lunes, 9 de diciembre de 2024

1966 (XIII)

Los Hollies habían comenzado su carrera en Manchester procurando ceñirse en todo lo posible al estilo de los Beatles, hasta el punto de que en el aspecto melódico sonaban a veces demasiado parecidos. Su punto fuerte eran los juegos de voces, pero su creatividad estaba muy lejos de la de sus vecinos de Liverpool; y a medida que estos mostraban su creciente capacidad como compositores, los otros seguían dependiendo de las versiones o encargos a profesionales del ramo. Lo cual implica, entre otras cosas, que mientras los Beatles ya tenían un carácter único al llegar a mediados de la década, los Hollies comenzaban a sonar desfasados. Y la sensación se agudiza si los comparamos con las bandas de Londres, cuyos orígenes en el r&b ya son de por sí más atractivos. Sin embargo, cuando llega 1966 se sostienen todavía como banda de primer nivel gracias a los aficionados al pop mainstream y a los nostálgicos de la era beat, ese sector que critica precisamente a los Beatles por haber “renegado” del estilo que los encumbró. 

De todos modos saben elegir el repertorio ajeno, y a mediados de febrero tenemos una nueva prueba con su versión de “I can’t let go”, la cara A del primer single de ese año. Había sido interpretada el año anterior por Evie Sands, una heroína del northern soul, pero los arreglos y la interpretación de los Hollies le dan grandeza. El resultado, a medio camino entre beat -su fantástico juego de voces otra vez- y el pop más fresco, con una magnífica ejecución instrumental, es soberbio. La cara B es bastante convencional, pero tiene un pase: “Running through the night” figura a nombre de “Ransford”, es decir, que ha sido compuesta por el grupo, y es una especie de country pop. Fue la última grabación en la que figura el bajista Eric Haydock, que deja la banda por cuestiones monetarias; le sustituye Bernie Calvert, amigo de Hicks y Elliott por haber coincidido años antes en pequeños grupos de rock and roll. Y a mediados de junio remachan la faena con otra cara A fastuosa: “Bus stop”, una nueva maravilla del subestimado Graham Gouldman, un gran ejemplo del pop británico de alta escuela que los lleva al top 5. La cara B es una pieza propia titulada “Don’t run and hide”; no está a la altura de la otra, pero es bastante vigorosa. Aquí quedan esas dos deslumbrantes caras A con las que abren boca para el nuevo Lp que está al caer:



Dos semanas después de aquel segundo single llega “Would you believe?”, el cuarto disco grande en la carrera de los Hollies. De un total de doce canciones hay cuatro originales, pasables, que oscilan entre el estilo de balada casi folkie de “Hard, hard year” hasta el beat/pop de “I’ve got a way of my own”. En cambio, con “Oriental sadness” queda patente su lejanía con respecto a otras bandas del momento, ya que su visión de lo que pueda ser la mixtura entre pop y los efluvios hindúes se limita a dos o tres notas vagamente orientales (ah, y un toque de gong). En cuanto a las versiones, aparte de la inclusión de “I can’t let go”, hay algunas bien resueltas como la ya por entonces clásica “That’s how strong my love is” o “Take your time” -en esta demuestran que el estilo de Buddy Holly les cuadra perfectamente-. Salen más o menos bien parados en otras como “Don’t you even care” o “I’m a rock”, aunque en esta última no aportan nada nuevo (prefiero la original de Simon y Garfunkel). Pero creo que se equivocan atacando “Sweet little sixteen” en pleno año 66: parecen los Beatles de cinco años antes. Algo parecido se podría decir con “I take all I want”, que aún encima es la que abre el disco y a la que restan poderío con su interpretación tan pálida, tan contraria a su naturaleza. En fin, que no le veo argumentos suficientes a este disco para llegar a rozar el top 15 como hizo. Pero ese puesto es la mejor demostración de que, como decía antes, hay mucha gente que siente preferencia por las melodías y las voces cristalinas de tres o cuatro años antes que por los ritmos cálidos o las piezas contundentes. Lo cual no es malo ni bueno, por supuesto.



A principios de otoño hay un nuevo single cuya cara A está compuesta por el grupo. Se titula “Stop! Stop! Stop!” y no es totalmente nueva, ya que su línea melódica guarda relación con “Come on back”, una cara B del 64. En todo caso, aquí muestran más vigor y frescura. La cara B, “It’s you”, es también suya y resulta agradable. Entre una y otra consiguieron un top 5, lo cual es un buen aperitivo para la publicación, ya en diciembre, de “For certain because”, el quinto Lp y el primero en el que todas las piezas son propias. Esa mayoría de edad se reafirma haciendo desaparecer el colectivo “Ransford”, sustituido ahora por el triunvirato formado por Nash, Clarke y Hicks; y aunque hay un cierto batiburrillo de estilos, el resultado final es aceptable. “What’s wrong with the way I live” es una apertura alegre, casi de fiesta, muy de su onda, seguida por “Pay you back with interest”, que para mí es de sus mejores canciones. Luego viene una de esas cosas “raras” que hacen a veces: ”Tell me to my face”, cuya base rítmica me recuerda a la bossa nova, tan de moda por entonces. “Clown” en cambio es un buen intento de pop barroco, muy melódico y bien desarrollado, mientras “Suspicious look in your eyes” parece tratar de seguir el estilo de la canción que abría el disco, pero da la impresión de que se pierde un poco por el camino. Hay alguna pieza cercana al vodevil, como “High classed”, que no es lo mío, y a cambio “Crusader” tiene un punto folkie que hace recordar a Simon y Garfunkel: decididamente, vuelven a demostrar su afición por el dúo. La orquestal “What went wrong” es otro de esos pasos atrás en el que dan la impresión de no saber en qué año viven (justo por los mismos días en los que debutan Cream, por ejemplo). El cierre con “Stop! Stop! Stop!”, aquel reciente éxito en single, equilibra un poco las cosas; pero aunque posiblemente este disco sea un poco mejor que el anterior, dan la sensación de estar al margen de la actualidad. Y esta vez no llegan al top 20, así que esa sensación comienza a generalizarse.   


Y esta es la imagen que dan los Hollies en el momento en que ya ha comenzado la fugaz pero muy densa era de la psicodelia británica: la de un grupo que pertenece a un tiempo pasado. Lo cual hace más sorprendente el “destape” que van a protagonizar en 1967, con dos discos grandes que les redimirán de tanta medianía (por supuesto sin quitar mérito a la mayor parte de sus singles, que esos sí son realmente buenos). Pero para eso tendremos que esperar a su próxima visita a este tugurio, así que…

lunes, 2 de diciembre de 2024

1966 (XII)

"No me considero parte del mundo del rock, soy básicamente un cantante de jazz. No importa en qué género trabaje, siempre improviso. El jazz siempre avanza y mira hacia delante. Aprendí de la escuela de Louis Armstrong. Louis decía: 'Nunca canto una canción igual dos veces". Eso se me quedó grabado. Y tampoco canto nunca una letra igual dos veces. En directo suelo cambiar letras aquí y allá, trayéndolas al presente". 
Van Morrison 

Them, los únicos irlandeses que forman parte de la invasión británica, son también los que menos tiempo estuvieron en activo; al menos con Van Morrison al frente, porque lo que vino luego no importa mucho. Ya casi desde el principio de su existencia tuvieron enfrentamientos, en gran parte a causa de la fuerte personalidad de Morrison, que siempre ha seguido sus propias reglas. Es un músico de trato bastante complejo, por no decir directamente conflictivo. Le cuesta trabajo ceñirse a la coexistencia con un grupo, con la prensa y con el sistema empresarial de los sellos discográficos, lo cual implica que la situación siempre amenaza tormenta. Sin embargo necesita vivir este período para asentarse y luego dar el salto que le permita emprender una carrera en solitario, porque eso es lo que cuadra con su carácter. Ya en verano del 65 se había creado una situación complicada con la marcha (o el despido, que no está claro) de Billy Harrison y Pat McAuley, que a finales de ese año forman una nueva banda a la que pretenden registrar como “Them”; tras perder la batalla legal luego serán “Some Of Them” y más tarde los Belfast Gypsies, pero durante unos meses (hasta marzo del 66) hubo dos grupos circulando por Europa con el mismo nombre.

Decca publica el segundo disco grande a mediados de enero, tras unas sesiones de grabación conflictivas en las que ha vuelto a haber entradas y salidas de músicos: a estas alturas, de la formación original solo quedan Morrison y Henderson. El título del Lp es “Them again” y de nuevo lo produce Tony Scott, que hace lo que puede teniendo en cuenta la situación. Dan imagen de poderío con un total de dieciséis canciones, de las cuales ocho son propias: hay cinco de Morrison, dos de Scott y otra a medias entre Scott y Phil Coulter, un compositor irlandés que ya por entonces tiene mucho prestigio. Abre una de Morrison, “Could you, would you”, con ese tono de balada entre pop y rock, muy digna. Lo mismo pasa con la versión de “Something you got”, que viene luego, “blanqueándola” lo justo para dar el toque de originalidad a una pieza que ya tiene muchas versiones por entonces, casi todas del otro bando; en cambio “Call my name” (escrita por Scott) me recuerda a Eric Burdon, del mismo modo que la de “Turn on your love light” sigue sonando bastante americana, a pesar del esfuerzo en recrearla. Vuelve el espíritu de balada para encarar la imemorial “I put a spell on you”, y le sale bastante bien (ese diálogo entre él y el saxo es demasiado corto, microscópico). Una de las más recordadas viene luego: “I can only give you everything”, la de Coulter y Scott. Es un curioso cruce entre los Stones y ellos mismos, una perlita que con el tiempo llegará a aparecer incluso en las listas de ese evanescente estilo llamado “freakbeat”. Sorprende, y para bien, la manera de afrontar “It’s all over now, baby blue”: no lleva grandes arreglos, al estilo del propio Dylan, con lo cual la gran elevación la da esa voz. En conjunto es un disco bastante digno. Hay mucha gente que dice que no llega al nivel del primero; y puede que no, pero tampoco tiene mucho que envidiarle. Por otra parte, su destino en las listas de ventas no fue mejor ni peor.


Como era de esperar, a Decca se le acaba la paciencia y liquida el contrato con el grupo, tras la publicación de un último single que llega en la primavera: “Richard Cory / Don’t you know”. La cara A es una versión que hacen sobre una canción que formaba parte del legendario “Sounds of silence”, el segundo disco de Simon & Garfunkel, publicado solo tres meses antes. En este tipo de piezas tan arraigadas en los esquemas clásicos del folk la letra tiene una gran importancia, y la manera de “casi” recitar que emplea aquí Morrison es de un creciente dramatismo; sin embargo hay un trabajo muy bien desarrollado por el grupo, con la marcada presencia del bajo y en general un gran protagonismo de la sección rítmica, potanciando mucho la que ya tenía en la original. Es una gran canción, la cante quien la cante, pero la versión de Them me parece la mejor de todas las que he escuchado. En cuanto a la cara B, que ya estaba incluida en el Lp anterior, es la otra pieza que había aportado Scott y que a mí me recuerda el estilo de Ray Charles cuando hacía cosas del tipo “Hit the road, Jack”, por ejemplo. Es una estructura bastante tradicional que a Morrison le sienta muy bien y destaca su querencia de frontman, de protagonista.


Más o menos por entonces, durante una gira americana en la que ya los enfrentamientos eran continuos, Morrison anuncia su marcha y junto a Henderson se vuelve a Europa. La gota que había hecho rebosar el vaso fue la constatación de que su manager les sisaba (un mal recurrente en muchos grupos de la época), pero eso ya casi era lo de menos: el propio Morrison explicó luego que estaba harto de formar parte de un esquema tan mercantilizado en el que ya no disfrutaba con lo que hacía. Como curiosidad, a principios de 1967 se publicará un single en el sello Major Minor con una larga “exposición” musical en la que Morrison recita más que canta sobre los orígenes del grupo. Se calcula que es una grabación hecha sobre 1964/65, es decir, con la formación original. Por su longitud ocupa las dos caras del single, y aunque no sea una maravilla resulta interesante. Aquí la tenemos, sin el corte intermedio:

La historia de los verdaderos Them termina en el momento en que Morrison emprende una carrera en solitario que, con luces y sombras, ha llegado hasta hoy mismo. Mientras tanto, seguirá circulando por ahí un grupo fantasma que llega a grabar varios discos en Estados Unidos (no publicados en la Isla), incluyendo una época psicodélica perfectamente olvidable, hasta su desaparición sobre 1968/69. Tienen algunos momentos que aún valen la pena, pero les pasa lo mismo que a los SDG: han perdido su fuerza motriz.

lunes, 25 de noviembre de 2024

1966 (XI)

“Sólo había escrito una canción antes de ‘She's not there’, y pensé que podía escribir algo tan bueno como lo que hacían los Beatles. Esperaba que fuera un éxito, y lo fue. Y luego, cuando otras cosas no salieron así de bien, pensé: “Espera un momento...”. No tenía ni idea de los escollos que pueden afectar a todas las etapas de lo que haces. Me di cuenta de que todo tiene que cuadrar para que algo realmente funcione. Al principio teníamos una dirección y una agencia que no eran buenas, y además estábamos muy descorazonados con la producción de los singles, porque no sonaban como los habíamos imaginado” .
Rod Argent 

La opinión de Argent sobre la suma de circunstancias que acabó llevando a la desaparición de los Zombies puede ser más o menos acertada, pero también hay que reconocer que el tipo de música que hacían no era el más popular en aquella época. Las bandas y el público isleño en su conjunto vivían en una especie de efervescencia, de alegría espitosa por un momento histórico y musical único, y por lo tanto aquella melodiosa serie de piezas casi barrocas que iban publicando sonaba como si perteneciesen a otro tiempo (aunque en 1966 se nota que intentan darle más vidilla a su estilo). Además no todos los días se le ocurren a uno canciones de la categoría de “She’s not there”, que aun siendo tan buena como es no pasó de un top 10 muy ajustado. Así que los Zombies, como otros grupos que fueron surgiendo en esa onda, tanto en la Isla como en Estados Unidos, pueden acercarse momentáneamente a los puestos altos de las listas, pero por lo general su carrera suele ser bastante dificultosa y no muy larga. Otra cosa es que con el paso del tiempo, con la furia revival, Argent y varios de sus colegas consiguieron mantenerse bastante bien en ese circuito de la nostalgia, pero en aquella época la perspectiva era cualquier cosa menos ilusionante. 

A finales del 65 habían tenido un fugaz contacto con el mundo del cine. Otto Preminger, el prestigioso director, estaba preparando una película que iba a rodar en Londres basada en una novela de intriga titulada “Bunny Lake is missing”. Necesitaba algunas piezas e incluso la presencia física de un grupo contemporáneo para una o dos apariciones fugaces, y organiza unas audiciones de varias bandas, entre ellas los Zombies, en el Cromwellian Club. Argent y sus colegas deciden interpretar «Summertime», algo que hacían con bastante frecuencia, y resultó que Preminger era amigo de George Gershwin. Le gustó su versión y su aspecto, por lo que se decidió por ellos advirtiéndoles de que necesitaba tres canciones nuevas en un plazo máximo de tres semanas. Cuadró que Chris White estaba trabajando por entonces en algunas canciones, y con el apoyo de Colin Blunstone consiguieron rematar el encargo. Argent añade que “incluso tuvimos un momento estelar, cuarenta y cinco segundos en pantalla con Lawrence Olivier, lo cual es una locura”. Aquí tenemos esas tres canciones, de las cuales “Remember you”, de White, es la cara A del primer single británico del 66. La B es “Just out of reach”, enteramente de Blunstone, que se utilizó también como fondo para un anuncio radiofónico de la película. Tal vez suenan un tanto convencionales, más ajustadas al tono general del momento que al propio espíritu del grupo, pero en cierto modo recuperan su estilo original. En cualquier caso el público masivo no se dio por enterado, una vez más.



Finalmente aquella breve “etapa cinematográfica” por la que habían pasado no les sirvió de mucho, porque en lo comercial las cosas iban de mal en peor. Decca, consciente de ello, renuncia a solicitarles material para un nuevo disco grande y se limita a respetar el contrato, que le obliga a un mínimo de dos nuevos singles este año. Eso sí, el sello ya comienza a sospechar que tal vez sus habilidades compositivas no sean suficientes, y aun admitiendo su categoría musical les sugiere recurrir a compositores externos o hacer versiones, algo a lo que de momento se niegan. En este ambiente, a principios de verano llega el nuevo sencillo con “Indication / How we were before”. La cara A es de Argent y tiene un desarrollo complejo pero muy atractivo: comienza con una breve línea de órgano que nos introduce en una especie de rock/beat que podría recordar a los Hollies y que luego se va encrespando hasta llegar al puro rock de corte instrumental, casi progresivo, muy avanzado para ese momento. En suma, esta pieza es para mí una de las mejor construidas y al mismo tiempo más vivas del grupo. La cara B es de Blunstone, una balada muy melódica, blandita, bastante convencional pero siempre con la categoría técnica y de ejecución que siempre tuvieron los Zombies. En línea con la deriva que llevaban, este es otro single que pasó desapercibido.


En otoño llega el primer intento de Decca por encauzar la carrera del grupo, obligándoles a grabar una versión para la cara A: se trata de “Gotta get a hold of myself”, que había publicado Dee Dee Warwick -la hermana de Dionne- a finales del año anterior. Warwick estaba especializada en baladas y piezas de tiempo medio en tono soul (era relativamente popular en el circuito Northern isleño); teniendo esto en cuenta resulta admirable el cambio rímico que consiguen, convirtiéndola en una especie de pop/rock muy atractivo, con un juego de voces y coros que de nuevo demuestra mucha viveza. En la cara B está “The way I feel inside”, una pieza corta (menos de dos minutos), un cántico de Blunstone apoyado a medio camino por el órgano. Pero ya formaba parte del disco grande que habían publicado el año anterior, por lo que la elección resulta desconcertante: lo lógico hubiera sido recurrir a alguna pieza propia, por muy floja que fuese, pero la version oficial del sello es que en ese momento no tenían ninguna. Eso es bastante discutible, ya que luego nos enteraremos de que los Zombies tenían sobre una docena de piezas preparadas cuando abandonaron Decca, en verano del 67. De todos modos probablemente hubiera dado lo mismo, ya que, como siempre, el single se hundió en el fondo de las listas.


El espinoso camino que recorren los Zombies tiene cada vez peor aspecto. De todos modos lo último que se pierde es la esperanza, así que seguiremos pendientes de su andadura. Es evidente que en lo comercial han perdido su condición de banda de primera línea, pero su calidad sigue siendo muy estimable y lo será hasta el final.