Siguiendo con los personajes “alternativos”, hoy nos visita Jonathan Richman. Es un músico con una trayectoria curiosa, ya que comenzó su carrera en 1970 partiendo de un estilo melódico sencillo, contrapuesto a la creciente complejidad de entonces, y tardó mucho tiempo en alcanzar una relativa estabilidad en el negocio. Pero ya hemos visto que a finales de la década es precisamente la sencillez uno de los rasgos más vanguardistas, y el señor Richman pasa a ser uno de sus inspiradores. Su afición por el rock and roll se matiza con una estructura preferentemente acústica, y el tono simple pero emocional que le imprime ha dado a luz una nueva y curiosa etiqueta: el rock de guardería.
Jonathan es un adolescente aficionado a componer y cantar que ve la luz cuando descubre a Velvet Underground; el embrujo se consuma cuando ese grupo actúa en Boston, y poco después corre a Nueva York para estar cerca de ellos. Pero lo curioso del asunto es que admira exclusivamente sus líneas melódicas, no sus letras: Jonathan no tiene nada que ver con el espíritu oscuro, sórdido, de Reed y sus socios, sino todo lo contrario. A Jonathan le gustan las estructuras musicales casi minimalistas, y en ese sentido su devoción por la banda neoyorkina resulta explicable; pero también suele ser muy humano en lo literario y prefiere hablar de los sentimientos básicos: el cariño, los pequeños disfrutes de la vida. Una de sus primeras canciones -que a la larga ha sido probablemente la más popular- lo refleja muy bien: se trata de “Roadrunner”, grabada por primera vez en el 72 y en la que queda clara esa dualidad, ya que en lo musical se inspira en la Velvet (la influencia de “Sister Ray” es evidente), mientras nos canta su alegría por ir en coche cruzando Massachussets a buena velocidad y oyendo música en la radio. Entre eso y que gran parte de su repertorio se basa en las piezas acústicas, tenemos ante nosotros a un personaje que podría considerarse hasta cierto punto un cantautor con tendencia rockera.
Sin embargo esa no era precisamente la tónica general por entonces, y aunque intentó sobrevivir en Nueva York bajo la protección del mismísimo Steve Sesnik (el manager velvetiano) al final tuvo que volver a Boston. Más dramática aún resulta la suerte de aquellas grabaciones del 72: ya en Boston reúne un grupo al que bautiza como Modern Lovers y con el que graba una colección de demos para presentar ante los sellos; consigue el apoyo nada menos que de John Cale, que incluso aporta dinero y le produce algunas completamente gratis (junto a otros colegas suyos), pero esas cintas no se publicarán hasta cinco años después. Y lo mismo pasa en 1973 con otras cuantas que se graban en California bajo la supervisión del gran Kim Fowley: la mismísima Velvet habría fracasado en esa época, y Richman disuelve la banda al año siguiente. Pero en 1975 vuelve a California con un contrato como cantante compositor en el sello Beserkley, una especie de empresa familiar dirigida por Matt Kaufman y donde el dinero no era el primer objetivo. Allí publica un primer single en el que se contiene una regrabación de “Roadrunner” con los Earth Quake como banda de acompañamiento, y en 1976 resucita el nombre de los Modern Lovers con nuevos músicos que le acompañan en el siguiente single. Por fin, después de tanto tiempo dando tumbos, en verano de ese año se publica “Jonathan Richman & The Modern Lovers”, el primer Lp oficial.
Lo primero que destaca en ese disco es que su afición por la música simplista de la Velvet lo ha llevado a las esencias de las que partía aquella banda: el rock and roll melódico, las guitarras eléctricas con el sonido de los años 50/60 (se comprende que Buddy Holly sea otro de sus ídolos) y una base rítmica suave pero muy marcada. La sucesión de delicias de otro tiempo comienza con “Rockin shoppin’ center”, un ejemplo perfecto de lo “desfasada” que podía resultar para el gran público la obra de Jonathan dos o tres años antes y de lo extremadamente vanguardista que puede ser ahora para ese mismo público: él ha cambiado muy poco, pero la situación ha dado un vuelco y aquí tenemos la esencia de lo que será el nuevo rock americano dentro de unos años, cuando comiencen a ser conocidas y apreciadas las bandas como Dream Syndicate o Violent Femmes. El disco no es un éxito, pero gran parte de la crítica se da cuenta de que aquí hay una oferta perfectamente compatible con el punk y la new wave, que a fin de cuentas también son una vuelta a las raíces. Y Beserkley aprovecha la estela publicando tres meses después “The Modern Lovers”, la colección de cintas que llevaba cinco años durmiendo el sueño de los justos; ahí es donde ya la sucesión de estrellas que le otorgan los comentaristas se salen de madre, con alabanzas tales como “uno de los más grandes discos de rock’n’roll art de todos los tiempos”, o cosas parecidas. No es para tanto, pero hay que admitir que (reconociendo también el gran mérito de Jonathan) la Velvet, por persona interpuesta, ha ganado otra batalla después de su muerte: esas escalas, esos rasgueos, esos tonos de voz…
Su época más popular llegará hasta principios de la década siguiente. En 1977 se publica “Rock’n’roll with The Modern Lovers” con una variedad sorprendente que incluye géneros tan dispares como el reggae o las escalas hawaianas o asiáticas; en ese sentido, Richman se comporta casi como un explorador de músicas de todo el mundo. Dos años después llega “Back in your life”, su último disco al frente de los Lovers (aunque aquí hay ya unas cuantas canciones que interpreta él solo), y poco después se retira; tras unos años de descanso seguirá grabando con el nombre añadido del grupo, pero sin una formación estable. A partir de 1989 sus discos ya figuran en solitario: dejando aparte su afición por los tonos intimistas y emocionales, hay que añadir algunos problemas auditivos que le obligan a basar la mayor parte de su trabajo en directo con el formato de cantautor, lo que lo convierte en un artista minoritario. Y aunque es uno de esos personajes encantadores que ya no sabes si lo escuchas por sus valores musicales o porque te cae bien, no se puede negar su influencia: al menos sus primeros discos me parecen necesarios para entender -y repito lo de antes- el llamado Nuevo Rock Americano de los 80/90. Y no solamente en su país, ya que personajes británicos tan dispares como Bowie o Siouxsie han hecho versiones de este muchacho tan infantil.
Este es de los míos. Creo que lo defines muy bien con eso de la sencillez y el tono emocional que imprime a sus canciones. Me encanta su frescura, su descaro y su alegría. Tengo su Radio On! Stop And Shop With The Modern Lovers, y de vez en cuando lo pongo. Sube mucho la moral. La cara luminosa de la Velvet.
ResponderEliminarSaludossssssssssssss
La fijación de Richman con Velvet Underground nos trae como regalo esa versión "amable" de su estilo, y que es un verdadero hallazgo porque demuestra las posibilidades musicales que tenía aquella banda sin necesidad de recurrir a sus letras. Es un rockero muy peculiar y que se hace querer, este hombre.
EliminarSaludos mil...
Toda la música indie actual y muchas de la música de los 80 bebe de esta academia entre naif y rockera que caracteriza a la Velvet, a Jonathan Richman y a otros de aquella hornada.
ResponderEliminarSin embargo cuando me resulta realmente divertido es en sus temas en español que parecen de un predicador mormón de visita por España: https://youtu.be/lqyKRQloAbU
Richman es un crack cantando español: supongo que no tiene ni idea del idioma, y sus versiones son efectivamente desternillantes. Es parte de su encanto, y precisamente España es uno de los países donde más fans tiene.
EliminarPor aquella época, principios de los 80, uno de mis hermanos se hizo con su recopilación "The Original Modern Lovers", y recuerdo escucharla con gusto. Muy naif, muy sencilla su música, y como bien apuntas, en su minimalismo melódico radica uno de sus puntos fuertes. Lamentablemente, no he profundizado mucho más en su trayectoria. Sobre lo que comenta Herr Doctor, recuerdo un tema suyo en español que programaban en su tiempo en el primer programa radiofónico que emitía el Paco Motos pre-El Hormiguero. Desternillante es poco.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
No digo que sea un músico para tener toda su obra (a veces se hace un poco reiterativo, precisamente por esa sencillez), pero al menos sus discos de los años 70 son todos muy interesantes; luego ya su fase siguiente, en su mayoría como cantautor, tal vez sea más agradable en directo que en disco.
EliminarLo del chapurreo en español dio para muchas bromas, y nome extrañaría que la canción que tú dices sea la tremenda "Vampiresa mujer": https://youtu.be/lba5xDjlsm8
Adorable,sencillamente.
Esta semana no he hecho los deberes, asi que, con la excepción del tema Roadrunner que propones, no ve escuchado nada más de el. Sólo puedo decir que su estilo me gusta y que el primer disco del grupo me lo guardo en la recamara. De momento sólo espero que no salga en el examen... :)
ResponderEliminarBah, no te preocupes: ya falta poco para terminar el cursillo y luego tendrás todo el verano para repasar. Más que el "primer disco" te recomiendo los dos: el oficial a nombre suyo y de la banda,y la colección de cintas que salió poco después a nombre exclusivo de Modern Lovers. A partir de ahí ya puedes decidir si seguir buscando o no.
EliminarEl Tito Jojo es la cara más simpática del rock n roll. Sus primeros discos de finales de los 70s son extraordinarios aunque luego tiene algunos menos populares en las siguientes décadas que para mí están casi a la altura de aquellas obras maestras. Saludos.
ResponderEliminarResulta casi entrañable. Y además le gusta mucho España, adonde viene siempre que puede, así que doble alegría. Yo también pienso que sus primeros discos son los más brillantes, aunque tal vez sea cuestión de gancho: su segunda época es más acústica, más intimista, lo que no quiere decir que sea peor.
EliminarSaludos mil.