JdG

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    1. Sí, lo de la oferta excesiva y el bolsillo menguado nos pasaba a todos. Al final siempre nos perdíamos cosas, aunque si tenías unos cuantos colegas con afición entre unos y otros ibas cubriendo una buena parte del mapa. Los Vibrators son en cierto modo tradicionales y vanguardistas, como también lo fueron los Radiators (si te refieres a los australianos: los yankis eran yankis hasta la médula).

      Saludos mil

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