martes, 4 de diciembre de 2012

1970 (IX)

Es curioso ver cómo el paso del tiempo cambia la perspectiva que se tiene sobre muchas bandas. Las progresivas, por ejemplo: de entre las que surgieron el año pasado, da la impresión de que solamente King Crimson tienen un futuro memorable por delante. Y sin embargo, aunque con más lentitud, las otras tres que estamos siguiendo (Yes, Genesis y Van Der Graaf Generator) llegarán a quedar en el recuerdo con los mismos honores. Las dos primeras incluso superarán de largo el total de ventas que consiguieron los Crimson, mientras que la tercera alcanzará su categoría de “banda de culto” este mismo año. Es un título envenenado, ya lo sé, pero en 1970 los Generadores son probablemente el grupo más interesante de estos tres. 


Yes, que al final acabará siendo una de las bandas más longevas de la historia (lo cual no es ninguna alabanza, pueden creerme), se ha convertido ya en el feudo personal de John Anderson y Chris Squire. Con su primera obra habían conseguido parabienes de la crítica pero pocas ventas, a pesar de que su novedoso estilo sinfónico resultaba por momentos muy agradable. Hasta entonces sus melodías han estado envueltas en una estructura rockera, procurando que todos los instrumentos suenen nítidos, con mucho brillo; pero tal vez el truco para conseguir una mayor audiencia sea cargar las tintas, y a ello se ponen: con la ayuda de una orquesta van desarrollando el nuevo material, en el que comienzan a percibirse rasgos del tremendismo que tanto gusta a los dos líderes. Esto termina por incomodar profundamente a Peter Banks, que ya se había manifestado contra su carácter despótico y cuya guitarra va perdiendo peso ante las incursiones orquestales. Y el resultado es que, dos meses antes de la publicación del nuevo disco, es despedido. La funda británica ya está impresa, pero no tienen inconveniente en retirarlo de la fotografía que ha de configurar la portada americana (o la española, sin ir más lejos) y sustituirlo por el nuevo guitarrista, el magnífico Steve Howe (ex Tomorrow), a pesar de que no ha tenido la más mínima participación. Así, con un par… de líderes. Lo malo es que la contraportada será la misma en todas partes, y en ella sí vemos al bueno de Banks: un sindiós, en resumen (que por cierto: “Yes” no será un nombre muy original, pero se le ocurrió a él. Y tras su marcha creará el grupo “Flash”, que representa lo que podrían haber sido Yes sin tanto exceso. Vale la pena echarle una oreja, por lo menos a su primer disco). 

El disco, que aparece en Julio, se titula “Time and a word”. Y sí, se nota el crescendo en los planes sónicos de Anderson y Squire: “No opportunity necessary, no experience needed”, la pieza inicial, lo deja bien clarito. Teóricamente es una versión de la original de Richie Havens, pero no se nota mucho salvo por la letra y algunas escalas melódicas. La cosa comienza con un órgano catedralicio que va seguido por las notas iniciales de algo que nos suena mucho, que nos lleva casi a la infancia... dónde habré oído yo eso… ¡coño, pero si es “The Big Country”! Bueno, en España “Horizontes de grandeza”, pero seguro que la mayoría de ustedes recuerdan esa fastuosa banda sonora de una de las películas más emblemáticas del Viejo Oeste. Tremendo. Y así va la cosa, con fusiones entre la banda y la orquesta, y la voz apocalíptica de Anderson, y mucha grandeza. Este es el tono casi general del disco, donde hay de nuevo un homenaje a las bandas americanas que tanto gustan al pequeño Napoleón, y en esta ocasión le toca a Buffalo Springfield: “Everydays” respeta inicialmente el carácter que le imprimió Stephen Stills para llevarnos luego a un desarrollo contundente pero comedido, teniendo en cuenta el tono general. Hay por el medio algún momento de relajación, como la delicada “Clear days”, y otras que a pesar del tremendismo suenan realmente bien: ese es el caso de mi preferida, “Sweet dreams”, que cierra la cara A. Pero la verdad es que a mí me gustaba más el primero, que era menos pretencioso. De todos modos quedaremos a la espera, a ver qué camino siguen. 

En cuanto a los otros dos grupos hay que recordar que llevan una secuencia muy similar, una evolución que los hermana: habíamos dicho que Tony Stratton-Smith, manager de Van Der Graaf Generator, estaba rematando la puesta a punto de una nueva casa discográfica, y en 1970 ya funciona a pleno rendimiento. Se trata de Charisma Records, que se convertirá en uno de los mayores referentes en el género progresivo (aunque también veremos algún grupo folkie como Lindisfarne e incluso muchas grabaciones de los mismísimos Monty Python). Y Genesis van en el paquete a sugerencia de John Anthony, el colega de Tony, que será uno de los productores estrella del sello y por supuesto de las dos bandas. 


Van Der Graaf Generator no habían tenido suerte con su primer disco en Mercury; y no por su calidad, sino por el problema de distribución que obligó a los oyentes británicos a importarlo. Eso significa que su escasa popularidad inicial se basa en el boca a boca mucho más que en la casi inexistente promoción que tuvieron. Pero aunque son una banda minoritaria hay alguna gente que ya los admira; especialmente los fans de Genesis y King Crimson, que reconocen en ellos esa fuerza especial, ese intenso y a veces tenebroso sentimiento que tiene su música: hay muchas semejanzas entre estos grupos, tan capaces de superar por momentos el lirismo de Yes como de descender a las más inquietantes grutas del espíritu (joder, qué serio me he puesto). La voz de Peter Hamill no es potente como la de otros, pero a cambio dispone de un enorme repertorio de tonos que van desde la dulzura hasta la demencia, en una escala casi teatral que pronto le valdrá el apelativo de “el Jimi Hendrix de la voz” aunque a veces se pierda un poco entre sus fantasmas. Y buscar ese equilibrio entre luz y tinieblas es la tarea de los Generadores. En suma: imagínense un eslabón perdido entre King Crimson y Genesis (para mí, a la altura de los Crimson y superiores a Gabriel y sus amigos). Ese es su rango. 

Su fichaje por Charisma (recuerden, el dueño es su manager) les permite una libertad de acción que no tuvieron en Mercury. Aunque antes de ponerse a trabajar hay un cambio y un refuerzo: el bajista Keith Ellis, demasiado rockero para los planteamientos del grupo, se marcha y es sustituido por Nick Potter, que además intervendrá en los escasos momentos en los que se necesiten las notas de una guitarra. Y el refuerzo es de campanillas: David Jackson, saxo y flauta. El señor Jackson, a quien la prensa llegó a bautizar como “El Van Gogh del saxo”, será a partir de ahora una de las referencias principales del grupo junto al Hendrix de la voz. Y en Febrero aparece su segundo disco, primero en la Isla: “The least we can do is wave to each other”. Yo qué quieren que les diga: desde el arranque entre silencios y ráfagas ventosas de “Darkness” seguida por la delicia absoluta que es “Refugees”, me siento cautivado. Hay algunos momentos un poco pesaditos, claro: ya dije, un cruce entre los Crimson y Genesis, siempre al borde del exceso. Pero me parece una de las obras cumbres del progresivo isleño, y no soy el único que piensa así. En cualquier caso, por si había dudas, despiden el año con “H to He - Who am the only one”, que desarrolla los perfiles del anterior: “Killer”, que abre el disco, es talmente eso, una killer del progresivo; un desarrollo fantástico, equilibrado por la voz teatral de Hamill y el tono de jazz rock que le imprime Jackson. Y luego, como en el disco anterior, una vuelta a la dulzura melancólica con “House with no door”. Y en conjunto… digo lo mismo que antes. Que saquen el siguiente pronto, por favor. Ah, y mis idolatrados Jethro Tull conocen al menos estos dos discos: hay pasajes en los futuros “Thick as a brick” y “A Passion play” en que lo demuestran. Esos juegos de saxo y teclados no son invento suyo. Por no hablar de la influencia que tuvo Hamill sobre Bowie (“uno de mis maestros”, reconoció). 


En cuanto a Genesis, pongamos el contador a cero y olvidemos su primer disco: estaban por hacer y no eran dueños de su estilo. Aquel batiburrillo de Moody Blues con Bee Gees se ha terminado lo mismo que la obediencia a Jonathan King, ya vuelan libres; y si los ha fichado la escudería Charisma por algo será, digo yo. Ese cambio de sello no es un mero dato contable, neutro, en el caso de esta banda: Gabriel y sus socios aprenden mucho del estilo de los Generadores; incluso de su tono teatral, que Genesis va a llevar a verdaderas representaciones escénicas, con su líder disfrazado, adquiriendo las más estrambóticas personalidades que uno pueda imaginarse. La producción de John Anthony hará incluso que el sonido de ambas bandas sea similar, aunque resulta evidente que el estilo de estos muchachos es, en conjunto, más “apaciguado”. Y mientras Gabriel no se sienta plenamente líder, Anthony será su alquimista en el estudio. Hay un nuevo cambio en la batería: John Mayhew sustituye a John Silver, y a continuación el grupo se encierra para grabar lo que será su verdadero primer disco. 

“Trespass” aparece en Otoño del 70: cuadra muy bien la estación con el contenido de la obra, que ha sido compuesta y desarrollada en directo por todos los miembros de la banda antes de llegar al estudio. Y las cosas como son: no alcanza la brillantez de discos posteriores, pero ya hay algunas piezas notables como “Looking for someone”, la primera -tal vez la mejor- con ese arranque de Gabriel cantando al estilo de la iglesia anglicana acompañado por un órgano y unas notas de guitara entre algodones que dan paso a un desarrollo vigoroso y muy agradable. La siguiente, “White mountain”, es una especie de balada rítmica donde ya algunos empiezan a usar el término “pastoral”, que me parece muy ajustado en el caso de este grupo. Porque algo parecido vemos en la siguiente, “Visions of angels”, a pesar de la marcada sección rítmica, y ese es el tono hasta llegar a la final “The knife”, en la que se despiden con otra exhibición de nervio y que con el tiempo se ha convertido en una de las favoritas de sus fans. En resumen: un buen disco -mucho mejor que el primero, desde luego-, con carácter propio. Pero aún les falta madurar un poco. 

Bien, pues ya hemos terminado con los progresivos: un género cada vez más intrincado, que no es plato de gusto para todo el mundo, y tal vez con razón. Pero junto a los momentos de exceso -que a veces rayan en lo patético- hay otros exquisitos, y eso obliga a seguir rastreando. Ya saben, esas exclamaciones de alegría del buscador de pepitas de oro cuando encuentra una, esa es la esforzada tarea del melómano. 



19 comentarios:

  1. Muy de acuerdo en que el progresivo es un género difícil para muchos, a mi me cuesta un poquito, pero como todos los géneros menos populares, tiene su momento concreto, en el que se disfruta atope y sin saturar (es decir, cuando te lo pida el cuerpo). A los Jethro los conocí tartde,me enganchó "Thick as a Brick" y sobre todo "Living in the past", tuve la suerte de verlos en directo (esto no sé si lo he contado ya) en un show muy divertido, con camareros sobre el escenario, champagne y una rubia sentada a una mesa con un candelabro...muy chik y elegante!

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    1. Es un género difícil, sí. Y también es verdad que muchas veces los grupos se pasan de la raya, pero de vez en cuando viene bien volver a escuchar algunas de aquellas piezas. Lo malo del asunto es que quien no las conozca se ve obligado a rastrear en un mundo en el que más de la mitad de la producción es un coñazo, las cosas como son. Pero en fin, a veces ya digo: das con la joyita enterrada entre un montón de basura y te compensa.

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  2. "esas exclamaciones de alegría del buscador de pepitas de oro cuando encuentra una, esa es la esforzada tarea del melómano."

    Aquí, aquí, aquí me da usted tema. Canciones tremendas se cuentan por millares, pero discos de rock de legendarios o que por alguna razón tomamos como tesoros... uf, infinitamente menos.
    El buscador de pepitas de oro musicales y el navegante que sobrevive a las tormentas de relleno -también musical-, dos caras de la misma moneda, ¿verdad?
    Si algo me gusta de la música 'clásica' es la absoluta ausencia de momentos cien por cien prescindibles. Claro, depende también de la época: no es lo mismo cierto barroco de piezas que inclusive se componían para ser interpretadas mientras los oyentes se dedicaban a hacer otras cosas que el tiempo que transcurre del clasicismo en adelante. En ese sentido me gustó lo que oí a un tipo hace varios meses de que 'no se puede escuchar de la misma manera a Corelli y Purcell que a Beethoven y Mahler'.
    De todas maneras, insisto, las impresionantes sucesiones de discos en bandas como Led Zeppelin o The Beatles son una constante -en términos de obras- cuando uno salta, por ejemplo, al siglo XIX, lo cual pues está muy bien jaja
    Y no sea usted tan fistro de leer mis palabras en clave de superioridad o inferioridad. Créame que no soporto esos discursos, ni a Fernando Argenta declarar que la música 'clásica' es dieta sana y el pop rock grasa saturada del Burguer King (verídico).

    Con respecto a los grupos... los Generator son una tarea pendiente. Decir que me mola lo que estoy oyendo de 'The Least...'.
    A Yes les debería dar un repaso. Hace dos años y medio eran una de mis bandas prog de cabecera. 'The Yes Album', 'Close to the Edge'... Y no crea, este 'Time and a Word' también lo encontraba interesante; el principio de la pomposidad, para lo bueno y para lo malo.
    Astraaallll traaaveeeelleeerr, liiviiing withoouuuuut heeeeer

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    1. El número de discos legendarios depende mucho de la empatía del oyente, signore Giovanni. Y claro, para algunos solo se consideran como tales aquellos que cuadran con su gusto. Es un asunto muy complicado, la verdad: ni llega a haber tantos como para hacer una lista de 500, como he visto alguna vez, ni son únicamente los que a uno le gustan. Todo depende, en este mundo. Y por otra parte habría que tener en cuenta el número de canciones buenas, malas y regulares que componen la obra, ya que es muy raro ver un disco perfecto: siempre sobra alguna.
      Estoy de acuerdo en el asunto de la música clásica: su perfección formal ya nos da, como mínimo, la garantía de escuchar una obra técnicamente magnífica. Y luego volvemos con la empatía.
      Y no se precupe usted, hombre, que no soy tan fistro. Después de mucho tiempo visitando los blogs de unos y de otros ya me hago yo un perfil de cada uno, y me consta que no es usted un botarate intelectualoide ni mucho menos: al contrario, me cae muy bien. Especialmente por ese sentido del humor que desdramatiza cualquier afirmación y que demuestra que, como yo, sabe reírse hasta de usted mismo.
      Ahora, de los Generadores espero su opinión: ya se lo dije el año pasado, estos muchachos van mucho con sus aficiones de usted.

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    2. Qué salao es usted.
      Y discrepo en general con eso de la empatía. Decía un sociólogo alemán de nombre impronunciable que cualquier interpretación musical se realiza sobre la base de criterios sociales. Pues yo añadiría que también toda escucha está mediada -o mediatizada- por ese tipo de criterios; o al menos toda escucha que tenga por objeto la música no inmediata, empezando por Bach y terminando por Coltrane. Recuerdo lo que me llegó a gustar 'Kind of Blue' en marzo de este año y lo aburrido que lo encontraba allá por enero. Y ese cambio se produjo porque me metí en el tema; busqué info sobre jazz en general, sobre jazz modal en particular, sobre quién rayos era Miles Davis... Pero no habría hecho todo eso de no ser por los comentarios de un amigo sobre la magia de ese disco y del jazz. O sea, sí, empatía. Pero la capacidad de 'empatizar' depende de nuestra insistencia en disfrutar la obra (dejemos por un momento el asunto más complicado de 'entenderla'), en lo que nos movamos para saber más del asunto, en los conocimientos técnicos de que dispongamos, etc. Y todo eso a su vez depende de valoraciones ya realizadas que lleguen hasta nosotros. Vamos, que yo veo lo de la empatía y el disfrute mucho menos subjetivo (y más intersubjetivo, que diría el sociólogorl).
      En fin, que viva Jon Anderson.

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    3. Mmmmm… Espere un momento, que voy al DRAE. A ver… empatía… aquí:

      Empatía: sentimiento de identificación con algo o alguien.

      Me da la impresión de que, en cierto modo, volvemos al asunto del señor Adorno: dejando aparte la mayor o menor cualificación cultural (aspecto cuya importancia es radical, por supuesto), está luego el carácter, el espíritu de cada uno. Lo cual resulta evidente, ya que de lo contrario todos los aficionados a la música clásica tendrían el mismo rango de atracción o repulsión por cada uno de los músicos que componen ese Olimpo. Y no es así. Como no lo es en el mundo del jazz, del rock, de la sardana o el género que usted prefiera. Le pondré un ejemplo diáfano: mi admirado Diego A. Manrique, la flor y nata de la prensa musical española, dice detestar la zarzuela… y a Jethro Tull, entre otros (¡buaaaaa!). Ante esta opinión, proveniente de semejante caballero, ¿qué debemos hacer los aficionados a ese grupo?, ¿nos cortamos las venas o nos las dejamos largas?

      Porque claro, don Diego es quien es. Y evidentemente nadie va a discutir una formación musical como la suya: vasta, profunda, acojonante. Entonces, avergonzado por mi ignorancia, mi bajeza, mi despreciable insignificancia, mi taruguez mental, tendré que consolarme recurriendo a aquella definición del Arte que decía: Arte es la obra que crea una emoción en el receptor. Ya, ya sé: visto así, un lolailo que disfrute con los Chichos podrá reivindicarse plenamente, pero ya nos entendemos. Yo disfruto con la música clásica o el jazz de un modo distinto a como lo hago con la música ratonera: en primer lugar prefiero oírla en directo, me entra mucho mejor; en disco me cansan un poco (¡Oh! ¡Anatema!). En segundo lugar admiro su técnica, su perfección sublime, pero no me emociona como la ratonera. Qué le voy a hacer. Será que lo mío es la barriada.

      Así que, en el asunto ese de los criterios para la música inmediata o no, coincido con usted en que cuanto más sabemos de una obra, más nos metemos en sus tripas, mejor sabremos valorarla. Totalmente de acuerdo, y esa ha sido siempre una obsesión mía, destriparlas. Las valoraciones realizadas por otros, en cambio, nunca me afectaron mucho: he leído verdaderas tonterías a favor o en contra de un disco o artista que luego, al caer bajo mis garras, me daban la impresión de que estaban hablando de otros. Por suerte o por desgracia, muchos grupos que pasaron a ser de mi disfrute lo fueron sin referencias previas de terceros: yo era de los que se ponían a bucear entre las cajas de discos de la tienda, y no me quedaba tranquilo hasta que los oía todos (bueno, más o menos). Y luego, con el paso del tiempo, me permito discrepar de la mayoría de los comentaristas, a los que a veces no entiendo (o los entioendo demasiado: sirven a sus propios fines). Pero dentro de eso, hay gente como yo que sin embargo no tiene los mismos gustos. Y así debe ser.

      Menudo tocho me he tirado. Y yo que ya estoy sospechando que estos capotes que me lanza son para distraerme y que me olvide de insistirle sobre los Generadores…

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  3. Tengo un problema a la hora de valorar a estos tres grupos ya que no de tu entrada que como siempre es magnífica. Mi problema estriba en que acercarme a la música de ellos es como acercarme a una vieja casa donde he disfrutado de momentos inolvidables cuando sus sonidos eran una parte muy importante dentro de unas vivencias que marcaron mi juventud. Como nos suele pasar en estos casos. cuando uno vuelve a aquellas estancias las ve mucho más pequeñas y cutres de lo que recordaba y lo que entonces parecía deslumbrante adquiere a veces ciertas tonalidades escasamente luminosas. Desde entonces ha pasado mucha música por mis oídos y aquello que me parecía la personificación de la buena música ahora me suena excesivamente pretencioso y hasta falaz.

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    1. Estoy de acuerdo, herr doktor, en que el rock progresivo es uno de los géneros que peor ha soportado el paso del tiempo: cuarenta años después de aquello y de que, como usted dice, hemos tenido tiempo para crecer y oir otras cosas, la imagen casi divina que se tenía de algunos grupos cae al suelo estrepitosamente. De todos modos, tampoco se puede generalizar: hay grupos como Yes de los que hoy en día es mejor guardarse, aunque sigo pensando que tienen algunas piezas magníficas. Genesis se hallan en un término medio: algunas de sus obras ya me aburren, pero especialmente "Selling England by the pound" y "The lamb..." siguen gustándome mucho. Y los Generadores, en conjunto, son una de las pocas bandas que aún hoy salvaría de la quema junto a King Crimson.

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  4. Exceptuando a los Van der Graff, conozco casi al dedillo la discografía de los otros grupos y he de decir que en su dia su música fué para mi como una Biblia , he pulido mis sentidos a tope con ellos durante mi juventud,los adoraba aunque los conocí algo tarde, luego llegaron los ochenta y la cosa cambió mucho, sus nuevos trabajos ya no me convencían. De Yes he de decir que si tengo que quedarme con un álbum, este es sin duda el Close to the Edge, de los Génesis me gusta The Lam Lies down on Broadway y con Jethro Tull el problema es que megustan todos, quizá el Thick as a brick es el que mejor recuerdo me deja, tal vez por que lo escuchábamos mucho dentro del 127 de un buen amigo aquellas tardes en el campo, fumando una buena hierba de cosecha propia. De todas formas después de leer el comentario de Dr. Krapp tengo que decir que coincido plenamente con su opinión, cuando repaso toda esa música siento una pequeña decepción, y es que los años no perdonan...

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    1. Eso mismo me pasaba a mí -bueno, con matices- en los años 70, mister López. Nos pasaba a muchos, en realidad: creíamos estar tocando el cielo, cercanos ya a la música clásica. Luego, como le digo a herr doktor, ese ideal se desinfla mucho.
      "Close to the edge" es tal vez de los mejores discos de Yes, desde luego. Y el Cordero de Genesis me parece una obra maestra, muy por encima de Yes. En cuanto a los Tull, claro, no puedo opinar: siguen siendo mi grupo preferido.
      ¡Ay, qué tardes aquellas con la hierba y la música! Snif...

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  5. Pues, al revés que le ha pasado al señor Giovanni, aquí yo no tengo nada que decir, porque no he escuchado a estos grupos aún. No me cierro al progresivo, según la temporada que tenga, le doy caña a los Pink Floyd, por ejemplo. Pero en general me tira más el efectismo del sentimiento directo, en sus variados géneros. Con esto no quiero decir que el progresivo no tenga sentimiento, ni mucho menos, pero es otra forma de expresión musical distinta. Incluso dentro de la 'música clásica', en sentido amplio, lo que me gustan son los autores románticos (Tchaikovski, Grieg, Chopin) con la fuerza de su efectismo sentimental y sus menos notas, antes que otros quizás más elaborados, por decirlo así, que no sé si lo expreso bien. En fin, algún día me pondré con 'Yes', aunque no lo tengo entre mis preferencias, hay otros discos que tengo antes en lista pendiente. Y volveré aquí a leerle de nuevo.

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    1. Pink Floyd son otro estilo, más cercano al rock. La guitarra eléctrica no es un ingrediente fundamental en ninguna de estas tres bandas, por el contrario. Y en cuanto al sentimiento, estamos de acuerdo (diga lo que diga el señor Adorno): la mayor o menos elaboración de una obra, con ser muy importante, no garantiza que vaya a llegarnos al espíritu. Una cosa es la técnica y otra el valor emocionante que a veces tiene la inmediatez. Y en cuanto a Yes, bueno. Pero tal vez yo le recomendaría antes a Genesis y por supuesto a los Generadores.

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  6. Ah, he escuchado 'Sweet dreams', y está bien. Lo primero que pensé es: ¿tendrá alguna relación con la de Jethro Tull? ¿Cuántas canciones hay que se llaman así? A menos tres XD

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    1. Hay varias canciones con ese título, yerno. Tanto en singular ("dream") como en plural. Lo cual es bastante lógico, puesto que queda muy bien. Así, a bote pronto, aparte de Yes y los Tull (en singular), recuerdo a Eurythmics y a Marilyn Manson. Pero seguro que hay más.

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  7. El tiempo es muy injusto, sí.
    Pero nosotros también.
    Algunos coincidimos en que pasamos muy buenos ratos con los progresivos, y en que, en muchos casos, se han quedado atrás.
    Sí.
    Pero en su día se atrevieron a explorar en una difícil y arriesgada dirección, lo que nos hizo disfrutar como locos.
    De Genesis, mi preferido sigue siendo "Selling England by the pound". De Yes, “Relayer”
    De los Generator, nada, pues mi profesor de música me dijo que no merecían la pena, que eran un coñazo. Escuché algo en su día que no me convenció. Trataré de escucharlos ahora. O no.

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    1. Yo no creo que seamos injustos, señor Átono. Simplemente, nos hacemos mayores, oimos más cosas y descubrimos que había mucho de cartón piedra en ese género. Que de todos modos sigue siendo uno de mis preferidos, con las -muchas- salvedades que se quiera.
      De Genesis, el que dice usted y el Cordero. De Yes, tal vez "Close to the edge"... no sé, lo tendría que pensar.
      En cuanto a los Generadores, su profesor estaba equivocado. Corregir ese error depende de usted. He dicho.

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  8. Los Yes siempre me han parecido un insufrible tostonazo. De Génesis creo conocer algo del final de su trayectoria y no me mueve a visitar sus primeras obras. A los Van Der Graaf Generator (el nombre muy bueno) los he escuchado un poco en youtube y me parece que el tiempo no les ha tratado bien. Quizás le pase a todo este género que huele a una época muy concreta, pero por ejemplo King Crimson lleva mejor los años.

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    1. Yes, oidos ahora, son bastante infumables en conjunto, no le digo que no. Pero de todos modos, en sus primeros discos siempre hay dos o tres canciones buenas. Luego, a mediados de los 70 son ya un horror. Los Generadores, aun a pesar del tiempo transcurrido, creo yo que lo llevan mucho mejor: tal vez los Crimson y ellos sean lo más digerible hoy en día.

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