lunes, 16 de abril de 2018

Estados Unidos: los últimos 70s (IX)


Llega la hora de abandonar Nueva York: aunque es la protagonista principal en estos tiempos, creo que ya hemos catado lo más interesante de su cosecha; por otra parte nos hallamos en un país muy grande, por lo que seguramente encontraremos más de una sorpresa en el lugar menos pensado. Y para despedirnos de esta ciudad hoy nos visita un personaje que comenzó a hacerse conocido aquí pero que pronto decidió volar a la Isla y establecerse en Londres, porque como en el caso de Suicide comprendió que su propuesta sería mejor aceptada en Europa. Se trata de Wayne Rogers, más conocido como Wayne County hasta finales de los años 70 y como Jayne County desde entonces. 

Wayne abandonó en 1968, con veintiún años cumplidos, su opresiva Georgia natal buscando oportunidades y también un espacio más amplio donde poder vivir con desahogo su condición de homosexual “combativo”, muy mal vista en un estado en el que sus leyes permitían encarcelar a un hombre que se vistiese de mujer, algo que él hacía con frecuencia desde pequeño. Llegado a Nueva York, comenzó a combinar su afición por la música con la teatral; y si Suicide son seguidores del teatro de la crueldad Wayne lo es del teatro del ridículo, un invento neoyorkino de mediados de la década de los 60. Por otra parte era admirador de Jackie Curtis, una de las primeras drag queen que formaba parte de la troupe de Andy Warhol, aunque el concepto “drag” tampoco era de su gusto: “Decía que no era hombre ni mujer: era Jackie. Y eso mismo pienso yo: soy Wayne”. No es extraño que cuadrase perfectamente en los tiempos del glam, ya que iba un paso por delante: New York Dolls, Alice Cooper o cualquier estrella británica eran claramente hombres pintados, de ahí no pasaba la cosa; pero Wayne era transgénero, lo cual por entonces sonaba casi revolucionario. 

Dejando aparte sus ocupaciones teatrales, que no ha abandonado nunca (ya en 1971 actúa en Londres con la compañía de Warhol), comienza a implicarse en el ambiente musical neoyorkino como disc jockey en el Max’s Kansas City, aunque ese es un trabajo de ida y vuelta porque en otra estancia en Londres consigue un contrato en Mainman, la compañía de management de Bowie (que por supuesto ya es admirador suyo). Sin embargo aquella época resulta improductiva: solo hay algunas grabaciones cinematografícas y teatrales que quedan aparcadas y una banda glam fallida (Queen Elizabeth). Bueno, también está la inspiración que según él insufló en Bowie para escribir “Rebel rebel”; la mayoría pensamos que más bien es una herencia de los Stones, pero no vamos a discutir eso ahora. De vuelta en Nueva York, con rango de figura nocturna junto a sus amigos del ambientillo como Patti Smith y demás glorias futuras, da otro paso y crea una nueva banda con más empaque: los Back Street Boys (no, no son esos Boys), que llegan a convertirse en asiduos tanto del Max’s como del CBGB. Sin embargo, a pesar de que llegaron a grabar un single en un pequeño sello de la ciudad con una canción dedicada al local donde se hizo conocido, Wayne no acaba de ver clara la situación y en 1977 decide abandonar Estados Unidos para asentarse en Londres: si el glam triunfó con mucha más fuerza en la Isla que en su país es porque el espíritu europeo es más decadente que el americano (ya lo ha comprobado), y por lo tanto su propuesta es más viable allí. Y no es lo mismo el apoyo de gente consagrada y con recursos como Bowie que los colegas primerizos de Nueva York. 

Wayne llega a Londres junto con Greg Van Cook, su guitarrista en los fenecidos Back Street Boys, y buscan gente para un nuevo grupo, que se llamará The Electric Chairs. La primera formación queda establecida con el bajista Val Haller y John J. Johnson a la batería (sustituyendo a Chris Dust, que solo estuvo con ellos durante unos meses); más adelante entrará el guitarra rítmica Henry Padovani, recién salido de los primeros Police (que serán sus teloneros en algunas giras del 77). Pronto comienzan a hacerse un sitio en la escena londinense porque han llegado en el momento justo: su mezcla de rock and roll con tendencia trash, glam e incluso garajera, es una especie de compendio de todos los estilos que están edificando el punk isleño. Un nuevo sello independiente, Safari, publica un single con la que será primera clásica del grupo: “Fuck off”, un boogie rock que triunfa en el circuito alternativo y que tras un nuevo Ep los lleva a grabar su primer disco grande, de título homónimo, a principios del 78. En él se ve claramente que los Electric Chairs no son en realidad una banda punk, sino que se acercan bastante al estilo de unos New York Dolls: el rock and roll es el principal protagonista, con un amplio rango que va desde “Eddie and Sheena”, balada al estilo de los años 50 que abre el disco y nos cuenta la hermosa historia de amor entre un teddy boy y una punki, hasta el cierre con “Rock and roll resurrection”, cuyo título ya lo dice todo. Por el medio tenemos una recreación de “Max’s Kansas City” en la que ya se va alejando de la influencia vocal del estilo Lou Reed que mostraba en sus primeros tiempos; y por supuesto hay un buen equilibrio entre la irreverencia de las letras y el ritmo de las músicas: “Bad in bed” o “Hot blood” son un ejemplo de que los temas tradicionales del rock and roll no cambian, solo se actualizan. Y aunque las ventas son discretas, las giras se hacen continuas por media Europa. A lo largo de su carrera llegarán también a Estados Unidos, pero curiosamente ni uno solo de sus discos será publicado allí: la importación será el único medio de conseguirlos. 

Antes de que acabe el año llega “Storm the gates of heaven”, el segundo Lp, que al menos para mí supera al anterior. Se nota la influencia británica, que combinada con su formación yanqui da como resultado un mayor rango de matices y de ritmos; ya el arranque con la canción que le da título es un buen ejemplo, desde que comienza con ese sonido inmemorial de la puerta que rechina en plan Drácula hasta el desarrollo final que me recuerda a Magazine (hasta el tono de voz podría ser el de Devoto), pasando por una fase de vodevil encantadora. Las influencias de la new wave se notan en piezas como “Cry of angels”; hay una reivindicación de su naturaleza en “Man enough to be a woman”, o una excelente versión del “I had too mucho to dream…” de los Electric Prunes, y así hasta completar uno de los discos más brillantes e infravalorados de aquel año. Poco antes se había publicado “Blatantly offenzive”, un Ep que condensa en cuatro canciones el aspecto más cañero del grupo, incluyendo de nuevo el “Fuck off” del año anterior. Da la impresión de que Wayne busca dos públicos distintos dependiendo del formato. 

Con la publicación de “Things you mother never told you” en 1979, Wayne y sus muchachos completan el trayecto con brillantez: ese tercer y último disco del grupo es el más alabado tanto por la prensa como por la mayor parte de los fans. La esencia es la misma, pero hay nuevos ingredientes como ese cruce entre Lou Reed e Iggy Pop que vemos en “Wonder woman”, la canción que lo abre; también tenemos una decadente “Berlin”, cantada con un tono vagamente parecido al de Marlene Dietrich (como en “Midnight pal”) y un acompañamiento de balada casi tecno. Ese fondo podría recordar a los Ultravox de entonces, como pasa también en “Waiting for the marines”, y hay otros experimentos electrónicos como en “Think straight” O “C3” que nos muestran unas posibilidades insospechadas. Sin embargo, tras unas cuantas giras que incluyen su propio país, decide disolver la banda en 1980 para seguir un camino en solitario, más centrado en el teatro y algunos trabajos cinematográficos que en lo musical (“Private oyster”, su primer disco como Jayne County, no se publicará hasta 1986 y es bastante flojo; desconozco el resto de su obra). Que por cierto, el cambio de nombre se lo debe al CBGB: en un cartel de su actuación allí vio que alguien había tachado la “W” y escrito una “J” encima; “ese detalle me encantó”, dijo, y cuando la banda estuvo sobre el escenario Wayne se presentó como Jayne. Hasta hoy. 

Los Electric Chairs han sido siempre una banda poco valorada, tal vez porque la publicación de sus discos se restringió a Europa. Sin embargo no tienen nada que envidiar a muchas otras, tanto yanquis como isleñas, con muchos más seguidores pero menos categoría. Aunque esta una opinión personal, claro. En cualquier caso, con ellos nos despedimos de Nueva York: hay una larga carretera que nos llama.




10 comentarios:

  1. ¡Ni modo, oiga!, no me "suena" este Wayne County y sus Electric Chairs ni harto de buscar referencias indirectas, incluso fanzines o revistas de la época. Hubiera estado bien haber adquirido en su día las recopilaciones del Max´s Kansas City, o haber visto el "Blank Generation" u otras películas sobre la época, tanto en NY como en Londres, para tener alguna idea del artista. La verdad es que la despedida de Nueva York ha sido de los más bizarra, Rick.
    Saludos,
    JdG

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    1. Pues aunque parezca mentira, los tres discos están publicados en España, e incluso algunos singles; otra cosa es la deficiente distribución, claro. Yo sigo recomendando, como mínimo, el tercer disco, que me parece bastante equilibrado.

      Saludos mil.

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  2. A mí si me suena, pero de haber leído (no oído) sobre él/ella. No recuerdo haber oído a los Electric Chairs, y me han gustado mucho. Siempre se aprende algo por aquí. Apunta mi asistencia a clase, que luego pasa lo que pasa. Curiosa vida la de Wayne/Jayne County; rompiendo esquemas, que falta hacía.

    Saludosssssssssss

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    1. Ya digo, no me parecen inferiores que otros cuantos grupos más alabados, pero ya sabes que a veces el público es un poco raro. Y luego el asunto de la publicidad, en la que por supuesto aquí en España su sello no gastó un duro. Y sí, la vida de este señor/señora es de todo menos aburrida.

      Saludos mil....

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  3. Yo tampoco conozco nada de esta gente y de este personaje, pero si su canciones tienen un nivel parecido al que has puesto quizás habría que hacer alguna búsqueda por Internet.

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    1. Como le decía a Javier, al menos el tercer disco puede interesarle a muchos aficionados distintos porque hay una gran variedad. Se les nota ya muy hechos.

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  4. Pues ni idea. Se conseguirán los tres discos y ya te contaré cuando los oiga, porque ahora mismo trabajando, claro
    kk

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    1. No creo que haya mucha dificultad para pillarlos (hoy en día a los Chairs se les considera banda de culto), pero si tienes alguna dificultad da un silbido...

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  5. Pues el grupo de esta semana es un total desconocido para mi, igual que para la mayoria por lo que veo. O sea que Rick parece que esta última entrega de Nueva York nos ha pillado a todos por sorpresa. Será cuestión de escucharlos, el tema que propones tiene buena pinta así que he decidido darles una oportunidad y conseguir los tres discos de estos Electric Chairs. Al final hemos entendido que en el Nueva York de finales de los setenta no se puede entender esta ciudad sin el CBGB por los músicos emblemáticos que tocaron allí. Me ha gustado la estrategia que comentaste la semana pasada sobre escuchar una canción diaria en el caso de discos 'raros' o de difícil absorción, creo que voy a aplicarla a partir de ahora. A ver con que nos sorprenderas la semana que viene. Saludos.

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    1. Tal y como funcionaba el mercado del disco en España por entonces, es frecuente encontrarse con casos como este: una banda apreciada por un respetable número de fans en todo el mundo resulta casi desconocida aquí. Lo dicho, una banda de culto, con todo lo bueno y lo malo que tiene esa etiqueta.

      Y sí, tanto el CBGB como el Max's Kansas City (que ya viene de la década anterior) son dos locales emblemáticos en la historia del rock neoyorkino; no solo por las bandas que actuaban allí, sino por la sinergia que se creaba entre sus músicos. Para hacerse una idea "nacional" es algo parecido a lo que hubo en el Madrid de la Nueva Ola con los tres o cuatro locales clásicos. Es un caldo de cultivo, por decirlo así.

      Lo de la canción diaria ya verás como te facilita las cosas. Y repito: si un disco no te entra, no te preocupes lo más mínimo. Hay bandas y discos a patadas.

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Cierren la puerta al salir.