El sol va cayendo, y tras la embriaguez llega la resaca: las flores se marchitan, el pop muere. Sus últimos estertores se dejarán sentir hasta bien entrado 1969, pero en las caras de sus devotos ya se perfila la palidez del ocaso. Termina una época que ha durado aproximadamente cinco años (1962-1967) y en la cual la psicodelia ha desempeñado una función muy vistosa: el familiar lejano, decadente, que nos impresiona con sus costumbres licenciosas y sus fuegos de artificio; la fiesta final, las luces, el derroche. Una época sucede a otra, y ha llegado del tiempo del rock -cuyo reinado durará otros cinco años, hasta 1973.
Hay algunas consideraciones que hacer, ahora que asistimos al funeral de cuerpo presente. La psicodelia acabó en mal viaje, como era de esperar; no ya por el influjo del ácido, sino también por las connotaciones sociales que han ido paralelas a este tiempo. Los años 60 son la exaltación de la alegría para una generación que se había creado demasiadas expectativas, pero ahora viene la dura realidad: nada ha cambiado. Las ilusiones de una sociedad más libre, un capitalismo más humano, se han venido abajo. Los albores de la década de los 70 presagian una época oscura, del ácido pasaremos a la heroína. Esto ha de reflejarse en las artes, claro está, y la música es la más inmediata de todas.
Las casas discográficas apuestan definitivamente por el formato del disco grande, puesto que como ya he dicho matan dos pájaros de un tiro: mayor margen de beneficio y esa pátina de respetabilidad que tiene el grupo que publica un LP. Este formato se asocia a lo grande en todos los sentidos, y los grupos se lo creen (además de que también ellos sacan mayor tajada). Como es lógico, los críticos musicales -a sueldo, directa o indirectamente, de las discográficas- se afanan en convencer al público de las bondades del formato cultivando su vanidad. Y aunque esta nueva época dará unos cuantos discos realmente magníficos, no son tantos como la gente dice: oídos ahora, cuarenta años después de su publicación, ni la cuarta parte han resistido el paso del tiempo -salvo que se sea un fanático, claro. En cualquier caso, el single pasa a ser una especie de horterada para niños que un buen aficionado no se dignará a comprar. Y así, todas aquellas grandes canciones que no hayan sido publicadas también en LP se perderán (aunque por suerte el concepto "Grandes éxitos" no pasará nuca).
Porque ese es el siguiente problema: no todos los grupos están capacitados para publicar con regularidad un disco que ha de contener, como media, cuarenta minutos de música. Muchos de ellos se hundirán, publicando obras de las cuales solo una o dos canciones son realmente buenas y el resto relleno: esa conducta, de modo reiterado, solo podrán seguirla algunos grupos consagrados -especialmente los de blues-rock, a los que la masa consiente todo-, pero la mayoría no. Las tiendas se llenarán de cajas y cajas de LP's sin sustancia, aunque algunos de ellos luzcan portadas muy bonitas: la portada será fundamental para vender cualquier mediocridad con pretensiones, y de hecho más de un grupo no habría vendido ni la mitad de lo que vendió de no ser por ese tipo de detalles.
En fin, este es el panorama. En lo musical, habrá dos grandes corrientes: el blues-rock, donde está el dinero seguro, y el género progresivo, una nebulosa en la que se verán englobados todos aquellos grupos que intenten hacer variaciones sobre las estructuras conocidas, del género que sean; como es lógico, esta es la onda más interesante a partir de ahora. Y también la más arriesgada. Pero como ya es hora de abrir el bar, aquí lo dejamos por hoy. Tómense una copa a la salud de Sam, que el pobre anda un poco alicaído con los nuevos tiempos que ya están llamando a la puerta.
Hay algunas consideraciones que hacer, ahora que asistimos al funeral de cuerpo presente. La psicodelia acabó en mal viaje, como era de esperar; no ya por el influjo del ácido, sino también por las connotaciones sociales que han ido paralelas a este tiempo. Los años 60 son la exaltación de la alegría para una generación que se había creado demasiadas expectativas, pero ahora viene la dura realidad: nada ha cambiado. Las ilusiones de una sociedad más libre, un capitalismo más humano, se han venido abajo. Los albores de la década de los 70 presagian una época oscura, del ácido pasaremos a la heroína. Esto ha de reflejarse en las artes, claro está, y la música es la más inmediata de todas.
Las casas discográficas apuestan definitivamente por el formato del disco grande, puesto que como ya he dicho matan dos pájaros de un tiro: mayor margen de beneficio y esa pátina de respetabilidad que tiene el grupo que publica un LP. Este formato se asocia a lo grande en todos los sentidos, y los grupos se lo creen (además de que también ellos sacan mayor tajada). Como es lógico, los críticos musicales -a sueldo, directa o indirectamente, de las discográficas- se afanan en convencer al público de las bondades del formato cultivando su vanidad. Y aunque esta nueva época dará unos cuantos discos realmente magníficos, no son tantos como la gente dice: oídos ahora, cuarenta años después de su publicación, ni la cuarta parte han resistido el paso del tiempo -salvo que se sea un fanático, claro. En cualquier caso, el single pasa a ser una especie de horterada para niños que un buen aficionado no se dignará a comprar. Y así, todas aquellas grandes canciones que no hayan sido publicadas también en LP se perderán (aunque por suerte el concepto "Grandes éxitos" no pasará nuca).
Porque ese es el siguiente problema: no todos los grupos están capacitados para publicar con regularidad un disco que ha de contener, como media, cuarenta minutos de música. Muchos de ellos se hundirán, publicando obras de las cuales solo una o dos canciones son realmente buenas y el resto relleno: esa conducta, de modo reiterado, solo podrán seguirla algunos grupos consagrados -especialmente los de blues-rock, a los que la masa consiente todo-, pero la mayoría no. Las tiendas se llenarán de cajas y cajas de LP's sin sustancia, aunque algunos de ellos luzcan portadas muy bonitas: la portada será fundamental para vender cualquier mediocridad con pretensiones, y de hecho más de un grupo no habría vendido ni la mitad de lo que vendió de no ser por ese tipo de detalles.
En fin, este es el panorama. En lo musical, habrá dos grandes corrientes: el blues-rock, donde está el dinero seguro, y el género progresivo, una nebulosa en la que se verán englobados todos aquellos grupos que intenten hacer variaciones sobre las estructuras conocidas, del género que sean; como es lógico, esta es la onda más interesante a partir de ahora. Y también la más arriesgada. Pero como ya es hora de abrir el bar, aquí lo dejamos por hoy. Tómense una copa a la salud de Sam, que el pobre anda un poco alicaído con los nuevos tiempos que ya están llamando a la puerta.
Un análisis muy inteligente de lo que pudo ser y no fue.
ResponderEliminarCierto la cosa pintaba bastante oscurita o retorcida/recargada, pero joe...... lo que cambio el pelo el borrico en poco tiempo ...solo el tiempo sabria lo que llegaria.
ResponderEliminarMucha razón tiene. Todavía recuerdo aquello de los lps conceptuales, que vendía mucho entre críticos y enterados, y que solían ser unos truños mayúsculos.
ResponderEliminarMe alegro de que esos años que has dicho (68 -73) incluyan justo los tres discos de The Stooges. El tercero (Raw Power) es justo del 73. Me encantan.
ResponderEliminarEstá muy bien enterarse de estas cosas. Uno nace bastante tarde y no se entera del cuando, el cómo y el porqué, como si el LP (de unas diez, doce canciones) hubiera estado siempre. En cuanto a los conceptuales, esa moda ha ocasionado estragos tardíos, como por ejemplo los discos de El mago de Oz, que mal rayo les parta.
Es que había portadas por las que valía la pena comprar el disco. El "Brain salad surgery" (tortury para algunos), en cartón duro, es un buen ejemplo.
ResponderEliminarMucha suerte tuvimos en aquella época en España; conocimos en pocos años lo que fuera les llevó más de una década.
¡Qué lírico y nostálgico le ha quedado a usted el primer párrafo! ¡Y qué cortos los períodos de esplendor de los distintos géneros musicales! ¿Qué le pasa realmente al mundo de la música?
ResponderEliminarSoy de la generacion de las flores y si, hay epocas mas cargadas de dinamismo que otras, hay excepciones claro, si me toco escuchar y muchas veces comprar un LP porque la cancion que te gustaba estaba alli, pero el resto eran auditivamente vomitivas, creo que no todo tiempo pasado fue mejor,
ResponderEliminarSoy de la generacion de las flores y si, hay epocas mas cargadas de dinamismo que otras, hay excepciones claro, si me toco escuchar y muchas veces comprar un LP porque la cancion que te gustaba estaba alli, pero el resto eran auditivamente vomitivas, creo que no todo tiempo pasado fue mejor,
ResponderEliminarPues muchas gracias, mr. Alabama man. Aunque ser, lo que se dice ser, fue. Otra cosa es el qué.
ResponderEliminarRecargada simplemente diría yo, mr. RRissi. En muchas ocasiones, un verdadero coñazo. Pero en fin, algunas cosas buenas sí hubo.
Eso de los discos conceptuales fue uno de los grandes coñazos, efectivamente. Aunque algunos se salvaban; pocos, pero algunos sí. Por lo general, el famoso "hilo argumental" escondía una carencia de ideas musicales preocupante, Mr. Chafardero.
Felicidades, don Raúl: en efecto, los tres grandes discos de los Stooges se hallan en ese quinquenio. Aunque se trata de una banda americana, y en aquel país los ciclos históricos están más diluidos a partir de 1967. A ver si al final de esto me acuerdo de decir algo sobre los americanos.
ResponderEliminarYa ve usted, Lady Dusch: a veces me pongo moñas, cuando se trata del pop. Pero ya pasó. En cuanto a los períodos musicales, precisamente esa brevedad es sinónimo de buena salud de un arte: la gran creatividad hace que todo quede pasado de moda muy pronto. En cambio, ¿sabría usted decirme qué género o géneros que no sean variaciones sobre lo ya conocido están en boga desde, digamos, los últimos veinte años? Se lo diré yo: cualquiera y ninguno.
Bienvenida, doña Carmen. El asunto de si cualquier tiempo pasado fue mejor, en lo relativo a la música popular me parece bastante evidente; al menos en lo que a creatividad se refiere, claro.
Y al mismo tiempo, es cierto eso que dice usted de que muchos LPs se salvaban por una sola canción. Pero no nos quedaba más remedio que comprar el disco entero, ¿verdad? Como ahora, por cierto.