miércoles, 23 de enero de 2019

1978/79 (XVIII)


De las bandas que en este final de década pusieron a Manchester en el mapa como referencia obligada, The Fall son al mismo tiempo los más longevos, los más prolíficos y los más difíciles de definir porque no se ha inventado una etiqueta que se ajuste a ellos con propiedad: decir que son una banda post punk es como no decir nada. Sí, claro, hay una marcada influencia punk en parte de su obra; pero dependiendo del momento y del disco que se elija también podríamos llegar hasta la psicodelia, el gusto por los ritmos descoyuntados de la escuela alemana al estilo CAN, las “no canciones” del Capitán Beefheart o el absurdo corrosivo que dominaba Frank Zappa, algunos efluvios de pop electrónico de vez en cuando, el caos absoluto con mucha frecuencia… The Fall son todo eso y mucho más. 

Otra anomalía es que no debemos considerar a The Fall como un grupo convencional, sino más bien como el empeño de Mark Edward Smith por desarrollar su carrera bajo esa marca. Hay unos músicos que ejecutan las ideas que él propone y tienen su propio carácter, incluso participan en la composición del material, pero en esencia es él y solo él quien manda. Su carácter atrabiliario, su personalidad conflictiva, su cáustica ironía y su excesiva afición por el alcohol lo convierten en un elemento poco tratable con el que se hace muy difícil la convivencia: en los más de cuarenta años que se mantuvo operativo (hasta poco antes de su muerte, en Enero de 2018), por la banda pasó un buen puñado de músicos -más de sesenta-, y los que no llegaron a abandonar por propia voluntad fueron despedidos. La gran mayoría no duró más de un año o dos a su lado, así que detallar esos nombres resultaría cansino y de poco interés: cuando se publicó el primer Lp ya habían comenzado las deserciones. Por lo tanto nombraremos solamente a los miembros originales y muy pocos más. 

Entre finales de 1975 y principios del 76 se solidifica una reunión de cuatro amigos con parecidas aficiones: la literatura y la música en un rango que va desde el progresivo y la free music hasta el rock de garaje. En realidad nada hacía pensar que acabasen siendo algo así como una banda “post punk alternativa” (“Por entonces nos teníamos por beatnicks, vestíamos de negro, éramos existencialistas y tal vez nuestros preferidos fuesen los Velvet”), pero una vez más la legendaria primera actuación de los Pistols en Manchester, en Junio, es la llama que enciende la mecha. Y salvo Smith, que únicamente escribe y ocupa el puesto de cantante, los demás aprenden a tocar al menos un instrumento. Tony Friel, que será el bajista, es fan de Camus y como nombre propone “The Fall”, o sea, “La Caída”, su última novela publicada en vida: los demás aceptan. Martin Bramah, que compone frecuentemente a medias con Smith, es el guitarrista y Una Baines, que había comenzado tocando la batería, pasa a ser la teclista. El puesto de batería será itinerante, aunque cuando consiguen grabar su primera maqueta ese puesto lo ocupa Karl Burns (el caso de Burns es insólito: se marchó y volvió varias veces en la historia de la banda). Tardan un año en conseguir la soltura suficiente para dar su primera actuación como teloneros de los Buzzcocks y, tras dos canciones en directo para una recopilación de Virgin, fichan por Step-Forward: su primer Ep llegará en verano del 78, casi un año después de haberlo grabado.


Esa canción se titula “Psycho mafia”, es la que abría aquel Ep y es un buen ejemplo de las líneas básicas que definen parte de la carrera de Smith, que compone la letra de las tres canciones incluidas ahí: esa voz irónica, casi altanera, cercana por momentos a un recitado combativo, se apoya en una estructura musical repetitiva que mezcla el punk con la new wave; no se pretende un éxito comercial, y sin embargo la mezcla resulta atrayente. Eso mismo pensó John Peel, que ya los había presentado en su programa de la BBC antes de que el Ep saliese a la venta, y que con el tiempo será uno de sus mayores fans. Poco después se lanza su primer single y el año termina con la grabación -en un solo día- del primer Lp: “Live at the witch trials”, que no es en directo a pesar de lo que sugiere el título (y tampoco en un juicio de brujas). Se publica en la primavera del 79 y parte del repertorio pertenece a los primeros tiempos del grupo -Friel y Baines ya no están-, lo cual resulta muy interesante porque aquí se demuestra que ya por entonces su naturaleza era distinta a la mayoría de sus contemporáneos: Smith y compañía usan el punk como lanzadera, como muchos otros; pero hay una clara vocación de vanguardia caótica, de culturetas desquiciados, que servirá de guía a una segunda oleada. Nadie como ellos hace esas mezclas entre new wave, funk, sonido industrial y cualquier otra cosa que se les ocurra para llegar a resultados tan sorprendentes como “Frightened” (¿funk pop electrónico?), “Crap rap 2” (Monochrome Set escucharon esta canción, seguro), “Rebellious” (esta, los Soft Boys), y así sucesivamente; y solo he citado las tres primeras. Es muy revelador lo que decían los de Billboard, una revista poco sospechosa de modernuras exageradas: ”Hay más ideas en este disco que en la discografía completa de unas cuantas bandas”. En otras palabras, como buen grupo de culto que son The Fall, tienen ya el respeto de la crítica y pocas pero suficientes ventas para seguir adelante.


“Dragnet”, el segundo Lp, llega en otoño. Para entonces ya se había ido Bramah, así que de la agrupación original solo queda Smith; pero en cambio han entrado dos de los pocos músicos que consiguen ganarse el respeto del jefe y se mantendrán ahí por mucho tiempo: el guitarra Craig Scanlon y el bajo Steve Hanley. Lo primero que destaca al comenzar a escucharlo es la baja calidad del sonido, más parecido al de una simple maqueta que a una grabación convencional; no está muy claro si fue buscado o no (Smith dice que no, mientras que otros miembros del grupo afirman lo contrario), pero podría dar esa impresión teniendo en cuenta que el material es más crudo y primitivo, sin teclados ni arreglos perceptibles. A pesar de eso hay piezas con verdadero gancho como la repetitiva pero casi pop “Your heart out” (Smith, muy de vez en cuando, admitía que era deseable un ligero acento pop en su música), momentos de contundencia un tanto “desorientada” como “Psykick dancehall”, una frecuente evocación de sus orígenes punk -“Choc-stock” es un buen ejemplo-… e incluso podríamos recordar a los Velvet en su época “White light / white heat” si nos fijamos en la estructura que da cuerpo a canciones como “Muzorewi’s daughter”. En conjunto estamos ante un disco que decepcionó al sector más “intelectualoide” de sus fans, posiblemente antes por el pobre sonido que por el material, pero que con el paso del tiempo ha llegado a ser considerado como otro de los momentos más brillantes de los Fall. 



La próxima década se presenta muy ilusionante para Smith y quienes se encuentren a sus órdenes, porque la complejidad y riqueza de tonos de los Fall es una de las guías para un buen puñado de músicos que están comenzando su carrera justo entonces. Por cierto, que algunos ex Fall (Baines y Bramah, los más notables) se han asociado bajo el nombre de The Blue Orchids, que con unos planteamientos no tan desquiciados pero igualmente interesantes serán pronto una especie de alternativa ligera para ese estilo indescriptible. Así que, entre unas cosas y otras, The Fall ya están creando escuela; como casi todos los grupos surgidos en este Manchester de finales de los 70, por otra parte. Nunca serán un grupo de mayorías y su excesiva discografía se puede hacer cansina, pero de vez en cuando no viene mal rescatar alguno de esos discos y disfrutar un rato con la visión descoyuntada del señor Smith.   


 


13 comentarios:

  1. Recuerdo el primer enfrentamiento con la banda en su "Grotesque, After The Gramme" del 80. No entendí un carajo, demasiado caótico, estos no serán de mi club favorito. Con el paso del tiempo les fui dando más oportunidades y, a fecha de hoy, puedo decir que The Fall son una de las bandas, si no de referencia obligada, si a las que me gusta acudir de vez en cuando (últimamente con más asiduidad). El personaje Smith creo que ha sido uno de los más interesantes, en toda la amplitud del término, que ha dado la música inglesa en las últimas décadas. Su concepción de la libertad compositiva le dio alas para crear grandes paridas y otras obras de gran calado.
    Saludos,
    JdG

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    1. Los primeros discos de Fall son demasiado "agrios" para los que veníamos de otros estilos, pero como bien dices la cosa consiste en darles más de una oportunidad. En cualquier caso, a los que no se atrevan yo les recomendaría que comenzasen por su época de los años 80/90 (los discos de Beggars Banquet y Phonogram), que son más accesibles. Y el caso de Smith, como el de Zappa, Beefheart y otros cuantos visionarios, es exactamente ese: grandes paridas junto a grandes hallazgos. Luego hay que ir separando el grano de la paja, lo cual resulta un poco difícil para los oyentes actuales,acostumbrados a que se lo den todo hecho.

      Saludos mil.

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  2. No los conocía, pero el toque desquiciado y pasado de vueltas me gusta, me gusta, así como el sonido entre maquetero y garajero. Me los apunto para una escucha más a fondo.

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    1. De todos modos insisto en lo que le digo a Javier: la época 80/90 es bastante accesible. Mantienen el toque desquiciado pero con mejor "envoltura", por decirlo así.

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  3. Pues muchas gracias por el descubrimiento de The Fall. Me han gustado mucho los dos álbumes que propones, un grupo muy ecléctico, original y con calidad claro, en consonancia con el artículo :)
    Saludos y hasta la semana próxima.

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    1. Para eso estamos, caballero. Y si te gustan estos dos, que corresponden a esa primera época agria que decía antes, ya tienes mucho ganado; luego la cosa va cogiendo otro camino, con las mismas constantes pero un poco más asequibles.

      Gracias y saludos mil.

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  4. Hola Rick:
    Pues a esta peña en su momento no les presté mucha atención y ahora, con el paso del tiempo, la verdad es que no me dicen mucho, a pesar de sus sonido ecléctico, quizás sea que ahora ya no suenan como cuando salieron. Los he puesto en la comida y la parienta me ha dado la bulla, profiriéndo unas alabanzas hacia el grupo que mejor no las reproduzco.
    A ver si la próxima entrada me va mas.
    Saludotes.
    Jose

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    1. Hola, José. Vaya por delante que comprendo que este tipo de personajes no son para todos los gustos, y como dice Javier, lo mismo te encuentras una obra de arte que un churro: hay que tener paciencia. Pero en fin, a ver si cuando lleguemos a los 80 cambia un poco la perspectiva.

      Saludos mil...

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  5. Si conocía a The Fall, así por encima. Había oído cosas pero no recordaba mucho de su música. Al leer tu artículo y ver que nombras a CAN y a Capitán Beefheart, por ejemplo, me ha entrado curiosidad. Y ha valido la pena el repaso; al contrario de nuestro amigo Jose, le he sacado su jugo al Sr Smith y sus acompañantes de turno. No se lo he puesto a la parienta en la comida por si las moscas. Pues eso. Se agradece el re-descubrimiento de The Fall.

    Saludosssssss

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    1. ¡Tu si que sabes tratar a las mujeres!
      Zaludozzzzzzzz
      Jose

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    2. Hola, Bab. Creo que los personajes medio chiflados como Beefheart son un buen referente para entender parte de la obra de Smith y sus secuaces, o por lo menos ya vas un poco avisado sobre lo que te vas a encontrar. Y luego, todo depende del carácter de cada oyente.

      Bien hecho lo de mantener al margen a la parienta. Reconozco que este tipo de músicas es un poco friki...

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  6. Más sabe el diablo por viejo que por diablo.

    Saludosssss otra vez

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