Una horita nos ha llevado recorrer la distancia que va de Detroit a Flint; en un Buick, claro: Flint es la sede de General Motors, nada menos. Y fue la sede, en otro tiempo, de un grupo que a los críticos los ponía de los nervios: Grand Funk Railroad. La revista "Rolling Stone", en un insospechable gesto de honradez, reconoció a mediados de los años 70 que ese era el grupo "al que les gustaba odiar". En muchas enciclopedias musicales podrán leer prolijas y documentadas citas sobre bandas minúsculas que grabaron un single o dos antes de desaparecer, pero a GFR tal vez no los encuentren. Quizá se trate de una alucinación colectiva en millones de seres enfermos como el que esto escribe, así que cuidado: es posible que yo sea un agente del Averno que les esté engañando, que esté tratando de apartarles de las Sagradas Enseñanzas Ruidosas de los benditos Led Zeppelin, Black Sabbath y otros apóstoles políticamente correctos para atraerles a la senda del Mal.
El germen de esta abominación se halla en una mediocre banda de garaje llamada "Terry Knight and The Pack", que a mediados de 1965 comenzó a reptar por Flint: a su frente vemos, como muy bien pueden ustedes suponer, a un tal Terry Knight. Este ser viscoso había comenzado en el negocio dos años antes como disc-jockey en algunas emisoras de radio, y su maldad innata quedó demostrada por el hecho de ser el primero en radiar a los Stones en Estados Unidos (donde se le llegó a llamar "el sexto Stone" por ello). No contento con ese crimen decidió pasarse a la composición, para lo cual creó la banda citada; pero no era bueno ni componiendo ni cantando, y probó entonces con la producción: primero en la Isla, donde intentó entrar en la recién creada Apple (sin suerte, por suerte para los isleños), y luego de vuelta en los States. Nada. Un desastre.
Pero el Maligno no descansa: tras dos o tres singles cantados y producidos por él, se reecuentra con Mark Farner y Don Brewer, que habían sido el guitarrista y batería de los Pack. El siniestro Knight les dice que en la Isla está muy de moda el formato de power trío, y les cita a Hendrix y a Cream. Los dos pobres músicos, unos paletos, unos ignorantes, caen en su maléfica red y buscan un bajista a toda prisa. Y miren ustedes por dónde, se encuentran con Mel Schacher, que acaba de abandonar a "Question Mark & the Mysterians", aquella banda de garaje que se hizo famosa con "96 tears" (su único éxito, por otra parte). Y van y lo lían. Y ya tenemos el power-trio. Y el demoníaco Knight se erige en su manager y productor.
Y aquí comienzan los problemas con la prensa: en vez tomar la senda del Bien y ponerse a sobornar críticos, como hace todo el mundo civilizado, Knight aprovecha su pequeña fama personal para introducirlos en algunas giras y que se vayan puliendo. Y se consagran en el Atlanta Pop Festival: iban para tocar un día y de relleno, pero al final la organización les pide que se queden otros dos en vista de la enajenación colectiva que han creado con sus composiciones contundentes, densas pero rítmicas; con su dominio de los instrumentos (son tres solistas, al estilo británico) y las voces aullantes pero matizadas de Mark y Don. En resumen: han arrasado ante más de cien mil personas sin una sola canción grabada, y sin que la prensa se haya enterado de que el hard rock americano acaba de entronizar a unos verdaderos dioses.
Capitol, la primera casa discográfica que pasaba por allí, los ficha de inmediato. Y sus dos primeros discos se publican en ese mismo año (1969) con un intervalo de cuatro meses: el primero es oro, el segundo platino. Y la prensa, enfurecida, se divide en dos bandos: unos los ignoran, otros comienzan a llamarles de todo menos bonitos. Y así tenemos uno de los casos más curiosos en la historia del rock: la época dorada de esta banda (1969-1973) se cuenta por ventas en millones -es la banda con más ventas de Estados Unidos- pero la prensa se ceba con ellos: ignorantes, palurdos, horteras, música para subnormales, y así sucesivamente. Me recuerda en cierto modo la historia de los Creedence o Rare Earth, otras dos nimiedades para la crítica "entendida", que no obstante podía cubrir hojas y hojas con bandas de mucho más ruido que ellos -eso si, "avant garde"- pero cuyas casas discográficas pagaban puntualmente sus diezmos a los señores de las letras impresas.
Y luego, como siempre ocurre, vino la decadencia: los tres palurdos se dan cuenta de que Knight se ha aprovechado de ellos y se ha embolsado más dinero del que debería; están hartos de su carácter dictatorial en las grabaciones, y rompen el contrato. En 1973 fichan oficialmente a Craig Frost, teclista, y se ponen en manos de Todd Rundgren (ex geniecillo de Nazz, músico de extensa carrera y productor), con el que publican otro cañonazo: "We're an american band". Su sonido es magnífico, aunque se ha perdido aquel aura nuboso que envolvía sus discos anteriores, y a partir de ahí su carrera irá cuesta abajo. Estamos ya en otra época. Pero ahí quedan sus obras, para demostrar que existieron. Y que fueron muy grandes.
ACTUALIZACIÓN DE ÚLTIMA HORA:
Coño, que se me olvidaba. El señor Raúl, en su afamado blog "Fun House" (el título es sospechoso, ¿eh?), hizo una excelente glosa del primer disco de estos individuos: échenle un vistazo, ya verán como hasta los fans de los Stooges pueden serlo también de los Funk.
El germen de esta abominación se halla en una mediocre banda de garaje llamada "Terry Knight and The Pack", que a mediados de 1965 comenzó a reptar por Flint: a su frente vemos, como muy bien pueden ustedes suponer, a un tal Terry Knight. Este ser viscoso había comenzado en el negocio dos años antes como disc-jockey en algunas emisoras de radio, y su maldad innata quedó demostrada por el hecho de ser el primero en radiar a los Stones en Estados Unidos (donde se le llegó a llamar "el sexto Stone" por ello). No contento con ese crimen decidió pasarse a la composición, para lo cual creó la banda citada; pero no era bueno ni componiendo ni cantando, y probó entonces con la producción: primero en la Isla, donde intentó entrar en la recién creada Apple (sin suerte, por suerte para los isleños), y luego de vuelta en los States. Nada. Un desastre.
Pero el Maligno no descansa: tras dos o tres singles cantados y producidos por él, se reecuentra con Mark Farner y Don Brewer, que habían sido el guitarrista y batería de los Pack. El siniestro Knight les dice que en la Isla está muy de moda el formato de power trío, y les cita a Hendrix y a Cream. Los dos pobres músicos, unos paletos, unos ignorantes, caen en su maléfica red y buscan un bajista a toda prisa. Y miren ustedes por dónde, se encuentran con Mel Schacher, que acaba de abandonar a "Question Mark & the Mysterians", aquella banda de garaje que se hizo famosa con "96 tears" (su único éxito, por otra parte). Y van y lo lían. Y ya tenemos el power-trio. Y el demoníaco Knight se erige en su manager y productor.
Y aquí comienzan los problemas con la prensa: en vez tomar la senda del Bien y ponerse a sobornar críticos, como hace todo el mundo civilizado, Knight aprovecha su pequeña fama personal para introducirlos en algunas giras y que se vayan puliendo. Y se consagran en el Atlanta Pop Festival: iban para tocar un día y de relleno, pero al final la organización les pide que se queden otros dos en vista de la enajenación colectiva que han creado con sus composiciones contundentes, densas pero rítmicas; con su dominio de los instrumentos (son tres solistas, al estilo británico) y las voces aullantes pero matizadas de Mark y Don. En resumen: han arrasado ante más de cien mil personas sin una sola canción grabada, y sin que la prensa se haya enterado de que el hard rock americano acaba de entronizar a unos verdaderos dioses.
Capitol, la primera casa discográfica que pasaba por allí, los ficha de inmediato. Y sus dos primeros discos se publican en ese mismo año (1969) con un intervalo de cuatro meses: el primero es oro, el segundo platino. Y la prensa, enfurecida, se divide en dos bandos: unos los ignoran, otros comienzan a llamarles de todo menos bonitos. Y así tenemos uno de los casos más curiosos en la historia del rock: la época dorada de esta banda (1969-1973) se cuenta por ventas en millones -es la banda con más ventas de Estados Unidos- pero la prensa se ceba con ellos: ignorantes, palurdos, horteras, música para subnormales, y así sucesivamente. Me recuerda en cierto modo la historia de los Creedence o Rare Earth, otras dos nimiedades para la crítica "entendida", que no obstante podía cubrir hojas y hojas con bandas de mucho más ruido que ellos -eso si, "avant garde"- pero cuyas casas discográficas pagaban puntualmente sus diezmos a los señores de las letras impresas.
Y luego, como siempre ocurre, vino la decadencia: los tres palurdos se dan cuenta de que Knight se ha aprovechado de ellos y se ha embolsado más dinero del que debería; están hartos de su carácter dictatorial en las grabaciones, y rompen el contrato. En 1973 fichan oficialmente a Craig Frost, teclista, y se ponen en manos de Todd Rundgren (ex geniecillo de Nazz, músico de extensa carrera y productor), con el que publican otro cañonazo: "We're an american band". Su sonido es magnífico, aunque se ha perdido aquel aura nuboso que envolvía sus discos anteriores, y a partir de ahí su carrera irá cuesta abajo. Estamos ya en otra época. Pero ahí quedan sus obras, para demostrar que existieron. Y que fueron muy grandes.
ACTUALIZACIÓN DE ÚLTIMA HORA:
Coño, que se me olvidaba. El señor Raúl, en su afamado blog "Fun House" (el título es sospechoso, ¿eh?), hizo una excelente glosa del primer disco de estos individuos: échenle un vistazo, ya verán como hasta los fans de los Stooges pueden serlo también de los Funk.
Y no solo son ignorados por críticos, al parecer; también por toda clase de melómanos de nuestro tiempo, lo que vendría siendo la crítica no institucionalizada. Realmente cuesta ver a GFR en foros, blogs y espacios por el estilo. ¿Fenómeno paranormal, Rick? (Porque ni al oyente ni al crítico actual -digo yo- les preocupa que tal o cual banda donase un dinerillo a los señores jueces de la música, y, aun así, se olvidan de GFR).
ResponderEliminarSiempre tengo a estos tios en cartera, pero no acabo de encontrar el día de echarles el lazo. Quizás hoy sea ese día.
ResponderEliminarUn saludo, a ver si me paso más por aquí que me perdí capítulos de por medio.
Un saludo Rick!
Memorable el guiño que Homer les hace a estos tíos en Los Simpsons, molan mucho.
ResponderEliminarTodos "We´re An American Band"
Un abrazo!
¡Qué grandes! No sabía cómo se habían formado, ni quien era Terry Knight. Me ha gustado esta entrada. Los tipos de la imagen que has cortado no parecen precisamente 'avant garde', no. Pero ''tres solistas'' como Dios manda. Muchas gracias por la mención, y la exageración: sabes que mi reseña no es muy buena. Pero te lo agradezco. ''Tres solistas'', eso es lo que son, y yo no supe explicarlo.
ResponderEliminarY a pesar de lucir aparentemente sonidos primitivos, las composiciones son muy buenas y hay buena compenetración. Debieron haber tocado mucho tiempo en sus respectivos grupos pasados, que tampoco conocía. Y ya que mencionas a Led Zeppelin, casualmente hoy me ha dado por indagar en una de las canciones que más me gustan de lo poquísimo que les conozco aún: 'Dazed and confused', oscura, psicodélica... El resto del disco no es tan bueno, a mi entender. Pues bien, la plagiaron descaradamente. GFR tiene grandes temas y además no tuvieron que plagiar a nadie.
Intento identificar a Mel Schacher en el vídeo de '96 tears', pero si sale, está irreconocible. Y eso que pensaba que sería fácil verle, es el más bajito XD
Lo del plagio en realidad es secundario, pero me refiero más bien a lo que tú cuentas de la crítica y los medios. No es mi intención desacreditar totalmente a una gran banda como Led Zeppelin por los plagios que haya hecho, a lo que voy es que es curioso que GFR fuese ignorado (y encima denostado) cuando creo que innovó, aportó algo nuevo en el sonido rockero, mientras que otros grupos fueron más aupados, aunque vendían un producto anterior con un envase nuevo.
ResponderEliminarBueno, a Led Zeppelin también la crítica les dio de hostias, por no hablar de las épocas en las que fueron delirantemente ignorados; o eso recuerdo de la bio que leí en su momento.
ResponderEliminarEstá bien, Sr. Rick; a mí también me gusta más la versión de GFR de Feelin' allrigth.
ResponderEliminarComo usted sabe, mister Dani, la gente joven ha de guiarse por las enseñanzas de sus mayores o por las historias escritas: solo así pueden conocer los nombres de los protagonistas. Y la sistemática campaña de "borrado" que sufrieron los Funk durante mucho tiempo hace que sea un poco difícil dar con esa información. No se habla de ellos, simplemente, porque no se conocen.
ResponderEliminarÉcheles el lazo, señor Bitelino. Es posible que se lleve usted una agradable sorpresa. Como le pasará con algunos otros grupos a los que la crítica ha ninguneado en detrimento de a quienes ellos les interesan, que tienen más publicidad de la que merecen. Y no doy nombres.
Homer sabía de lo que hablaba, mister Alex. Aún recuerdo una frase suya que venía a decir algo así como "la música terminó después de Grand Funk". Y hombre, eso es exagerar; pero es una bonita frase, en todo caso. Muy de fan.
Pues no yerno, avant-garde no eran. Pero bueno, eso ya lo sabe usted, que creo que a estas alturas ya los tiene muy estudiados.
ResponderEliminarEn cuanto a los Zepelines, no niego que tienen grandes canciones: dos o tres por disco. Pero, dejando aparte el tema de los plagios (que daría para un post), la verdad es que no me motiva mucho hablar de ellos. Así que paso.
Y el señor Schacher, evidentemente, es imposible de ver en "96 tears" por la sencilla razón de que no está: cuando entró en ese grupo (sustituyendo a Frank Lugo. ¿A que mola el apellido?), ya habían grabnado esa canción. Y no duró mucho con ellos. La habilidad de este muchacho venía de antes: comenzó tocando instrumentos de seis cuerdas (banjo, acústica, solista...) en grupos de acompañamiento para bodas, banquetes, bautizos y primeras comuniones, echando mano de todo tipo de repertorio (como los Beatles en Hamburgo, vamos). Y ese conocimiento de las seis cuerdas influyó decisivamente en su forma de tocar. Y en su maestría, desde luego.
Los zepelines, como toda banda de éxito masivo, siempre han generado sensaciones opuestas, mr. Dani. Page era amigo de algunos periodistas, pero no de todos. Y la inquina que algunos juntaletras británicos le tuvieron es, hasta cierto punto, comprensible: como si en vez de una banda se tratase de una sociedad anónima, Page decidió centrar sus esfuerzos en el mercado americano (que da mucha más pasta) y obligar al británico a comprar exclusivamente LPs: ni un solo single fue publicado en la Isla hasta finales de los años 70. Su firma por Atlantic y la imposibilidad de que las radios pudiesen emitir singles les pasó factura en forma de críticas negativas. Pero que no se quejen: aun asi, todos sus discos fueron número 1 en la Isla salvo el primero.
ResponderEliminarPues entonces estamos de acuerdo, don LuisC. Que conste que no niego el valor magnífico de las otras versiones, pero es que esta tiene un encanto especial.
Aquí tengo que reconocer mi desconocimiento de Grand Funk Railroad. Pero me interesa por la manera en que la prensa musical se cebó con ellos. Y es que es lo que dice usted, que como no se les engrase adecuadamente, pueden hundir la carrera de cualquiera.
ResponderEliminarEs lo que hay, mister Chafardero: o tragas o te hundimos la vida. Ese es el planteamiento de la mafia periodística.
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