En el apartado de conjuntos pioneros (entendiendo como tales a los nacidos entre finales de los años 50 y principios de los 60), vemos a veces nombres casi olvidados hoy en día. Suele deberse a que su carrera y por tanto su discografía fueron cortas, o poco brillantes; pero algunos de ellos tienen el honor de haber sido la escuela para el aprendizaje y posterior desarrollo de algunos personajes que luego pasaron a la historia con letras grandes. Este fue el caso de Los Estudiantes, y lo es también del conjunto se presenta hoy en este tugurio: los Sonor. Y la única explicación para su olvido será que no fueron los primeros, porque en lo demás no tienen nada que envidiarles: la nómina de músicos relevantes que pasó por este grupo es tan notoria como su popularidad en la época; y si los Estudiantes publicaron el primer EP español de “música moderna” estos son los titulares del primer disco grande, que impresiona más.
Su historia es en esencia el empeño personal de Carlos Guitart Von Rein, un malagueño de intimidante apellido materno que había comenzado a tocar el bajo en 1958 al frente de un pequeño grupo llamado los Caliopes, disuelto por culpa de la mili. Pero en 1960, libre ya de obligaciones con la patria, se asocia con su amigo el teclista Jose Luis González y crean los Sonor, cuyo primer fichaje permanente será el cantante Manuel Escobar (que por supuesto no tiene nada que ver con el gran Manolo) mientras que a la guitarra habrá cambios contínuos que ya iremos viendo. Y no, de momento no tienen batería: se arreglan con la ayuda ocasional de algún amigo, ya que la mayor parte de su repertorio está basado en los juegos vocales del duduá o las baladas country. Tras unas cuantas actuaciones comienza el baile de guitarristas y entra un tal Luis Eduardo Aute, a quien pronto le asaltan las dudas sobre si seguir en este negocio, dedicarse a la pintura o qué; y mientras se lo piensa, abandona el grupo para completar sus estudios. Pero curiosamente es en ese pequeño espacio de tiempo que ha pasado con ellos cuando se fragua el primer contrato discográfico de los Sonor, gracias a los sutiles manejos de la revista “Discóbolo”, que les pone en contacto con la RCA y donde grabarán siete Eps, entre 1961 y 1963.
En esa primera época les perjudica la predilección por los juegos vocales. Al principio de este culebrón ya dije que las casas discográficas no solían fiarse de la capacidad instrumental ni creativa de los conjuntos españoles, y este es un buen ejemplo: aprovechando la preponderancia de las voces sobre los instrumentos, RCA se obstina en potenciar exclusivamente ese juego. Y tras un primer EP con versiones flojitas de duduá, el sello los mete en el festival de Benidorm (donde obtuvieron el premio a la mejor interpretación) para publicar un segundo disco con cuatro baladas bastante ñoñas que pertenecían a dicho festival. Pero en 1962 entra un nuevo guitarrista que, al igual que hizo Árbex con los Estudiantes, pone el grupo patas arriba: se trata de Manolo Díaz, otro personaje imprescindible en la historia musical española, que enfocará a los Sonor hacia un sonido más moderno y compacto. Y para ello necesitan un batería fijo, que será Jorge Matey -cuyo nombre también vamos a oir más veces aquí. Poco a poco van cambiando su estilo aunque, como ocurrirá durante toda su carrera, dan siempre la sensación de ir un poco a remolque: el twist y las baladas constituyen el grueso de sus grabaciones, mientras que otros grupos nacientes los están adelantando con las piezas instrumentales; que, recuerden, son la moda imperante gracias a la influencia americana e isleña.
Quizá una de las razones por las que los Sonor no llegaron a desarrollarse completamente fue la temprana marcha de Manolo Díaz: no llevaba un año en el grupo cuando los abandona para cumplir un contrato que su padre le ha conseguido ¡en Liberia! Pero no sufran, pronto volveremos a hablar de él. Su baja es cubierta por Tony Martínez, a tiempo para grabar el último disco con RCA (otra imposición: las piezas proceden de la película “Las hijas de Elena”, dirigida por Mariano Ozores). Esto ocurre a principios de 1963: en las matinales del Price el grupo ya ha demostrado estar muy por encima de lo que sus discos reflejan, y es precisamente a raíz de esas actuaciones cuando Philips se interesa por ellos; que, hartos de la RCA, firman sin dudarlo. Su nuevo sello, ilusionado ante la creciente demanda que la música moderna está teniendo incluso en nuestro país, los sorprende con la inesperada oferta de grabar un LP, algo a lo que ningún grupo hispano ha llegado hasta ese momento; algo todavía más inusual si pensamos que se trata de su primera grabación en esa casa. De ese modo Philips mata dos pájaros de un tiro, ya que las canciones contenidas en el disco grande serán publicadas también en tres Eps sucesivos -con lo cual tiene repertorio asegurado para todo el año- y por otra parte anima a los fans a que se vayan acostumbrando a este formato; pero aun así es innegable la gran confianza del sello, arriesgándose a esta novedosa jugada. El disco es un perfecto resumen de la música que está triunfando en España: piezas instrumentales en su mayoría y algunas canciones de espíritu español; es decir, el tono imperante en una colectividad de grupos donde todavía no hay un carácter propio pero que ya han dejado atrás el rock and roll y parecen estar a la espera de una nueva luz.
1964 es un año un poco raro para los Sonor, que pierden a dos de sus miembros originales: Manuel Escobar, que bajo el nombre de guerra de “Emmanuel” seguirá una oscura carrera en solitario (empeorada luego con la creación de aquella casposidad llamada “La Compañía”), y José Luis González -futuro componente de Los Pasos-, sustituido por Manolo Fernández (que había estado brevemente en Los Estudiantes, por cierto). Y sin embargo, gracias al tirón del año anterior, están muy solicitados: al igual que otros grupos de la época, acompañan a solistas en sus grabaciones -Miguel Ríos, por ejemplo- y participan en una nueva película (“Abajo espera la muerte”, de Juan de Orduña). También graban tres Eps con bastante éxito, aunque sean un batiburrillo de estilos inconexos: dejando aparte las nuevas piezas instrumentales, las de la película son dos versiones flojitas de los Beatles y otra de Jerry Lee Lewis. Da la impresión de que los Sonor, como la gran mayoría de los grupos de la primera ola, se han quedado sin recursos.
Y en 1965, tras otros dos Eps ni mejores ni peores, se produce la desbandada: Carlos Guitart se enrola en Los Flecos (la supuesta alternativa a los Brincos que se desinfló rápidamente) para convertirse a continuación en directivo de Sonoplay -luego Movieplay-, una de las disqueras más vanguardistas del país. Jorge Matey, de momento, se va a los Pekenikes. Y en cuanto a Tony Martínez y Manolo Fernández, los dos que quedaban… bueno… esos dos fulanos, junto con otros tres de los que ya hablaremos, formarán parte del primer gran supergrupo español que hará bailar incluso a los isleños, un grupo prefabricado en cuya sala de máquinas estará Manolo Díaz junto a Alain Milhaud (el mayor brujo musical de la época), el único grupo español con barra libre en Radio Caroline (aunque pagase Columbia), el grupo que me hizo caer definitivamente en las garras de esta temible adicción que me posee desde entonces: si Johnny & The Hurricanes ya me habían inoculado el veneno, Los Bravos abdujeron mi alma infantil indefensa para entregársela, atada de pies y manos, al pop. Malditos sean.
Pero aún falta para eso. Aquí tienen tres muestras de la discografía de los Sonor. Las dos primeras son instrumentales, su verdadero punto fuerte -y el de la mayoría de los conjuntos de la época-, en las que se puede comprobar el gran nivel de Tony Martínez a la guitarra: la mejor versión, para mí, que se ha hecho de la clásica “Malagueña”, y la “Moon river” de toda la vida, que ellos convierten en la muy original “El río de la luna”. Y luego una versión de los Beatles en falso directo, y todo. Pero aunque los Sonor son de los primeros grupos que atacan a los de Liverpool, pronto quedará claro que los grupos españoles no van a destacar mucho en ese campo, como tampoco lo hicieron con el rock and roll. Los músicos inteligentes seguro que ya han comprendido que los ritmos sajones no se les dan bien, y están pensando en las dos opciones más realistas: o crear un pop autóctono, sin complejos (como hicieron los Brincos), o desarrollar el estilo instrumental y llevarlo a lo más alto. Y ahí estarán los Pekenikes, nuestros próximos protagonistas.
Los Sonor, otra escuela del pop. Un grupo más conocido por sus vástagos que por sus hechos. Manolo Diaz es un tipo clave no solo para el rock español si no para la música popular de este país siendo fundador de ese grupazo llamado Aguaviva y si no me confundo llegó a ser presidente de la CBS en España. La verdad es que el libro de Ordovás es de mucha ayuda y aunque lo he leído hace teimpoo aún recuerdo algunas cosas.
ResponderEliminarPues sí, influyeron más por su descendencia. La obra es bastante normalita, aunque no sea ni mejor ni peor que la de otros: estamos en la prehistoria, no hay mucho que pedir. Y el señor Díaz, en efecto, forma parte de esa élite que dirigió la música española de un modo u otro. Fue presidente de la CBS y directivo de otras cuantas organizaciones. Gran parte de alto staff nacional se está fraguando en esta época. En cuanto al libro de Ordovás, es un buen arranque para ir metiéndose en estas historias por su caracter generalista y, sobre todo, por su amenidad.
EliminarDesde luego hay que escucharlos ubicándolos en el tiempo y en el espacio para comprender el mérito que tenían.
ResponderEliminarMuy curioso el inicio de “Twist and shout”, que parece mismamente “La Bamba”. Le pega muy bien.
De Manolo Díaz había oído hablar, pero mi seca memoria no lo relacionaba con nada en particular.
Antes de despedirme, romper una lanza por Camilo Sesto. Hay varias versiones de “Getsemaní”, de Jesucristo Superstar. El único que le puede toser es el de la película, Ted Nelley creo que se llamaba. Entre otros lo intentaron Ian Gillan, que no se acerca al nivel de nuestro mejor Camilo; además, cantando en un idioma para el que la canción no fue pensada. Poseso.
Es cierto, mister Pez: la entrada de esa canción parece talmente La Bamba. Tuvieron acierto con ella, porque en efecto le cuadra muy bien. Y el señor Díaz es uno de los grandes nombres de la trastienda junto al propio Guitart (aunque falleció relativamente pronto, en el 79) y otros. Como le digo a herr doktor, se trata de una élite cuya gran ventaja es haber conocido los entresijos del negocio desde abajo, lo cual te da una visión mucho más completa que la de algunos "manejadores" que dirigen los sellos del mismo modo que podrían haber dirigido una pescadería.
EliminarEntiendo su defensa de Camilo, aunque a mí "Jesucristo Superstar" tampoco es una obra que me haya encantado nunca. Su fuerza y tono vocal no tiene nada que envidiar a nadie, y solo lamento que no haya sido mejor empleada. Pero en fin, cada uno elige el sector que más le conviene. Y eso hizo él.
Otros que conocía más nunca había oído, y creo que valen más por lo que tuvieron de precursores que por sus logros. Lo de versionear temas latinos y folclóricos como Malagueña nunca me ha gustado mucho, el Río de la luna se salva porque esa pieza es inmortal, y la de los Beatles ni fu ni fa. Ahora, cuando dice que de aquí salieron dos de las mimbres de los Bravos ya son palabras mayores. Black is black es uno de esos temas que marcan a uno para siempre. Todavía hoy me emociono como la primera vez cuando la oigo, y mira que la he escuchado veces.
ResponderEliminarEn efecto, señor Chafardero: eran bastante normalitos. Pero esa es la característica general de los pioneros, no se les podía pedir mucho más porque la época era raquítica. Y en cuanto a "Black is black", qué quiere que le diga que usted no sepa: arrebatadora, simplemente. Y eso que mi preferida es "Bring a little loving", a pesar de todo. Esa ya es... no sé.
EliminarBenditos sean Los Bravos.
ResponderEliminarAunque suena raro a mis oídos, no está nada mal ese moon river.
Hola, dilecto Caruano. Me quedo con la duda de si los consideras benditos por haber sido probablemente la mejor banda pop de España (aunque prefabricada) o porque me arrebataron. Pero bueno, te lo acepto.
EliminarY ese "Moon river", en efecto, no está nada mal. Es más: tiene unos cortes en la línea melódica muy originales. Es una buena versión, y demuestra que, si no fueron creadores de nivel, al menos técnicamente tenían recursos.
Porque te arrebataron, querido Rick. Y muy bien arrebatado.
ResponderEliminarPues muchas gracias, que por supuesto les transmitiré en mis oraciones poperas. Lo de bien o mal arrebatado, eso ya no lo sé: podía haber sido una persona de bien, un ciudadano respetado y de orden si no se hubieran cruzado en mi vida... pero probablemente todo eso me habría resultado mucho más aburrido. En fin, ahora ya no hay remedio y he de cargar con esta cruz.
EliminarMe mola su 'Malagueña', vaya que sí... por cierto, uno de los clásicos hispánicos de los que podemos estar más orgullosos. Pero no conocía esta versión. Y de este 'Twist and shout' destacar que el cantante, el tal Manuel Escobar, imita la voz quemada de John Lennon en el falso directo. Es comprensible, porque es uno de los atractivos de la versión de los Beatles, e imagino que en aquella época todavía era algo novedoso, atrevido y rockanrolero. Hoy tenemos a las voces de death metal que tanto le gustan a usted jaja
ResponderEliminarLos clásicos hispanos, como usted dice, fueron un recurso muy socorrido entre los conjuntos prehistóricos nacionales, estimado yerno: tanto los Sonor como los Brincos, Pekenikes, Relámpagos y otros muchos recurrieron a ellos más de una vez. Lo cual denota una verdadera vocación por diferenciarse un poco de las influencias foráneas, aunque la verdad es que tampoco había mucho donde elegir.
EliminarEn cuanto a la voz quemada, ha sido siempre un gran atractivo cuando el cantante tiene talla: no hay más que ver a los grandes monstruos como Joe Cocker o Rod Stewart. Otra cosa es ese horror de las voces del death metal, que como ya le dije alguna vez a mí me suenan a laringectomizados o algo raro.
Esto son casi monográficos, una perfecta radiografía de la historia del Pop-Rock español....Lo de Aute es una historia de esas que mola contar para sorprender (bacileo de chupitos), pero me molan, sus inicios arraigados a las melodías vocales Doowop, sus años acompañando a Miguel Rios....en cuanto a lo del “Twist and shout”, y “La Bamba” que comenta Mr. Pez, le remitiría a los directos de Johnny Rivers en el Whiski a Go Go.... él también lo supo ver!
ResponderEliminarGracias, señor Sebas. Aute anduvo durante un tiempo compaginando sus estudios y su afición pictórica con la música entre otras cosas porque, según sus propias palabras, "en los conjuntos se liga mucho", y él siempre fue un ligón. Pero bueno, ahí está. En cuanto al "Twist and shout" y "La Bamba", el bueno de Rivers también lo vio claro, efectivamente. De hecho, si uno oye solamente los primeros compases, dudaría entre una canción y la otra.
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