“Eran las once de la mañana y empezamos a darle vueltas a unos riffs. No llevábamos allí más de media hora y surgió la idea. Steve había estado cantando 'Give some lovin' y gritando cualquier cosa. Lo encajamos todo y a eso de las doce ya teníamos la canción completa”
Muff Winwood
Tras unos comienzos bastante dudosos, Spencer Davis Group llegan a 1966 en una situación relativamente tranquila. No tienen la personalidad ni la altura compositiva de otras bandas contemporáneas, pero la portentosa voz de Steve Winwood consigue atraer a un buen puñado de seguidores. Winwood siente una gran admiración por personajes como Ray Charles, con quien se le llega a comparar, lo que hace que su música se incline esencialmente hacia el R&B trufado con soul. Y es él, a pesar de su juventud -su adolescencia todavía- quien ya marca las directrices aunque Spencer Davis sea el creador del grupo. Hay que tener en cuenta que Davis, que está más cerca de los treinta años que de los veinte, era un aficionado al rock and roll y el skiffle, y cuando comenzó en esto no pensaba en ir más allá que unas cuantas actuaciones en pequeños locales para matar el gusanillo musical; no había considerado que esta fuese a ser su profesión definitiva. Es Winwood, una verdadera fuerza de la Naturaleza, quien tira del carro en este grupo. Y tal vez embrujado por su voz y su actitud, Chris Blackwell, el dueño de la divina Island Records, les echa una mano recurriendo a Jackie Edwards, un músico reggae del sello: los SDG salieron del marasmo a finales de 1965 con “Keep on running”, una pieza suya, que significó su primer número uno.
Aprovechando el rebufo, Blackwell les publica su segundo Lp a principios de 1966 con el nada original titulo de “The second album”. Lo hace de nuevo a través de Fontana, ya que Island no tiene aún la estructura suficiente para editar como sello autónomo, e incluye las dos canciones de su último single del 65 más “Keep on running” como gancho. Solamente hay una pieza propia, “Hey darling”, hecha medias entre Winwood y Davis, muy cercana a la balada blues. Confiado en las similitudes que ven sus fans entre la voz y el estilo de Ray Charles con Winwood, este se atreve con “Georgia on my mind” ajustándose bastante a la interpretaciòn que había hecho Charles, incluyendo una magnífica ejecuciòn al piano, y le sale bastante bien. Ya la apertura es de categoría, mejorando el “Look away” que había hecho Garnett Mims y remarcando incluso ese tono cercano al góspel que tiene el estribillo (la voz de Winwood ahí es excelsa); en otras del tipo “Please do something” de Don Covay o “You must believe” de Curtis Mayfield parece llevarlas a un cruce entre soul y pop. Surge por medio “I washed my hands in muddy water”, una clásica del country; lógicamente por sugerencia de Davis, que es quien la canta. También él canta “Since I met you baby”, otra clásica en la que hay trazas de R&B, country e incluso folk. Por último el cierre con “Watch your step” es magnífico: ya se había convertido en una pieza recurrente en el pop británico (Manfred Mann también la tiene), y aquí vuelve a lucir una vitalidad tremenda. El disco alcanza el top 3 con todo merecimiento, aunque ya por entonces los SDG son de los que están bajo sospecha por su escaso repertorio propio. Ah, y con el dinero que le corresponde, nuestro amigo Steve puede por fin abandonar el órgano Hammond de alquiler y comprarse uno nuevo.
En este momento, todo es felicidad. Blackwell recurre de nuevo al repertorio de Jackie Edwards, y para inaugurar la primavera los SDG presentan un nuevo single en el que la cara A es otra composición suya: “Somebody help me”. Tiene un estilo parecido, y llegará también al número uno de las listas (será la segunda y última vez que lo consigan, por otra parte). En cuando a la cara B, obra de todo el grupo, se titula “Stevie’s blues” y como su nombre indica es un blues, al estilo Chicago, en el que Winwood tiene un marcado protagonismo; no ya por su voz sobrenatural, que le va como un guante a la canción, sino también porque aquí nos demuestra que ha llegado a ser también un guitarrista excepcional, sin nada que envidiar a un Clapton, por ejemplo. Será una humilde cara B, pero es una gran pieza de british blues que seguramente puede haber servido de inspiración a un, digamos, Peter Green para lo que luego harán los primeros Fleetwood Mac.
A finales del verano llega el tercer disco grande, que de nuevo muestra poca inventiva en lo referente a buscar títulos: “Autumn ‘66”. Las piezas propias, como siempre, son muy escasas: “High time baby”, escrita colectivamente en tono pop soul, es pasable; la instrumental “On the green light” es de Winwood y se le nota la influencia de “Green onions” hasta por el “color”; finalmente, “When I come home” es obra de Jackie Edwards y Winwood. No tiene la fuerza de sus singles anteriores (se lanzó como tal en ese momento), pero es agradable. De Edwards se incluye también “Somebody help me”, el más reciente éxito en single, y las demás son versiones. Hay una reinterpretación que hace Davis de la tradicional “The Midnight Special”, que como era de esperar él lleva hacia el country; a cambio nos sorprende cantando “Neighbor, neighbor”, en tono de blues soul con la ayuda de Winwood a la guitarra, pero sorprende aún más en “Dust my blues”. Para redondear la extrañeza da la sensación de que parece querer acercarse al tono vocal de Winwood, pero en conjunto la cosa sale bastante bien. Otra cosa es el propio Winwood, que por momentos parece estar ya un poco cansado del material de este tipo: sus versiones de “When a man loves a woman” o “Take this hurt off me”, por citar solo dos, me suenan muy planas. De todos modos los fans siguen apoyando al grupo, y las ventas casi igualan a las del disco anterior.
En esas fechas se estrena una película musical titulada “The ghost goes gear”, en la que participan los SDG como actores junto a varios personajes famosos del cine y la televisión británicos. Como sucede con demasiada frecuencia en las películas hechas para lucimiento de un gupo “moderno”, tanto el guión como la dirección son de un infantilismo rayano en la estupidez, y Winwood, que desde el principio se opuso a semejante despropósito, se siente cada vez más incómodo en el grupo. Sin embargo, es justo entonces cuando da la campanada: en otoño llega a las tiendas el single que contiene la legendaria “Gimme some lovin”, obra suya, en la cara A. Esa canción marca claramente su mayoría de edad y, aunque en términos puramente estadísticos no llegó al número uno (se quedó en el dos), es la más recordada en toda la carrera de los SDG. Según cuentan los hermanos Winwood la gestación de esta pieza fue aparentemente muy sencilla, casi accidental, pero hay un precedente muy claro que Steve tenía que conocer porque si no la cosa parece casi inexplicable: unas semanas antes se había publicado “A lot of love”, el debut de Homer Banks en la Isla, y los parecidos son numerosos empezando incluso por el título. Pero al margen de esa “extraña coincidencia”, no se puede negar que estamos ante una de las obras cumbres del r&b isleño, y que aún hoy sigue sin perder su tremendo embrujo. En Estados Unidos se publicó una versión alternativa, con coros, que le quita fuerza pero desgraciadamente es la que ha perdurado para la mayoría de las reediciones, así que por si acaso pondré aquí las dos… tras la del señor Banks. En la cara B de aquel single estaba la instrumental “Blues in F”, también de Winwood. Es un ejercicio de jazz/blues basado en el órgano, muy británico, muy de la época.
La situación comienza a hacerse insostenible. Winwood comprende que Davis no va a moverse de sus planteamientos más o menos tradicionales, mientras que él desea experimentar con la psicodelia, el folk rock o el blues más actual. Eso significa también abandonar la política de versiones y dedicarse a crear un repertorio propio, algo para lo que Davis no se siente capaz. En consecuencia Winwood anunciará su marcha en la primavera del 67 con una última luminaria: el single que contiene “I’m a man” en la cara A y “I can’t get enough of it” en la B. Ambas están escritas por Winwood con la colaboración de Jimmy Miller, el productor del grupo; es otro de esos americanos que ha llegado a la Isla para quedarse, y que con el tiempo será una de las mayores personalidades de la producción musical isleña en los años 60/70. En cuanto a “I’m a man”, es una evolución casi lógica sobre el éxito anterior: Winwood vuelve a dar muestras de su categoría llevando el r&b a una fusión con el rock casi progresivo que sirvió de ejemplo para muchos músicos (la versión que hicieron Chicago demuestra el tremendo potencial que tiene). Y ahí ya se nota que va por delante no solo de su grupo, sino también de la masa de fans: un top 10 y gracias. La cara B es más convencional, dentro del estilo que aún mantenía el grupo por entonces, pero también tiene su mérito.
Y aquí termina la visita, que no la carrera, de Spencer Davis Group. En 1967 Steve Winwood, junto a otros, crea la deidad conocida como Traffic; mientras, su hermano Muff abandona también a Davis para dedicarse a la producción musical (entre otros descubrimientos, Dire Straits fueron cosa suya). En cuanto a Davis y su grupo, como era de esperar, pasan a ser un nombre de segunda fila que sin embargo seguirá en el negocio durante unos años. Y por lo tanto, cuando corresponda, la deidad conocida como Traffic acabará por aparecerse en este bar a los creyentes. Pero aún falta un tiempo. Paciencia.
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