lunes, 23 de mayo de 2011

1968 (II)


Habíamos quedado el otro día en que las dos patas sobre las que se sostiene mayoritariamente el negocio de la música popular británica tras la muerte del pop son el blues rock y el "multigénero" progresivo. Comenzando por el blues rock, para los que estén interesados les informo de que a la derecha, en el apartado "Etiquetas", figura "British Blues Boom": ahí está, a grandes rasgos, la génesis del asunto. Y siguiendo la historia a partir de ese momento, el panorama es el siguiente:

Tras la consolidación del estilo Yardbirds y el triunfo de la British Invasion en los Estados Unidos, la Isla dicta las normas: hay una escuela de músicos abierta las 24 horas del día (los Bluesbreakers de John Mayall), unos cuantos alumnos que han pasado por ella y ya vuelan libres con sus propias bandas (Cream, Fleetwood Mac, Savoy Brown, etc); otros que han hecho el cursillo en academias menos prestigiosas pero ya se atreven a todo (Free, Chicken Shack, Ten Years After, etc) y dos espíritus libres: uno es Jimi Hendrix, que llegó a la Isla en Setiembre del 66 y que ahora en 1968 redondea su majestad con la edición de su tercer LP, el doble "Electric Ladyland". El otro es Jeff Beck, al que también el simple blues le queda pequeño y que, al igual que Jimi, evita tocar en grupos donde no sea él quien dirija todo. Tras la muerte de Hendrix, Beck será su sucesor; aunque esto solo lo reconocen los músicos profesionales ("el guitarrista de guitarristas", dicen ellos): al público mayoritario le gustan otras cosas.


En cuanto al "asunto" progresivo, nos hallamos ante una cuestión complicada. Porque, para empezar… ¿qué es exactamente lo progresivo, dónde empieza y dónde acaba? Aceptando que se trate de variaciones, alteraciones y fusiones sobre las escalas clásicas del rock, hay que comenzar diciendo que estamos hablando de algo que únicamente se conoce como tal en la Isla y por extensión en Europa: en Estados Unidos se habla de "rock vanguardista" (Velvet Underground), de "jazz-rock fusion" (Flock) o de "free rock" (Zappa). Una vez establecido ese límite geográfico, todo vale: el rock sinfónico de Emerson, Lake & Palmer o el pop barroco de Genesis o Yes también serán considerados como parte del género progresivo. Pues muy bien, menos curro semántico. Todo lo que sea ahorrarse etiquetas es bienvenido.


En esencia, se supone que el rock progresivo británico (y sus equivalentes americanos) se fundamenta en trascender el mero concepto comercial, de pura diversión, para acercarse a la categoría de Arte con mayúscula: échense a temblar. Transcribo ahora, por si no queda claro, este comentario de Antonio de Miguel, una autoridad en el tema:

"Según la dinámica de ciclos propugnada por la moderna historiografía, la música popular tiene a finales de los años sesenta y principios de los setenta una edad que la capacita para someterse a los desarrollos socioculturales de otras áreas históricas (…) Las raíces de los artistas pop -la música negra y el rock'n'roll- habían pasado por el huracán de la psicodelia, y ahora se observaba la música como un material no sólo unido al baile o la rebelión juvenil, sino como algo digno de trascendentalización. Los síntomas son: la búsqueda de nuevas estructuras armónicas, el fomento del individualismo, el aplauso del virtuosismo y la fusión con lenguajes culturales blancos (música clásica y electrónica)."

Y en otro apartado de ese comentario añade la frase definitiva, la que regirá este género: "la música no se baila, se piensa". Glub.

Quede claro, de todos modos, que el rock progresivo es uno de mis géneros preferidos a partir de ahora, pero… la de tochos que ha tenido que aguantar este sufrido par de orejas en su búsqueda de las verdaderas -y escasas- gemas no es para repetirlo. Nunca más.


Bueno, pues ahora iremos viendo cómo están las tiendas de novedades en este año de gracia. A Sam sólo le interesa el blues-rock, así que yo creo que podremos compenetrarnos bien: entre sus fobias y las mías tal vez quedará claro qué bandas detestamos.

5 comentarios:

  1. La música se siente, no se piensa.
    El pop y el rock con la música clásica casan como el agua y el aceite. Si en algo es superior la música popular a la culta es en energía y vitalidad, además de sencillez. Esos grupos sinfónicos lo único que lograron son artefactos efectistas y vacios.
    Y con respecto al virtuosismo, mucha gente confunde la pericia técnica con la excelencia artística, y no siempre van de la mano. Ahí está el ejemplo del jazz, llevado a un callejón sin salida por culpa de unos tocones que te largaban solos de media hora que aburrían al más animoso.

    ResponderEliminar
  2. Gran clase de cultura musical sesentera británica, mi género favorito por otro lado. De estas dos variantes que citas he de decir que el rock progresivo y yo nunca nos hemos llevado bien, y no ha sido por falta de oportunidades ni mucho menos, lo mío es más el Rock clasicote y el blues. Y aquí es donde llegamos al british blues rock, que maravilla chico. Y como dices tú, vaya tiempos, vaya bandas, vaya guitarristas. Además un jovenzuelo que no has nombrado que empezaba a hacer sus pinitos primero en los Yardbirds y después con estos, como se llamaban, Led Zep?? jejeje
    Un placer leer esta entrada, muy interesante.

    Un saludo!

    ResponderEliminar
  3. Vaya, que nos encontramos en esta típica disyuntiva de ¿qué tiene que mandar? ¿Cerebro o corazón? Y lo que me jode del asunto es que tenga que existir precisamente esa disyuntiva. Pienso que los grandes de verdad son los que logran combinar ambos con naturalidad, en música y en lo que sea. Y que ahí se alcanza el punto álgido de ese complicado concepto que llamamos "arte". Ahí es nada.

    ResponderEliminar
  4. Bueno, mr. Alabama man, no se preocupe: lo importante no es entender sino disfrutar. Un vaivén más o menos de la historia da igual.

    El rock sinfónico es uno de los géneros que más detesto, señor Chafardero: en eso estamos de acuerdo. Y también en que el virtuosismo, per se, no significa nada. Pero no se atreva a decir esto muy alto en según qué cuevas, ¿eh?

    Bueno, mr. Bitelino, todo es cuestión de gustos. El rock progresivo ya he dicho que tiene un montón de ladrillos insoportables, pero hay unas cuantas obras magníficas; de las que por supuesto se hablará aquí. En cuanto a los Zepelines, como usted sabe no comienzan a nivel de mercado hasta 1969, aunque ya están haciendo giras. Hablaremos también de ellos, aunque no sea uno de los preferidos en este blog: cuestión de gustos, recuerde.

    Esa disyuntiva solo se supera cuando, como muy bien dice usted, se combinan cerebro y corazón, creatividad y emoción. Pero eso, Lady Dusch, ya sabe usted que es muy difícil. Ahora, cuando se alcanza ese nivel está uno en la gloria. ¿A que sí?

    ResponderEliminar

Cierren la puerta al salir.