lunes, 17 de marzo de 2014

El planeta Glam (I)



“¿El glam…? Bah, eso ya lo inventó Elvis hace mucho tiempo”. Confieso que cuando oí esa frase, yo, que era un chaval, me quedé perplejo. Quien lo decía era alguien un poco mayor y bastante más documentado; pero ya llevábamos una hora o dos de bares y tapas, probablemente él había empezado a beber antes de encontrármelo… aquello tenía que ser una boutade, recurso dialéctico que este personaje usaba a menudo. Sin embargo, algunas de las que le oí resultaron ser ciertas; un poco retorcidas a veces, pero ciertas. Y esta, con el criterio que da el paso de los años, creo que lo es. Porque cuando se trata del glam, como de casi todo en esta vida, no puede uno ceñirse a la literalidad del término: el glamour tiene muchas formas, y tal vez él hablaba no solamente de Elvis, sino de los primeros rockers en general. De aquella música, pero también -o sobre todo- de aquella actitud chulesca, insolente, provocativa y un tanto amanerada que extasió a una generación y puso las bases de un profundo cambio social. 

Porque, para la época, no hay duda de que Elvis es la provocación pura, con aquel meneo, los gestos equívocos que le valieron la censura en algunas cadenas televisivas, al mismo tiempo que la locura de sus fans aumentaba en progresión geométrica porque de un modo u otro se sentían representados en él. Elvis prometía un nuevo mundo, una cuota de poder para una juventud que no aceptaba los rancios clichés de sus padres. Y tras él vinieron otros rockeros, tanto blancos como negros, que escandalizaron a la bienpensante sociedad de entonces hasta extremos hoy increibles. El rock and roll se convirtió en la música del diablo; una música que según Asa Carter, conocido líder del Ku Klux Klan, “rebaja al hombre blanco al nivel del negro”: cuidado con eso. Y por si no fuese suficiente con los ritmos satánicos, con la chulería, destacaban también las vestimentas; que sobre todo en los blancos (los negros aún no se atrevían a tanto) resultaban chirriantes, acostumbrados como estaban los aficionados de la época a los perfectos trajes, corbatas o pajaritas del Rat Pack y sus contemporáneos, aunque fuesen tanto o más “degenerados” que los rockeros. Porque, tuviesen los vicios que tuviesen, hay que reconocer que Sinatra y sus amigos sabían vestir correctamente; pero con la estética del rock and roll también cae esa impostura del músico formal. Y los aguerridos miembros del Poder Blanco añadieron a la frase del señor Carter otra consideración más: es una música degenerada que feminiza a los hombres y los convierte en mujeres. Negros y mujeres… glub… y nosotros sin enterarnos de estar sufriendo semejante metamorfosis doble… 

Sin embargo la sociedad -al menos la urbana, la más expuesta a las novedades- acaba por asimilarlo todo: otras provocaciones llegaron en los años 60 con los hippies, la liberación femenina, los izquierdistas de Berkeley, los Panteras Negras… y al final de esa década el ciudadano medio, tanto americano como europeo, ya estaba curado de espantos. El rock había pasado por el surf, el garaje, el blues, la psicodelia, y en la nueva década parecía estar alcanzando la seriedad con las pretensiones intelectualizantes del progresivo; es decir, se había hecho mayor, respetable: su poder de transgresión, al menos en apariencia, se había consumido. Y entonces pasó una cosa que en cierto modo viene a dar la razón a don Carlos Marx: “La historia se repite dos veces: la primera como tragedia, la segunda como farsa”. Porque una tragedia moral fue, para las generaciones maduras de los años 50, la aparición del rock and roll; y farsa resultó, al menos en apariencia, la resurrección de gran parte de sus postulados a principios de los años 70 con el nombre de glam, un nuevo invento isleño: de los americanos habían copiado todos los géneros posibles, y ahora tocaba volver al principio; pero como siempre, para actualizar, para dejar su impronta. Aunque el glam no es solamente la resurrección del rock and roll, porque también habrá bandas que actualicen el duduá o el boogie, e incluso alguna le dará un cierto tono pop al novedoso “metal”: para ser exactos, en realidad estamos ante una actitud más que ante un género concreto. 

No cabe duda de que las dos patas sobre las que se asienta esta nueva corriente son David Bowie y Marc Bolan. Amigos y colaboradores por mucho tiempo, ambos han abandonado las veleidades folclórico psicodélicas que lucieron en los años 60 y parecen emprender una vuelta a las raices rockeras: Bowie se acercará al revival del garaje punk americano, representado por Iggy Pop y Lou Reed, mientras que Bolan ataca el boogie rock con una cadena de éxitos impresionante. A su sombra, una serie de nombres con mayor o menor relevancia intentarán recuperar aquel poder transgresor que tuvieron los primeros rockeros calcando en muchos casos sus actitudes y llegando a una hipertrofia estética que parece buscar el ridículo de modo consciente, calculado, además de unos gestos sexualmente equívocos que refuerzan ese empeño en atraer el escándalo... casi veinte años después. Lo curioso es que incluso el Rey, el mismísimo Elvis, cuya verdadera afición fueron las baladas (su ideal era llegar a ser un crooner al más puro estilo Sinatra), parece contagiarse de esa fiebre isleña y aparece en el escenario con lentejuelas, capas imposibles, uniformes marcianos… y morirá en 1977, cuando el punk toma el poder: el círculo se cierra. 

El glam, que por tanto es una reivindicación de los viejos tiempos, un rechazo a las ínfulas pseudo intelectuales que nacieron con la psicodelia y que ahora anidan en el progresivo, es denostado por ese sector como un subproducto, papilla populista de consumo para la masa iletrada: “hacemos rock para la clase obrera”, responde el orgulloso Noddy Holder, líder de los Slade, harto de la pomposidad de los enterados. Y ese planteamiento se traslada también a la visión del negocio, porque en algunos aspectos se repiten las estructuras comerciales de antaño: varios nombres de esta nueva ola, en muchos casos veteranos de la década anterior, son reciclados en productos de management; vuelven los compositores profesionales al estilo de un Brill Building de baratillo, el single predomina sobre el LP, los estribillos sobre el conjunto técnico… en resumen vemos un trasfondo claramente pop en todo ello, por mucho que el estilo mayoritario sea rock. 

Y la suma de una cosa con otra arrasó en toda Europa incluyendo España, uno de los países donde al glam se le llamó “Gay power”; esa denominación se confirma a finales de 1972 cuando la española Polygram publica un doble disco recopilatorio con las primeras grabaciones de Bowie para la DECCA y lo titula “El rey del Gay Power”. Sí señores, en la España de Franco no hubo grandes problemas con esta moda, tal vez porque los censores no centraron bien el asunto y porque la supuesta provocación se basaba más en la estética que en otra cosa: por lo general, las letras de las canciones glam son tan banales como siempre lo han sido en el pop, y desde luego no tan “degeneradas” como pudiese parecer. Por otra parte aquí se desconocía el doble sentido de la palabra “gay”, un término que no comenzará a generalizarse hasta los años 80: aquí había, por hablar en fino, mariquitas, lilas, desviados, de la acera de enfrente… y claro, si solamente los aficionados a las músicas ratoneras sabíamos lo que era un gay, era evidente que no pensábamos en ir a explicárselo a los censores. Además, esa leyenda era tan dudosa como el maquillaje de quita y pon que usaban: la mayoría de esos músicos, de gays tenían poco (algo que reconocieron más tarde los por entonces muy pintados Bowie o Lou Reed, sin ir más lejos). Como los rockeros de los años 50/60, vamos: todo era postureo. Lo siento por el Ku Klux Klan y sus simpatizantes. 

Así que durante el primer quinquenio de los años 70, al margen o en paralelo con las “músicas serias”, tuvo lugar en la Isla (y de rebote aunque con menor intensidad en los States) un revival encantador que ha dejado para la historia unas cuantas canciones magníficas y que, tal vez sin que sus protagonistas llegasen a imaginarlo, fue uno de los detonantes de la gran revolución punk y new wave que vino luego. La mayor parte de esos intérpretes pasaron de moda muy pronto, salvo aquellos que como Bowie, Elton John, Rod Stewart, Lou Reed y otros se sirvieron del momento para potenciar su carrera; es decir, los grandes, los que tienen la capacidad suficiente para evolucionar. Y como a esos ya los tenemos muy vistos en este local, es de justicia recordar ahora a los otros, a los que ya pocos recuerdan salvo por alguna canción suelta que aún hoy sigue impregnando el aire de fantasía. 

En fin, están ustedes avisados: entramos en el reino de la lentejuela, el cosmético barato, la lujuria de tebeo, las botas de plataforma, las canciones simples pero contundentes y memorables. Píntense un poco, para estar a tono. 



18 comentarios:

  1. Bueno:
    Entramos de nuevo en terrenos pantanosos, no se como acabará esto, pero mis grupos de glam favoritos en su tiempo ahora me cuestan y en cambio algunos de los cuales pasaba, he descubierto que tienen cosas interesantes.
    Por cierto, te dejo unas monedas para que pongas música en le "Sinfonola", que esto de leer sin musica de fondo es demasiado serio.
    Un saludo y me voy preparando, aunque auguro como en los toros "división de opiniones"

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bah, no se preocupe, don José: estamos en un planeta en el que no es necesario seguir la carrera completa de nadie: simplemente, con dos o tres buenas canciones de cada uno ya llega. Y en cuanto a la sinfonola, tampoco hay problema: en este tipo de series, siempre pongo música. Ya lo verá.

      Eliminar
  2. Pues yo no voy a "dividir opiniones" como auguraba nuestro buen amigo Jose Kortozirkuito, que no se como se ha leído un texto tan largo y con una sola "estampita". Un texto, por cierto, bien completito y con un empiece rompedor haciendo pionero del glam al gran Elvis. Yo añadiría (por el lado negro) al gran Little Richard (me gustaría rebajarme al nivel de este negro)
    De la música de que los que nombras, para mi, sigue en vigor la de Bowie, la de Bolan y sus T. Rex, la de Lou Reed.. porque Iggy Pop no lo veo yo como glam, es un bicho raro inclasificable.

    Buen artículo, Rick. Se lee fácil y aporta curiosidades.

    Saludossssssssssssssss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola bab,
      Solo decirte que me he comprado gafas nuevas y tengo que amortizarlas.
      Saludos
      Jose

      Eliminar
    2. Gracias, mister Babelain. Imagino que a don José le habrá interesado el asunto, ya que a un amante del garaje, el rock and roll simple y ese tipo de sonidos encantadores forzosamente tiene que gustarle el glam aunque solo sea un poco.

      Little Richard es por supuesto otro de los infaltables entre los pioneros del asunto. De todos modos, generalizo con Elvis porque, a efectos populares, él fue quien abrió la veda para todos los demás. En cuanto a los que saldrán aquí, ya digo: solo veremos a los pequeños. De los grandes ya nos ocupamos muy a menudo. E Iggy, como la mayor parte de esos grandes, pasaba por allí, por decirlo de un modo simple: su talla es muy superior a todo este pequeño planeta.

      Eliminar
    3. Bien por las gafas, don José. Y celebro que le hayan sido de utilidad.

      Eliminar
  3. Estoy con Babelain, el glam tiene mucho de Little Richard, que por cierto nunca ocultó sus tendencias homosexuales. Elvis, en sus primeros años tenía aires de buen chico y más bien estaba más cerca de la estética rebelde de un Brando o James Dean que de toda esa cosa recargada y aparente que usaba el bueno de Penniman. Evidentemente Gary Glitter que también dio nombre al género -se le llamó Glitter rock en algunas ocasiones- se sentía estéticamente más cercano al Rey pero todos los demás mamaron mucho de la estética del cantante negro.
    Lo de gay power es como lo conocimos en aquellos tiempos y el primer libro importante que se escribió sobre aquel movimiento del malogrado Eduardo Haro Ibars se titulaba "Gay Rock" quizás fue el propio Eduardo Haro el que popularizó el término en este país. Fue su primer libro y lo escribió en 1974. Uno de los tipos más lúcidos e interesantes de aquella generación.
    Estupenda entrada.
    Un saludo cordial.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, herr doktor, en cuanto a estética y actitud el Pequeño Ricardo es uno de los "profetas" inevitables del glam. Pero ya digo, Elvis fue el pionero y con el simbolizo a todos los rockeros. De todos modos, y en lo relativo a las influencias, hay que hacer notar que fueron preferentemente blancas: Eddie Cochran y Gene Vincent sobre todo. El r'n'b tuvo un impacto mucho menor en esta época.

      Don Eduardo era un fan a muerte del glam, y ese libro fue toda una biblia de cabecera para muchos de nosotros. Pero no se quedó ahí, sino que además compuso letras para algunas bandas, sobre todo la Orquesta Mondragón en su primera época, justamente la más glam. Una lástima su desaparición.

      Eliminar
  4. Yo también creo que Little Richard es más importante en cuanto a actitud y pintas para el glam que Elvis.

    Por otra parte, en el glam, como en cualquier otro subgenero del rock, hubo de todo. De hecho a mi me cuesta muchisimo entender el glam como un género musical por la gran variedad de propuestas que se cobijaron bajo la etiqueta, al menos en lo estetico. Y por lo que veo a usted también, porque en mi opinión Rod Stewart musicalmente no cabe ahí ni de broma. Si metemos ahí a los Faces por el lamé también habra que meter al Jagger del clip de Silver Train y a otros muchos, incluso a los primerisimos AC/DC. Claro que lo mismo podría decirse de Roxy Music o los Cockney Rebels y sin embargo a mí no me cuesta ponerlos medianamente cerca de otros grupos del género tan diferentes como los Sweet, con los que evidentemente no tenían casi nada que ver ni musicalmente ni en sus intenciones. En fin, que los limites del glam siempre me han parecido muy difusos, tanto que mucho me temo que este texto me ha quedado embarulladisimo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Como dije antes, cito a Elvis haciendo una abstracción: es el rock and roll en general, su actitud sobre todo, lo que da origen al glam. No hay duda de que Little Richard se acomoda más a esa estética, pero quien puso en marcha todo el asunto fue Elvis por el hecho de ser blanco. Esto lo recalcaba mucho Chuck Berry, por cierto, y con razón: un blanco en aquella época lo tenía infinitamente más fácil que un negro.

      Y en cuanto al asunto "género", precisamente por eso recalco tanto la actitud: como digo arriba, el glam es mucho más esa actitud que un género determinado. Es una pose, un intento de hacerse novedosos por medio del escándalo. Si lo viésemos simplemente como un género, es evidente que Rod no entraría ahí; pero tampoco entraría Elton John, Lou Reed ni prácticamente nadie de los grandes: es el lamé, efectivamente, la actitud. Y en un momento determinado, hasta Mick Jagger se pintó. Luego ya la "segunda fase" lo deja claro: precisamente Roxy Music y Cockney Rebels son los dos mejores ejemplos posibles. Ambos fueron citados por entonces como una transición entre el post-glam y el art-rock, y tiene su lógica porque en lo visual seguían la estética del glam, pero su música era mucho más elevada. La banda de Harley, por ejemplo, siempre me ha parecido una evolución de los Kinks. Y por cierto, también Ray Davies se pintaba por entonces.

      Así que no se preocupe, señor Fernández, porque llegará a la misma conclusión que hemos llegado muchos: no era un género. Bastaba con pintarse, ponerse ropas raras y dar escándalo. O sea, el mundo del espectáculo en su vertiente más pura.

      Eliminar
    2. A ver, para mi si existen unos estilemas que definirían lo que es el mismo centro "musical" del glam: las palmadas acompañando la base ritmica, los coros, las guitarras "de juguete", el aliento pop, etc. Es decir, si se puede argumentar que es, al menos, un subgenero musical. Luego no todos los temas respetan estas convenciones, claro está, pero si escuchamos a un nuevo grupo añadir esos elementos a su música pocos dudaríamos en decir que hacen glam y con eso la mayor parte de los aficionados al rock nos entenderían, así que para mi si es un estilo musical. Luego en la periferia del glam se encuentran artit-tas que usan más o menos esos manierismos, pero que en todo caso siguen otros caminos.

      Por otra parte ¿qué es la "segunda fase"?

      Eliminar
    3. Sí, en esencia esas pautas son más o menos las que corresponden a la mayoría de nombres del glam rock. Pero habría que añadir algunos otros que se vendieron en ese paquete y que en realidad no cuadraban ahí; especialmente los grupos vocales que actualizan el duduá, como los Rubettes: iban uniformados y sin pintura, eran un grupo de pop vocal, pero se beneficiaron de la corriente y aparecían en todos los recopilatorios glam, como también aparecerán aquí. Aquello recordaba a la época en la que a los Beach Boys se los vendía como grupo surf, cuando en realidad tenían poco que ver con ese estilo (salvo algunas letras). Pero ya sabe, a río revuelto ganancia de pescadores.

      La “segunda fase”, por resumir, es lo que vino a llamarse post-glam. La estética era muy parecida, no hay más que ver a Roxy Music en sus primeros años, pero en lo musical había verdadera creatividad: los mismos Roxy eran realmente buenos, e innovadores. Cockney Rebel, aunque duraron poco y como le dije el otro día me parecen una versión actualizada de los Kinks, tienen también canciones magníficas. Y Queen, aunque parten de una mezcla entre progresivo y heavy, asumen algunos postulados glam; no digamos ya la vertiente hard-heavy de los americanos Kiss, o Alice Cooper en sus primeros años (que también saldrá aquí). Ese gusto por el maquillaje y las vestimentas de vodevil seguirá presente en algunos grupos del punk y la new wave, especialmente los que como Ultravox dan paso luego a los nuevos románticos; o Siouxsie, que partiendo del afterpunk llega al rollo gótico-siniestro…

      En fin, que el glam perdura mucho más allá de lo que parece. Y los estilos musicales serán siendo variados, solo la estética los une.

      Eliminar
  5. Muy buen artículo para ponernos en perspectiva. Independientemente de sus logros, las premisas del glam las suscribo todas. En la música popular los planteamientos intelectualoides me suelen aburrir a más no poder. Ya tenemos el jazz, la ópera y demás para ponernos circunspectos. El verdadero valor del pop y el rock está en lo que tiene de rompedor, fugaz e intrascendente, en ofrecernos un mundo en tres minutos, alejarnos de lo cotidiano como una pompa de jabón llevaba por el viento para deshacerse en la nada.
    Y bien pensado, tiene razón en lo de Elvis como precursor del glam, y Little Richard.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, mister Chafardero. El glam era sencillo pero directo, contundente. Y de eso va el pop e incluso gran parte del rock. Precisamente por eso arrasó en su momento, aunque las élites lo despreciasen: por su renovación de la fugacidad, por esas maravillosas piezas de dos o tres minutos que nos arrastran.

      Eliminar
  6. Creo que ya lo he dicho alguna vez, pero esto del glam me recuerda mucho a lo que contaba mi padre de los locos años veinte. De hecho, cuando él escuchaba la música que yo ponía en casa en los primeros setenta, me decía que era música decadente; y, por supuesto, tenía razón. La ruptura generacional en ambos casos fue enormemente abrupta; tal vez hubo significativas diferencias en las clases sociales afectadas.

    En general, participo de vuestra opinión de que es muy difícil cerrar las fronteras del glam, y aguardo expectante las maravillas que nos descubrirás; que las hubo, vive dios. Por ejemplo, Gary Glitter era horrendo, pero disfruté mucho con él. Otros –por ejemplo T. Rex- eran buenos de verdad.

    Salud.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, lo de la decadencia es bastante claro en este asunto. Solo con ver las pintas de los elementos implicados, cualquier persona recta, formal y con una cierta edad ya se echaba para atrás. Lo recomendable era esconder esos discos, dejarlos a salvo de miradas paternas, no fuesen a pensar cosas raras de nosotros.

      Y en cuanto a las fronteras del glam, ya lo digo reiteradamente: esas fronteras no están en unos estilos determinados, sino en si te pintas o no, si sales con ropas exuberantes y haciendo gestos raros o no. Y, por supuesto, si eres un amante del pop o prefieres seguir oyendo a King Crimson todo el día.

      Eliminar
  7. Jaja, estoy muy de acuerdo con usted, es una curiosa teoría la de amigo (algo había oído ya sobre ello), tiene parte de razón (así, a grosso modo, siendo abiertos al concepto), aunque posiblemente desmontable y rebatible si nos ponemos ortodoxos. Yo tambien nombraría aquí a Little Richard, (o a Esquerita), el flequillo y la pose excesiva de Jerry Lee Lewis, los cueros negros de Gene Vincent, o Vince Taylor, o las camisas con pintillas de Johnny Kidd & the Pirates, y por que no a Cab Calloway o Louis Jourdan (ya puestos). En fin, el Glam es complicado y cabe mucho en esta etiqueta (si se quiere), a mi me gusta mucho e su vertiente Rock, de momento me decanto por T-Rex o Slade...pero ya iremos viendo....

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Si es que la cosa tiene más enjundia de la que parece, don Sebas. Yo al principio, por la edad, me quedé a cuadros, pero luego lo fui entendiendo. Y sí, todos esos pioneros que usted cita tienen mucho que ver. Pero ya verá cómo recuerda a algunos grupos que van a otras fuentes, las del duduá por ejemplo. Hay varios géneros en esta corriente. Y ya sin ir más lejos, T. Rex tiene un estilo muy distinto a Slade. Y a Sweet, y.... ya iremos viendo.

      Eliminar

Cierren la puerta al salir.