lunes, 16 de diciembre de 2013

1971 (VII)


Aquí estamos, metidos en el mundo Chrysalis. Una nueva disquera que, como dije el otro día, se ha edificado sobre la experiencia que Chris Wright y Terry Ellis adquieren fogueándose en el mundo de la producción y dirección de dos grandes bandas como TYA y Jethro Tull (entre otras). Su filosofía es muy parecida a la que atesora la bendita Island Records, es decir, un sello independiente dirigido hacia un público con un medio/alto grado de afición, exigente pero por eso mismo fiel… si se le trata bien. Vamos, que esa es la idea, la fidelización de clientes. En sus primeros años Chrysalis será otro de esos sellos que, solo con ver su logo en un disco, incita a oirlo (a diferencia de los grandes, que por su vocación generalista nunca se sabe por dónde van a salir). Y por esa transición entre management y sello autónomo que se está produciendo este año, los fans tenemos el corazón partío, ya que algunos de sus integrantes figuran aún distribuidos por Island aunque en las fundas la etiqueta ya está ocupada por la mariposa. 

Este es el caso de Jethro Tull, que irrumpe en la primavera de 1971 con “Aqualung”, su cuarto disco. Es también la cuarta de las bandas grandes que procede de la escuela blusera y que, como las otras tres, ahora tiene su estilo personal. Ya hemos visto que, partiendo de una primera época folk-blues (“This was” y “Stand up”, su consolidación), el año pasado cambiaron de tercio con “Benefit”. Ahora son una banda difícil de clasificar, aunque su esencia está entre el rock progresivo y el folk con pinceladas bufonescas muy representativas del cárácter de Ian Anderson, su líder. “Aqualung” demuestra que, al igual que King Crimson, el sonido de los Tull se desarrolla en “parejas temáticas”: es evidente que este nuevo disco parte del anterior para desarrollar un sonido parecido pero con más brillo. Por otra parte la “literatura” adquiere un mayor protagonismo, y a los clientes españoles nos entra miedito: cuidado Ian, que aquí tenemos Censura… pero Ian no nos hace caso. Al ver la hoja que trae las letras comprobamos que hay un título propio para cada cara: “Aqualung” es la A, donde se nos muestra un variado abanico social; y la B, “My God”, hace frecuentes referencias a la divinidad y sus representantes en un tono poco conciliador. Lo mismo pasa con la portada, que en su exterior nos muestra al tal Aqualung (de sospechoso parecido con Anderson) y en su interior al grupo en recinto sagrado y en plan sacrílego. No hay una conexión clara entre las letras, pero tal vez por esas denominaciones genéricas (que son además el título y tema de la pieza que abre cada cara), la crítica consideró que estábamos ante un disco conceptual. Una etiqueta que, como la de “progresivo”, al señor Anderson le sienta como un tiro y acrecienta su animadversión hacia la crítica, así que… no, “Aqualung” no es conceptual. Si algo bueno tiene este hombre es su agrado por la sencillez de los términos: es un disco de rock, y ya está. 

“Aqualung” y “My God”, las piezas que abren cada cara, son dos clásicas sobradamente conocidas. La primera, esa historia del pordiosero (cuyo extraño nombre se debe a su dificultosa respiración reumática) sentado en un banco del parque mirando a las niñas con malas intenciones, es un desarrollo circular que comienza con un riff rockero, entra en una fase acústica apoyada por el piano de John Evan (miembro ya oficial del grupo), alcanza su éxtasis con el duelo guitarra-piano y termina como empezó. “My God” es una construcción también circular y un cierto aire barroco que se inicia con estilo de cántico, su centro presidido por una exhibición flautística de Anderson casi en escalas de jazz y vuelta al principio. Son dos canciones que simbolizan muy bien el estado actual del grupo, diferente a todos los demás, en ese filo de la navaja que ya dije otras veces: los amas o los odias. Yo los amo, es mi banda. Y amo también a Mary la Bizca, y a Mamá Oca, y al Himno 43, y a la Respiración de locomotora… en fin, lo dicho: este disco fue y es aún hoy el más popular de los Tull, así que cada uno ya tendrá su opinión. Solo queda por matizar el asunto de las letras: si se leen detenidamente parece obvio que la queja de Anderson está dirigida contra la Iglesia como institución antes que contra la propia divinidad. Y esto entronca con la infancia de Ian, mediatizada por sus religiosos y rectísimos padres: Glenn Cornick, despedido de forma ignominiosa al terminar la última gira americana de 1970 (tuvo que decírselo Terry Ellis en pleno aeropuerto JFK de Nueva York mientras los demás, callados como putas, salían por otra puerta para coger el vuelo de vuelta a la Isla), piensa que las razones de su despido por “conducta desordenada” reflejan muy bien el puritanismo del jefe en aquella época. Y, básicamente, el “pecado” de Glenn es que le gustaban demasiado la fiesta, las cervezas y las chicas: Glenn es poco profesional. Pero en fin, aquí viene Jeffrey Hammond a sustituirlo… Qué curioso: Jeffrey es ese muchacho que tiene una canción en cada uno de los tres primeros discos de los Tull, es un antiguo colega de Ian en Blackpool; ellos dos, junto a John Evan y otro más formaron la base de la John Evan Band, donde todo comenzó… no me extrañaría que ese “otro más” acabe apareciendo de nuevo, porque da la impresión de que Ian quiere volver a sus compañías de adolescencia. Parece que su espíritu es muy de “Living in the past”... 

Ah, que me olvidaba de España: sí, el disco fue prohibido. No se publicará hasta 1976, aunque todo aficionado medianamente serio se agenció una copia procedente del país que fuese (la mía era alemana, no recuerdo por qué): estamos ante una obra "ilegal" con más circulación que muchas otras publicadas sin trabas. Pero cuando llegue ese momento, de nuevo daremos ejemplo al mundo con nuestra inventiva: aunque Franco ya está enterrado, la censura sigue melindrosa y detiene a “Locomotive breath”. Ariola, su distribuidora en España, decide sustituirla por “Glory row”, una sobrante de las sesiones de “War child” (publicado a finales del 74), con lo cual se mantiene la unidad temática de las letras pero no la musical: esa pieza no pega ni con cola en este disco. Claro que lo más alucinógeno del asunto es que “Locomotive breath” ya estaba incluida en “Living in the past”, un doble recopilatorio del 73 que fue publicado en España a su hora y sin problemas. Asi que hemos de exclamar un “¡hurra!” por los señores censores, que una vez más brindan una nueva joya a los coleccionistas compulsivos (“Glory row” no había sido publicada hasta entonces en ningún país del mundo). 

Y tras los Tull hay una saga: Anderson, a pesar de su carácter despótico pero tal vez por ese poso de rectitud y un cierto sentido de honestidad que le queda como herencia paterna, quiere proteger a sus antiguos compañeros (para él, familiares; descarriados, pero familares). De hecho, se han visto algunas reuniones de la formación original para tocar en directo, algo que en otras bandas sería impensable. Tanto él como Terry Ellis facilitarán cualquier intento de Mick Abrahams (el primer guitarrista de los Tull) y Glenn Cornick por seguir adelante en el negocio, y por tanto ambos pertenecen a la escudería Chrysalis: 

Abrahams, otro tipo muy complicado de tratar, creó en 1968 Blodwyn Pig, su primer grupo a medio camino entre blues rock y puro rock and roll con sección de viento, cuyos dos discos alcanzaron una mediana popularidad sobre todo en los States. Y según la leyenda, tan complicado es este señor que sus músicos decidieron abandonarlo. Así que acaba de formar otro bajo el nombre de Mick Abrahams Band, que se presenta a mediados de este año con “A musical evening with Mick Abrahams” y que como “Aqualung” es distribuido por Island pero ya luce la mariposa. Es un disco considerablemente mejor que los de su época con los Pig: la sustitución de los instrumentos de viento por los teclados de Bob Sargeant da una profundidad a su sonido que lo acerca al r’n’b con tonos progresivos, acompañado de piezas acústicas con intervención de guitarras slide y steel que dan como resultado una obra realmente encantadora aunque minoritaria: “Greyhound Bus”, “Winds of change”, “Big Queen” y sobre todo la acuosa y atmosférica “Seasons” son buenos ejemplos. Sin embargo sus ventas son reducidas, y aunque sabe que no tendrá problemas con la mariposa volverá al estilo de su primera época con “At last”, el próximo disco, que tampoco irá muy allá. Los próximos años de Mick serán grises, con varios trabajos de subsistencia, hasta que el circuito de la nostalgia le permita hacerse un hueco a base de reuniones y giras tanto bajo el nombre de unos reformados Blodwyn Pig como de otra Mick Abrahams Band... y en ratos libres acudirá a la llamada de Anderson para que los cuatro primeros Tull se den un homenaje en alguna actuación suelta, de esas que aceleran el ritmo cardíaco de los fans hasta extremos insanos. Ian, por la razón que fuere, necesita hacerlo aunque sea muy de vez en cuando. 

A sugerencia de Terry Ellis, que consuela y anima a Glenn Cornick tras su despedida de los Tull, este no tarda mucho en reunir gente para su propia banda, Wild Turkey, cuyo primer disco será la afortunada segunda referencia del catálogo Chrysalis tras los TYA. Se titula “Battle Hymn” y es de calidad, aunque con poco gancho comercial… salvo para los fans de la familia Tull, claro. Trabajan el rock con tintes progresivos y hacen algunas incursiones en las baladas, que acompañan con piano o con acústicas limpias; su técnica es muy buena, sobre todo por la talla de Cornick al bajo y la original guitarra de Alan “Tweke” Lewis (acompañado por el discreto Jon Blackmore). La canción que abre el disco, “Butterfly”, o la que le da título, ambas compuestas por él, son una buena pareja para hacerse una idea del mundo Turkey. Como nueva demostración de que entre Anderson y sus antiguos colegas no suele haber rencores, Glenn y sus muchachos fueron teloneros de los Tull en los States (y de Black Sabbath, tanto allí como en Europa). Sin embargo, pronto se vio que la cosa no tenía mucho futuro: el continuo trasiego de músicos y la falta de creatividad dieron como resultado un decepcionante segundo disco en 1972 y la desaparición de la banda a mediados del 74. Cornick abandonó la Isla y estuvo en Alemania durante un año como bajista de Karthago para luego crear algunas bandas de poca vida como Paris, junto a Bob Welch (el de Fleetwood Mac). Luego dejó el negocio durante varios años. Y más tarde, ocasionalmente, aparece en algún grupo pequeño o en esas reuniones fantasmagóricas con los viejos colegas, tanto de los Tull como de los Turkey. Es un hombre apacible, todo se lo toma con calma. 

La mariposa inaugura 1972 con su tercera referencia, que será el “Thick as a brick” de los Tull. Poco después presentará a Procol Harum, que ya eran dirigidos por Chrysalis y que acaban de abandonar a Polydor: su disco con la sinfónica de Edmonton, la cuarta referencia, tendrá un notable éxito especialmente en los States. Y tras la quinta (el “At last” de Abrahams) llega un trío de ofertas folkies: los irlandeses Tír Na Nóg, un dúo exquisito que también fue telonero de los Tull durante una buena época (sus tres primeros discos son altamente recomendables); la cantautora Laurie Styvers, una americana que aterriza en Londres en 1968 y tras algunas grabaciones con el trío Justine entra en Chrysalis para dejar dos únicos discos intimistas que pasaron sin pena ni gloria, a pesar de su calidad y de su dulce voz. La pobre Laurie se volvió a su país natal y abandonó el negocio. Y por último los grandiosos Steeleye Span, que dan el salto definitivo con “Below the salt” y que serán uno de los nombres más rentables del sello. De ahí en adelante, muchas cosas: desde el folk británico o americano hasta la new wave e incluso el punk, Chrysalis fue durante muchos años un sello de lo más fiable. Luego fue perdiendo su carácter, como casi todos. 

Y ya está bien de tanta mariposa, que me pongo tonto y ese no es mi papel. Me bajo al bar a tomar un whisky doble. O triple, o lo que sea... Venga, Sam: tócala otra vez. 


18 comentarios:

  1. Hola Rick:
    Por las pistas del anterior post estaba cantado que le tocaba el turno a Jethro Tull, y su Aqualung, uno de los discos miticos de principios de década. Es cierto que todos los melomanos espabilamos para hacernois con el, yo como era muy joven y sin perras me compré una de las cassettes que anunciaban en la revista Disco-Expres, supongo que acabaría fundida de tanto oir y rebobinar. Era uno de mis grupos favoritos, y mi habitación la tenía empapelada con posters suyos.
    Lo bueno de este disco, es que al no estar encasquillado en ningun estilo, mantiene su vigencia.
    Lo de Wild Turtkey, me parece que fue una gran banda, aunque le mató estar a la sombra de Jethro Tull, personalmente me gusta mas el otro disco, el del pavo.
    Y el de Mick Abraham, pues no lo he oido nunca, asi que me callo.
    Saludos
    Jose

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy buenas, don José:
      Sí, la verdad es que cualquiera que conozca un poco este mundillo ya lo veía venir. Los Tull y TYA son las dos bandas más representativas de los primeros años de Chrysalis. Y lo que son las casualidades: yo también tenía la habitación con posters de Anderson y su troupe. Qué tiempos...

      Y efectivamente, "Aqualung", como otros cuantos discos de los Tull, son inclasificables. Eso significa que pueden gustar o no, pero desde luego el tiempo no pasa por ellos. Y los Turkey, sí, eran una buena banda aunque más por la cuestión técnica que la creativa. Yo prefiero este primer disco, porque el del pavo me parece un pelín menos brillante, pero en cualquier caso son una buena pareja.

      Y en cuanto al señor Abrahams, creo que al menos este disco vale la pena oirlo. A mí siempre me ha parecido muy bueno; y aunque su carrera en conjunto no sea nada del otro mundo, ya digo: si hay que salvar uno, salvo este.

      Eliminar
  2. La verdad es que en este caso debería inhibirme, como SIEMPRE hacen los jueces nombrados por el gobierno de turno cuando saben que no van a ser ecuánimes.

    Solo decir que prefiero mil veces a Barre que a Abrahams. Mick era muy bueno, pero demasiado clásico para mi gusto. Martin era quizás demasiado obediente, pero genial cuando le dejaban.

    Glenn Cornick puede morirse tranquilo: con su bajo en Buree se ha granjeado mi incondicional admiración; aunque dudo que a él le importe. Lo poco que he escuchado de Wild Turkey me ha parecido bien, incluso con cierto aire a Jethro Tull a veces. Pero soy culpable de no tener curiosidad.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Inhíbase señor Pez, o no: el asunto de la ecuanimidad da igual. Tampoco yo soy ecuánime, o sea que...

      Y estamos de acuerdo en el asunto de los guitarristas. Barre es, sobre todo, un guitarrista tremendamente versátil, y podría haber tocado en muchas bandas. Abrahams estaba completamente obsesionado con el blues, y los puristas tan excesivos no suelen llegar muy lejos.

      En cuanto a Cornick, qué quiere que le diga: suscribo su afirmación, pero no solo con "Bourée". Todo lo que hizo este hombre con los Tull fue magnífico. Que conste que también lo fue Jefrrey, pero a cada uno lo suyo.

      Eliminar
  3. Pues Aqualung fue un disco que oí hasta la saciedad. De esos que tienes que comprar otra vez el vinilo porque está gastado y rallado de tanto ponerlo. Me parece un disco extraordinario, de los que suben el nivel de la música popular. De todas formas, con el paso del tiempo, tiendo a poner más sus dos primeros discos. Los veo más frescos, por decirlo de alguna manera. Benefit no llegó nunca a gustarme del todo, aunque si que lo tengo bien oído y aprecio muchas cosas de él.
    Coincido con Pez Átono. Me gusta más Martin Barre que Mick Abrahams como guitarrista. Barre me parece más versátil. Abrahams es muy bueno, pero centrado en el blues y J. Tull tocaban más palos.

    Los discos de M. Abrahams y de Wild Turkey no recuerdo haberlos oído, aunque quién sabe.

    Se agradecen los detalles y las anécdotas. Todos los días se aprende algo nuevo.

    Saludossssssssssssssss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estamos en la misma, señor Babelain: ya he perdido la cuenta de cuántas copias de "Aqualung" llevo. Esto nos pasa a muchos y con varios discos, lo cual indica que esos discos han sido y son todavía fundamentales en nuestra vida, de un modo u otro. Y eso que, con el paso del tiempo también yo suelo poner con más frecuencia los primeros (especialmente "Stand up", que al menos a día de hoy es el que más me gusta). De todos modos, en mi caso, voy por rachas.

      Y sí, creo que todos estamos de acuerdo en Martin Barre: al mismo tiempo que se fue desarrollando como guitarrista también la banda iba evolucionando, lo cual hace que sea mucho más completo que Abrahams.

      Saludos mil.

      Eliminar
  4. Por fin, El bar de Rick habla de 'Aqualung'. Y un rayo cayó del cielo, seguido el trueno :)

    ¿Qué decir? Ya sabe usted que éste fue el primer disco que conocí de Jethro Tull, muchos años antes de ocurrírseme buscar otro siquiera. Y pese a que por entonces yo no oía demasiado este tipo de cosas, siempre me pareció de lo mejorcito que había en el rock. Precisamente, porque no cuadraba en ningún ''tipo de cosas'' que conociera. Y aún ahora, a pesar de haber escuchado ya unos cuantos discos de la banda del flautista, éste sigue siendo mi preferido. Para que el señor Anderson no se enfade, no lo llamaré conceptual, pero siempre he pensado que tiene una unidad ''estética'' muy clara, en el sonido y lo estimulante que es escucharlo. En otro orden de cosas, esa portada quizás sea mi preferida de cuantos discos conozco. Eso ya es muy personal. Aparte de los colores y el motivo bohemio, que por lo que sugiere está a la altura de la obra ''El bebedor de absenta'', creo que has clavado uno de sus puntos fuertes: ''nos muestra al tal Aqualung de sospechoso parecido con Anderson''. Ahora sé demasiado sobre el grupo, y me gustaría saber menos, porque entonces me preguntaría: ¿dónde acaba la persona y comienza el personaje, o viceversa? Eso es lo de menos, pero en una obra de arte total todo importa, y 'Aqualung', aunque tuviese muchas menos presunciones que ser una ''obra de arte total'' - que igual a alguien le suena exagerado - es un trabajo muy sugestivo.

    Tras ''Aqualung'' viene otra de mis preferidas, con un comienzo ensoñador: Mari la bizca, Cross-eyed Mary. Al igual que en la anterior, hay guitarras fuertes, pero sin perder lirismo. Y la voz doblada de Anderson está en el momento álgido, queda para mi mejor que en los discos posteriores a 'A passion play', donde ya empieza a sonar más artificiosa.

    El disco continúa de una forma más lírica y fina aún, hasta que llegamos a ''My god'' y nos sentimos en medio de una gran sala oscura, con un grupo de bohemios a punto de reventarlo todo. ''La sangrienta Iglesia de Inglaterra...'' Sí, los censores llegaban hasta donde llegaban, pues habla de la cultura anglicana, pero bueno, en cualquier caso meterse con algún tipo de iglesia, Cristo o Dios ya era tabú del gordo. Esa leyenda que comentas debió ser la razón por la que mi tío conoció y valoró tanto este disco, a pesar de haber desconocido hasta ese momento a Jethro Tull. ''Aqualung'' se rodeó de una fama de disco maldito.

    En fin, éste es uno de mis discos preferidos. Quizás influya que fuera el primero que conocí de estos señores, y su música me parece llena de colores y pinceladas de óleo. Nada de acrílicos; este disco es imborrable.

    Respecto a los demás de Chrysalis, ya escuché el del señor Mick Abrahams que me recomendaste hace tiempo; apoyado en la pared con gallardía de ''aquí sigo yo, a lo mío''. Y me gusta el disco. Del disco de Glenn... solo escuché un poco por Youtube, y no me acuerdo. Vaya... pero no los dejaré en el tintero.

    Un saludo, y a seguir.

    ''Sitting on a park bench...''

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo llega en esta vida, estimado yerno, y "Aqualung" tenía que llegar también. Fue el primer disco de los Tull para mucha gente más joven que nosotros porque casi desde su publicación fue también el más vendido. Eso influyó en la memoria que se tiene de él. Y aunque los fans no tenemos muy claro que sea su mejor disco, es evidente que su fama lo hace icónico, como se dice ahora. Por otra parte tampoco podríamos decir cuál es su mejor disco: siendo tan versátiles como eran en esta época, cada disco es un mundo.

      En cuanto a la unidad estética, en lo musical está muy clara. Y ya viene del Benefit. Luego el asunto de las letras es más discutible, pero musicalmente no hay duda. Y la portada es otro icono. También es de mis preferidas, aunque estoy en la misma duda que con la música: hay fundas como la de "Thick as a brick" que te hacen dudar.

      Y ese halo de "disco maldito", especialmente en España, contribuyó también a cimentar la fama que tiene. Con lo cual, sumando unas cosas y otras, efectivamente estamos ante uno de esas obras fundamentales en la historia del rock. Luego ya gustará más o menos a cada uno, pero su talla es innegable. Por cierto, me ha gustado eso de "nada de acrílicos": esa imagen visualizada es muy justa.

      Eliminar
  5. Aunque cabe preguntarse: ¿qué es un ''disco conceptual''? Vale... éste no lo es, no sigue una única historia ni habla de una única idea, ni mucho menos. Y encima está dividido en dos partes de una forma curiosa. Pero hay detalles que no sé si son casualidad o están pensados, pero dejan un regusto a cierta unidad. ''Feeling like a dead duck'' (sintiéndose como un pato muerto)... ''Mother Goose'' (mamá ganso)...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Un disco conceptual es, por ejemplo, "Tommy" o "Quadrophenia": una historia hilada canción a canción, con un tema literario único. Por eso Anderson no quiere ni oir hablar del asunto, ya que en "Aqualung" lo que hay son pequeñas historias sueltas. Y por supuesto, esas coincidencias de patos y ocas no tienen nada que ver: simple casualidad... o que Anderson gusta de enmarañar las cosas para que nos las quedemos pensando...

      Eliminar
  6. Pues yo reconozco que entré a Jethro Tull a través de Thick is a Brick y no por este disco total que es Aqualung donde pasadas las décadas solo recordaba los dos temas que encabezan ambas caras pero ahora mismo reconociendo la calidad de las otras piezas, ese My God es una sinfonía en si misma, me quedo también con Hymn 43 y por encima de todo esa gloriosa y tan censurada Locomotive Breath. Estoy de acuerdo en que la portada de Aqualung es realmente impactante, tan impactante que creo que ya forma parte del imaginario colectivo de muchos asociado a los fantasmas profundos de la mente y su perversiones. A mí la imagen del personaje me recuerda mucho al Fagin de Oliver Twist, y sin duda ha influido en de forma importante en el cine y en el arte contemporáneos.
    Un abrazo
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. "Thick as a brick" fue en efecto el disco que, en España, se hizo más popular de los Tull para la gente de nuestra quinta. Entre otras cosas porque fue el primero que tuvo una distribución a su hora: los tres primeros salieron con retraso, y "Aqualung" no estuvo a la venta hasta 1976. Pero ya hablando de "Aqualung", celebro que lo haya redescubierto, herr doktor: dejando aparte "My God" o la misma "Aqualung", al final resulta que es de esos pocos discos en los que el nivel medio es tan alto que no sobra ninguna. Y eso es decir mucho.

      Y en cuanto a la portada, lo mismo: otro icono. No sé hasta qúé punto ha tenido influencia sobre otras obras, pero es innegable que está a la altura de un "Sticky fingers", o el primero de la Velvet: arte pop puro.

      Eliminar
  7. Bien, tuve la suerte de ver a los Jethro en Valencia en los 90, reconozco que no los conocía demasiado, fue un concierto intenso y flipante, con una extraña puesta en escena (rubia platino, mesa con velas, camarero, champagne...) pero fue degenerando en lisergia y psicodelia, me marcó mucho eso de descubrir una banda en directo antes que escuchar sus discos. Luego fui a la caza de los vinilos, desde luego el sonido era distinto, posiblemente quedaran pocos de los "originales", no lo sé, nunca me he molestado en averigüarlo. Aunque reconozco que es u disco estupendo, mi tema favorito es anterior, Living in the Past. Y como a Ian Anderson, el mendigo pedófilo de la portada tampoco me gusta demasiado, pero bueno, ahí ha quedado para la historia...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Por desgracia, señor Sebas, en los 90 ya no había mucho donde rascar con los Tull: musicalmente estaban agotados. Pero sí, el aspecto visual -teatral, diría yo- siempre fue uno de los puntos fuertes de los Tull. También en eso eran distintos a los demás, y gracias a los trucos escénicos siempre valía la pena ir a un concierto suyo.

      "Living in the past", no hay duda, es un tema especial. Pero hay que tener en cuenta otra característica curiosa de esta banda: el espíritu de los singles (esta canción lo era) solía ser muy distinta a la de los discos grandes.

      Eliminar
  8. Pues yo he escuchado aplicadamente la opus propuesta por usted y he de confesar que se me ha hecho muy cuesta arriba la audición. Para empezar, me mata escuchar una flauta, buen instrumento para pastorear ovejas, pero totalmente fuera de lugar en un grupo de rock. Y los momentos en que se cruzan el piano y la guitarra me chirrían bastante, así como otras piruetas instrumentales, por no hablar de la voz del cantante, perfectamente olvidable. Por lo leído estamos ante un clásico de la banda, así que me guardaré de otras perlas de esta gente.

    ResponderEliminar
  9. Bien, señor Chafardero, esa opinión suya es precisamente la demostración de lo que decía en el post: los Tull son una banda en el filo de la navaja. Es bastante frecuente oir opiniones como la suya, ya que el tipo de música que hacen es muy personal. Hay otras bandas en situaciones parecidas, y discutir no sirve de nada en estos casos. Por lo tanto, hace usted muy bien en evitar cualquier grabación de estos señores: salvo algunas canciones sueltas, el resto de su obra le va a producir impresiones parecidas.

    ResponderEliminar
  10. No me extraña que estuviera usted nervioso en el post anterior, señor Rick, tratándose nada más y nada menos que de SU banda. Ya conoce usted mis manías, así que no se las voy a repetir. No obstante, cuando sacó el post hace un par de semanas, estuve repasando el Aqualung unas cuantas veces. A los otros les he echado una ojeada somera para hacerme, para empezar, una vaga idea.

    Aparte de esto, es un bonito gesto esto de reunirse de tarde en tarde celebrando aquellas épocas juntos. Y ahora ya sé lo que me molesta de la voz del sufrido Ian: no es la voz en sí, que de hecho me parece agradable (usted me sugirió una vez que tal vez era su nasalidad), sino el modo de cantar, que va como arrastrando las palabras. La flauta tampoco me emociona, pero claro, es una marca distintiva de los Tull. Y a quien le guste, bien, y a quien no, pues eso.

    No se canse en contestarme, que poco hay que decir sobre opiniones :)

    ResponderEliminar
  11. Bienvenida, Lady Dusch. Y bueno, lo de los nervios es un modo de hablar, por mantener la tensión escénica, y tal: aunque sea mi banda, yo soy un tipo muy contenido.

    Admiro su actitud voluntariosa teniendo en cuenta sus "manías", que no son tales: "Aqualung", como cualquier otro disco de este grupo, es muy personal. No se trata ya de su mayor o menor calidad, sino de que como digo siempre este tipo de bandas tiene un espíritu que las convierte en "bipolares": o sí o no, y las medias tintas no valen. Por ello, nada tengo que añadir: amo a los Tull como detesto a Queen, por ejemplo (no tengo un solo disco suyo), y explicarlo me sería tremendamente difícil. Bueno, lo de Queen no tanto, pero prefiero callarme.

    Solo le diré que precisamente la voz de Anderson es uno de los ganchos definitivos para los fans: esa entonación arrastrada, cínica, sucia, desencantada, fue asumida por mucha gente como parte de una actitud contraria a "la vida color de rosa" que otros nos vendían, y esa misma actitud es la que se muestra en sus ropas, en sus actuaciones: son los pordioseros del rock, los anti-estrellas. Y no por su nivel musical, sino por su postura descreida sobre todos los aspectos del negocio, que por otra parte sabían cuidar (a pesar de las contínuas trifulcas entre el jefe y la prensa musical).

    En cuanto a la flauta, es otro shock para el que se acerca por primera vez a este grupo: rompe todos los esquemas preconcebidos; y gracias a ese instrumento, a ese estilo, a esas poses, la mayoría de sus fans somos muy eclécticos: ya nada nos sorprende, pero hay un gran rango de músicas que a un rockero pueden desagradarle y a nosotros en cambio nos interesan. Eso de la mente abierta, debe de ser.

    Pero como siempre digo, esto es una vez más cuestión de gustos. No se preocupe.



    ResponderEliminar

Cierren la puerta al salir.