El término “solista” no siempre se ajusta a la realidad, y el caso de Bowie es un buen ejemplo ya que concede un alto grado de autonomía a las Arañas de Marte para conseguir su sonido actual (¿alguien se imagina en esta época a otro guitarrista que no sea Ronson a su lado?). Otras figuras en cambio controlan totalmente su obra, desde la composición hasta la ejecución, y por lo tanto sus acompañantes resultan casi intrascendentes, intercambiables: se les exige una altura técnica pero nada más, aunque por supuesto conviene que no haya muchos cambios de personal. Este es el caso de los dos señores que nos visitan hoy: Elton John y Cat Stevens, dos músicos casi autosuficientes.
Elton ha sabido compaginar la raíz europea tradicional, uno de cuyos cimientos es la orquestación romántica, con su interés por la música norteamericana, sobre todo en su vertiente country ejecutado bajo la perspectiva de grupos como The Band; y esa mezcla le ha dado muy buenos resultados especialmente en los States, donde ya vende más que en la Isla. Es la estrella principal del sello DJM, que muy pronto le permitió la elección de un productor de su gusto: Gus Dudgeon, que lleva a su lado desde el segundo disco. Pero a cambio ha estado transigiendo con la exigencia de los directivos del sello, deseosos de que todo funcione como un reloj, de que en las grabaciones se usen músicos de estudio en vez de los que acompañan en las giras. Esto es un arma de doble filo: los discos suenan impecables y las ventas le benefician tanto a él como al sello; pero en directo tal vez no esté a la altura, y ese hecho puede perjudicarle a largo plazo (todo lo que sube baja: más tarde o más temprano vivirá de la nostalgia, de las giras antes que de los discos, como le pasa a casi todo el mundo).
Su cambio de estrategia es consecuente con esa situación: a partir de ahora los arreglos serán mucho más simples, y de las piezas orquestales pasará al sonido de grupo. Una vez más The Band son el ejemplo, aunque no siga necesariamente ese camino. Por tanto, la casi treintena de músicos que llegó a acompañarle en algunas grabaciones se reduce básicamente a tres, además de su piano: el batería Nigel Olsson y el bajista Dee Muray están con él casi desde el principio de su carrera en solitario, y ahora se oficializa el alta del guitarra Davey Johnstone, que ya participó en algunas grabaciones anteriores. Queda constituido el trío conocido como Elton John Band, que será reforzado con algunos acompañantes ocasionales en el estudio pero que figura como la estructura musical primaria desde entonces. El sello acepta su exigencia, ya que el margen de beneficio será mayor si las ventas siguen subiendo como hasta ahora: si su nivel compositivo no decae es de suponer que esa simplificación ampliará el número de seguidores, ya que el sonido orquestal ahuyenta a mucha gente.
La publicación de “Honky château”, su quinto disco grande, en la primavera del 72, demuestra que la jugada ha salido redonda: un número 1 en los States y 2 en la Isla no necesitan más comentario. El título es un homenaje al Château d’Herouville, donde ha ido a grabarlo; se trata de un castillo francés que se puso muy de moda entre los músicos por sus especiales condiciones de sonoridad desde que Gong lo descubriese el año anterior (aunque no todos lo alabaron: Ian Anderson, muy descontento con el equipo técnico, lo rebautizó como “Châteu D’Isaster” después de echarse unos cuantos días intentando crear las bases de lo que luego sería “A Passion play”). Dejando aparte su éxito comercial estamos ante uno de los discos más notables de Elton, que solo de vez en cuando usa algunos instrumentos ajenos al trío, como la sección de viento en “Honky cat”, una especie de boogie adorable. Lo sorprendente es que parece haberle sentado muy bien esa simplificación, porque las canciones ganan en densidad aun siendo muy accesibles. Este disco es un perfecto ejemplo de que el mainstream puede ser muy respetable si se tiene talla para ello, y no hay más que poner a “Rocket man” como ejemplo: el single más popular de toda su carrera es al mismo tiempo el de más calidad, comparable al “Starman” de Bowie por tantas razones.
Vamos ahora con Cat Stevens, al que curiosamente también nos encontramos transitando por el castillo. Qué raro… ¿para qué necesita alguien como él un sonido tan “elitista” siendo como es un enamorado de la simplicidad? Pues la contestación es que ese amor se está quebrando: Cat sigue exactamente el camino contrario a Elton, y el castillo parece ser el punto de cruce entre esas dos trayectorias. Hasta ahora le había sido suficiente con una estructura básica formada por guitarra acústica, bajo, piano y pequeños arreglos de percusión, pero ha decidido ampliar su sonido con teclados electrónicos que le darán un realce muy potente a sus canciones. Lo cierto es que siempre ha sido un músico de los pies a la cabeza, incluso en su época folk pop; y aunque muchas de sus canciones se mantienen con una simple guitarra acústica, su originalidad es admirable.
En otoño se publica “Catch bull at four”, que nos da una nueva perspectiva en la carrera del Gato: muchas de sus canciones parecen ganar en carácter, en nervio, gracias a esos teclados y a un uso más marcado de la batería. La pieza que abre el disco se convierte inevitablemente en otra clásica: “Sitting”, donde lo oímos cantando con tono orgulloso, casi altivo, con un ritmo muy nítido, unas estrofas que muestran a una persona en mitad de un nuevo cambio: “Voy de camino, lo sé, a algún sitio que no está muy lejos. Todo lo que sé es todo lo que siento ahora mismo, siento el poder creciendo en mi pelo…” y ese contraste de “No necesito usar los ojos para ver” con aquella frase con la que había definido su vida antes de la enfermedad: “sentí que había estado viviendo con los ojos cerrados” (a mí este tipo de frases simbolistas me pueden, qué le voy a hacer). Sigue habiendo piezas deliciosamente simples como “Boy with a moon and star on his head” o “Silent sunlight” junto a otras mucho más trabajadas pero efectivas; incluso hay una incursión en el latín con “o Caritas” un magnífico ejercicio de voces alternando esa lengua con el inglés. Las ventas siguen subiendo, pero nos queda la incertidumbre: en un músico como él sacrificar lirismo por contundencia está bien si se tienen buenos argumentos, y tal vez este disco en su conjunto sea un tanto irregular.
Parece claro que ambos músicos están en uno de sus momentos más dulces; aunque tanto en el caso de Elton como en el de Cat surgen algunas dudas sobre esos cambios de estrategia, y habrá que esperar a sus próximos discos para saber si todo sigue bien o hemos de preocuparnos.
Hola Rick:
ResponderEliminarEste par de discos, a pesar de que están bastante bien, creo que marcan la decadencia de ambos artistas, aunque casi era predecible por el nivel de anteriores trabajos que es muy dificil de mantener.
Elton John era uno de mis ídolos cuando era quinceañero, y Cat Stevens siempre lo he escuchado con agrado.
UIn saludo
Jose
Pues sí, don Jose, la trayectoria de estos dos músicos comenzaba su cuesta abajo. Pero en aquel momento no era tan evidente, porque estos dos discos siguen siendo muy buenos, a la altura de los anteriores aunque ya hagan dudar un poco.
EliminarA mi, Elton John nunca me hizo tilín. A principios de los 70, tenía un compañero de buhardilla en Madrid que estaba loco por él, pero yo solo disfrutaba con algunos temas (el "Rocket Man" que nombras y algún otro) Sin embargo tengo que reconocer que era un gran compositor; pero su música no me "ponía".
ResponderEliminarOtra cosa fue Cat Steven, aunque en años anteriores a este “Catch bull at four" que presentas aquí. Los del 70 y 71; "Tea For de Tillerman" y "Teaser and The Firecat" son dos discos que disfruté de lo lindo. Cuestión de gustos y de momentos vividos, que no de calidad, ya te digo.
Seguimos tomando nota de toda la información que nos proporcionas.
Gracias, Rick.
Saludossssssssssssssssss
Yo no es que haya sido nunca muy fan de Elton, pero en cada uno de sus discos (de esta época) había canciones realmente memorables, y sobre todo con un gran nivel musical. Por otra parte me encantaba su voz, esos giros tan personales que tenía. Y el Gato sí, ese era uno de mis ídolos. Por supuesto que son mejores sus primeros discos, pero sigo pensando que este es también una de sus mejores obras.
EliminarPues me ha gustado el disco del sir Elton, un cuarteto con piano al frente siempre es una combinación muy sugerente. Decididamente, sus primeros discos son muy estimables.
ResponderEliminarEl de Cat Steven me ha dejado más indiferente. Me pasa con toda su producción. A pesar de que tiene buenas canciones (en este lp me gusta la de o caritas) la sensación general es que me falta conexión con su música.
Es es el caso, señor Chafardero: aunque luego se convirtió en una petarda absoluta, los primeros discos de Elton merecen ser recordados. En cuanto a Cat, bueno, tal vez sea cuestión de gustos, pero era uno de mis héroes.
EliminarPues reconozco mi absoluta ignorancia respecto a estos discos, pero como soy curioso, he estado escuchándolos por encima en el Youtube.
ResponderEliminarElton John nunca a sido santo de mi devoción, debe ser por que no le he prestado la atención debida, pero ese famoso "Rocket Man" es una pasada.
Respecto al señor Stevens, no puedo decir lo mismo, siempre me ha gustado me encanta Wild World, Father Son, Morning has broken y especialmente Katmadú En fin todas esas que me ponían la carne de gallina en su época, aunque me parece a mi tambien que a partir de este álbum empezó su decadencia. El primer tema "Sitting" es muy conociado y me trae recuerdos, pero no tengo paciencia para analizar el resto.
Buen trabajo.
Con Elton tengo una relación un tanto distante, pero como dije arriba sus primeros discos me parecen dignos de ser recodados. Y por supuesto, piuezas como "Rocket man" son inolvidables. En cuanto a Cat, es cierto que su decadencia comienza aquí, al reforzar su sonido primitivo con artilugios electrónicos -que tal vez enmascaran una carencia de ideas frescas- pero en cualquier caso sigue siendo un buen disco.
EliminarEl disco de Elton John es de los grandes y aparte de ese impresionante clásico, Rocket Man -que nunca me canso de oír- ese boogie-woogie del principio, Honky Cat, es una gozada: Por otra parte nunca su piano sonó tan expresivo y emocionante en casi todos los temas. La comparación con el estilo rapsódico de The Band es más que atinada. Creo que no deberíamos confundir música con personaje. Su talento está por encima de cualquier duda y creo que consigue tapar plenamente sus posteriores bufonadas.
ResponderEliminarYo también soy del Tea For de Tillerman aunque un disco que tiene ese estupendo "Sitting" da mucho de sí. También en este caso el piano marca la línea argumental que luego esa voz tan penetrante y poderosa -con eco- logra profundizar. Sin embargo soy partidario de tomar a Cat en pequeñas dosis para no acabar saturado. Es un cantante muy dotado pero poco versátil y con poca variedad en sus registros.
Saludos
Estamos totalmente de acuerdo en su comentario sobre Elton, y efectivamente este es un momento en el que su piano tiene una expresividad magnífica, tal vez porque al prescindir de tanto arreglo su música gana en nitidez. En ese sentido, creo que Elton hizo bien simplificando el sonido. Y desde luego, en casos como este es cuando se demuestra una vez más que una cosa es el artista y otra el personaje.
EliminarEn cuanto a Cat, a mí me gusta toda su obra anterior y no sabría elegir un solo disco. Aunque es cierto también lo de la saturación.
Parece que aquí todos somos del Tea For de Tillerman. Cuando tenía 15 años me compré juntos mis primeros tres singles, y uno de ellos era Rocket Man; sigo alucinando con esa canción.
ResponderEliminarEntonces me gustaban más o menos por igual, pero ahora me decanto claramente por el Gato. No soy de LPs, soy de canciones; pero en este de Cat hay algunas muy buenas.
Saúde.
Yo también suelo ser de canciones sueltas más que de discos completos, salvo grandes excepciones, y tanto en el caso de Elton como en el de Cat creo que es la mejor estrategia: un disco entero de cada uno de ellos puede resultar un poco pesado. .
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