"If music be the food of love, (then) play on"
(Don Guillermo, tan acertado como siempre)
De la exuberante oferta discográfica habida en este año y una vez citados los grandes nombres, hablaremos ahora de algunos que ya casi lo son también; o sin casi, puesto que su evolución da como resultado algunas obras que definitivamente los ascienden de categoría. Y habrá que ir por géneros, para desmadejar un poco el asunto: veamos por ejemplo en qué situación se encuentra el blues rock.
Si 1967 fue el año de la psicodelia, el 68 tuvo como principal protagonista el British Blues Boom. Y como buen "boom", pronto comenzó a desinflarse: si repasan ustedes las entradas correspondientes a ese fenómeno recordarán que los inquietos músicos británicos, siempre buscando nuevas estructuras musicales, se han basado en el blues para aprender escalas y melodías, muchos de ellos en la escuela de Davies y Korner, o en la de Mayall. Pero tras unos años de aprendizaje, el panorama en 1969 ya está cambiando: la mayor parte de las bandas con capacidad creativa que partieron de esas enseñanzas evolucionan hacia escalas más variadas en las que con frecuencia el blues resulta casi irreconocible. A partir de ahora quedarán algunos grupos de segunda línea fieles a esa escuela, como los Groundhogs, Chicken Shack -fotocopia de los primeros Fleetwood Mac- o Savoy Brown (aparte por supuesto del mismo Mayall, una verdadera factoría); pero las grandes marcas ya van a su aire.
Y creo que Fleetwood Mac es el paradigma de esta evolución: han sido unos verdaderos frikis bluseros hasta este momento, y su corta carrera ya incluye, aparte de sus dos discos oficiales del 68, grabaciones en Estados Unidos con jefazos del género como Otis Spann, Eddie Boyd o Willie Dixon. O sea, lo más de lo más. Pero a finales de 1969 publican una de las grandes maravillas de la época: "Then play on". Y si digo "pero" es porque se nota claramente una evolución que deja atrás los planteamientos anteriores: sobre una base blues, eso es cierto, nos encontramos ante un bello jardín (y la portada, preciosa, le hace los honores) en el cual las estructuras clásicas han sido superadas y el grupo nos lleva desde unas tonadas a medio camino entre el blues y los sonidos hawaianos ("Coming your way" o "Although the sun is shining") hasta el blues rock de "Rattlesnake shake". Y la guinda se coloca cuando llega la reedición del disco, ya que entonces se le añade un single que siempre debería haber figurado en el LP: "Oh well", con sus dos partes bien diferenciadas. En conjunto es la obra cumbre de la banda, pero decir eso es poco: se trata de una de esas joyas intemporales que nunca cansará por mucho que se oiga (a mí por lo menos no me ha cansado todavía).
Por desgracia este es el canto del cisne de Peter Green, un fabuloso guitarrista cuyos problemas de salud y excesiva afición a las substancias ilegales acabaron por alterar su mente y obligarlo a dejar la banda poco después; junto a Danny Kirwan y Jeremy Spencer llegaron a ser por un instante el trío de guitarras fantásticas que, apoyado por el bajo de John McVie y la batería de Mike Fleetwood, pudo haberse comido el mundo (algunos de esos Mac finalmente se lo comieron, pero era otro espíritu). Green, tras un disco en solitario bastante críptico, desapareció de escena hasta finales de los años 70, en los que pareció ir recobrando el pulso lenta y esporádicamente. Por cierto: Green, McVie y Fleetwood provenían de la banda de Mayall. Tal vez "Then play on" hubiera sido el disco ideal del propio Mayall si este tuviese un poco más de visión y no se hubiese quedado siempre en lo mismo: su afición al dinero y su nulo interés por el riesgo lastraron una carrera inmensa pero cansina.
Bien, pues si los Mac se hallan en plena transición lo mismo les pasa a Ten Years After, Free, Jethro Tull y otros muchos: los británicos saben que su mercado es muy exigente; y que si en Estados Unidos una banda puede vivir de la autocomplacencia y las giras durante mucho tiempo, aquí no. De los grupos de primera línea, solamente los Stones serán capaces de seguir adelante utilizando los géneros tradicionales como única fuente (y aprovechando esa bondad que los americanos muestran por lo clásico). Los demás tendrán que trabajarse el sustento, lo cual a los ojos de un aficionado siempre es positivo: el blues está muy bien, pero hay más músicas en la vida. Y los cambios vivifican.
Así que el próximo día iremos viendo en qué andan esos otros grupos inquietos. Pero mientras tanto recomiendo encarecidamente que, quien no lo conozca, se apreste a disfrutar de "Then play on": o se ha equivocado de blog o me lo agradecerá. Y estoy seguro de que quienes lo conocen están de acuerdo conmigo.
(Don Guillermo, tan acertado como siempre)
De la exuberante oferta discográfica habida en este año y una vez citados los grandes nombres, hablaremos ahora de algunos que ya casi lo son también; o sin casi, puesto que su evolución da como resultado algunas obras que definitivamente los ascienden de categoría. Y habrá que ir por géneros, para desmadejar un poco el asunto: veamos por ejemplo en qué situación se encuentra el blues rock.
Si 1967 fue el año de la psicodelia, el 68 tuvo como principal protagonista el British Blues Boom. Y como buen "boom", pronto comenzó a desinflarse: si repasan ustedes las entradas correspondientes a ese fenómeno recordarán que los inquietos músicos británicos, siempre buscando nuevas estructuras musicales, se han basado en el blues para aprender escalas y melodías, muchos de ellos en la escuela de Davies y Korner, o en la de Mayall. Pero tras unos años de aprendizaje, el panorama en 1969 ya está cambiando: la mayor parte de las bandas con capacidad creativa que partieron de esas enseñanzas evolucionan hacia escalas más variadas en las que con frecuencia el blues resulta casi irreconocible. A partir de ahora quedarán algunos grupos de segunda línea fieles a esa escuela, como los Groundhogs, Chicken Shack -fotocopia de los primeros Fleetwood Mac- o Savoy Brown (aparte por supuesto del mismo Mayall, una verdadera factoría); pero las grandes marcas ya van a su aire.
Y creo que Fleetwood Mac es el paradigma de esta evolución: han sido unos verdaderos frikis bluseros hasta este momento, y su corta carrera ya incluye, aparte de sus dos discos oficiales del 68, grabaciones en Estados Unidos con jefazos del género como Otis Spann, Eddie Boyd o Willie Dixon. O sea, lo más de lo más. Pero a finales de 1969 publican una de las grandes maravillas de la época: "Then play on". Y si digo "pero" es porque se nota claramente una evolución que deja atrás los planteamientos anteriores: sobre una base blues, eso es cierto, nos encontramos ante un bello jardín (y la portada, preciosa, le hace los honores) en el cual las estructuras clásicas han sido superadas y el grupo nos lleva desde unas tonadas a medio camino entre el blues y los sonidos hawaianos ("Coming your way" o "Although the sun is shining") hasta el blues rock de "Rattlesnake shake". Y la guinda se coloca cuando llega la reedición del disco, ya que entonces se le añade un single que siempre debería haber figurado en el LP: "Oh well", con sus dos partes bien diferenciadas. En conjunto es la obra cumbre de la banda, pero decir eso es poco: se trata de una de esas joyas intemporales que nunca cansará por mucho que se oiga (a mí por lo menos no me ha cansado todavía).
Por desgracia este es el canto del cisne de Peter Green, un fabuloso guitarrista cuyos problemas de salud y excesiva afición a las substancias ilegales acabaron por alterar su mente y obligarlo a dejar la banda poco después; junto a Danny Kirwan y Jeremy Spencer llegaron a ser por un instante el trío de guitarras fantásticas que, apoyado por el bajo de John McVie y la batería de Mike Fleetwood, pudo haberse comido el mundo (algunos de esos Mac finalmente se lo comieron, pero era otro espíritu). Green, tras un disco en solitario bastante críptico, desapareció de escena hasta finales de los años 70, en los que pareció ir recobrando el pulso lenta y esporádicamente. Por cierto: Green, McVie y Fleetwood provenían de la banda de Mayall. Tal vez "Then play on" hubiera sido el disco ideal del propio Mayall si este tuviese un poco más de visión y no se hubiese quedado siempre en lo mismo: su afición al dinero y su nulo interés por el riesgo lastraron una carrera inmensa pero cansina.
Bien, pues si los Mac se hallan en plena transición lo mismo les pasa a Ten Years After, Free, Jethro Tull y otros muchos: los británicos saben que su mercado es muy exigente; y que si en Estados Unidos una banda puede vivir de la autocomplacencia y las giras durante mucho tiempo, aquí no. De los grupos de primera línea, solamente los Stones serán capaces de seguir adelante utilizando los géneros tradicionales como única fuente (y aprovechando esa bondad que los americanos muestran por lo clásico). Los demás tendrán que trabajarse el sustento, lo cual a los ojos de un aficionado siempre es positivo: el blues está muy bien, pero hay más músicas en la vida. Y los cambios vivifican.
Así que el próximo día iremos viendo en qué andan esos otros grupos inquietos. Pero mientras tanto recomiendo encarecidamente que, quien no lo conozca, se apreste a disfrutar de "Then play on": o se ha equivocado de blog o me lo agradecerá. Y estoy seguro de que quienes lo conocen están de acuerdo conmigo.
Uno de los misterios más misteriosos de la parafernalia del rock y adlateres es la transformación de esos bluseros nacidos de las fecundas ubres de John Mayall un grupo de pop ligero y de terciopelo, una especie de Mama´s and the Papa´s resucitados con Miss Stevie Nicks de gran madrina. La historia de las deserciones y demás la conozco pero se me escapan los detalles que hubo detrás de la metamorfosis.
ResponderEliminarCreo que Mayall era feliz cuando vivía en su casita encima de un árbol hasta los 33 años. Tenía seguramente cierta vocación de santón musical y preferiría que fueran sus discípulos los que difundieran su gloriosa causa musical.Quizás no fuera tan amigo del vil metal y a lo mejor un poco tímido.
Obediente, he escuchado un par de temas del disco que recomiendas, y la verdad es que me han sorprendido para bien. Reconozco que es un grupo casi olvidado para mí, y lo poco que me sonaba no tenía mucho que ver con esto. Les daremos una oportunidad.
ResponderEliminarQué hermosa portada.
ResponderEliminarLos nuevos soportes musicales tienen enormes ventajas, pero algunos inconvenientes. Uno de ellos, que el fetichismo, el tacto, la complicidad entre música y artes plásticas se ha perdido.
Pues, habiendo oído canción y media en Youtube, estaba ya a punto de comentar pesaroso que no me han llegado a la primera los Fleetwood Mac en ese 'Then play on', pero me he puesto otras y me han gustado más, sí señor. Hasta yo, a pesar de mi cazurrez, puedo disfrutarlo bien, así que me buscaré el disco para bajármelo. Tampoco esperaba esto, es mucho más lírico, no es el típico blues, no. Alguna canción parece que es ya directamente otra cosa.
ResponderEliminarHace unos meses me escuché un par de discos de Savoy Brown y, sobre todo uno, me gustó mucho. Esos sí se quedaban más en la onda bluesera, pero sonaba muy bien. También quiero volver a escucharlos.
O sea que (por hacerme el esquema mental, aunque simplifique las cosas demasiado) basicamente de la psicodelia surgió el progresivo, pero muchos grupos empezaron con el progresivo sin pasar por la psicodelia (por ejemplo, Jethro Tull), y solo partiendo del blues. En todo caso, las innovaciones estaban ahí, y aquellso dos años tuvieron que ser muuy productivos. Y los aficionados a la música debían alimentarse bien, musicálmente hablando. Hará unas cuentas entradas dijo usted algo que me chocó un poco, cuando hablaba del paso del single al LP:
''como no hay dinero para todo, el personal preferirá comprarse dos o tres discos grandes al mes y no diez singles.''
¡Dos o tres LP's al mes! Eso es afición y lo demás son tonterías. Luego irían por ahí y no tendrían dinero ni para pagar una copa, jeje.
La explicación para esa metamorfosis, herr doktor, se halla en quiénes componían el grueso de la obra: los Mac comienzan su carrera a base de versiones de clásicos del blues para, gradualmente, incrementar el peso de su inspiración personal. Y Green es el personaje principal en esta época: junto a Kirwan y Spencer -en menor medida-, son el grueso de la creatividad del grupo. McVie y Fleetwood tienen poca participación.
ResponderEliminarPero Green se va, y luego Spencer, y luego Kirwan: el grupo pierde no solamente a sus tres grandes guitarristas, sino también a sus compositores principales. Cuando entra Bob Welch y Christine Perfect -ex-Chicken Shack y ahora señora de McVie-, el grupo comienza a dulcificarse con las composiciones de estos dos señores. Y tras unos años irregulares en los que incluso llegaron a plantearse la desaparición, se encuentran con la pareja Buckingham-Nicks: dos almibarados músicos y compositores de baladas para la tercera edad (no me haga caso, esto es una maldad mía) que son a partir de ese momento la base sobre la que se sustentará la banda; que por supuesto vende mucho más en los Estados Unidos que en la Isla.
Habría sido más honrado cambiar el nombre del grupo, puesto que nada tenían que ver esos Mac con los anteriores; pero el mercado es el mercado, qué le vamos a hacer.
En cuanto a Mayall, a quien de todos modos tengo mucho respeto, ya digo: un poquito más de "aventura" le habría venido muy bien. Y su tacañería es legendaria, así como el casi desprecio que sentía por sus músicos ("nos trataba como a ganado" decía Mick Taylor, "transportándonos en furgonetas para ahorrar mientas él iba en coche"). Y no creo yo que sea tan tímido, habiendo sido el frontman de su grupo durante más de cincuenta años.
Pero ya digo: tiene unos cuantos discos -especialmente de su época Polydor- que son magníficos; incluyendo el "Memories", donde viene la famosa casita en el árbol. Y por supuesto, todos fuimos a verlo cuando en Coruña tuvo lugar el fastuoso festival aquel de los mil años que todos recuerdan como lo más grande que vieron los siglos en esa ciudad.
En fin: es un tótem, no hay duda. Pero... se echa de menos alguna "locura" en su enciclopédica obra.
Conste, señor Chafardero, que no suelo hacer recomendaciones sobre las músicas de las que hablo: cada cual ya es mayorcito para tener su criterio. Pero sé que en España este disco no fue de los más populares de la época -entre otras cosas, por la nula promoción que la nefasta Hispavox, su distribuidora aquí, hizo de él- y me parece una injusticia. Así que, por una vez, me he implicado. Y celebro que me haya hecho caso: no es de esos discos que entran a la primera, sino de los que una vez digeridos se queda en la memoria.
ResponderEliminarEn efecto, don LuisC: una portada exquisita, a juego con la exquisitez de su contenido. Y sí, es de lamentar la pérdida del valor artístico -icónico diría yo, aunque suene un poco pretencioso- que ha sufrido la obra grabada con su paso al CD. Pero ya sabe, se impone lo práctico sobre lo artístico. Un signo de los tiempos que vivimos
ResponderEliminarComo ya he dicho, estimado yerno, esta no es una obra de las que enganchan en una primera audición; menos aún a la gente de su edad, que ha tenido que sufrir la dictadura de lo inmediato. Pero ya sabe usted de otras cuantas obras con las que probablemente le habrá pasado lo mismo; es decir, ya sabe usted que los grandes discos exigen un poco de empatía. Y que luego la devuelven con creces. Así que no se flagele usted con términos como "cazurrez", hombre: simplemente, su mente se va habituando poco a poco a las músicas con peso y poso; y eso no se consigue de un día para otro. Pero ya verá como, con el paso del tiempo, cada vez se le hará más fácil.
ResponderEliminarSavoy Brown, como las otras dos bandas que he citado -y otras cuantas- son dignísimos ejemplos del blues rock británico. Su obra queda oscurecida por el resplandor de las grandes, pero ello no obsta para que se les respete y se les aprecie, aunque adolecen de una cierta monotonía como todos aquellos que se han ceñido a un solo estilo; como Mayall, sin ir más lejos.
Y en cuanto al progresivo, recordará usted la definición del término que transcribí en los post relativos al año 68. Sin embargo, con el paso del tiempo la cosa se amplía, se desdibuja, y en 1969 ya se le llama "progresivo" a casi todo. Las bases, por tanto y a estas alturas, están en la psicodelia, el blues, el jazz, el rock… en fin.
No sé cuál es el ritmo de compra hoy en día para un aficionado adolescente que depende de la paga semanal paterna; sí sé que algo tiene que ver con el grado de afición, y eso siempre ha sido así. Todo aquel que dispone de un nivel adquisitivo (bajo, medio o alto) prioriza: la música, las copas, etc. Y sé de algunos que eran capaces de pasarse un fin de semana metidos en casa para no gastar e ir corriendo a la tienda el lunes si algo de lo que había allí le causaba una extrema incontinencia espiritual, pero ya digo: cada uno es cada uno.