miércoles, 18 de abril de 2012

1969 (XI)



Si seguimos dándole vueltas a la tuerca melódica, si le añadimos un barniz lírico-épico, podemos llegar hasta el pop rock sinfónico; o barroco si quieren, para evitar tanta esdrújula. Se trata de un género cuyo origen no es exclusivamente británico sino que también se desarrolló, aunque en menor medida, en el resto de Europa. Ello es debido a que uno de sus principales ingredientes es la gran tradición romántica europea, por lo que este tipo de grupos (como casi todos los vistos hasta ahora salvo Colosseum) tuvo mucho predicamento en las listas continentales. Y esa tradición se halla también en los dos que hoy les traigo, y con los que terminamos las novedades progresivas de importancia en este año ("ya era hora", dirán ustedes. Y yo también): se trata de Renaissance y Yes.

Cuando los Yardbirds causaron baja en el censo, muchos creyeron que ese era el final de la carrera de Chris Dreja, Keith Relf y Jim McCarty (bajo, voz y batería). A fin de cuentas, la fama de ese grupo se cimenta en los tres héroes de la guitarra que pasaron por él, y la opinión general era que estos otros tres no tenían mucho que ofrecer (el propio Relf, en un detalle de honestidad que le honra, había reconocido cuando Clapton se marchó que "no soportaba que se toque tan mal como lo hacemos nosotros"). Dreja efectivamente colgó el bajo, tras rechazar una oferta de Jimmy Page para unirse al nuevo grupo que estaba formando (la fotografía iba a ser lo suyo a partir de entonces: aquella foto sepia que se ve en la parte trasera del primer LP de los Zepelines está hecha por él); pero Relf y McCarty deciden reinventarse, y tal vez con ello reivindicarse. En primer lugar fichan a dos notables corredores de fondo de los muchos que disfruta la música isleña: John Hawken, teclista que procede del r'n'b garajero más clásico (los Nashville Teens, por ejemplo, fueron casi obra suya), y Louis Cennamo, que ya llevaba unas cuantas bandas a sus espaldas, trabajando desde pop a r'n'r. Y finalmente Keith llama a su hermana Jane, que en ese momento "no tenía nada mejor que hacer", según dijo. El resultado se llama Renaissance, que al menos en el caso de Relf y McCarty les viene como anillo al dedo.

Hay que reconocer que tuvieron mucho valor: pasar del r'n'b y el pop psicodélico a esta nueva etapa resulta casi inconcebible en unos músicos que hasta ese momento se consideraban como "muy limitados". Porque Renaissance no tiene nada que ver con lo que habían hecho hasta ese momento, ni ellos dos ni los otros tres. Y lo de Jane ya es para nota, porque no había cantado profesionalmente en su vida. Bien, pues con estos mimbres el grupo crea un sonido que es la suma de influencias clásicas (a veces vemos la sombra de Beethoven en ese piano), ocasionales improvisaciones eléctricas (a cargo del bajo y el órgano) y un leve soplo folk (sobre todo cuando oímos la voz de la sorprendente Jane Relf). Y prácticamente todo el disco es composición de Relf y McCarty salvo la casi barroca "Wanderer", hecha a medias entre McCarty y Hawken (y cantada divinamente por Jane). En suma: cuando aparece el primer disco de Renaissance (de título homónimo), los antiguos seguidores de Yardbirds se quedan boquiabiertos. Y la última sorpresa resulta ser su productor, Paul Samwell-Smith, que había sido bajista de los Yardbirds hasta el año anterior y que a partir de ahora se hará una fama en la bendita Island Records (los discos más notables de Cat Stevens, por ejemplo, llevan su marca). Y el disco no venderá mucho, y el grupo se desintegrará luego para dar nacimiento a una nueva reencarnación, pero la primera piedra de uno de los grupos más exquisitos de los años 70 ya está puesta.

Y ahora Yes. Un verdadero compromiso, porque es una de esas bandas que dividen al mundo: o los amas o los odias, dicen ambos bandos. Pero por el medio andamos algunos "tibios" que, sin aspavientos, apreciamos mucho sus primeros discos y pasamos del resto. Pienso que estos señores comenzaron su carrera con originalidad; y si con el tiempo se convirtieron en un perfecto ejemplo de cómo el rock se hundió por su afán de grandiosidad y amaneramiento, lo mismo le pasó a otros cuantos. Así que no le echemos la culpa a ellos solos; porque también la clientela sinfónica, con su admiración por esa vistosa grandiosidad vacía, hizo mucho por rematar el descalabro: si no hubiesen seguido comprando sus discos, el esperpento habría acabado mucho antes. Y esto vale para Yes, E, L & P y otros cuantos (por no hablar del rock hard heavy metal etc, que eso ya es un horror).

Dejando aparte los tres o cuatro grupitos que conforman el nacimiento de esta banda, resulta evidente que su líder y cabeza pensante es el grimoso pero inteligente Jon Anderson (si sus colegas le llamaban "Napoleón" sería por algo más que su estatura, ¿no?). Aunque de momento, en este año de gracia de 1969, hay una cierta equidad: sus compañeros tienen un nivel musical muy alto, y ha de transigir; sobre todo con Chris Squire, que tiene tanto poder como él (al final ese poder quedará amigablemente repartido entre la base "ideológica" -Anderson- y la "mecánica" -Squire-). Y a finales de verano publican su primer LP, que para mí es de los mejores que han hecho: "Beyond and before" o "Looking around" son dos grandes ejemplos, con unos juegos de voces magníficos que se emplean a fondo en una épica brillante, con un punto apocalíptico que de momento se hace muy agradable. Ese estilo vocal es herencia de los Byrds, a quienes Anderson reverencia tanto como a los Beatles, y de ambas escuelas hay una muestra en el disco: "I see you" y "Every little thing" son dos grandes ejemplos de lo que debe ser una versión: respetando el espíritu original, las lleva a su terreno y las hace parecer clásicas de Yes. En conjunto es uno de los grandes discos de este año, al menos para mí. Y el futuro da igual, lo que importa es el presente.

Pues ya está. Se acabaron las novedades progresivas relevantes. Habrá que ir empezando con el resto, que de todo hay en este año. Ya pueden descansar un rato, que yo me voy al bar: tengo la garganta seca.


9 comentarios:

  1. Ay, Renaissance y Yes, dos de mis idolatrados del pop sinfónico (¿? xD). De los segundos, todo me parece sabroso hasta 'Close to the Edge', incluido su homónimo, 'Yes', que no sé por qué razón les parece un trabajo tan deficiente a algunos... En cuanto a Renaissance, y aunque 'Wanderer' como tema siempre me ha gustado, lo que me tira de verdad son los discos de Annie Haslam hasta 'Novella'. Hay una trilogía sublime en ese periodo.
    Oups, había olvidado que estamos en 1969. Seré cortarrollos...

    ResponderEliminar
  2. Yo no conozco a ninguno, solo he pasado a tomar algo... Un saludo.

    ResponderEliminar
  3. Quizás Yes sea el paradigma del rock sinfónico ya que no hubo nada tan ampuloso como esos temas largos como mundos y esa voz aguda de Jon Anderson. Toda tan trascendente, tan importante, tan -casi diría- eclesiástico que apenas te dejaban aire para respirar. Era su propuesta y en cierta forma son los auténticos pioneros de ese heavy operístico que todavía sigue dando mucho de sí en estos tiempos.

    ResponderEliminar
  4. Pues yo no conocí a Yes hasta los primeros 80, en unas reuniones caseras en las que con uno de los primeros reproductores de video visionabamos pelis mudas rusas que a mi me mataban, y luego ponían grupos como Yes. Creo que tenían algún disco con una canción no más por cara. Yo todo lo hacía porque estaba coladito por la anfitriona, pero de nada valieron mis sacrificios, así que me tiré a las drogas

    ResponderEliminar
  5. Repito mensaje ya que el otro no debió llegar a destino. Yes es para mi el paradigma del rock sinfónico. Esos temas ampulosos e interminables, esa voz distorsionada, aguda y con eco de John Anderson. Para mi representan otra época y otro lugar. Entonces era lo que oíamos en nuestras veladas "psicotrópicas" y subíamos y bajábamos dentro de esas oleadas de sonido. Desde la perspectiva actual todo aquello suena muy lejano uno ya no tiene la cabeza para ciertas cosas y busca otro tipo de musicalidad.

    ResponderEliminar
  6. Yo disfrutaba por igual con Yes y con Juanita Reina; no sé si es que soy fácil de contentar o es que los efluvios que se respiraban en aquellos antros me hacían perder mi poca capacidad de raciocinio. Aunque, por lo que leo, de los comentarios de los tertulianos se desprende que han respirado los mismos vapores que una servidora (salvo ese mocito, Dani). Ojalá me equivoque.

    ResponderEliminar
  7. Estoy de acuerdo en lo del primer disco de Yes, mister Dani: insisto en que es muy bueno. Y supongo que esos "algunos" que usted cita son los que se engancharon a la banda cuando ya iban por las Puertas del Delirio, o algo así; es decir, se trata de los que admiran el grandiosismo y desprecian las "pequeñas" obras de menos de diez minutos. Otra explicación no le veo.
    Ya me imagino que prefiere usted la segunda y gran época de Renaissance, cosa que por otra parte nos pasa a todos porque hay mucho más nivel. De todos modos hay que comprender que esta formación solo publicó un disco (aunque quedó otro sin rematar y que fue publicado mucho después). Pero en cualquier caso, me parece entrañable. O algo así.

    Tranquilo, mister Temujín: se agradece el detalle. Mientras se toma la copa, no obstante, puede usted entretenerse pinchando en las cancioncillas laterales.

    En efecto, Yes y E,L & P son el paradigma del rock sinfónico, herr doktor. Sus primeros discos fueron notables, pero al final se metieron en unos jardines que no comprendo cómo hay gente que los soporta. En fin, tiene que haber de todo. Y es cierto que hay una conexión entre esa ampulosidad y la de algunas ramas heavy; o metal o lo que fuere, que yo con esas ramificaciones me pierdo.

    Ya veo, mister Chafardero, que todos hemos pasado el mismo viuacrucis: el señor Eisenstein y sus amigos eran muy populares, sí. Lamento que ni eso ni Yes le hayan servido para esquivar el tenebroso mundo de las drogas, y reconozco que ha debido sufrir usted mucho. Yes comenzaron, como le he dicho al señor Dani, por canciones "normales", de cuatro o cinco minutos. Pero en poco tiempo ya pasaron a los diez, y luego a la cara entera: esas "Puertas del delirio" de las que he hablado sobrepasaban los veinte minutos. Y no se quedaron ahí: siguieron creciendo. Yo lo dejé en esa época, más o menos.

    ResponderEliminar
  8. He estado investigando, herr doktor, el asunto de sus comentarios y veo que el anterior figuraba como "spam". Imagino que alguna tontería de configuración lo ha bloqueado. Bueno, pues no se preocupe: si en lo sucesivo vuelve a pasarle, ya estoy yo avisado. Si su comentario no aparece, espere un día o dos a que yo verifique las entradas de spam.

    Algunas melodías de Yes cuadran muy bien con Juanita Reina, estimada violetera: la voz aguda del señor Anderson puede incluso llegar a recordar a tan insigne figura de la canción patria. Lo cual, por supuesto, no es impedimento para que, además, todos estuviésemos un tanto afectados por los efluvios que usted cita. Qué tiempos.

    ... tiempos que no han cambiado tanto, mister Dani: seguro que usted también los ha sufrido más de una vez. Y no se moleste por el cariñoso apelativo de "mocito": ha de comprender usted que la mayor parte de los que andamos por aquí ya tenemos una edad, y que por otra parte la Violetera es una encantadora fémina de tendencias bastante descocadas. Seguramente lo ha dicho con la mejor de las intenciones (o la peor, según se mire).

    ResponderEliminar

Cierren la puerta al salir.