lunes, 2 de diciembre de 2019

1975-80: la nueva España (XIX)

Hoy nos despedimos de Barcelona recordando dos de las escasas opciones que se le pueden ofrecer a un rockero en esa ciudad antes de que llegue la invasión mesetaria: Oriol Tramvia y La Banda Trapera del Río. El primero es un curioso personaje multidisciplinar que lo mismo actúa al frente de un grupo musical como participa en obras de teatro (a veces escritas por él mismo), películas o programas de televisión; la Trapera, como se le conoce cariñosamente, es un grupo de barriada que representa como nadie el espíritu de rabia y frustración que surge en esos ambientes. Teniendo en cuenta que, en muchos aspectos, también Oriol resulta ser una fuerza de la naturaleza que a veces se desbordaba, no es extraño que a ambos, en su época y aún ahora, se les tratase de encasillar en el sector punk, pero ni uno ni los otros se consideran tal cosa: Oriol es, según él mismo gusta decir, un "artista de variedades", mientras que los chicos de Cornellá se consideran ajenos a cualquier etiqueta.

Oriol Pons es un provocador nato, una especie de ácrata inconsciente desde la infancia. Aficionado ya por entonces a hacer representaciones en el pasillo de su casa o retransmitir partidos imaginarios, consigue ser expulsado de más de un colegio por conducta impropia. A sus dieciséis años ya se defiende malamente con la guitarra acústica y frecuenta a los músicos del Grup de Folk, que por lógica parece ser el único colectivo posible para alguien como él. Su extremada juventud hace gracia a Riba y Sisa, que lo incluyen a veces en algunas actuaciones; pero esa afición suya por escribir estrofas tan ocurrentes como "De pequeñito cagaba en un barranco / Y ahora que soy mayor me cago en Francisco Franco" es demasiado arriesgada incluso para los ácratas (estamos en 1968, cuidado). Así que el bueno de Oriol comienza a ser visto con un poquito de miedo por su carácter imprevisible, aunque esa situación no durará mucho porque, siguiendo la tónica general entre los hippies de la época, decide retozar por un tiempo en Formentera. Luego llega la mili y después se dedica a viajar hasta 1975; reaparece ese año, lo mismo que Riba y Sisa (este último fue finalmente vetado) en el primer festival de Canet, aunque convenientemente vigilado: por si acaso, actuó en una pequeña carpa alternativa y no en la central. Para entonces ya se presenta con el "apellido" Tramvia y su reportorio está formado por una amalgama de estilos que van desde el folk hasta el rock más extremo, incluyendo una frecuente afición a musicar poesías de clásicos catalanes; esa afición le granjeó las iras de algunos santones de la cultura del país, como era de esperar.

De todos modos, el innegable magnetismo del personaje hace que Zeleste lo fiche como uno de sus artistas fijos en 1976, e incluso le proponga la grabación de un disco: Oriol acepta, pero con la condición de que sea en directo. Por entonces estaba muy concienciado con asuntos como el de "la "verdad" del sonido; de que el rock ha de escucharse en su medio natural, que es el directo, para participar de la pureza del ambiente y del estado de ánimo de los músicos. Unos músicos agrupados bajo el nombre de Bhakta, que solían trabajar en Zeleste y entre los que estaban el guitarrista Alfonso Encinas (que llegó a tocar en Mi Generación), el teclista y violín Carles Pérez (hoy profesor de musicoterapia), el bajista Salvador Pérez y el batería Sebastiá Silvestre. Se grabaron unas cuantas actuaciones entre finales de octubre y principios de noviembre, y el resultado es "Bèstia!", uno de los discos más insólitos en la historia del rock catalán. Que algunos lo consideren como "el primer disco punk de Cataluña" puede ser entendible por la actitud aguerrida del personaje, su voz casi desgañitada por momentos o la contundencia de parte de su contenido, incluso por su portada; pero el propio Oriol ha dicho muchas veces que eso del punk era una idea muy difusa en aquella época. Recordemos que a finales del 76 los Damned y los Pistols aún estaban comenzado a grabar sus primeras canciones, que la recién nacida new wave era otro asunto y que de todos modos solo podían estar al día algunos viajeros españoles afortunados con disponibilidad económica o una desmedida afición. No: lo que hay es, dejando aparte algunas piezas cercanas al folk, un gran vigor rockero -un cruce entre Detroit, Nueva York e incluso el glam- y una completa libertad tanto en la estructura de las canciones como en el modo de cantar (que con frecuencia puede recordar a Pau Riba, por cierto). Y nada más. Ese vigor despunta en canciones como la que le da título (y que comienza con un grito de guerra al estilo anarco tan de la época: "¡¡Bakuniceseee!!") o "Rosanna", junto a otras inclasificables como "Les ferides" o "Pallisa ianki" junto a versiones de piezas tradicionales como "La presó de Lleida", que abre el disco, muy en el estilo Riba. En suma, estamos ante una de esas entrañables rarezas que solo surgen en épocas de transición como la que se estaba viviendo por entonces.



Luego volvió a desaparecer del mundo musical para dedicarse preferentemente al teatro y cualquier tipo de representación escénica incluyendo cine y televisión. De todos modos nunca ha abandonado completamente su afición cantora y actúa de vez en cuando, por lo general con apoyo acústico; su obra discográfica es un tanto irregular y no muy amplia, aunque suele encuadrarse en el folk o la canción de autor. Insisto en que podría considerarse como una "visión alternativa" de Pau Riba en muchos aspectos; pero dejando aparte aquel disco tan peculiar, tal vez hemos de aceptar su autodefinición como artista de variedades: el teatro y los múltiples personajes son lo suyo. 


La Banda Trapera del Río es un producto de la barriada obrera, algo radicalmente distinto a las finuras progresivas de los niños bien del centro. En cierto modo son los sucesores de aquellos primeros rebeldes de los años 60 como los Cheyenes, con frecuencia más salvajes aún que los grupos urbanos madrileños. La fiereza suele ser una característica que distingue a las zonas industriales, y quien dice Detroit podría decir el cinturón de Barcelona, con sus mismas lacras: barrios miserables, heroína a caño libre y delincuencia callejera. Serán considerados luego como el germen del punk catalán, aunque surgiendo a finales del 76 estaban en la misma situación que Oriol Tramvia: aún no sabían lo que era eso ni les importaba. 

El creador y principal "ideólogo" de la Trapera es Miguel Ángel Sánchez, que a efectos artísticos se hará llamar Morfi Grey. Es un currante que primero trabaja en la tienda de sus padres y luego en empresas de componentes para coches; ahí va cogiendo afición a la electrónica, además de aprovechar las tardes para oír música, cantar y pelearse con la guitarra eléctrica. Tiene también algunas inquietudes políticas, y como casi todos los currantes concienciados de la zona simpatiza con el PSUC. Junto a otros colegas crea el grupo a mediados de 1976 e incluso conseguirán algunas actuaciones, aunque para llegar a su formación más recordada falta un tiempo. En 1977, antes de participar en la fiesta del PCE en Madrid, entra el batería Juan "Raf" Pulido, que procede de un grupo progresivo/sinfónico y que tiene una formación musical bastante amplia; su dominio del hard será una de las bases del sonido del grupo, además de colaborar con Morfi en la mayor parte de las letras; junto a él, Emilio Hita (Rockhita) es el guitarra rítmica definitivo. Poco después queda fijo Salvador Soriano (El Llobregat) como bajista y ya en el 78 llega otro ex progresivo fundamental para la consolidación de la Trapera: Modesto Agriarte, más conocido como Tío Modes (El Metralleta), que será a partir de entonces el guitarrista solista y también compositor. Para entonces, con varias entradas y salidas de músicos por medio, la Trapera ya es popular en media Cataluña e incluso en algunos círculos rockeros de Madrid. Morfi, consolidado como el frontman del grupo, admite ciertas similitudes con ese punk tan de moda dos años después de comenzar ellos, especialmente en las actitudes y su vocación por las canciones cortas y directas, pero los demás no están muy de acuerdo: las letras de la Trapera, muchas de ellas salvajes pero con un cierto compromiso social, tienen más fundamento que las de los primeros grupos punk británicos, mucho más cercanas al nihilismo. Y en lo musical, también hay más profundidad.


El caso es que, aun siendo ya un grupo más popular que otros con discografía, parece que nadie se atreve a ficharlos hasta que por fin lo hace la sorprendente Belter (sí, la misma de Manolo Escobar, la misma que ficha a Burning en Madrid). Aunque tampoco se fía mucho: a pesar de que graban material suficiente para un LP (habían tenido tiempo de sobra para rodar el repertorio), de momento solo se publica un single conteniendo "La regla / La cloaca". Con la cara A ya se pueden ustedes imaginar que hubo un cierto revuelo, ya que en aquella época nadie se había atrevido aún a abordar ciertos temas y menos con la crudeza que lo hacían la Trapera, una crudeza no exenta de misericordia por la muchacha protagonista. Claro que esa misericordia, esa comprensión la vieron pocos: el single no se escuchó en ninguna emisora de radio. Lo cual no fue obstáculo para que se vendiese la tirada completa en poco tiempo, y ante la evidencia Belter publicó el disco grande a finales del 78. En él, además de las dos canciones del single, prácticamente todas se habían convertido en míticas mucho antes, pero eso había sido en los círculos más cercanos; esta vez la Trapera comenzaba a actuar en media España, y en poco tiempo el disco desapareció de las tiendas. Sin embargo Belter no se atrevió a reeditarlo, y por otra parte la situación interna del grupo era caótica (como lo eran también sus actuaciones); pronto comenzaron los movimientos de personal, al mismo tiempo que la dependencia de varias sustancias distintas los iba minando. Belter no quiso saber nada más de ellos, y la publicación de un nuevo disco quedó en suspenso hasta que en 1982 el grupo se disuelve tras una sucesión de broncas que termina con un espectáculo lamentable en directo, por efecto de las drogas y de una tensión ya antigua entre Morfi frente a Raf y Modes, ligeramente más profesionales (aunque no mucho más).


El material de aquel disco fallido se publicó en 1993 bajo el título "Guante de guillotina": las canciones no son malas, pero el sonido y los arreglos resultan bastante convencionales -a la mayoría de los oyentes no nos suena a la Trapera. Esa publicación, junto con la reedición del primero, convence a Morfi para dar nueva vida al grupo, e incluso publican un directo en 1995: pasable, simplemente. Pero la cosa no dura mucho más porque de nuevo la conducta de Morfi acaba hundiéndolos, a pesar de que podrían haber seguido un tiempo más. Sin embargo en 2016, aprovechando la excusa del 40 aniversario, resucita el nombre del grupo y, con algunas interrupciones, sigue al frente desde entonces (de la antigua formación solo queda él, por supuesto). Pero lo que importa es aquel primer disco, absolutamente histórico sea punk o no: grupos como Extremoduro, por ejemplo, les deben mucho.



16 comentarios:

  1. Reconozco que la Trapera es uno de mis cates de Junio, de Septiembre y de Febrero (exclusivo de repetidores, a mucha honra...) Empollaba mucho más el pop, la nueva ola y todo lo que se estilaba en la agitación del Madrid de entonces. De Barna, creo que lo he comentado en otra ocasión, me quedé con algunos de los artistas ya comentados en tus anteriores entradas (Sisa, Pau, Iceberg, Máquina!, Els Sapastres...) sin seguir para nada a un grupo tan urbano como La Trapera (lo mismo me ocurrió con Burning al principio, aunque después se aprobó en septiembre). Lo más parecido al rock-rock que consumía eran Tapimán, y desde luego Lone Star, luego Brighton 64 y El último de la Fila, aunq ue estos dos últimos más mod-pop. Me enrollo demasiado. La Trapera tendrá un hueco en la estantería, espero que no tarde mucho. De Oriol Tramvía solo reconozco su nombre, poco más, apenás le seguí.
    Saludos,

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    1. Hay que reconocer que Barcelona, en este quinquenio, tiene poco rock que ofrecer:todos los nombres que citas son de antes o de después. Resulta curioso que una ciudad como esa no diese más nombres que estos dos (y alguno más minoritario todavía), pero así fueron las cosas. Menos mal que pronto disfrutarán de la mesetaria Radio 3...

      Saludos mil..

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  2. Hola Rick:
    Bueno, pues parece que se termina la ronda catalana. Tengo que reconocer que con la excepción de Iceberg, de los demás que ha ido saliendo cononozco bien poco, pero me ha sorprendido bastante este Oriol Tranvia del que tanto había oido hablar. Hay que reconocer que les sobraba talento y originalidad para crear un sonido propio.
    Siempre digo lo mismo, pero es cierto que a esta casa se viene a aprender y a disfrutar.

    Un saludo.
    Antoni.

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    1. Hola, Antoni. Oriol es un caso muy curioso, pero por desgracia para nosotros decidió escoger otros caminos. Ya digo, su escasa obra posterior anda más cerca del folk o la canción de autor que de cualquier otra cosa.

      Gracias por las lisonjas, que no merezco. Saludos mil.

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  3. Me sonaba La Trapera pero a Oriol Tramvía no lo había escuchado. Le reconozco que el Punk de estos años no es mi fuerte. Algo escuché cuando estaba en el instituto y había una mezcla de tribus en la misma clase de nocturno algo curiosa.

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    1. Muy buenas, mister Bubo. Oriol es casi minoritario, aunque en su momento se oyó bastante este disco. A La Trapera le pasó algo parecido, pero el tiempo los ha respetado más.

      Saludos mil..

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  4. Pues tiene su gracia el amigo Tramvia, y su garra. No lo conocía, y Bestia creo que por espíritu bien puede calificarse de punk.
    La Trapera no la trabajé mucho, conozco su single y alguna cosa más. Son buen reflejo de su época, pero hoy en día estoy a años luz de esas cosas.

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    1. Es lo que tienen los espíritus libres, que son un tanto alocados. La Trapera evidentemente va a gustos (como Oriol), pero sí es cierto que han quedado como unos precursores del punk catalán.

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  5. A este “provocador nato” lo conocía más por sus provocaciones leídas en la prensa musical que por oír su música. Nunca le presté mucha a tención, y parece ser que se lo merecía.
    A la Banda Trapera sí que la oí en su momento. Me atraía más su actitud que su música, pero sí que les presté atención (sin pasarse). Está muy bien repasar la historia de aquellos. Siempre se nos escapan un montón de cosas que merece la pena apuntalar. Uno no puede estar en todo y elige lo que más le interesa en ese momento. Y hay cosas que ni se las huele de lejos.
    Saludossssssssssss

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    1. Sí, el bueno de Oriol es un "todo terreno", y hasta cierto punto este disco es una de esas cosas inesperadas que no cuadran con casi nada. Bueno, sí, cuadran con el momento en el que salieron.

      Y los traperos, pues eso: pre punkis, o algo parecido. Ay la Historia, esa vieja desdentada...

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  6. La eterna disputa entre los chicos alocados de la burguesía catalana frente a los charnegos, el eterno conflicto cultural de Barcelona y cercanías.
    A las ovejas negras se les perdona sus locuras, que simpático es el nene, y los otros con sus peculiaridades son semejantes a la globalidad de la población emigrante instalada en las ciudades dormitorio o en los barrios obreros.Llámese Rock urbano madrileño, rock radikal Vasco u otra cosa.
    Con todo eran otros tiempos, hoy el valedor del pueblo catalán antiguo secretario general del PSUC, es decir del partido de los obreros catalanes que apoyaban los de la Banda Trapera o Vázquez Montalbán, es capaz de decir sin rubor que la culpa de los problemas de la sanidad catalana son la gente que viene de fuera. Así vamos

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    1. Pues sí, herr doktor. Oriol quedaba en un punto intermedio entre unos y otros, pero la Trapera es decididamente un elemento antagonista a la burguesía progresiva y patriótica. Ya sabe usted que a la clase obrera le trae sin cuidado bajo qué bandera les están explotando: las banderas son asunto de los burgueses. O lo eran antes.

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  7. A mi ni me sonaba Oriol Tramvía, y ha sido todo un descubrimiento. Ese 'Bestia' es un tema muy bueno, además de agresivo. En cuanto a la Banda Trapera, les conozco poco pero no me resultan desconocidos, pues efectivamente son considerados pioneros dentro de la memoria punk española, sean punks o no. Y, la verdad, hay que decir claramente que no lo eran, ni falta que les hace. Del mismo modo - si me permites el paralelismo - Deep Purple nunca han sido 'heavies' (Ian Guillan se ha molestado en verbalizarlo en más de una entrevista) pero están situados asimismo entre los pioneros de la memoria del heavy metal británico. En esto de las etiquetas, en géneros tan militantes que configuran tribus y relatos propios, a veces se le buscan tres pies al gato.

    Sea como sea, sé de buena tinta que ese rock'n roll urbano que hacía la Banda Trapera (muy buena, y muy fresca, la de 'la Regla', por cierto) ejerció una influencia directa en los grupos de punk vasco como Eskorbuto o La Polla Records. Y no me extrañaría que hubiese influido también a Robe Iniesta de Extremoduro, como dices, que sobre todo en sus primeros tiempos (cuando cantaba jotas extremeñas e himnos urbanos de mi generación) tenía mucho de ácrata y de punk. Valga el término de marras...

    En cuanto a la escena vasca, espero que me disculpes si te dejo aquí dos enlaces de vídeo, ambos de directos de Eskorbuto: el primero, de uno de sus primeros conciertos (grabación que sirvió a modo de segunda maqueta, durante los carnavales de Bilbao de 1982), y el segundo una de sus últimas grabaciones pirata, poco antes de que el grupo desapareciera por el fallecimiento de dos de sus tres miembros. Si nos fijamos en el primer vídeo, no hay mucha diferencia estilística con el rock'n roll urbano que inventó la Banda Trapera, ¿verdad? El segundo ya puede encasillarse en el punk rápido tan característico.

    https://www.youtube.com/watch?v=mLDM3quRzeI

    https://www.youtube.com/watch?v=4hClYBbmEfE

    ¡Un saludo! Quedo a la espera del nuevo destino, tras abandonar Barcelona...

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    1. Hola, Raúl.

      Antes de nada te diré que he ido a ver esos vídeos y la verdad es que me suenan los dos a producto de los años 80: a mí el primero me recuerda antes el ritmo de unos Siniestro Total, por ejemplo, que a la Trapera.

      Oriol, ya digo, es un acaso aparte, una rareza que vale la pena conocer, pero sin continuidad. La Trapera es el gran nombre catalán de los primeros tiempos del punk, y precisamente por eso no son punk todavía. Ya sabes que el primer punk es todavía un cruce entre Detroit y el garaje, por resumir. Lo que sí está claro es que son una de las influencias directas para muchos grupos españoles, sean vascos, madrileños o de cualquier otro sitio del mapa: hasta ese momento no había nada parecido aquí.

      Y en cuanto acabemos con los andaluces ya te aviso:los vascos vienen luego. Aunque son los vascos del 75/80, es decir, los progresivos. ¿Sabías que el progresivo más interesante de España es el vasco?

      Saludos mil...

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  8. hola Rick:
    Pues buen final. Me parece que la Banda Trapera, es toda una patada en los cojones a todos los cultos grupos catalanes. Han trascendido mas por su espiritu tocaguevistico que por su música. Recuerdo en su época que todas mis amigas jipis estaban indignadas por la canción de "la regla", si lo que querían era provocar, lo consiguieron.
    Los prefiero a todos los demás grupos, que eran demasiado serios y formales para el rock and roll.
    Del Tranvia, no me acuerdo mucho, así que lo dejo para septiembre, ya quedaré con Javier para dar clases de repaso juntos.
    Saludotes
    Jose

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    1. Hola, José. El único final posible, por otra parte. Y la Trapera tal vez no tenga un gran nivel musical, pero no eran solo las letras: para mí hay unos cuantos grupos posteriores en su onda pero sin su categoría. En cuanto a "La regla" ya digo, los progres, hippies y compañía se molestaron casi tanto como los fachas y demás gente "de orden". Pocas entendederas, por desgracia.

      Nos vemos en Andalucía. Saludos mil...

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