La figura del cantante en solitario, intérprete o como ustedes quieran llamarle, sufrió un gran golpe con la aparición de los Beatles, que instauraron la edad de oro de los grupos. Hasta ese momento había dos tipos básicos de solistas: el baladista o crooner y el cantante ligero, que por lo general se anunciaba seguido de la banda acompañante (el ejemplo clásico es Cliff Richard, que alternaba sus grabaciones a título personal -generalmente cuando atacaba las baladas- o acompañado de, por ejemplo, los Shadows si su material era más rítmico). El "cantante" se replegó entonces al mercado de la balada o a los temas bailables y de índole festivalera, ya que por los festivales parecía no pasar el tiempo. Como consecuencia el público joven con tendencias yeyés se apartó de esa figura, a la que asociaban con las canciones acartonadas, sensibleras o facilonas, pasto de consumidores adolescentes o sin muchas exigencias (se puede objetar que Van Morrison o Eric Burdon, sin ir más lejos, son los verdaderos protagonistas en sus bandas: mucha gente se refería a "el grupo de Van, el grupo de Eric". Sin embargo, la nomenclatura oficial cita a Them y Animals).
Pero el final de la década, caracterizado por una total libertad de criterios y formatos, permite que el solista se reivindique: ese mercado se nutrirá a partir de ahora no solamente del mainstream que nos ofrece el bueno de Cliff -que sigue en la brecha- o Tom Jones con ese impresionante vozarrón, sino también de unos cuantos modernos que, con sus propias composiciones o versionando material ajeno con una originalidad que los hace igual de creativos, aspiran a su parte del pastel; al igual que los anteriores, trabajarán con músicos contratados, sin derecho a elegir repertorio o estilo (hay que sumar a esto el ascenso de categoría que el folk ha experimentado, y que es la base de la que parten muchos cantautores). Y, lógicamente, empezaremos por David Bowie: su enorme trascendencia y proyección lo hacen obligatorio.
Estamos en 1963: David Jones, que acaba de cumplir 16 años, tiene ya una cierta formación tanto en las artes estéticas como musicales, y se promete a sí mismo llegar a ser una estrella en ese proceloso mundo. Vuelve a su Londres natal tras una estancia familiar de varios años en Yorkshire, donde ha tonteado con asuntos tan dispares como el jazz -por el ambiente familiar- o la filosofía budista y las lecturas de la Beat Generation -esto es cosa de su hermano mayor. Sus primeros escarceos musicales van en la línea del r'n'b, cuidadosamente camuflada bajo un barniz mod (su aspecto exterior, muy estudiado, es asimilable a esa corriente). Y durante cuatro años, en la compañía de dos o tres grupitos que han pasado a la historia gracias a su presencia, va publicando algunos singles que ahora son objeto de coleccionismo aunque en su época pasaron casi desapercibidos. Su estilo, un tanto errático, se podría definir como a medio camino entre el folk, el vodevil y el pop.
Pero en 1967 llega su primera gran transformación: para evitar confusiones con el cantante de los Monkees, cambia su apellido a Bowie (ya saben, ese legendario cuchillo fronterizo) y junto a su amigo Marc Bolan se va introduciendo en los ambientes contraculturales. Tras haber terminado su contrato con Pye consigue otro con Deram, que le permite publicar su primer LP; que sigue siendo una amalgama un tanto deforme, pero algunas piezas como "Rubber band" y sobre todo "Love you till Tuesday" (que fue publicada en single) ya van afinando un poco. No lo suficiente, sin embargo: ante las escasas ventas, Deram se deshace de él. Aprovecha el impasse para enrolarse en la troupe de Lindsay Kemp, el genio de la mímica y la danza cuya influencia sobre su carrera posterior será decisiva, mientras sigue componiendo canciones.
Y ya estamos en Junio de 1969, el año en el que comienza su estrellato (aunque no a la velocidad que él quisiera). Una de esas canciones capta el interés de Philips: se trata de "Space oddity", que se publica inmediatamente en single y que constituye el primer gran éxito de Bowie. Es una delicia que todo el mundo conoce, así que no le echaré más literatura. Y gracias a su éxito Philips se ilusiona, permitiendo a nuestro amigo la confección de un LP que será publicado en Noviembre. Ese disco será de título homónimo, como lo fue el primero (pero tras el éxito vinieron las reediciones, el cambio de título y de portada: a partir de entonces se llama "Space oddity"). La verdad es que hay una mezcla bastante irregular: el disco se abre con el exitoso single, como no podía ser de otro modo, seguido por "Unwashed and somewhat slightly dazed", otro título "raro" para una canción que sin llegar a la altura melódica de la anterior tiene sin embargo un ritmo creciente en plan folk rock americano que se hace muy agradable. Y a partir de ahí, la cosa decae un poco debido a un exceso visionario en algunas piezas (que parecen arengas) y un exceso de arreglos orquestales en otras. En cualquier caso supera con mucho a su primer disco, y da pie a que Bowie comience a ser nombrado como una de las promesas de la próxima década.
Y lo será. En Bowie se unen dos raras características, además de su exquisita formación escénica: su habilidad para tomar ideas de otros y modificarlas hasta hacerlas parecer suyas y su visión de futuro. Esta última, que no tiene por qué ser incompatible con la primera, es la que en cada momento de su carrera le indicará por dónde sopla el viento y hará que lo veamos como un innovador, como un adelantado que marca el camino a otros. Puede ser intuición o reciclaje, pero la década de los 70 y 80 lo tendrán como uno de los referentes principales, como un guía. Y aunque a veces su afán por abarcarlo todo le juegue malas pasadas (como productor ha alternado grandes obras -"Transformer" de Lou Reed- con fallos clamorosos -las mezclas del "Raw Power" de los Stooges-, y su carrera como actor es perfectamente olvidable), no se le puede negar que ha nacido para el show business. A ver con qué nos sorprendes ahora, David.
Pero el final de la década, caracterizado por una total libertad de criterios y formatos, permite que el solista se reivindique: ese mercado se nutrirá a partir de ahora no solamente del mainstream que nos ofrece el bueno de Cliff -que sigue en la brecha- o Tom Jones con ese impresionante vozarrón, sino también de unos cuantos modernos que, con sus propias composiciones o versionando material ajeno con una originalidad que los hace igual de creativos, aspiran a su parte del pastel; al igual que los anteriores, trabajarán con músicos contratados, sin derecho a elegir repertorio o estilo (hay que sumar a esto el ascenso de categoría que el folk ha experimentado, y que es la base de la que parten muchos cantautores). Y, lógicamente, empezaremos por David Bowie: su enorme trascendencia y proyección lo hacen obligatorio.
Estamos en 1963: David Jones, que acaba de cumplir 16 años, tiene ya una cierta formación tanto en las artes estéticas como musicales, y se promete a sí mismo llegar a ser una estrella en ese proceloso mundo. Vuelve a su Londres natal tras una estancia familiar de varios años en Yorkshire, donde ha tonteado con asuntos tan dispares como el jazz -por el ambiente familiar- o la filosofía budista y las lecturas de la Beat Generation -esto es cosa de su hermano mayor. Sus primeros escarceos musicales van en la línea del r'n'b, cuidadosamente camuflada bajo un barniz mod (su aspecto exterior, muy estudiado, es asimilable a esa corriente). Y durante cuatro años, en la compañía de dos o tres grupitos que han pasado a la historia gracias a su presencia, va publicando algunos singles que ahora son objeto de coleccionismo aunque en su época pasaron casi desapercibidos. Su estilo, un tanto errático, se podría definir como a medio camino entre el folk, el vodevil y el pop.
Pero en 1967 llega su primera gran transformación: para evitar confusiones con el cantante de los Monkees, cambia su apellido a Bowie (ya saben, ese legendario cuchillo fronterizo) y junto a su amigo Marc Bolan se va introduciendo en los ambientes contraculturales. Tras haber terminado su contrato con Pye consigue otro con Deram, que le permite publicar su primer LP; que sigue siendo una amalgama un tanto deforme, pero algunas piezas como "Rubber band" y sobre todo "Love you till Tuesday" (que fue publicada en single) ya van afinando un poco. No lo suficiente, sin embargo: ante las escasas ventas, Deram se deshace de él. Aprovecha el impasse para enrolarse en la troupe de Lindsay Kemp, el genio de la mímica y la danza cuya influencia sobre su carrera posterior será decisiva, mientras sigue componiendo canciones.
Y ya estamos en Junio de 1969, el año en el que comienza su estrellato (aunque no a la velocidad que él quisiera). Una de esas canciones capta el interés de Philips: se trata de "Space oddity", que se publica inmediatamente en single y que constituye el primer gran éxito de Bowie. Es una delicia que todo el mundo conoce, así que no le echaré más literatura. Y gracias a su éxito Philips se ilusiona, permitiendo a nuestro amigo la confección de un LP que será publicado en Noviembre. Ese disco será de título homónimo, como lo fue el primero (pero tras el éxito vinieron las reediciones, el cambio de título y de portada: a partir de entonces se llama "Space oddity"). La verdad es que hay una mezcla bastante irregular: el disco se abre con el exitoso single, como no podía ser de otro modo, seguido por "Unwashed and somewhat slightly dazed", otro título "raro" para una canción que sin llegar a la altura melódica de la anterior tiene sin embargo un ritmo creciente en plan folk rock americano que se hace muy agradable. Y a partir de ahí, la cosa decae un poco debido a un exceso visionario en algunas piezas (que parecen arengas) y un exceso de arreglos orquestales en otras. En cualquier caso supera con mucho a su primer disco, y da pie a que Bowie comience a ser nombrado como una de las promesas de la próxima década.
Y lo será. En Bowie se unen dos raras características, además de su exquisita formación escénica: su habilidad para tomar ideas de otros y modificarlas hasta hacerlas parecer suyas y su visión de futuro. Esta última, que no tiene por qué ser incompatible con la primera, es la que en cada momento de su carrera le indicará por dónde sopla el viento y hará que lo veamos como un innovador, como un adelantado que marca el camino a otros. Puede ser intuición o reciclaje, pero la década de los 70 y 80 lo tendrán como uno de los referentes principales, como un guía. Y aunque a veces su afán por abarcarlo todo le juegue malas pasadas (como productor ha alternado grandes obras -"Transformer" de Lou Reed- con fallos clamorosos -las mezclas del "Raw Power" de los Stooges-, y su carrera como actor es perfectamente olvidable), no se le puede negar que ha nacido para el show business. A ver con qué nos sorprendes ahora, David.
Vamos como el Wyoming pero a lo bestia. (Estoy dudando dejar este comentario so pena que el Sr. Rick me mande a algún matón.)
ResponderEliminarEs verdad, bowie siempre ha sabido estar en la cresta de la ola, y ha derrochado clase y elegancia. Para mí en los 70 era la encarnación de lo moderno.
ResponderEliminarDiscrepo un poco del concepto que has expuesto del cantante solista aunque que te refieras exclusivamente al ámbito británico (ya sabemos que en el contexto norteamericano son una pieza primordial del r&b y del soul: desde Ray Charles o Ruth Brown hasta Otis Redding, Aretha o Marvin Gaye). En el rock británico hay "cantantes con grupo" de cierto prestigio y calidad anteriores a los Beatles y en la misma línea de Cliff Richards: Tommy Steel, Alexis Korner, Johnny Kidd etc... Luego hay no muchas pero sí algunas figuras solitarias, casi todas las cantantes femeninas y gente como Donovan cercana al folk rock.
ResponderEliminarDavid Bowie es una pieza maestra en el cambio de década y al que se debe la pervivencia de cierta corriente humanística en los 70 contrastando con la frialdad del rock psicodélico y progresivo. Por eso en los 80 siguió incólume y sin que le afectara la revolución musical que entonces se produjo.
Buena exposición. Bowie en los 70 es Dios, con sus varios alter-egos, pero sobre todo con discazos insuperables.
ResponderEliminarHay que ver que este Space Oddity, más en la onda folk es un primer paso enorme, pero lo del The man who sold the world y el Hunky Dory dejan las cosas claras, para explosionar en esa obra cumbre que es The rise and fall of Ziggy Stardust and the spiders from Mars.
Aladdin Sane completa una tirada de discos fabulosos. A partir de ahí hasta el final de los 70, no llega a superar esta época pero la trilogía berlinesa merece mucho respeto, ojo, seguía cambiando con mucho estilo.
Bowie en los 80 bajó el pistón, tiene grandes singles, pero discos muy irregulares, pero a mediados de los 90 recuperó un nivle altísimo con discos como Earthling, ...Hours, y los maravillosos Heathen de 2002 y Reality de 2003.
Yo, le echo muschísimo de menos, como a veces digo en mi espacio, pero como actor haciendo de Tesla en El Truco final me gustó.
Un saludo.
Y ahora los Bee Gees ya no pueden existir mas
ResponderEliminarPues sí señor Bubo, la verdad es que esa comparación con Wyoming es un tanto optimista por su parte: tanto en sus comienzos al lado del Reverendo como con sus grupitos rockeros, la tendencia natural de ese personaje es el humor más que otra cosa. Lo cual me parece muy bien, aunque a veces me cargue un poco su tono progre. De todos modos, ojalá hubiese más como él. Y tranquilo, que no le mando a ningún matón. A esos los tengo para cosas más trascendentes.
ResponderEliminarLa cresta de la ola, esa es la imagen clásica de Bowie: siempre a la última. Hay que reconocer que a veces se pasaba de moderno, y otras descarriaba. Pero en cualquier caso, nunca se quedó quieto. Y el asunto ese de la elegancia, mister Chafardero, es otra de sus señas de identidad: un dandy, sí señor.
Hola, herr doktor. Comprendo sus objeciones, pero tenga usted en cuenta que estoy simplificando la escena para entrar en situación: Tommy Steele es el pionero de Cliff Richard precisamente, y por tanto lo considero incluido en ese paquete (del cual ya digo que Richard es el ejemplo más popular). Y lo mismo pasa con Johnny Kidd (por supuesto acompañado de sus Pirates), aunque este era un poco más cañero que los otros. Y ya puestos podríamos citar a Lonnie Donegan, rey del skiffle, y a otros cuantos. Está claro que hay más gente que Cliff; pero como ejemplo para resumir una escena me parece el más válido por ser el más conocido, y no tiene sentido citarlos a todos si de lo que quiero hablar es de la actualidad en 1969.
Otra cosa son los nombres sagrados como Alexis Korner o Cyril Davies, los padres del blues británico, que pertenecen al segundo paquete: el de solistas trascendentes pero inmersos en grupos, como Morrison o Burdon. Korner y Davies trabajan, entre otras, en la denominación comercial "Blues Incorporated", es decir, un grupo. Y por otra parte no son exactamente "cantantes" en el sentido en el que yo utilizo el término en este post (en el que sí cuadrarían Morrison o Burdon antes que ellos), sino "músicos". Más "músicos" que Long John Baldry, que era el cantante solista de esa banda por entonces -y de muchas otras- y al que tampoco cito por eso precisamente: por formar parte de bandas, no actuar a su nombre. Por esa lógica debería citar también a Mayall (Bluesbreakers) y muchos otros, pero ya digo: estoy a lo que estoy, y por otra parte el mundo del blues -un mercado distinto- lo he tocado en la etiqueta BBB. Por cierto, a Baldry he de citarlo de modo tangencial en el próximo post.
En cuanto a las cantantes femeninas, la mayor parte entra en la misma consideración que la de Richard. Así que Lulu (con o sin sus Luvers), Dusty Springfield (a medio camino entre el soul y el pop), Billie Davis, Petula Clark o P.P. Arnold pueden sentirse representadas perfectamente en ese grupo (y las quiero mucho, que conste). Por otra parte, la mayoría de ellas fue reverenciada por los mods: si usted echa un vistazo a la parte Northern Soul de la serie que hice sobre esa tribu se encontrará a algunas de ellas y a otras cuantas y cuantos -generalmente de origen americano- que se constituyeron en los jefazos del soul británico entre 1965 y 1968.
Y nos queda, como dice usted, "la gente como Donovan". Es decir, los cantautores (o, más genéricamente, los cantantes compositores). El más significado, de momento, ha sido él; pero por la evolución de su carrera lo incluí en la serie sobre psicodelia, que es la que mejor le cuadra. En esta serie del 69, más orientada a los nombres generalistas, creo que el más importante es Bowie, y ahora le toca el turno a Elton John y a Kevin Ayers. En resumen, y como siempre digo: si no hacemos unas clasificaciones que desembrollen un poco el panorama, esto sería un sindiós. Ya sé que a veces me paso con tanto orden, que puede parecer desmedido a ojos de quien conozca un poco la época; pero mi ilusión es que haya alguien al otro lado más joven que yo, que lea estos tochos y pueda hacerse una mínima composición de lugar.
Ah, que con el rollo me he olvidado de su comentario sobre Bowie. No sé si hay o no un componente humanístico en él que lo diferencia de otros, pero lo que sí es cierto es que su voluntad de estar siempre al día, su capacidad de regeneración, lo lleva poco después de esta época hacia el glam; y de ahí a una época más fría -la "alemana", más intelectualizada- y luego a sus escarceos con el tecno. Y ese perfecto entendimiento posterior del futuro que traen los Pixies, y así sucesivamente. Es una mente muy viva, es lo único que puedo decir de él.
ResponderEliminarBuenas, mister Truffle. En efecto esos dos discos que usted cita son una contínua ascensión hasta llegar al "Ziggy Stardust", que para mí es su obra cumbre; que no sea comparable con la trilogía alemana es otro asunto: yo los veo un tanto fríos, en parte por la influencia de Eno y ese tipo de personajes. Pero su nivel musical es innegable.
En cualquier caso no hay duda de que los 70 son su década dorada. En los 80 tiene muchos altibajos, aunque casi todos sus discos esconden alguna pieza interesante. Pero lamento decir que los 90 ya no son su época: arrastrado por el fulgor de los Pixies también él se cree capaz de hacer ese tipo de sonido, y la verdad es que su experiencia con Tin Machine es decepcionante. No lo he seguido mucho desde entonces: oí algunas cosas de "Heathen" y no me sentí ilusionado. Creo, honradamente, que su época ya no es esta. Y lo de "echarlo de menos", pues no sé: está en la Historia, como otros cuantos a los que les pasó el tiempo, pero su obra sigue ahí. El problema actual no creo que lo pudiese resolver él ni nadie, por muy revolucionarios que fuesen.
Siento mucho la muerte del señor Gibb, estimado Sargento, aunque he de reconocer que los Bee Gees nunca fueron un grupo de mi agrado. Es una pérdida más, pero honradamente le digo que no me ha afectado tanto como otras. Digamos que no es el tipo de música que a mí me emociona.
A mi también me parecen de menor gancho las canciones del 'Space Oddity' a partir de la tercera. Pero lo he escuchado poco aún. Dicho esto, y sin ánimo de manchar el nombre de tan fantástica canción - que me encanta -, me veo en la obligación de dejar esta chorrada una vez más:
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=Weyc2OgYh5w
Bowie fue todo un mod en la época mod, parece que sobre todo en el aspecto, como dices. Luego ya nació el Bowie de verdad, el personaje o los personajes.
Te copio: ''(...)su habilidad para tomar ideas de otros y modificarlas hasta hacerlas parecer suyas y su visión de futuro.'' Creo que esa es la clave en este artista. Incluso el famoso peinado Bowie, con las cejas depiladas y el pelo rojo, que tanto le copió su tropa de seguidores, como la corte de un rey del glamour, fue a su vez copiado por Bowie a otros jóvenes artistas cuando Bowie conoció al fin de primera mano la contracultura newyorkina. ¿Y no dijo Mick Jagger en algún momento algo así como ''otra vez me ha vuelto a copiar Bowie la ropa''? Algo así, no recuerdo bien...
Quizás otorgó una excesiva importancia a la moda, incluso teniendo en cuenta que vivía no solo de la música, sino del arte en su conjunto. Pero bueno, se lo perdonamos.
ResponderEliminarOtra cosa curiosa es la imagen que ha dejado en mucha gente que apenas sabe nada de él. Mi padre, sin ir más lejos, cree que es un icono gay. Está claro que Bowie jugó con la sexualidad para hacerse notar: que si gay, que si luego bisexual, seguramente hetero... Cosas que no deberían importar a nadie, pero claro, forma parte de su personaje esa ambigüedad.
En cuanto al cine, yo precisamente conocí a Bowie por su papel en ''Dentro del laberinto'', una peli infantil que me gustaba mucho (de hecho, nos la ponían en los primeros años de EGB). Y como dicen más arriba, en ''El truco final'' da el pego en su papel de Tesla, que le va como anillo al dedo. Una buena película, por cierto. No, no pasará a la historia precisamente como actor, pero su polifacetismo en encomiable.
Vaya, estimado yerno, está usted en plan juguetón, ¿eh? Hacía siglos que no disfrutaba de la excelsa versión de los Calatrava Brothers (aunque el montaje es un poco cutre. Y el señor de Nirvana no cuadra mucho ahí). Que por cierto, tal vez fue el single más vendido de esa lunática pareja: entre los completistas de Bowie -no es coña- y los frikis, fue un éxito.
ResponderEliminarUno de los motes de Bowie es "El camaleón", lo cual casa perfectamente con su conducta. En efecto, copió mucho, pero para darle una nueva forma. Y a esa famosa frase de Jagger, que tal vez no sea oficial, podemos sumarle esta otra que sí lo es porque quedó escrita: "Si te ve un modelo nuevo de zapatos, al día siguiente los tiene él. Y todo el mundo pensará que es un descubrimiento suyo". En fin, que la cosa viene de lejos. Pero hay que reconocerle una capacidad de transformación que otros copiadores no han tenido nunca, y ese es su mérito. La importancia que le prestaba a "la moda" era en realidad un aspecto más del producto relacionado con la música, y eso no siempre es lo mismo que la moda. Quiero decir que su imagen era actual y a veces futurista; no exactamente un producto de tienda de ropa, sino algo más.
En cuanto a su sexualidad dudosa -otro ingrediente más sobre el que forjó su figura, buen material para las portadas de sus discos-, le transcribo un comentario suyo de los años 80: "La mayor equivocación de mi vida fue declarar que era bisexual cuando en realidad solo estaba experimentando, como cualquier persona joven". Esa experimentación fue, sin embargo, muy sonada: poco después de casarse con Angie, en 1969, hubo una época muy bien descrita por Tony Visconti, que además de ser por entonces su productor vivía con la pareja: "Los miércoles él iba a un local de homosexuales, y ella a uno de lesbianas. Ambos traían gente a casa, y esas noches tenías que cerrar el dormitorio: los invitados iban de cama en cama buscando sangre fresca". Como ve usted, eran una pareja de lo más moderno.
En cuanto al cine, qué quiere que le diga. Me parece un actor mediocre, como casi todos los músicos. Y admito que en alguna escena aislada -puntual, que dicen ahora los modernos- puede haberlo hecho bien, pero creo que no es lo suyo.
¿Los Calatrava qué...? Sorprendido me dejas, no sabía de una versión en castellano de esa canción, pensaba que había sido una ocurrencia de quien subió ese vídeo. De lo que se entera uno.
ResponderEliminar"Si te ve un modelo nuevo de zapatos, al día siguiente los tiene él. Y todo el mundo pensará que es un descubrimiento suyo" ¡A esa frase me refería! No me acordaba bien.
En cuanto a la sexualidad que mostraba Bowie, si, es verdad que debió ser experimentación, y también la época. Las estrellas del pop y del rock eran por lo normal más liberales y con la melena suelta, como quien dice, que el resto de la sociedad de su tiempo. Y bueno, que además fueron los años del glam, así que dentro de ese círculo estaría bien visto mostrar esa presunta liberalidad de gustos.
Pero vamos a ver, yerno… ¿me está diciendo usted, un señor friki de los pies a la cabeza, que no conoce a los Hermanos Calatrava? Es que no me lo puedo creer, oiga.
ResponderEliminarPues, para resumir, le diré que era una pareja cómica en la que destacaba "el feo" (como si el otro fuese guapo): tenía un ligero parecido con Mick Jagger, y algunas caricaturas han hecho en base a eso. Su especialidad era la parodia de canciones de éxito, y son los antecesores de personajes como el Dúo Sacapuntas, Chiquito de la Calzada y demás joyas del show business patrio. Busque en Internet, ya verá.
Y sí, la experimentación de todo tipo estaba a la orden del día en ese gremio. Hoy en día nos puede parecer arcaico que las estrellas del rock sean guías de comportamiento y apertura a lo desconocido, porque esa pulsión ha llegado a la clase media. Pero en aquella época fueron fundamentales: la gente con menos prejuicios en aquella época eran los aficionados a la música yeyé. Estábamos hechos a todo, con las historietas que leíamos sobre nuestros ídolos.