De los cantantes pioneros en la España yeyé, Bruno Lomas es el segundo por orden de antigüedad tras Miguel Ríos; pero a su vez, es el primero en ser “transferido” de un grupo a una carrera en solitario. EMI es la precursora de esa estrategia en 1965, al convencerle de que su calidad es muy superior a la de Los Rockeros y de que por supuesto el nuevo contrato será mucho más rentable. Alimentar la vanidad del cantante y darle más dinero serán las dos razones lógicas que siempre va a esgrimir un sello discográfico para seducir a la figura que les interesa. Por lo general aciertan, ya que probablemente el futuro habría sido el mismo sin su intervención: en la mayor parte de los casos, esos cantantes ya eran el gancho del grupo desde el principio. Además hay que recordar que la mayoría de los músicos en aquella época no tenían capacidad compositiva para crear su repertorio, y que un cantante suele ser mucho más dúctil si ha de acomodarse a las piezas que le suministren los compositores profesionales; otra cosa es que, como sucedió en este caso, tal ductilidad acabe siendo contraproducente, ya que Bruno sabía componer, y compuso muchas de sus canciones. Tal vez si hubiese sido un poco más combativo su carrera se hubiese sostenido mejor.
Ya vimos a finales de la década pasada que esa carrera comenzaba a dar bandazos precisamente por falta de una dirección clara: su gusto tanto por el rock and roll como por la balada al estilo crooner lo está dejando en tierra de nadie (jugar a ser Elvis y Sinatra al mismo tiempo no suele funcionar). Y si la gran EMI lo dejó marchar a la pequeña Discophon es porque ya no le veía futuro, puesto que la mejora económica que le ofrecían sus nuevos patrones era asumible. Los temores se confirman al ver que en 1970/71 solo graba un nuevo single; hay pocas noticias suyas salvo por algunas giras menores y algún que otro susto ocasionado por su afición a las altas velocidades en coches deportivos. Ese single, sin ser una maravilla, contiene una curiosa versión del “Little green bag” de los George Baker Selection, unos holandeses que por entonces nos parecían un poco horteras pero que San Tarantino reivindicó en “Reservoir dogs”, lo cual le da un nuevo caché a la pieza. En 1972 Bruno levanta levemente el vuelo con otra versión, esta vez de “How do you do”, que los también holandeses Mouth & MacNneal habían llevado al éxito en media Europa el año anterior; aquí se tituló “Ven sin temor” y fue un buen recordatorio para los que ya se habían olvidado de Bruno (aunque, una vez más, la canción deja mucho que desear).
Ya vimos a finales de la década pasada que esa carrera comenzaba a dar bandazos precisamente por falta de una dirección clara: su gusto tanto por el rock and roll como por la balada al estilo crooner lo está dejando en tierra de nadie (jugar a ser Elvis y Sinatra al mismo tiempo no suele funcionar). Y si la gran EMI lo dejó marchar a la pequeña Discophon es porque ya no le veía futuro, puesto que la mejora económica que le ofrecían sus nuevos patrones era asumible. Los temores se confirman al ver que en 1970/71 solo graba un nuevo single; hay pocas noticias suyas salvo por algunas giras menores y algún que otro susto ocasionado por su afición a las altas velocidades en coches deportivos. Ese single, sin ser una maravilla, contiene una curiosa versión del “Little green bag” de los George Baker Selection, unos holandeses que por entonces nos parecían un poco horteras pero que San Tarantino reivindicó en “Reservoir dogs”, lo cual le da un nuevo caché a la pieza. En 1972 Bruno levanta levemente el vuelo con otra versión, esta vez de “How do you do”, que los también holandeses Mouth & MacNneal habían llevado al éxito en media Europa el año anterior; aquí se tituló “Ven sin temor” y fue un buen recordatorio para los que ya se habían olvidado de Bruno (aunque, una vez más, la canción deja mucho que desear).
Buena o mala, esa versión resulta ser un aliciente para que Bruno recupere el favor de parte del público. Entre 1973 y 1974 se ve con frecuencia su nombre en las revistas, y graba algunos discos cuya media de calidad es bastante aceptable en comparación con los tres o cuatro años anteriores; no es que sean maravillas, pero junto a alguna canción perfectamente olvidable hay versiones muy bien elegidas y mejor desarrolladas: por ejemplo “Money is”, de Quincy Jones, que está a la altura de la original, manteniendo además esa guitarrilla con pedal tan de la Motown, o el “Soolaimon” de Neil Diamond. Por otra parte, vuelve a mostrarnos su querencia por el rock and roll de toda la vida con unas magníficas interpretaciones de “Blue suede shoes” o “Be-bop-a-lula”, que ya había grabado en otras épocas pero que ahora nos presenta con arreglos perfectamente actualizados, con una entrega que nos confirma quién era el gran rockero español por si había dudas, por mucho que los fans de Miguel Ríos o Micky digan lo contrario. Puede que Bruno no tenga muchas luces, pero conoce muy bien el género porque, para empezar, su vida se desarrolla justamente bajo ese patrón: coches, mujeres, fiesta… Cuando volvía a sus raíces mejoraba mucho.
Sin embargo la velocidad de la evolución musical en aquellos años es implacable, y Bruno está claramente fuera de juego. Por otra parte no se recata en contarle a quien quiera oírle que añora la época anterior, aquellos tiempos de la dictadura franquista en los que “todo era más sencillo” (algunas declaraciones suyas causan sonrojo). Ese pensamiento lo lleva a apoyar de modo significado al grupo de extrema derecha Fuerza Nueva, lo cual le cuesta más de un disgusto y acrecienta su impopularidad. Tal vez su afición por las armas o su defensa vehemente de la Guardia Civil tengan una -discutible- explicación por el hecho de ser hijo de un militar, pero el caso es que todo ese conjunto de circunstancias liquidan su prestigio: es por entonces cuando comienza el proceso de “borrado” de su historia, hasta el punto de que no hace mucho era casi imposible encontrar una crónica sobre él. Su carrera discográfica queda prácticamente concluida en 1975, con la publicación de dos singles más o menos decentes en los que se contienen las dos últimas versiones en las que aún demuestra talla para lucirse, y con buenos arreglos además: “You’re no good” de Betty Everett y el “Preghero” de Celentano.
A partir de aquí
Bruno se va difuminando hasta que a principios de los 80 reaparece durante un
tiempo al frente del “Bruno Lomas Show”, un espectáculo casi circense donde por
lo general cantaba en playback: otra época para olvidar. Mientras tanto seguía
disfrutando de las altas velocidades de sus estupendos coches deportivos, hasta
que una noche de 1990 se estrelló contra un camión que se había estacionado sin
luces en la carretera. Ahí termina la historia de un hombre que, dejando aparte
sus ideas políticas o su obsesión con los ovnis y el esoterismo, ha sido
conceptuado como una buena persona, un tanto infantil y tal vez con poca
disciplina; que hubiera llegado mucho más arriba de no ser porque nunca quiso
trasladarse a Madrid (su devoción por Valencia era proverbial) y prefería
rodearse de sus amigos de siempre. Eso también tiene un valor: si hubiese sido
un verdadero “profesional”, dudo mucho que alguien pudiese discutirle el título
de rey del rock and roll hispano… y aquí les dejo unos cuantos argumentos.
Aquí hay muchas verdades que no son habituales de leer sobre Bruno Lomas. Me constaba alguna de ellas porque tengo familiares que fueron íntimos del rockero y en Valencia siempre se ha hablado mucho, a veces con excesivo valor y enfasis de Emilio Baldoví, más conocido como Bruno. Saludos, Rick.
ResponderEliminarRealmente no descubro nada, Johnny; lo que pasa es que entre partidarios y detractores al final su historia es un poco complicada de seguir si no se tiene la cabeza fría. Yo no soy un gran aficionado suyo, pero creo que merece su sitio en la historia con los mismos méritos que otros de los que se habla mucho más.
EliminarDesde luego tenía una gran voz, pero, la música que hacía no era buena, los recuerdos de la época ya erán despectivos, por lo menos en su entorno, claro que lo mismo se puede decir del "mike", aunque el triunfo, sobre todo por temas como el autobus, temas que el Lomas ni siquiera olió. Que dañinas han sido las discográficas en este país.
ResponderEliminarSalud.
El problema del repertorio era muy frecuente en España, por desgracia: no había grandes compositores, y además los sellos discográficos tampoco permitían muchas alegrías. Entre unos y otros, así fue la cosa.
EliminarSaludos...
Esto es la historia de la música bien contada. Bruno Lomas y los Roqueros eran el grupo preferido de mi hermano mayor cuando yo empezaba a volverme loco con cuatro chiflados de Liverpool. Por eso tengo buenos recuerdos de esa historia, aunque sus interpretaciones no me convencían del todo. Hay que reconocer que fue uno de los pioneros en esto del rock por estos lares. Conozco mejor su época con los Roqueros, por eso te agradezco el "regalito", donde vienen algunos temas que no conocía y otros que no recordaba.
ResponderEliminarSaludosssssssssss
Gracias, Bab, pero tampoco exageremos: se trata de mantener la mayor fidelidad posible a la historia, no hay más trucos. Como dije antes, yo tampoco soy muy fan (tal vez la época de los Rockeros resulta al final más agradable), pero en cualquier caso Bruno se merece un respeto.
EliminarSaludosssss.
Era muy pequeño cuando este excelente cantante triunfaba, pero guardo muy buen recuerdo de él. Sí, tal vez fuese el mejor rockero español.
ResponderEliminarA ser posible, se ha de separar a la persona del artista. Puedo despreciar al autor y disfrutar enormemente con su creación. De hecho, me encanta este blog. (Discúlpeme: no me he tomado la pastilla fucsia y no sé lo que digo. Corro a ello.)
Saúde.
Por lo menos fue el que mejor voz tenía; pero además su actitud cuadraba mucho con el estilo estrafalario que se le supone a un rockero. Luego ya la calidad del material era otra cosa, pero en fin. En cuanto a su gusto por este blog, espero que ya se haya tomado la medicación; que ya tiene usted una edad...
EliminarHola Rick:
ResponderEliminarAcabo de tragarme el paquetón de golpe y sin anestesia.
Pues de todo hay, desde luego lo mejor con los Rockeros, y luego una de cal y otra de arena, demasiadas trompetas en muchos temas, muchas cosas suenan muy artificiales.
El mejor recuerdo es el de la peli Codo con Coodo, con Micky y Massiel.
Demasiado valorado, me quedo con MIguel Rios.
Un saludo
Jose
Ya tiene mérito tragarse todo el tocho de una sentada, ya. Lo ideal es ir poco a poco, porque de lo contrario acaba uno empachado. Y más en el caso de músicos como este, cuyo material es bastante discutible: al lado de piezas muy buenas hay algún que otro truño, aunque ya he intentado quitar los más gordos.
EliminarSaludos..
Pues a pesar de todos los peros que muy bien apuntas me mola Bruno. Tenía voz y aptitud. Una rock star debe salirse de la rutina y crear un personaje, un alter ego que permita a sus seguidores soñar con mundos ajenos a la vida diaria. Y para mí, con sus limitaciones, Bruno lo conseguía. Es que soy un irresponsable.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo en lo de la voz y la aptitud; y en la actitud también, aunque la parte más profesional del negocio le daba pereza. Lo malo es que entre los componentes de esa parte profesional estaba, entre otras cosas, tener una idea clara de cuál era el estilo que más le interesaba, y creo que Bruno se limitaba a vivir el día. Tal vez esa despreocupación le honra, pero en fin.
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