Phil May
En los primeros años de su carrera, a los Things llegaron a llamarles “los parientes pobres de los Stones”. Lo cual no está muy claro si denota desconocimiento o mala leche, pero en cualquier caso es rotundamente falso. Si solo se trata de una consideración musical, la época R&B de ambos grupos puede resultar parecida, salvo por la gran vitalidad y frescura de May y sus colegas frente a los arreglos más estudiados y convencionales de los Stones, siempre buscando la aceptación del público mayoritario. No digamos ya en cuanto a la actitud supuestamente combativa y “asocial” de los Stones, más teatral que otra cosa, frente al excesivo descontrol de los Things. Repito, excesivo. No estoy diciendo que me parezca loable, pero desde luego nunca pretendieron dar una imagen “conveniente”. Honradez, se llama a eso: por momentos llegaban a la pura autodestrucción, pero siempre eran ellos. Es la diferencia entre postureo y desfase, y luego cada cual que elija. Como es lógico, la prensa más convencional lo tuvo claro desde el principio y supo adoctrinar a sus temerosos lectores, advirtiéndoles contra esa horda de salvajes, siempre al borde del desastre (lo cual más de una vez pasó también con los Kinks o los Who, pero nunca con los Stones). Llegó un momento en el que pareció que la música era lo de menos, y eso hizo que las ventas de sus discos se resintiesen: el magnífico Lp “Get the picture”, seguido del single “Midnight to six man” son dos luminarias que cierran con honores el año 65, pero ni uno ni otro llegaron al top 40. Sin embargo siempre hubo una pequeña masa de aficionados que mantuvo su leyenda, y hoy en día son otra de esas “bandas de culto” ya intemporales. Lo cual es un pobre consuelo, pero en fin: así se escribe la historia.
Para los Things el nexo de unión entre los años 65 y 66 es aquella pequeña “película” que iba a servir de cobertura al lanzamiento del Lp y más concretamente del single, ya que ambas canciones aparecen en él. Esa especie de documental llegó a ser visto en enero a través de la BBC 2 y poco más: a partir de ahí durmió el sueño de los justos hasta no hace mucho tiempo, cuando comenzaron a rescatarse algunas joyas perdidas. Hay copias en Youtube bastante buenas, pero creo que esta tiene un poquito más de limpieza de imagen y mejor sonido. En cualquier caso recuerden que esto no es como los “vídeos” de los Beatles: aquí el soporte no es cinta cinematográfica sino magnética, televisiva. Y a principios de la primavera, llega su nuevo single: “Come see me / LSD”. La cara A es obra de tres compositores estadounidenses muy en la onda soul/Motown; yo creo que le debe algo a “Whatcha gonna do about it”, el debut de Small Faces, que ya a su vez se lo debía a Solomon Burke y su “Everybody needs somebody to love”. Así que los Things tal vez se están reconvirtiendo, y el resultado es contundente; de hecho, tomando como referencia esas dos piezas anteriores, no cabe duda de que la suya tiene más densidad, más poderío. En cuanto a la cara B, escrita por May y Taylor, el título original no era teóricamente lo que parece: esa “L” era el anagrama de la libra esterlina, mientras que “S” iba por “shillings” (los desaparecidos chelines) y “P” por los peniques, aunque la letra hace referencia explícita a la droga de moda. Pero lo que cuenta es la música, y estamos ante otra demostración de que los Things no trabajan las florituras: esta viene siendo la versión “garajera” sobre un asunto en el que otras bandas tratan de ponerse sublimes, literarias, visionarias… No, los Things solo quieren colocarse. Sin pretensiones.
En verano nos sorprenden presentando en la cara A de su nuevo single una versión de los Kinks: “A house in the country”, sobre la que no hacen grandes cambios salvo quizá darle un “toque de calor”, que por momentos nos hace recordar el soul pop que tiene tantos seguidores entre los mods (y no solo entre ellos). En la B tenemos “Me needing you”, de nuevo obra de May y Taylor. Es una pieza casi de tiempo medio en la que vuelve a notarse un aroma que nos confirma que los Things están abandonando -como todos los demás grupos contemporáneos, por otra parte- su origen R&B y que, al menos de momento, su referencia más reconocible será esa transición hacia un soul con tonos pop que ya muestran en la versión de los Kinks. No es una mala elección, aunque está por ver que esa tendencia tenga mucho futuro en un mercado que a corto plazo está orientándose hacia la psicodelia y el blues. De hecho, una vez más -aunque esto no sea ninguna noticia, en su caso- el disco no pasa del top 50. Está visto que los Things no son un grupo de multitudes.
Las relaciones del grupo con Fontana se hacen cada vez más tirantes, ya que las ventas no van bien y el sello intenta que den un giro que comienza asignándoles a Steve Rowland como nuevo productor. La trayectoria de Rowland era inusual: se trata de un estadounidense que hasta poco antes había trabajado como actor en series y películas, hasta que a mediados de la década deja la profesión y decide probar suerte en la industria musical. Su especialidad es el pop convencional, y ya habia conseguido algunos top 10 cuando los Things caen en sus manos. El resultado llega a finales de año, con un single cuya cara A es “Progress”, una pieza escrita por dos compositores amigos de Rowland; y sí, podría encuadrarse dentro del soul pop, pero bastante más pachanguero de lo que sería esperable en los Things. La cara B se titula “Buzz the jerk”, es de May y Taylor como casi todas las caras B, y se nota: mil veces mejor que la A, de nuevo suena a los Things más “académicos”, con esa mezcla entre garaje y soul/R&B que los ha hecho inconfundibles. El invento de Fontana y Rowland no funciona, porque de nuevo quedan dando vueltas sobre el top 50. Y esta vez tiene su lógica: es de suponer que muchos de sus fans de siempre se sintieron traicionados por una cara A tan anodina.
Antes de terminar el año se marcha Brian Pendleton, una persona más seria de lo que parecía. Estaba harto de vivir en la carretera continuamente, sin poder ver a su familia (ya llevaba casado dos años) y sabiendo que económicamente la cosa no funcionaba. Finalmente, poco antes de una actuación tuvo una crisis, llamó por teléfono y dijo que no iría. Le sustituye Billy Harrison, que viene del remolino artístico/legal que hubo en Them tras la marcha de Van Morrison. Y de momento la cosa termina aquí; también en el caso de los Things el futuro está un tanto oscuro, pero mientras hay vida hay esperanza.