lunes, 17 de junio de 2019

1975-80: la nueva España (V)

Seguimos con las andanzas de Ñu y Leño, que es como decir de José Molina y Rosendo Mercado, dos músicos muy distintos. En cierto modo es una lástima que solo exista un single de la primera época, cuando trabajaban juntos, porque al menos la cara A era bastante decente. Pero desde el momento en que sus caminos se separan y cada uno de ellos desarrolla su propia carrera, escuchando el primer disco de uno y otro grupo resulta evidente que aquella sociedad no podría durar mucho más. Poco después entramos ya en la década de los 80, que como en el caso de Asfalto y Topo sella el futuro definitivo de ambos: también Molina y Rosendo, con épocas mejores o peores, seguirán en la profesión hasta que se jubilen.

Ñu comienzan a grabar su segundo disco en verano del 79, de nuevo con Vicente Romero como productor. Una vez más Molina tiene que buscar músicos, ya que algunos abandonaron tras la última gira y otros durante la grabación, salvo el bajo Jorge Calvo y el violinista André. Por otra parte Chapa, que como ya vimos en el caso de Topo no se fía del futuro que puedan tener las bandas de este tipo, decide escatimar el dinero con la portada (a pesar de que el primer disco había tenido unas ventas bastante decentes) y nuestro protagonista consigue que la marca de vaqueros Wrangler lo patrocine a cambio de lucir una sudadera de la marca. De todos modos no debió de ser mucho dinero, ya que es una de las más horribles en la historia del sello. El título, como se ve, es “A golpe de látigo”, se publica a principios de 1980 y el sonido mejora un poco con respecto al anterior; a cambio, la influencia de los Tull de mediados de década se hace más evidente con piezas como “Entrada al reino” (con sonido de látigo incluido), “La galería” o “El flautista”, que se convierte en una de las clásicas de su carrera. El hard rock progresivo queda representado por “A la caza de Ñu” o la que da título al disco, hay una cierta similitud con Deep Purple en “Velocidad” y cabe añadir que “La llegada de los dioses”, una pieza bastante bien desarrollada y sin excesivas deudas a un grupo concreto no es de Molina sino de Eduardo García Pinilla, el guitarrista en aquel momento. En conjunto a mí me parece mejor que el primero, tal vez por una mayor limpieza de sonido y por mantener un buen equilibrio entre la parte hard/heavy y el tono folkie/Tull, pero por unas razones u otras el resultado comercial fue bastante más flojo y Chapa comenzó a preocuparse.


Mientras tanto, en Leño el conflicto es otro: al igual que hizo con Topo, el señor Bautista opina que su estilo no tiene mucho futuro y que deben actualizarse. Tal vez interpretando mal aquellas entrevistas en las que Rosendo y sus colegas demostraban una amplitud de miras que superaba los rígidos esquemas de su repertorio (decían disfrutar con algunas bandas punkies, ska y new wave en general), en “Más madera”, el segundo disco del grupo, publicado en la primavera del 80, decide hacerles un lavado de cara y envolverlos con sus teclados electrónicos, con lo cual el resultado es un desastre de parecidas proporciones al segundo de Topo. Pero hay una diferencia fundamental: si la selección que presentaban Jiménez y Laina -aunque reivindicada a medias años después- era claramente inferior a su primer disco, en el de Leño se nota que es incluso mejor, o al menos con un desarrollo más maduro a pesar del destrozo que hace Teddy El Temible con la producción en general. Si conseguimos desentrañarlas de la madeja casi tecnopop en la que están atrapadas, descubrimos la gran categoría de estas piezas -cuya duración está sobre los tres minutos, a tono con la nueva época-, tanto las más rítmicas como “No voy más lejos” (una estupenda declaración de principios), “Sí señor, sí señor” (la clase de Rosendo a la guitarra queda ya fuera de duda) o “Calendario”, como las de tiempo medio al estilo “Lo que acabas de elegir” o “Sin solución”. Por otra parte las letras y la voz están más hechas aquí, más aquilatadas; y aunque el disco tuvo unas ventas regulares en su época, con el paso del tiempo ha alcanzado el reconocimiento que se merece: desde el primer momento, sus directos hicieron clásicas a la mayoría de esas canciones.


Precisamente un directo es el nuevo disco de Leño. No es frecuente que un grupo español con solo dos discos en las tiendas se lance a esa aventura, pero el mal sabor de boca que había dejado el sonido del anterior entre los aficionados y los propios músicos fue el motivo principal para hacerlo. Se grabaron las actuaciones de tres noches en la sala Carolina en marzo del 81, se publicó en verano y contra lo que podría esperarse solamente tres canciones proceden de aquel disco, junto con otras dos del primero: las otras cuatro eran nuevas. Aun así no hay una completa “recuperación” de los Leño que sus fans adoran porque uno de los acompañantes es Bautista, que sigue dejando impronta con sus maquinillos (esos arreglitos repelentes en “Cucarachas” o “El tren”, por ejemplo), y la presencia de los coros -por muy bien que nos caiga la por entonces primeriza Luz Casal- cuadra en algunos momentos pero en otros no; tampoco el sonido es ninguna maravilla, y la cara B se abre con “Mientras tanto” ya empezada, limitándose a subir volumen. Pero a pesar de todas esas fallas, a pesar de todas las chapuzas del temible Bautista tanto como músico como en la producción, esas canciones, como el arranque con “Sí señor, sí señor”, la ya inmortal “Maneras de vivir” que se presenta aquí o la recreación de “La noche de que te hablé”, convierten a este disco en uno de los más recordados en la escasa lista de los directos nacionales, y aún encima acabó siendo el más vendido en la corta carrera de Leño. Por supuesto ese éxito los situa en una posición de fuerza suficiente como para que Chapa les asigne otro productor para su próximo disco, además de financiar la grabación en Londres.


“Corre, corre” llega un año después y lo produce Carlos Narea, que ya no necesita presentación después de “rescatar” a los alicaídos Topo con su tercer disco y que hace lo mismo aquí (luego dirigirá el debut de Rosendo en solitario). A la brillante elegancia que consigue esa teórica sencillez de planteamientos suya corresponde el trío con un puñado de piezas liberadas de los tics progresivos un tanto farragosos de sus primeros tiempos: guitarra, bajo y batería, sin tecladitos fritos ni arreglos extraños, se bastan para defender ocho canciones directas, de puro rock que a veces roza la épica como en “Sorprendente”, “Entre las cejas” o mi preferidísima de Leño, la melancólica “Qué desilusión”, y de paso establece nuevos himnos para sus fans como “Que tire la toalla”, “Corre corre” o “No se vende el rock and roll”. También las letras han ido mejorando con el paso del tiempo, y en suma este es claramente el disco más maduro del grupo aunque no haya alcanzado las ventas del directo. A partir de ahí vienen las giras, y la más recordada fue que hicieron junto a Miguel Ríos en el 83 (“El rock de una noche de verano”). Al finalizarla anunciaron su separación: los motivos oficiales fueron el hastío, algunos problemas entre ellos, el exceso de responsabilidad y la falta de una línea clara para el futuro. Bueno, pueden resultar creíbles, dejando aparte el hecho de que Tony Urbano estaba bastante metido en el mundo de las jeringuillas, pero el caso es que ahí termina todo. Vino luego una pelea con Zafiro para liberarse del contrato, una nueva prueba de hasta qué punto los sellos pueden recurrir a prácticas mafiosas para machacar a los músicos, y una de las secuelas fue que Rosendo no pudo grabar su primer disco en solitario hasta 1985, con la RCA. Hace años se publicó bajo el título de “Vivo ‘83” una de las actuaciones pertenecientes a la gira que habían hecho con Ríos, y que completa la perspectiva: el sonido ahí es realmente bueno. Como es lógico, de vez en cuando surgían rumores sobre su reunión; pero salvo alguna actuación de tipo conmemorativo, nunca se dejaron atrapar por esa idea. Lo dejaron en lo más alto, como ellos mismos decían. Urbano y Mariscal murieron hace tiempo, Rosendo y Penas están retirados; a cambio Leño es inmortal para muchos miles de personas.



“He vivido largo tiempo sin mandar ningún mensaje”. Este es el mensaje que abre “Más duro que nunca”, la canción que a su vez inaugura “Fuego”, el tercer disco de Ñu, y que se publica a finales del verano del 83, justo cuando Leño anuncia su desaparición. Piruetas que da la vida. Molina ha tenido que pelear muy duro para llegar hasta aquí, tal vez la letra de esa primera canción podría considerarse como una abstracción sobre ese largo período de lucha: también él tiene problemas con Zafiro, que en su caso surgieron tras la decepción comercial de su disco anterior. En esa época la estrategia del sello se concentra ya casi completamente en el sonido metalero, mientras que la primera intención de Molina había sido la de proseguir con la vena heavy sinfónica, recibiendo un claro “no” por respuesta. Así que decide aparcar el material que ya tenía preparado y escribe algunas piezas mucho más duras, pero es entonces cuando Chapa/Zafiro demuestra su nula intención por apoyarlo: en un gesto que puede considerarse casi insultante le adelantan doscientas mil pesetas, que podrían ser suficientes para un single pero poco más. Y ahí es cuando Molina demuestra su carácter, porque con ese dinero se va a un pequeño estudio especializado en maquetas y graba allí el material para un Lp completo; se lo produce él mismo (no Vicente Romero, como figura en la mayoría de las reseñas) y como era de esperar el sonido es muy deficiente, hasta el punto de que algunas canciones suenan directamente en mono. Chapa se ve obligada a publicarlo, con otra de esas horribles portadas suyas, pero el resultado es sorprendente: “Fuego” es el disco más popular del grupo hasta ese momento, y quedará como uno de los grandes en su historia. El tono general se aproxima a unos Deep Purple (la canción que da título al disco es el mejor ejemplo), tanto en la voz de Molina al extremo como en el acompañamiento de los instrumentos y el ritmo, pero también hay momentos Tull y otros cercanos a la balada como “Flor de metal”. Ante la evidencia Chapa se retracta y le publica un nuevo disco en 1984, que se puede considerar como la prolongación de “Fuego” pero a lo grande, producido por el mismísimo Robin Black y grabado a todo trapo en Ibiza. Ahí termina su relación con el sello, pero por supuesto su carrera sigue adelante hasta hoy mismo; con el paso de los años, y aunque el ingrediente primordial sigue siendo la contundencia, de vez en cuando da sorpresas. En todo caso no se le puede negar la paternidad de un estilo que prácticamente creó él solo y que ha dado origen a un buen ramillete de grupos incluidos en el dichoso folk metal y más allá.




17 comentarios:

  1. Hola Rick:
    Como veo que continúas con Ñu, voy a comentar algo que quería haber puesto en la entrada anterior, pero se me ha juntado con esta.
    El caso es que allá por finales de los ochenta, fuimos un grupo de amiguetes rockeros a Benidorm, a ver un concierto en el que entre otros grupos que no recuerdo quienes eran, actuaban los Ñu, y el caso es que aquello terminó como el rosario de la aurora, porque se montó una bronca de padre y muy señor mío, y el público empezó a gritar y abuchear, arrojando objetos al escenario, conviertiéndose aquello en una batalla campal, y obligandoles a abandonar la actuación.
    Vengo a contarlo por el comentario que hizo Jose en el post anterior, sobre lo broncas que era el grupo, algo que yo tambien pude vivir en primera persona, y que ahora al recordarlo, me resulta divertido.

    Sobre Leño, nada que objetar, al contrario, me hizo pasar muy buenos momentos, y avivó mucho mi espíritu rebelde de aquellos años.

    Saludos.
    Antoni.

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    1. Ay, pobre Molina. Le llueven zascas de todas partes. En fin, ya pasó. Pero como veo que la misma coincidencia que se da en las opiniones sobre Molina se da en sentido contrario sobre Rosendo, podemos considerar estas dos entradas en plan fifty-fifty. Ni pa ti ni pa mí.

      Saludos mil...

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  2. Teddy Bautista no dio una con Leño (y milagrosamente no se cargó el "Buena Disposición" de Nacha Pop). Agradecido por toda esta información sobre el Leño posterior a su primera grabación, no la conocía. Me hace valorar mejor al grupo y, quién sabe, se abre la posibilidad de incorporar alguno de sus títulos a la colección. De Ñu, más que de su música (casi pez absoluto), me llama la atención el relato sobre la personalidad de este Molina.
    Saludos,

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    1. Si no fuese por esa vocación de estrella y adelantado a los tiempos que tenía Teddy, posiblemente hubiera hecho buenas producciones: conocía los aparatos, sabía de técnica, pero su ego fue siempre su peor enemigo. Y en cuanto a Ñu, bueno, al menos saber de qué van es interesante... Dicen que el saber no ocupa lugar.

      Saludos mil...

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  3. Muy buen artículo, Rick. Como el comentarista anterior, me doy cuenta de todo lo que desconocía de Leño, más allá de algunas historietas compartidas en la escena del rock urbano. Nunca había reparado en esa diferencia de producción de la que hablas, arreglos irregulares, etc, que es verdad que son bien notorios. Menos aún conocer la historia de la producción de sus trabajos, y ni siquiera la importancia de ese primer directo publicado (será de las pocas veces que dejes aquí un audio en directo).

    Sobre Ñu, decir en primer lugar que sus portadas merecen incluirse en alguno de esos tops que rulan de portadas feas, pero entrañables. Me he puesto los audios que has dejado y bueno... No son lo mío, pero vuelvo a sorprenderme con la necesaria comparación con grupos como Mago de Oz (tú mismo cierras el texto con esa relación), a pesar de las diferencias en años e influencias de ambas bandas.

    (He borrado los dos comentarios anteriores que dejé antes, tras leerlos ahora en casa, porque eran innecesariamente largos y aparte contenían algún error. Perdón por las molestias)

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    1. Gracias, Raúl. El asunto de la música española es un poco deprimente, ya que no hay esa vocación por el conocimiento de las evoluciones musicales que se da en otros países: el fan medio español escucha música y ya está. No tengo nada contra eso, pero numéricamente hay muchos más aficionados "empollones" como tú en la Isla o Yankilandia que aquí. También es cierto que España no esprecisamente una potencia yeyé, pero...

      Dices bien: las bandas "afectadas" por el fenómeno Ñu incluyen a todas las de folk metal como Mago de Oz o incluso Medina Azahara y gente así. Pero tambíen a las de heavy metal tremendista al estilo Santa y compañía.

      Y aunque no sea frecuente que hable de directos, porque no es lo mío, todos nos saltamos nuestra normas a veces: el "Made in Japan" de los Purple se reseñó aquí, como el "Live at Leeds" de los Who o el "Get yer ya-ya'sout" de los Stones. O sea, que hay directos y directos.

      Suerte con el verano, que ya está encima.

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  4. Hice los deberes y volví a escuchar a Leño, que resulta que hasta tengo el vinilo de Más madera, y en su día íbamos en el coche con la cinta de Corre corre a todo trapo. A pesar de que hoy ese estilo me queda lejos reconozco su mérito. Letras castizas y lapidarias, entre la rebelión y el agobio, melodías directas y potentes, Rosendo que no iba de divo, y que se fueron en el momento oportuno. Grandes, sí señor.

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    1. Es cierto que a muchos de nosotros ese estilo nos queda un poco alejado, pero cuando un músico tiene talla hay que reconocérsela aunque no sea "de los nuestros". Y Rosendo, entre otras cosas, ha procurado siempre ser fiel a sí mismo. Eso se respeta.

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  5. La verdad son grupos tan diferentes que cuesta verles alguna relación más allá de los tangible. Parece que los de Ñu se quedaron colgados en un viaje de ácido y que los de Leño se conformaron con pillar unas birras. El talento musical de Ñu es más que obvio incluso con esas flautas a lo Ian Anderson pero sus letras no hay por donde pillarlas, no me extrañaría que anduviera el Teddy por en medio. Los de Leño bajaron a tierra, se hicieron tangibles y se convirtieron en figuras eternas del mejor rock español.

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    1. Me saltó la palabra dos veces: el tangible de arriba es orígenes.

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    2. Sí, está claro que Ñu y Leño tienen muy poco que ver, pero elegí esa única conexión entre sus líderes para hacer estas dos entradas entrecruzadas, como en el caso de Asfalto y Topo. Es un truco como otro cualquiera, pero tiene su gracia ver cómo van evolucionando en paralelo desde la separación.

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  6. Muy fan de Leño, especialmente del "Corre corre". Me gusta mucho eso que dices de "piezas liberadas de los tics progresivos un tanto farragosos de sus primeros tiempos". Abrazos.

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    1. Hola, Juanjo. Digo lo de los tics progresivos porque es tal vez la única pega que se le puede poner a su primer disco; y eso no lo heredó de Gallagher, por cierto. Luego ya la mejor o peor calidad de sonido es algo en lo que él poco podía hacer, pero en esa época se le nota que aún está formando su propio estilo.

      Saludos mil...

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  7. Hola Rick:
    me parece exagerado que los Ñu salgan dos veces en un blog tan prestigioso como el tuyo, con una vez van que se matan, no comento nada, solo que paso de ellos como de la ...
    Los Leño he decir, que el otro día me ecuche todos los Lp.s que comentas un tras otro y sin respirar y la verdad es que si tenía alguna duda de cual ha sido el grupo rokero español por excelencia, se me quitaron de golpe, la verdad es que hasta se me hicieron cortos.
    Cuantos diosecillos de tres al cuarto deben aprender de la modestia y cercania de Rosendo, que creo que es un personaje que a todo el mundo le cae bien, aunque no les guste su música, y a bote pronto me viene a la cabeza el cantante del grupo de rock gallego mas importante de la istoria, que seguro tu conoces.
    Saludotes
    Jose

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    1. No seas cruel, José. Como le digo a Antoni, probre Molina. En fin, prometo no traerlo más a este blog "tan prestigioso".

      Estamos totalmente de acuerdo en Rosendo: exacto, modestia y cercanía. Del barrio de toda la vida, y a mucha honra. No, no hay mucha gente así en este negocio; bueno, ni en este ni en ningún otro...

      Saludos mil. Y a ver si los que vienen ahora te interesan más que Ñu...

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  8. Sí que son horrorosas las portadas de Ñu. En "El Flautista", además de la influencia innegable de los Tull, he creído oír algo así como algo parecido a lo que hacían Steeleye Span, (me encantaba “Below the Salt”) sobre todo en la segunda parte de la canción. Pero no son de mi gusto ni la voz, ni la melodía, ni las letras.
    Aunque no sea mucho de rock urbano sí que tenía el vinilo de Leño “Corre, Corre”, por algo sería.
    Veremos que nos traes para la próxima clase.

    Saludosssssssssssssss.

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  9. Es tremendo lo de las portadas de Chapa en general, y no solamente las que le endilgaron a Ñu: si te fijas en la discografía de casi todos los grupos del sello, pocas se salvan. Y mira que había dibujantes buenos en aquella época...

    "Corre corre" es de los discos españoles más brillantes de finales de los 70, así que no me extraña que lo tuviésemos unos cuantos "desafectos al régimen rockero"

    ¡El "Below the salt",cuánto tiempo! Para mí quizá sea el mejor disco de los Span, y todo...

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