Hemos llegado a nuestro último destino, Nueva York. El olor del Atlántico nos recuerda que estamos en un transitado cruce de caminos, que aquí ya nada es verdaderamente americano ni de ningún otro sitio: como en todas las ciudades de aluvión, las raíces se desdibujan. Aquí predominan los nombres sobre los géneros, y de entre todos ellos habrá que comenzar por el que, con el tiempo, se erigió en una advocación sagrada para miles de jóvenes músicos que comenzarían su carrera mucho después, en los años 70/80 y más allá. Es decir, que influyeron sobre generaciones posteriores, no sobre la suya. Se trata, cómo no, de Velvet Underground.
¿Se puede definir a los Underground como una banda de rock, estrictamente? Tal vez sí, añadiendo el epíteto "vanguardista". Pero hay muchos componentes en ese rock. Para empezar, su sello eminentemente urbano: es una banda callejera, nihilista; su ambiente está en el mundo marginal, son descarnados, descarados, caóticos. Pero al mismo tiempo poseen un bagaje cultural y contracultural que les permite subir y bajar de los palacios a las cabañas con la soltura de unos donjuanes del siglo XX. El malditismo -otra de sus características señeras- hizo que su trayectoria musical quedase definida por las escasas ventas y la pasión enfebrecida de unas minorías: la verdadera fama mundial no les llegó hasta que ya eran pasado. Aunque le vino muy bien a las carreras en solitario de Lou Reed y John Cale, sus dos máximos exponentes.
La historia de este grupo ha sido contada mil veces, así que no hace falta ir a lo de siempre: nombres, fechas, discos. Sin embargo hay detalles no muy conocidos: Brian Epstein, el manager de los Beatles, oyó una maqueta de este grupo y se interesó por ellos. A Epstein le quedaba ya poco tiempo con los cuatro de Liverpool, necesitaba un nuevo aliciente para su desventurada vida… pero desapareció antes de que ese deseo se substanciase. Y este no es un detalle cualquiera: la historia de Velvet Underground habría sido muy distinta en sus manos y en la Isla. Europa, la vieja Europa, los habría comprendido mucho mejor. Su primera fase, tan alabada, con Warhol, resultó contraproducente: mientras estuvieron bajo su mando, perdieron ocasiones únicas como la de actuar en París, donde habían sido solicitados al poco tiempo de grabar su primer disco.
Porque esa es otra: Andy Warhol. El divino Andy. El gran vendedor. No se puede negar que fue una relación de intereses por ambos bandos, que los Underground se aprovecharon de la época más popular de Warhol, que su inclusión en el espectáculo multimedia "Up-tight" les abrió las puertas a la inteligentsia divina de Nueva York, pero al mismo tiempo les obligó a pagar peaje: la "chanteuse" Nico fue una imposición de Warhol, quien opinaba que "entre tanto color negro venía bien una rubia". Lo de menos es que supiese cantar o no, que tuviese una voz ajustada o no a las directrices de la banda. Y que el propio Warhol aparezca en su primer disco como productor y fotografiado con una pandereta (como si formase parte de la banda) ya es un sarcasmo: Warhol no sabía tocar un simple botón de una mesa de mezclas, y fue Tom Wilson quien realmente se hizo cargo de todo.
Pero el conjunto de todos estos factores y muchos otros permitió que un devoto de Chuck Berry, un estudiante de música avant-garde, un universitario convertido en excelente guitarrista y una señorita con vocación de ama de casa se uniesen para crear una de las páginas más esplendorosas del rock outsider de todos los tiempos. Su primer disco es un excelente equilibrio de lirismo y cacofonía que no fue justamente reconocido hasta muchos años después. Y luego llegó el segundo: la distorsión, las agujas de volumen a tope, la reverberación, dieron como resultado una extraña mezcla difícil de digerir, pero desde luego muy adelantada a los intentos patéticos de muchas bandas de los años 80/90. Y ahí terminan los verdaderos Underground, porque cuando Lou expone a Sterling y a Maureen que "o John o yo", es evidente que el futuro ya no será el mismo: imagínense ustedes a Lennon sin McCartney, por poner un ejemplo. La simbiosis entre esas dos personalidades era la que había causado ese sonido, y sin uno de ellos la magia se rompe.
Así fue: el tercer disco, ya bajo el mando total de Reed, es bueno. Simplemente. Y termina la década justo cuando ellos deberían haber desaparecido, pero aún queda tiempo para un cuarto disco: mejor que el tercero, a mi parecer, un verdadero canto del cisne. Ya estamos en los 70. Reed se marcha para comenzar su carrera en solitario, como antes lo había hecho Cale. Luego hay otro disco, que no vale la pena recordar. Los Underground han cumplido su tarea y pasan al recuerdo, del que emergerán gloriosos muchos años después.
Y nosotros pasaremos a otros nombres neoyorkinos que no tuvieron el glamour de este, pero cuyo valor musical hace inevitable que los citemos. No todos los grandes músicos han de ser vanguardistas, ¿verdad?
¿Se puede definir a los Underground como una banda de rock, estrictamente? Tal vez sí, añadiendo el epíteto "vanguardista". Pero hay muchos componentes en ese rock. Para empezar, su sello eminentemente urbano: es una banda callejera, nihilista; su ambiente está en el mundo marginal, son descarnados, descarados, caóticos. Pero al mismo tiempo poseen un bagaje cultural y contracultural que les permite subir y bajar de los palacios a las cabañas con la soltura de unos donjuanes del siglo XX. El malditismo -otra de sus características señeras- hizo que su trayectoria musical quedase definida por las escasas ventas y la pasión enfebrecida de unas minorías: la verdadera fama mundial no les llegó hasta que ya eran pasado. Aunque le vino muy bien a las carreras en solitario de Lou Reed y John Cale, sus dos máximos exponentes.
La historia de este grupo ha sido contada mil veces, así que no hace falta ir a lo de siempre: nombres, fechas, discos. Sin embargo hay detalles no muy conocidos: Brian Epstein, el manager de los Beatles, oyó una maqueta de este grupo y se interesó por ellos. A Epstein le quedaba ya poco tiempo con los cuatro de Liverpool, necesitaba un nuevo aliciente para su desventurada vida… pero desapareció antes de que ese deseo se substanciase. Y este no es un detalle cualquiera: la historia de Velvet Underground habría sido muy distinta en sus manos y en la Isla. Europa, la vieja Europa, los habría comprendido mucho mejor. Su primera fase, tan alabada, con Warhol, resultó contraproducente: mientras estuvieron bajo su mando, perdieron ocasiones únicas como la de actuar en París, donde habían sido solicitados al poco tiempo de grabar su primer disco.
Porque esa es otra: Andy Warhol. El divino Andy. El gran vendedor. No se puede negar que fue una relación de intereses por ambos bandos, que los Underground se aprovecharon de la época más popular de Warhol, que su inclusión en el espectáculo multimedia "Up-tight" les abrió las puertas a la inteligentsia divina de Nueva York, pero al mismo tiempo les obligó a pagar peaje: la "chanteuse" Nico fue una imposición de Warhol, quien opinaba que "entre tanto color negro venía bien una rubia". Lo de menos es que supiese cantar o no, que tuviese una voz ajustada o no a las directrices de la banda. Y que el propio Warhol aparezca en su primer disco como productor y fotografiado con una pandereta (como si formase parte de la banda) ya es un sarcasmo: Warhol no sabía tocar un simple botón de una mesa de mezclas, y fue Tom Wilson quien realmente se hizo cargo de todo.
Pero el conjunto de todos estos factores y muchos otros permitió que un devoto de Chuck Berry, un estudiante de música avant-garde, un universitario convertido en excelente guitarrista y una señorita con vocación de ama de casa se uniesen para crear una de las páginas más esplendorosas del rock outsider de todos los tiempos. Su primer disco es un excelente equilibrio de lirismo y cacofonía que no fue justamente reconocido hasta muchos años después. Y luego llegó el segundo: la distorsión, las agujas de volumen a tope, la reverberación, dieron como resultado una extraña mezcla difícil de digerir, pero desde luego muy adelantada a los intentos patéticos de muchas bandas de los años 80/90. Y ahí terminan los verdaderos Underground, porque cuando Lou expone a Sterling y a Maureen que "o John o yo", es evidente que el futuro ya no será el mismo: imagínense ustedes a Lennon sin McCartney, por poner un ejemplo. La simbiosis entre esas dos personalidades era la que había causado ese sonido, y sin uno de ellos la magia se rompe.
Así fue: el tercer disco, ya bajo el mando total de Reed, es bueno. Simplemente. Y termina la década justo cuando ellos deberían haber desaparecido, pero aún queda tiempo para un cuarto disco: mejor que el tercero, a mi parecer, un verdadero canto del cisne. Ya estamos en los 70. Reed se marcha para comenzar su carrera en solitario, como antes lo había hecho Cale. Luego hay otro disco, que no vale la pena recordar. Los Underground han cumplido su tarea y pasan al recuerdo, del que emergerán gloriosos muchos años después.
Y nosotros pasaremos a otros nombres neoyorkinos que no tuvieron el glamour de este, pero cuyo valor musical hace inevitable que los citemos. No todos los grandes músicos han de ser vanguardistas, ¿verdad?
Tendría que escuchar el segundo y tercer disco a ver. El primero es muy interesante, sin duda. Aunque me pasa una cosa con este grupo, vamos, con el primer disco: siento rechazo por la portada, por la firma de Warhol, por la idea de que todo sea demasiado montaje. En realidad era gente auténtica y con algo que aportar, y 'Heroin' me parece pura poesía. Y lo digo yo, que sabes que no confraterno mucho con la poesía, y que tengo mucha manía a lo que huela a pedantería. Así que lo dicho: mejor olvidarse de Warhol en este caso, que no hizo más que encapricharse de estos chavales, usarlos para dejar su firmita, y luego a otra cosa, mariposa.
ResponderEliminar'Heroin' es tremenda. Y 'Venus in furs' tiene unos sonidos que describiría como 'enfermizos', más que decadentes. Oro puro, vamos. Solo con esos dos temazos, el disco ya es la caña. Luego tiene otros que también son ya clásicos.
No tenía ni idea de lo de Brian Epstein. Sí que habría sido interesante si aquello hubiera funcionado... Epstein, que rechazó a tantos grupos cuando consideraba que no daban la talla.
ResponderEliminarPor una parte simbolizan todo lo que desprecio en cualquier arte. Por otra, tienen joyas espectaculares.
ResponderEliminarPero voy a refrescar mi memoria (mañana, que la gente está durmiendo) antes de opinar más.
Nos vemos.
Espléndido artículo. Mojarse con la Velvet no es fácil. Con esta lectura he disfrutado y aprendido. Lástima que Epstein no se hizo con ellos, tal vez nos hubieran dejado alguna perla más. Aunque como está ya está muy bien.
ResponderEliminarSaludos.
Ameno repaso, como no podía ser de otra manera en su tugurio, Rick. Con usted uno siempre espera datos atípicos e informaciones exóticas. Qué bar más raro...
ResponderEliminarEscuché a la Velvet por primera vez hace más de dos años. Era ese grupo tan influyente que todo buen melómano debía conocer. Menos mal que desde entonces he ido adquiriendo perspectiva y ahora valoro a los grupos de forma más autónoma, sin arrodillarme ante ciertos íconos solo porque algunos los ponen como paradas obligatorias. A la Velvet la escuche sin perspectiva; no entendí muy bien de que iba aquello y guardé sus discos en el PC. Y ahí continuan, a la espera de ser atendidos seriamente. Mientras tanto seguiré poniéndome de vez en cuando los cuajanudos números pop de "The Velvet Underground" y "Loaded".
Lo siento por mí.
ResponderEliminarNo soy capaz de reconocerles el mérito que, con absoluta seguridad, tienen. Simplemente observando de qué años estamos hablando. Fueron absolutamente innovadores.
Después de escuchar algunas cosas esta mañana –desperté a los más rezagados-, creo que quien realmente me gusta es Steve Hunter.
Lo dicho: Yo me lo pierdo.
P.s.: No sabía que Alaska había colaborado en All Tomorrow's Parties.
Ay, estos son unos que andan olvidados en algún corredor de mi memoria.
ResponderEliminarDespués de una parada en youtube para refrescarme, reconozco que tienen su encanto. No sé si fueron los primeros, pero la idea de grupo arty parece creada por ellos.
Y la portada que les hizo Warhol es de las mejores de todos los tiempos.
buenas noches estimado Rick, esta noche ando desvelada, me quedare un ratito por aqui escuchando la melodia mientras caliento el cuerpo y porque no, la mente.......me sirve una copita de Patxaran?....me a gustado volver a verle en el rincón del paseante.
ResponderEliminarYo le recomendaría, estimado yerno, el tercero y el cuarto: el segundo es, digamos, una etapa que le puede interesar si antes le han gustado los otros dos. Hay algunas salidas de tiesto que se disfrutan o se sufren dependiendo de la afinidad que se tenga con ellos.
ResponderEliminarY este asunto, el de la afinidad, es muy importante con bandas de este tipo: los VU no son para todos los paladares, ni tienen porqué serlo. Son, por asi decirlo, una alternativa sónica que, si en su época fue casi ignorada, ha sido elevada a los altares luego: ni eran tan raros antes ni son tan excelsos ahora. Las cosas, en su justa medida.
El señor Epstein llegó a escuchar "compulsivamente" el primer disco de los Underground, una vez publicado. Murió poco después. Tal vez el aire depresivo de estos señores no fuese lo más ajustado para la situación personal en la que se hallaba.
Un tanto extremista su postura, don LuisC: el desprecio y la admiración al mismo tiempo son algo un tanto complicado. A mí tampoco me hace gracia el montaje que urdió Warhol a su costa, estamos de acuerdo; pero por lo menos consiguió una portada magnífica, y les abrió algunas puertas (cerrando otras, también es cierto). Y sus canciones más destacadas son para oir de vez en cuando: el aire depresivo es un tono del que no conviene abusar.
Gracias, mister Chals. Aunque no me mojo mucho, la verdad: me limito a hacer unas consideraciones que hoy en día están aceptadas por la mayor parte de los aficionados -salvo sus fanáticos y sus detractores, claro, que cargarían más las tintas en un aspecto u otro.
ResponderEliminarGracias a usted también, mister Dani. Este bar es un poco pureta, más que raro, pero en fin. Y está muy bien esa consideración suya sobre la perspectiva: como ya he dicho, las bandas de este tipo generan sensaciones opuestas según el oyente. Y ni eran tan raros ni tan excelsos. Es una opción más, pero por su rareza y su carácter "rompedor" siempre hay una colonia de indivíduos que ensalzan a este tipo de ofertas: ya sabe, los divinos. Y si no te gustan VU es que eres un ignorante. Pero bueno, esto pasa en muchas otras facetas de la vida, ¿verdad?
Y de acuerdo también con los números a medio camino entre el pop acústico y la balada: es una especialidad de Reed, por mucho que lo hayan entronizado como héroe del rock. Yo, por mi parte, entre esos dos discos prefiero "Loaded", por cierto.
No se martirice, don LuisC: quédese con las canciones que le gusten y punto. Que no siempre son las más innovadoras, por otra parte. Y hombre, el señor Hunter era más bien un segundón de lujo, un guitarrista magnífico. Pero hasta ahí.
ResponderEliminar¡Qué mala leche con lo de Alaska!
Usted lo ha dicho, mister Chafardero: grupo arty. Para bien o para mal, que ese es otro asunto. En cuanto a la portada, totalmente de acuerdo: es una de las más brillantes de la historia. De algo tenía que servir la firma de Warhol en ese disco, ¿no? Y en el "Sticky fingers", de los Stones, y en algunos más.
Ay, doña Anika. Que usted ande desvelada es una injusticia, pero en fin: me alegro de que este bar le sirva para tomar la última. Y ya me he vuelto a lo mío, que el Paseante se me cabrea si me ve mucho por allí.