martes, 17 de septiembre de 2024

1966 (II)

“En el estudio tenían las cosas cada vez más claras. Empezaron a decirme lo que querían hacer y a presionarme para que les diese más ideas y modos de ponerlas en práctica” 
George Martin 

Cuando los Beatles terminaron la grabación de “Rubber soul” ya no eran un grupo beat: en Estados Unidos había sido Dylan en encargado de dar la señal para el comienzo de los nuevos tiempos, y en la Isla les correspondía a ellos. Por otra parte eran admiradores suyos, y el propio Lennon reconoce que en canciones como “I’m a loser” o “You’ve got to hide your love away” el tinte intimista de las letras se debe a su influencia. Ah, y McCartney añade que “gracias a él descubrimos la marihuana. Fue divertido”. Como muchos músicos isleños de entonces, su contacto con las drogas no había pasado de la respetable cantidad de anfetaminas que, mezcladas con alcohol, consumían para soportar las actuaciones agotadoras en Hamburgo, preferentemente. Pero ya durante la filmación de “Help” se habían reido lo suyo, hasta el punto de reconocer que los mejores momentos de esa película quedaron fuera, piadosamente ocultos. Y el ácido fue el paso siguiente, “participando” ya en algunos momentos de la grabación de “Revolver” junto a la marihuana. Pero ese disco, aun con todas sus innovaciones, sería impensable sin el cambio radical que habían mostrado ya en “Rubber soul”; de hecho, ellos mismos consideran que uno es consecuencia del otro. 

A finales de mayo del 66 llega un single que contiene “Paperback writer”, tal vez su canción más potente hasta entonces, en la cara A; en la B está “Rain”, la primera pieza definitivamente psicodélica. La A es idea de McCartney, que trata de conseguir una mayor contundencia usando un bajo Rickenbacker, mientras los demás le ayudan con un ritmo muy vivo, y en contraste tanto su voz como los coros recuerdan el estilo del surf vocal. La prensa suele verla como un homenaje, un tanto irónico, a los Beach Boys, aunque para Lennon es una evolución de “Day tripper”, lo cual tiene su lógica. Es Lennon quien crea los trazos principales de “Rain”, la prueba definitiva de que la psicodelia ha llegado a la Isla. A veces se dice que “Shapes of things” de los Yardbirds fue la primera, pero, dejando aparte algunas estrofas, solamente la guitarra de Jeff Beck podría sugerirlo. La psicodelia es más que eso, y los Beatles nos lo explican en tres minutos. La letra está a la altura, rematada con esas estrofas finales al revés, pero todo el trabajo musical es impresionante: las voces se van arrastrando; la batería parece rezagarse, manteniendo un ritmo extraño; el sonido de conjunto es muy denso, y el sonido de la cinta al revés es uno de esos descubrimientos que hace Lennon en su casa tras dar buena cuenta de un cigarrillo de hachís (la había colocado mal en el magnetófono).


Cuando ese single se publica ya hay un trasfondo general bastante complicado. El grupo comienza a sentirse incómodo con los viajes continuos y las giras, que pueden ser económicamente muy satisfactorias pero en lo artístico son frustrantes, porque sus actuaciones en directo discurrían bajo un griterío descomunal en el que eran incapaces de oirse a sí mismos. Una de las primeras señales de hartazgo fue la creación de cortos promocionales para aquellas dos canciones (el término “videoclip” aún no existía, evidentemente), con el objetivo de enviarlos a las televisiones estadounidenses para evitarse desplazamientos. A eso hay que añadir los problemas que surgen en algunos países por razones culturales o malentendidos, y el mes de julio (su última gira mundial) acaba convirtiéndose en un infierno. Ese mes comienza con sus únicas actuaciones en Japón, que tuvieron lugar en el Budokan, un templo de las artes marciales. En un país tan conservador, para mucha gente aquello representaba una infamia (aunque la culpa no fuese suya, sino de quien organizaba las actuaciones), y ya antes de su llegada comenzaron las amenazas de muerte. En consecuencia, desde su llegada hasta su marcha fueron protegidos -“secuestrados”, decía Lennon- por un verdadero ejército de policías que restringieron sus movimientos. La cosa fue aún peor en Filipinas, bajo la dictadura de Marcos, un completo sátrapa: allí, su negativa a acudir al palacio presidencial los sumió en una situación de acoso inquietante, vejaciones y más amenazas. Pero la guinda del pastel la puso el propio Lennon cuando dijo aquello de que eran más famosos que Jesucristo: entonces fue la América profunda, especialmente los estados del sur, quien se puso en pie. Mientras muchas emisoras dejaron de emitir su música, algunas agrupaciones ultras promovieron la quema pública de discos y fotografías del grupo. 

Casi a continuación, a primeros de agosto, llega “Revolver”. La masa de fans ya estaba preparada para lo que podría significar aquel disco, puesto que las dos canciones del single anterior correspondían a las mismas sesiones de grabación (que comenzaron en abril), y por lo tanto eran un anticipo de lo que venía. Pero por muy preparados que estuviesen la conmoción fue total, porque aquello era vanguardia pura: no solamente se confirmaba la “mayoría de edad” que ya había mostrado “Rubber soul”, sino que además las ideas apuntadas en aquel disco florecían, se ampliaban, llegaban por momentos hasta el arabesco gracias, entre otras cosas, a esa “aportación extra” del ácido en piezas tan significativas como “Tomorrow never knows”. Lennon sigue las instrucciones de Timothy Leary, uno de los gurús del LSD, y bajo ese influjo crea uno de los grandes iconos de la psicodelia británica; que luego guste más o menos es otro asunto -muchos de sus primeros seguidores la detestan-, pero una vez más el grupo demuestra ir por delante del resto. Y en cualquier caso el asombroso juego de contrastes a que muestra este disco (y a pesar de eso, su gran cohesión) da para satisfacer a cualquiera. Para mi gusto el arranque con “Taxman”, ese rock adelantado a su tiempo en el que un cabreado Harrison se queja de los impuestos salvajes que rigen en la Isla por entonces, ya es para nota; pero luego llega la señorial “Eleanor Rigby”, verdadero pop de cámara; “I’m only sleeping” o "She said she said" son otras dos de esas piezas clásicas de Lennon, también con cintas al revés, y así sucesivamente. Se les perdona el submarino amarillo y alguna que otra pieza flojilla más, porque en conjunto todo el mundo coincide en que esta es una de las mejores obras del grupo.

 
Y poco después pasó lo que tenía que pasar: tras una última gira desastrosa por Estados Unidos, incluyendo amenazas, boicots e incluso intentos de suspensión de conciertos a cargo del Ku Klux Klan en el Cinturón de la Biblia, el grupo abandona las actuaciones a finales de agosto. Renuncian así a una de sus principales fuentes de ingresos, pero les compensa: a partir de entonces podrán tener una vida parecida a la de las personas normales y dedicarse con más empeño a desarrollar y grabar sus canciones, que hasta ese momento se iban preparando entre gira y gira. Por otra parte, la mayoría de las que habían grabado recientemente no hubieran podido llevarse al directo. Un directo que de todos modos tampoco servía para mucho, ya que como bien dijo Lennon, “La música no se oía. Era como una función de circo: los Beatles eran el espectáculo, y la música no tenía nada que ver con aquello”. No se puede expresar mejor.

1 comentario:

  1. La decisión de los Beatles de abandonar las giras para centrarse en la creación musical me parece de lo más rompedor que ha podido darse en la historia del pop. Y no deja de serlo por ser ellos quienes eran, y estar consolidados, porque en ese negocio cualquiera podía caer, como en el mito de Ícaro.

    'Tomorrow never knows' es un gran ejemplo de la naciente psicodelia pues, compositivamente hablando, el tema es muy pobre, pero el resultado fue magnífico, un acierto experimental. Como lo será, a comienzos del año siguiente, 'Are You Experienced?' de la banda de Jimi. Porque no todas las experimentaciones de ese estilo salieron tan bien, me atrevería a decir que muy pocas, y menos que aguanten bien el peso de los años como esas dos.

    Y qué decir de 'Eleanor Rigby', mi canción preferida de toda la discografía de los Beatles, quizá junto a 'Strawberry fields forever', que llegará más adelante. Desde luego, sin ese talento compositivo, no habrían dejado trabajos tan perfectos, por mucha innovación que pretendieran.

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