lunes, 13 de mayo de 2019

1975-80: la nueva España (I)


La situación de anormalidad política y social en la que vivió España durante tanto tiempo termina en Noviembre del 75 con la muerte de Franco. Pero evidentemente las cosas no se arreglan de un día para otro: al mismo tiempo que se va asentando esa maravillosa sensación de libertad (con tropiezos por medio), también somos conscientes de lo atrasados que andamos con respecto a nuestros vecinos. Sin embargo hay que ir paso a paso, y el primero es comenzar la publicación de todas aquellas obras literarias, cinematográficas, musicales, que habían estado prohibidas, al mismo tiempo que el país se va “normalizando”. Para cuando lleguemos a los años 80 España será una potencia en algunas disciplinas artísticas: la irrupción de un Almodóvar, por ejemplo, denota bien a las claras que los españoles ya no tienen miedo a nada. En lo musical también habrá un espíritu propio (mejor o peor ya es otro asunto), pero de momento todavía estamos viviendo en el “quiero y no puedo” de una mentalidad en la que sigue primando el ansia de mimetismo con respecto a lo que viene de fuera. Lo curioso es que gran parte de los músicos españoles todavía no se han enterado de que “fuera” hay una revolución: ya hemos visto cómo va el mundo sajón en este segundo quinquenio de los 70. 

El panorama musical español en 1975/76 es una suma de inercias negativas, muy propias de una industria fosilizada. Para empezar, la oferta mayoritaria se fragmenta en dos bloques: el cantante solista, cuyo reinado comenzó a finales de los 60 y sigue boyante (justo al revés que en el mundo sajón), y los grupitos de pop infantilizado. Los solistas al menos pueden presumir por lo general de una buena voz: Nino Bravo, Raphael, Camilo Sesto… nos gustarán o no, pero tienen algo que ofrecer; los grupos (Los Diablos, Los Puntos…) son pura papilla para consumo masivo. Y luego queda un pequeño remanente que la mayor parte de los sellos utiliza de forma arbitraria y en el que lo mismo podemos ver cómo se infravalora un gran cantante como Pedro Ruy-Blas o a algunos cantautores de verdadera categoría como Hilario Camacho; también hay grupos como C.R.A&G, Tílburi, Agamenón y otras cuantas rarezas que ya hemos visto cómo acabaron gracias, entre otras cosas, al nulo apoyo de sus disqueras. Pronto surgirán algunos subsellos con la intervención de gente más actual pero sin la suficiente autonomía para decidir una estrategia de mercado: marcas como Chapa, por ejemplo, son capaces de lo mejor y lo peor. 

Lo que sí comienza a notarse es la diferencia de carácter entre Madrid, de espíritu urbano, callejero, y el ambiente catalán, cuya burguesía intelectual apoyó desde finales de la década anterior la opción progresiva (ya saben, los cachorros de Els Setze Jutges y el Grup de Folk) y su utilización del idioma como elemento cultural y reivindicativo. La evolución de ese estilo, en el segundo quinquenio, dará como consecuencia el jazz rock progresivo mediterráneo o la onda layetana (con una pequeña variante autóctona en la comunidad valenciana). Y como tercera alternativa se consolida Andalucía: el progresivo / sinfónico parece engarzarse muy bien con el tono melancólico de muchos músicos andaluces. Aquella luminaria llamada Smash no ha dejado herencia, y en su lugar surgen grupos que desarrollan melodías complejas, por lo general encuadradas en la balada, de gran nivel técnico. Así que ahora tendremos tres maneras claramente diferenciadas de encarar el negocio: bien, pues cuanto más amplia sea la oferta más entretenidos estaremos todos; luego ya iremos viendo el grado de popularidad que va alcanzando cada una. 

El resto del país no tiene circuito suficiente para vivir de la profesión con holgura, así que todos aquellos que se sientan con facultades para probar suerte han de ir a la capital. Precisamente de ahí le viene a Madrid el espíritu urbano, como el de cualquier otra gran capital, porque son el refugio de todos aquellos músicos provincianos cuyo lugar de nacimiento les queda pequeño. “Madrid no tiene raíces”, se quejaba Gonzalo García Pelayo, el gran mesías del rock andaluz. Y es cierto, pero no importa: a cambio, como todas las Babilonias, es chispeante, inquieta, ansiosa de novedades, y por supuesto al segundo día viviendo allí ya eres madrileño. Esa mezcla de orígenes y procedencias, esa falta de raíces es precisamente su mejor baza para el futuro; pero de momento será el lugar donde el rock tradicional en su vertiente hard (a veces con tonos progresivos) comienza a evolucionar hasta crear un estilo casi autóctono: el rock de barriada, hijo de la clase obrera, una especie de punk castizo. 

En cuanto a la infraestructura, y teniendo en cuenta que la situación económica sigue igual de mustia, son contados los locales con un acondicionamiento decente. Ya antes de la muerte de Franco comenzaron a popularizarse los festivales yeyés de buen tamaño, ubicados a veces en lugares insospechados. Recordarán ustedes que uno de los primeros y más famosos fue aquel de Burgos, tildado “de la cochambre” por la prensa patriótica, glosado luego por la correspondiente canción de los Tílburi. Y ese es un buen ejemplo del criterio que se seguía para montar estos eventos: horas y horas de grupos mediocres interpretando desarrollos interminables para deleite de los hippies urbanos que éramos aún casi todos. Aquello era más una fiesta que un festival, ya que en realidad lo que importaba era sentir esa impagable sensación de libertad entre iguales, generosamente iluminados por uno o varios tipos de substancias legales e ilegales. Podía ser en una plaza de toros, en algún secarral perdido por el mapa, en algún palacio de deportes sin la sonoridad más elemental, pero daba lo mismo; ah, y además ya comenzaban a llegar bandas extranjeras con una cierta regularidad: las de primera línea por lo general tocaban en locales de nivel aceptable, pero otras se incluían en este tipo de encuentros maratonianos. 

Los medios de comunicación, especialmente radio y prensa, mejoran a buen ritmo: tras la relativa popularidad alcanzada por los programas musicales en Radio España (Onda Dos), Radio Centro, la COPE incluso, finalmente RNE se atreve a lanzar en 1979 Radio 3, que ha quedado como lo más brillante que ha dado este país en ese medio, sin nada que envidiar a la Radio One de la BBC. En el mundo editorial, tras la heroica estela de “Disco Express”, una revista muy imperfecta y con pocos medios pero mucha voluntad, surgen entre otras Popular 1 (1973) y Vibraciones (1974); ahí ya tenemos dos publicaciones “sin complejos”, como se dice ahora, dos cabeceras de categoría que durarán muchos años (Popular 1 creo que aún existe). Como un compendio del mundo contracultural en el que la música es un elemento más, destacan las míticas revistas “Star” y “Ajoblanco”, ambas surgidas ya en 1974. Y por último, entre la escasa oferta televisiva hay que citar el “Popgrama”, creado en 1977 y que consiguió un alto nivel de dignidad: por ahí pasaron Ángel Casas (el fundador de “Vibraciones”), Diego Manrique, Carlos Tena y muchos más; Casas dirigirá luego “Musical Express”, creado en 1980, y la plantilla será muy similar. En fin, que el panorama se anima; y aunque por supuesto la mayor parte de los ingredientes informativos seguirá versando sobre la actualidad isleña o yanki, los músicos nacionales irán consiguiendo un poco más de atención con el paso del tiempo. 

Así pues, entre luces y sombras, la música moderna española comienza a superar su raquitismo y sus complejos; y resulta admirable la relativa rapidez con la que lo va a conseguir, puesto que antes de que termine la década algunos de sus protagonistas ya tendrán una cuota de mercado decente. En esta nueva travesía del desierto ya se divisan varios oasis; no serán gran cosa, pero la gris monotonía del primer quinquenio va quedando atrás. 


18 comentarios:

  1. Hola Rick,
    aunque esta época que describes yo no la he vivido me parece una muy buena introducción de lo que vendrá.
    Además tengo muchas ganas de conocer musicalmente esta España de finales de los 70, que voy muy pez en esta materia. O sea que vamos para allá.
    Voy con la ilusión de cualquier estudiante que empieza un nuevo curso, hasta me he comprado una libreta y lápices nuevos.
    Saludos

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    1. Muy buenas, Commendatore. Ya te aviso de que esta época, como digo arriba, es de pequeños oasis: no hay muchos discos de verdadero valor. Y a veces algunos realmente buenos pasaron desapercibidos, pero esto es frecuente en todo tiempo.

      Bueno, pues nada: a disfrutar del cursillo sin angustia, que ya sabes que aquí no hacemos exámenes ni pasamos lista.

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  2. ¿Es Canet la foto de portada?. Recuerdo un concierto festival en la plaza de toros de Vista Alegre, poco antes de la muerte de Franco, en la que actuaba Eduardo Bort y su Bambule Band. Empezó a llover y la basca se agrupó al lado del escenario para entonar un "stop the rain" parecido al de Woodstock. También el Festival de los Pueblos de España en la Autónoma, eso ya hacia el 76. Una multitud rodeada de grises por todas partes, los helicópteros sobrevolando la campa, "¡Coca-Cola asesina, trinaranjus al poder!". ¡Those were the days! Estábamos bien jodidos pero lo pasamos de cine, es lo que tiene ser joven. Grandes expectativas ante lo que se avecina.
    Saludos,

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    1. Sí señor, es el primer Canet, el de 1975, pocos días después del festival de Burgos. Comienza un reguero de maratones de este tipo, que tendrá su época de oro desde estos tiempos hasta los 90, más o menos.

      Y sí, los de nuestra quinta fuimos unos privilegiados por haber vivido ese tránsito entre la dictadura y la supuesta democracia. Que al final nos fuimos desengañando, de acuerdo; pero que nos quiten lo bailado, ¿verdad?

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  3. Interesante reportaje y la fotografía, también...

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    1. Muchas gracias, señor Guszamora, y también por la visita.

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  4. Hola Rick:
    Yo recuerdo perfectamente aquella época de transición porque me pilló con la edad adecuada. Con 16 ó 18 años, uno empezaba a comerse el mundo y a descubrir nuevas cosas que ni se imaginaba que existieran. Recuerdo por ejemplo, y con nostalgia aquellos conciertos de Leño y Barón Rojo en un mismo escenario (la Noche Roja). También a Triana y Medina Azahara tocando juntos. Pude ver en directo a mis entonces adorados Camel, y siempre guardaré un gran recuerdo del concierto que dió Jethro Tull en Murcia. Es cierto que con la democracia se notaba una gran apertura cultural, y que todos los jóvenes la recibimos como el maná bíblico.
    Yo por aquel entonces leía la revista Vibraciones, que me servía de guía por sus buenas críticas de álbumes, que ayudaban luego a elegir que discos comprar en la tienda, ya que el poco dinero había que invertirlo bien.
    Yo siempre le digo a los más jóvenes, que nosotros, los que nacimos entre los 50 y los 60, somos los que más emociones vivimos, y los auténticos artífices de la modernidad.

    Gran artículo, amigo Rick. Espero impaciente las siguientes entradas.

    Un saludote.

    Antoni.

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    1. Sí, durante unos años ese tránsito entre progresivo/sinfónico y la llegada del heavy cuadró con actuaciones en España de unos cuantos monstruos extranjeros. Era todo una fiesta, e incluso los ahora denostados años 80 tuvieron su gracia. Y los más jóvenes que no se quejen: son más jóvenes, precisamente.

      Gracias, Antoni. Espero que te diviertas.

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  5. Una gozada leerle, míster. Muy bueno este texto de introducción, tanto en las líneas generales como en los detalles (Madrid no será ya tan chispeante como en aquellos años, pero sigue siendo la Meca del aluvión provinciano, siendo fácil sentirte de ahí a nada que lo visites poco tiempo).
    De los tres nichos musicales que comentas, el que más desconozco con mucha diferencia es el catalán y valenciano.

    Por comentar un par de cosas para usted resabidas:

    - Aún a día de hoy, Nino Bravo sigue triunfando en el espacio-tiempo más intempestivo. Podría establecerse una función matemática que mostrase que la probabilidad de escucharlo es directamente proporcional a las evidencias visuales castizas que ofrezca el garito en sí: si por la mañana funciona como bar de tapas, si sirve bocata de calamares, si tiene azulejos en las paredes sin estar en Andalucía, si en el retrete hay cadena, etc. Si, aparte de todo esto, el bar tiene micrófono de karaoke, la probabilidad tiende a uno y raramente falla.
    En cuanto a Raphael, es un caso muy distinto porque si bien su música en general se jubiló de los bares hace demasiado tiempo (si es que los llegó a dominar alguna vez), su magnífico hit 'Mi gran noche' ha vivido una segunda juventud que ya lleva unos cuantos años en la cumbre de los pubs.

    - Aunque sea un poco más tarde en el tiempo, el norte vivió también sus particulares 'movidas', con mayor o menor relación con la de Madrid. Más rockeros, para lo bueno y para lo malo. Por no hablar de su Galicia y los Siniestro Total, que en el temprano 1981 ya se lanzaron con sus sátiras de rock urbano. ¿Les veremos por aquí? En cuanto al caso vasco, como bien sabe, la política lo impregnaba todo y el paso 'del txistu a la telecaster', de la canción protesta folk al rock y al punk, se produjo no sin muchos aspavientos y vestiduras rasgadas. También fue vista como una herramienta política para mucho listillo. Pero, en fin, el fenómeno no puedo tampoco reducirse a lo político.

    Pues nada, corto el rollo. Estaré atento a la próxima apertura del bar. Apenas hemos comenzado los 80's. Por cierto que, a este paso, alcanzamos a la familia Alcántara y sus andanzas. No sé si siguen emitiéndolo, porque hace años que desconecté, pero ya me gustaba 'Cuéntame'...

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    1. Pues muchas gracias, intermitente Raúl. Sé que este tipo de historietas te atraen, así que espero que te diviertas los mismo que los puretas que vienen por aquí. Una corrección: supongo que te refieres a los nichos catalán y andaluz, ya que Valencia por esa época es "una pequeña variante", como digo arriba. Tendrá carácter propio en los 80, como alternativa pop.

      Totalmente de acuerdo con lo de Nino Bravo, un hércules de la hostelería en todas sus variantes; Raphael ahí tiene poco que hacer salvo algún éxito muy concreto. de Nino en algunos bares se llegaban a escuchar discos completos.

      Lo de las movidas gallega, vasca o de cualquier otro sitio, como muy bien dices, comienza a principios de los 80, así que los veremos... en los 80. Así que lamento contradecirte: no es que "apenas hayamos comenzado los 80", sino que en esta serie ni siquiera llegaremos ahí salvo por la proyección de algunos grupos que empiezan amediados de esta década. Ya conoces mi obsesión por "cronometrar" la historia.

      Los Alcántara me hicieron gracia en los primeros años, pero lo dejé hace tiempo. Me daba la impresión de que se estaban convirtiendo en una parodia de sí mismos.

      Saludos mil....

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    2. Fallo mío estimado Rick. Leí tu texto con atención, pero curiosamente no me quedé bien con el título: pensaba que hablabas de finales de los setenta como introducción a los primeros ochenta. El error se dio porque recordaba que hiciste una serie de España en los 70's. Claro que aquella trató de los primeros años y esta de los últimos.

      Respecto a los nichos, hablaba en plural con lo de 'catalán y valenciano'. Y no es que sea buen conocedor ni del madrileño ni del andaluz, pero al menos he escuchado algo. La música catalana de aquellos años creo que me es muy ajena. Que igual me equivoco, ¿eh? Lo descubriré leyendo esta serie.

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    3. Hice dos series de los 70 (obsérvese fichero de la columna izquierda): la I se centraba en la transición entre finales de los 60 y principios de los 70 -la fase rockero-progresiva, bastante minoritaria- y luego otra sobre mediados de la década, titulada "La tercera vía", más cercana al pop o al rock de medio tiempo. En la primera los rockeros cantan casi exclusivamente en inglés, como mimetismo, pero teniendo en cuenta que la mayor parte de los músicos de categoría en aquel entonces eran catalanes y esos solían cantar en su idioma. En la segunda época ya comienzan a escucharse muchos músuicos castellanos o andaluces cantando en español.

      Precisamente la música catalana en esa época comienza a aislarse del resto de España: la presión de la burguesía intelectual, obsesionada con crear una personalidad propia, ha dado a luz unos cuantos truños progresivo - sinfónicos - layetanos que dan miedo. Así que tienes razón: te es muy ajena. Como a mí. Ya lo irás viendo...

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  6. Muy buena introducción para una época que ya me pilló en el sur de nuevo. La foto me recuerda también a un festival sorpresa que dio Taj Mahal en Madrid, en Moratalaz. El escenario era una casa piloto a medio construir para una urbanización que se iba a llamar “La Ciudad del Espacio” y que creo que nunca se llevó a cabo. Creo recordar que al bajo estaba Toti Soler y a la batería el arquitecto de la urbanización, que me parece que era el famoso Bofill (no estoy seguro). Historietas de aquella época (1970, creo). Los técnicos de sonido me dejaron grabar un casete en su mesa. Luego se la cambié a Mariscal Romero por un disco del flautista Harold McNair, que me gustaba mucho.
    Vibraciones, Musical Express, “La cochambre ya llegó” de Tílburi, Manrique, Ángel Casas, Star, Ajoblanco, García Pelayo, Carlos Tena… menudos recuerdos.
    Estaremos atentos y no nos perderemos ni una clase.

    Saludosssssssssssssss

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    1. Hola, Bab. Así que festival sorpresa de Taj Mahal. Menudas bicocas pillabas tú...

      Sí, estábamos rodeados de nombres que ahora son míticos; para nosotros, claro. Imagino que la gemnte joven no recordará casi nada de esto, porque cada época tiene sus ídolos, pero en fin.

      Que te diviertas en este nuevo viaje a las catacumbas...

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  7. Hola Rick:
    Ya esperaba yo esta serie, a ver si no me pico ninguna clase, como ya hice en la serie anterior y mis papis me han dicho que si acudo a todas me compran la bici a fin de curso.
    Como siempre seguro que aparecen grupos de estos que ya ni me cuerdo, y a ver como te vandeas un tipo tan popi como tu con los sonidos pesados que arrasaron casi a fin de década.
    La cosa promete.
    Saludotes.
    Jose

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    1. Hola, José. También yo esperaba esta serie; hasta cierto punto me hace ilusión recordar aquello, aunque también reconozco que la mayoría de los grupos que van a salir aqueí no eran muy de mi agrado: como bien dices, los poppies en esta época andábamos mustios. Menos mal que la Isla nos daba alimento abundante...

      Espero que te ganes la bici, pero luego ponte casco...

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  8. Te has largado una sintesis muy atinada de aquellos años que ya casi fueron los nuestros pero ojo soy de los que pienso que debajo de aquel aparente secarral estaba la semilla de lo que fueron los 80.
    Las revistas míticas aquellas nos enseñaron muchas cosas y crearon el estrato sobre el que nacería todo lo demás. Pondría dos títulos más: Ozono y con un contenido filosófico político El Viejo Topo. Y no nos olvidemos de las de humor. Por favor, El Papus o Hermano Lobo. Luego más en el rollo El Víbora o Totem.

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  9. Muchas gracias, herr doktor. La semilla de los 80 es una suma de varios ingredientes; pero si nos referimos a la nueva ola, lo que sí es cierto es que estamos ante un invento madrileño esencialmente.

    Sobre las revistas sí, la cosa podría ampliarse, aunque por la intención generalista (y por lo tanto esquemática) de estas entradas no se puede estar a todo. La tendencia de Ozono iba hacia lo musical y el Viejo Topo era más de carácter político; luego ya los cómics eran otro mundo, y llegó a haber docenas, aunque lamayoría duraron poco.

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