El magnetismo que ejerce Nueva York sobre los personajes más inquietos y variopintos se generaliza ya en la década anterior. Su espíritu cosmopolita es garantía tanto de libertad como de amplitud de oportunidades, y allí se dirigen en 1968 dos muchachos que acaban de abandonar sus estudios en un colegio de Delaware y comparten afición por la poesía y la música: uno se llama Tom Miller, el otro Richard Meyers. Curiosamente Meyers, el más combativo de los dos, será también el que más destaque por su obra escrita, mientras que Miller acabará inclinándose casi exclusivamente por la música. En cualquier caso ellos dos están en el origen de la nueva ola neoyorkina como protagonistas de una saga que comienza ya en 1972, es decir, en el momento álgido del glam rock, lo cual demuestra la influencia evidente de un estilo sobre el otro.
En ese año deciden formar un grupo, y de paso se buscan un apellido artístico que vaya con su personalidad: Miller elige “Verlaine” por su admiración hacia el poeta francés y también porque “suena muy eufónico”; Meyers decide apellidarse Hell en honor a un poema de Arthur Rimbaud titulado “Season in Hell”, e incluso adopta su peinado (como sigamos mucho tiempo en Nueva York, Rimbaud se va a convertir en asiduo de este bar). Hay un amigo de la infancia que también se trasladó a Nueva York años antes y ha estado tocando la batería en pequeñas bandas de jazz; se llama Billy Fica, y nadie mejor que él para ocupar ese puesto. Nace así el trío bautizado como Neon Boys, donde el guitarrista es el ahora llamado Tom Verlaine y el bajo queda a cargo de Richard Hell. Llegaron a conseguir una fama relativa en la ciudad, e incluso grabaron algunas maquetas: hay tres canciones publicadas cuando el trío ya no existía, y a pesar de su sonido deficiente se nota una buena interacción entre las influencias glam o la afición al Dylan más rockero. Sin embargo, casi desde el principio echan de menos la cobertura de una segunda guitarra, y después de buscar sin resultado (la leyenda dice que entre los aspirantes estuvo Dee Dee Ramone), deciden separarse a mediados de 1973.
Pero pronto se recomponen: Verlaine, que recorre los locales de la ciudad haciendo actuaciones en solitario, conoce en uno de ellos a Richard Lloyd; este, que también es guitarrista, sabe valorar su calidad y lo convence para unir fuerzas, así que Verlaine llama de nuevo a sus dos antiguos colegas y el ahora cuarteto, bajo el nuevo nombre de Television, debuta en la primavera del 74. Muy pronto serán una de las grandes atracciones del CBGB, donde ya se está formando una especie de hermandad de músicos entre los que vemos a Patti Smith (que por entonces también ejercía como comentarista musical, hizo la primera reseña sobre ellos e incluso llegará a vivir un breve escarceo amoroso con Verlaine, que le ayuda con la guitarra en su “Hey Joe”) o a los incipientes Blondie. Verlaine y Hell son los compositores principales, aunque Fica y Lloyd también participan en menor medida. Sin embargo cada día que pasa aumentan los roces entre Hell y el resto: su querencia guerrera, cercana al estilo Detroit o el glam rock de los Dolls por ejemplo, se va alejando de un trío más “académico”, cuyas influencias van desde la Velvet hasta el folk rock de Dylan (por entonces hacen versiones en directo de piezas como “Knocking on heaven’s door”), y Verlaine se niega a interpretar algunas piezas de Hell. La situación estalla a mediados del 75 con la marcha de Hell, sustituido por Fred Smith (uno de los primeros Blondie).
Poco después Television graban “Little Johnny Jewel”, una pieza experimental que abarca las dos caras de un single; está compuesta por Verlaine, es un poco rarita de más y por poco causa la marcha de Lloyd, que no está de acuerdo. Pero fue publicada en un pequeño sello propiedad de su manager y pasó casi desapercibida, con lo cual da lo mismo. Su momento llega en 1976: rechazan una oferta de Island, que incluso les asigna como productor a Brian Eno (no les gusta su estilo), y a continuación aceptan la de Elektra porque este sello sí permite a Verlaine controlar la producción, que correrá oficialmente a cargo de Andy Johns, un técnico de sonido que había comenzado junto a su mítico hermano Glyn a trabajar con personajes como los Stones, Free o los zepelines. Vamos, que hay categoría. Y a principios del 77 llega el resultado: “Marquee moon”, un disco de estructuras sorprendentes. El sonido se basa en las cuerdas, y Verlaine hace aquí mucho trabajo subterráneo, escalas originales, contrarritmos entre blues y jazz, todo envuelto en una apariencia engañosamente simple, minimalista, junto a esa voz desmayada tan personal. Lo curioso es que parte de esos sonidos pueden recordar momentos de la Costa Oeste (Love, por ejemplo) lo mismo que a algunos guitarristas británicos de folk blues como Peter Green o Richard Thompson, y no es extraño que este disco se hiciese inmediatamente más popular en Europa que en los Estados Unidos: es vanguardia y clasicismo en una sola obra, aunque algunos prefieren llamarlo “punk”. La consecuente gira británica fue apoteósica, pero poco después llegó “Adventure”, que dio la vuelta a la situación: aunque es también un gran disco no alcanza la brillantez del primero, y resulta un tanto previsible. El grupo se disolvió poco después, más por conflictos internos que por el relativo fracaso, y cada uno siguió su carrera. En el caso de Verlaine, tiene unos primeros discos irregulares pero con ese poso de originalidad que recuerda sus orígenes.
En cuanto a Richard Hell, queda clara su querencia por el rock de tonos glam cuando se asocia con Johnny Thunders y Jerry Nolan, que abandonan los New York Dolls justo cuando él está haciendo lo mismo con Television; poco después se les une Walter Lure, que también viene de ese mundillo, y forman los Heartbreakers. Pero de nuevo Hell quiere imponer sus criterios, y los demás lo abandonan a principios del 76. Por entonces ya es una institución de la noche neoyorkina, con su aspecto atemorizante: él es el primero en llevar imperdibles junto a cueros y ropas degradadas, y el mismísimo Malcolm McLaren confiesa que, junto a los Dolls, Hell es una de sus inspiraciones para la nueva estética punk que está lanzando allá en la Isla (incluyendo esos pelos en remolino que puso de moda Rimbaud, claro). Finalmente, como era de esperar, acaba creando una banda en la que mande él: los Voidoids. Ahí entra su amigo Robert Quine, un guitarrista fanático de la Velvet que tendrá una larga carrera, junto al también guitarrista Ivan Julian y el batería Marc Bell, ya veterano por entonces y que será más conocido aún años después como Marky Ramone. Ya tiene repertorio suficiente, puesto que casi todas las canciones que está interpretando en directo son las que había compuesto para Television, e incluso actualiza algunas de su época en los Neon Boys; con ese material ficha por Sire y publica su primer disco en 1977: “Blank Generation”.
Estamos ante otro clásico underground; o de culto, como prefieran ustedes, ya que sus pocas ventas son inversamente proporcionales a su leyenda. Podría considerarse como la transición del glam al punk en Estados Unidos (sin relación alguna con el hardcore), y me parece mucho más influyente incluso para los británicos que el estilo de los Ramones: en conjunto, este disco es a lo que le hubiera gustado llegar a Johnny Rotten si tanto él como sus compañeros tuviesen categoría para ello. Además de la canción que le da título y se convirtió casi en una proclama, hay una brillante puesta al día del “Love comes in spurts” que había escrito para los Neon Boys, o las exhibiciones que nos deja Quine con sus escalas en piezas como “Liars beware”, mientras la forma de cantar y las letras de Hell son nihilismo puro. Sin embargo, el desmembramiento del grupo y el rápido deterioro del estilo en aquel país hicieron que Hell no publicase un nuevo y último disco hasta cinco años después: al igual que en caso de Television, estamos ante un disco de categoría pero sobrepasado por la leyenda del primero. Hell abandonó el negocio musical para centrarse en la escritura (salvo algunas colaboraciones aisladas). Tal vez ese sea su mejor destino: su mundo interior se desenvuelve mejor en las letras, ya que en lo musical es claramente el protagonista de un momento muy concreto e irrepetible.
Difícil meterse en este bosque difuso del asunto punkie o prepunkie neoyorquino por aquellas fechas para un neófito como yo. Television o Tom Verlaine suenan y Johnny Thunders es más obvio por su contribución a los New York Dolls y por su afamada leyenda maldita que incluso ha sido llevado al terreno de la narrativa en esa novela negra de Carlos Zanon "Yo fui Johnny Thunders". En fin que es bueno saber un poco más de aquellos tiempos relativamente oscuros.
ResponderEliminarEn resumen, sin entrar en muchos detalles, lo que queda claro es el gran salto de categoría que experimenta Nueva York a mediados de los 70: su naturaleza como ciudad de aluvión, en la que pueden triunfar grandes clásicos como Simon & Garfunkel junto a perfectos gamberros como New York Dolls, se confirma con nuevos personajes como los que pueblan el CBGB. En cierto modo será algo parecido a lo que pasará con Madrid poco después; salvando las distancias, claro.
EliminarQue Richard Hell sirviera de principal inspiración punk para el mismisimo Malcolm McLaren ya dice mucho de la extravagancia de Richard. Bueno con el permiso de los Dolls, que con su estetica desmusurada y exagerada tambien debieron ser inspiracion para muchos. Pues desconocia a este polifacético Richard Hell, peculiar donde los haya, y me ha llamado la atención su album con los Voidoids, Blank Generation. Asi que esta semana, a pesar de que la portada no promete muchas alegrias, he decidido escoger este disco como representante de tu articulo y hincarle el oido. Buen articulo Rick.
ResponderEliminarBueno, para ser ecuánimes pongamos que dice mucho de la extravagancia de ambos, ¿verdad? Pero si no conocías este disco me alegro de que lo hayas descubierto: no es que estemos ante la octava maravilla del mundo, pero lo que digo sobre Rotten y su banda es exactamente lo que siento. Y si tanto se alaba a estos últimos, Hell y su banda merecen el mismo trato. Por lo menos.
EliminarMe encanta su blog como presenta lo que expone..tiene sabor a misterio del de antes...un saludo especial para Ud
ResponderEliminarPues muchas gracias por la visita y el cumplido, señora. Se hace lo que se puede.
EliminarMarquee moon fue durante mucho tiempo uno de mis discos de cabecera. Me gusta mucho ese jugueteo guitarrero que se montaban. A Tom Verlaine lo seguí durante algún tiempo (aún recuerdo su actuación en La Edad de Oro de la Chamorro. A Richar Hell no le presté demasiado atención. Tenía por ahí un disco que desapareció y no recuerdo el nombre.
ResponderEliminarSaludossssssssss
Es un disco engañoso, porque hasta que lo escuchas tres o cuatro veces no acabas de abarcar la amplitud de una música que en primera escucha parece muy simple. Y esa característica es la que define a las grandes obras, en general. Y sí, yo también era fan de la señorita Chamorro. Qué tiempos...
Eliminar"Marquee Moon" y "Blank Generation", me encuentro ahora mismo totalmente incapacitado para decir una sola palabra de más, o de menos, sobre estas obras cumbres de la historia del rock. Mejor saco ambos discos de los estantes y los pincho a continuación. Hay obras de arte para las cuales solo vale la poesía para entenderlas, lo has comentado con las referencias a los poetas franceses. Mientras tanto, cojo el "Desire" de Dylan y releo el texto..."¿Donde comienzo?..., en los tacones de Rimbaud moviéndose como una bala danzarina". Ahí, también en Television y Richard Hell, se encuentra el padre Whitman y la beat generation. Seguimos con Nueva York, un pozo sin fondo de maravillosas vibraciones.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
Lo que yo digo: Rimbaud va a acabar siendo asíduo de este bar... Pero está claro que en los músicos como Verlaine y Hell pesa tanto la formación poética como la musical. Y luego pasan los años y cada uno toma su camino, pero como en el caso de Patti Smith probablemente no se pueda explicar una parte de su carrera sin la otra.
EliminarSaludos mil..
Toda mi vida oyendo hablar de "Marquee Moon" y no lo había escuchado hasta ahora que le he dado un repasito en youtube. La primera impresión ha sido muy buena, es un disco con una fuerza y personalidad apabullantes.
ResponderEliminarHa valido la pena descubrirlos. Nunca es tarde.
Un saludo
Antoni.
"Marquee moon" es entre otras cosas una sorpresa agradable. No sé si escuchándolo ahora por primera vez se puede entender lo que sentimos en aquella época, teniendo en cuenta lo mucho que han cambiado las cosas, pero lo bueno siempre permanece. Nunca es tarde para un disco como ese, efectivamente.
EliminarSaludos mil..
Pues vuelvo a reconocer mi ignorancia, primera noticia de los reseñados hoy. El tema de Hell muy bueno, así que voy a darle una oportunidad al disco y gracias por el descubrimiento.
ResponderEliminarEl tema de Hell muy bueno, pero en conjunto recomendaría primero "Marquee moon", aun siendo dos ideas muy distintas. Verlaine duró más en la profesión, porque era más músico.
EliminarEstoy con Bab:
ResponderEliminarMarkee moon es un disco de cabecera, creo que lo he escuchado cientos de veces y no ha perdido el mínimo de vigencia. Todavía recuerdo el día que fuí a casa de un holandés y lo tenía puesto, a lo cual le pregunté que quienes eran y desde entonce uno de mis discos favoritos.
A Richard Hell no lo he seguido tanto,pero recuerdo algunos muy buenos temas.
Buena entrada copón!
Saludos
Jose
Yo creo que fue de los primeros clásicos yankis de aquella nueva ola. Y tal vez no pierde vigencia por su aparente sencillez; justo lo contrario que la mayoría del progresivo de años antes, muy alambicado. Hell no llega a esa altura pero tal vez su primer disco supera a los Pistols, o eso creo yo.
EliminarGracias, don José.