Las últimas bandas que forman parte de lo que suele llamarse “época clásica del rock” surgen este año. A partir de 1971 comienza una época de transición en la que muy pocos nombres nuevos llegarán a la altura de los anteriores: la radicalización del rock en sus vertientes metálica, heavy, etc, son ya otro asunto y otra época; lo mismo pasará con el progresivo, cada vez más oscuro, farragoso y carente de originalidad. El folk, que va un poco por libre, puede darnos alguna sorpresa todavía, pero en conjunto podríamos decir que la fábrica se está cerrando. Y ya que hemos citado en primer lugar al rock duro, empecemos por ahí. Hay tres grupos que, sin llegar a la altura de los estratosféricos Led Zeppelin, serán referentes inevitables a partir de ahora: Deep Purple, Uriah Heep y Black Sabbath.
Deep Purple no es una banda nueva, pero hasta ahora su estilo y su producción discográfica han sido mediocres. Las tres épocas y formaciones más nombradas de este grupo se denominan con las etiquetas Mark I, II y III; la I, que ha durado poco más de dos años, tiene en su haber tres discos erráticos con pretensiones progresivas y donde resulta chocante que sus canciones más recordadas, como “Hush” o “Kentucky woman”, sean versiones (en una banda que compone la mayoría de su material). A mediados de 1969 nace la formación Mark II, en la que a los ya presentes John Lord (teclas), Ritchie Blackmore (guitarra) e Ian Paice (batería) se suma la voz de Ian Gillan (claramente en la estela de Robert Plant) y el bajista Roger Glover. Esta formación, recitada de carrerilla por cualquier fan del grupo tanto en aquella época como aún ahora, es la que los hará entrar en la historia. Aunque su primer proyecto, un empeño de Lord, sea demasiado pretencioso: el Concierto para Grupo y Orquesta junto a la Filarmónica de Londres, publicado a finales del 69, resulta un batiburrillo del cual Blackmore y Gillan, sin ir más lejos, no quieren ni acordarse.
Al final triunfa la tesis de estos dos señores: los Purple se dedicarán al rock machote, género que gracias a Led Zeppelin está resultando muy popular y rentable. Su planteamiento, más sencillo y esquemático que el de los zepelines, lo fiará casi todo a la contundencia de un buen directo; donde resultan ser una banda imbatible, ya que suelen renunciar a todo tipo de arreglo o componente musical que no pueda ser desarrollado sobre el escenario. Y queriendo o sin querer se convierten en la primera gran banda acreedora a una nueva etiqueta, “metal”, una especie de hard radicalizado. Los endiablados punteos de Blackmore (un guitarrista que suele suplir con velocidad su carencia de matices), los vuelos organísticos de Lord, las altas voces de Gillan, la contundencia de Paice y el muy eficaz bajo de Glover constituyen una mezcla letal que se revela en Junio del 70 con la publicación de “In rock”, su primer gran disco de verdad y donde ya hay al menos dos clásicas: “Speed king” y la descomunal “Child in time” (aunque la intro de esta última esté copiada de “Bombay calling”, de It’s A Beautiful Day; quienes a su vez la plagiaron del olvidado Vince Wallace, un músico de jazz callejero). Y por si fuera poco, en esas mismas fechas sale a la venta un single cuya cara A es “Black night”, otra clásica para muchos años. En suma: Deep Purple han llegado al estrellato tras unos años de indefinición que casi los hunden.
Uriah Heep, a primera vista, resultan engañosos: por la instrumentación, el número de miembros y el sonido, podríamos pensar que nos hallamos ante otra banda de hard metal similar a Deep Purple, con cinco solistas equivalentes entre los que sobresalen el teclista, Ken Hensley; la voz del impredecible David Byron y la guitarra de Mick Box (estos tres al menos podrían llegar a ser intercambiables con sus pares de los Purple). Sin embargo la cosa es más compleja, ya que aquí el teclado y con frecuencia la guitarra acústica dan un tono más melódico, más variado, a sus composiciones. Por otra parte, el orden de importancia entre guitarra eléctrica y teclas se invertirá con el paso del tiempo y al revés que en los Purple: el órgano, que aquí tiene un sonido más, digamos, catedralicio, se hará primordial al mismo tiempo que aumentará la influencia de su ejecutor. Los Heep, que además hacen coros con mucha frecuencia, tienen grandes baladas, algunas piezas cercanas al rock progresivo y siempre, en cada uno de sus discos, dos o tres cañonazos rockeros que no envidian a ningún otro grupo del sector (y la prueba de que son realmente buenos es que la revista Rolling Stone, una vez más dando muestras de su visión de futuro, se despachó a gusto con ellos en términos parecidos a los que había usado con el primero de los Crimson).
El primer disco de los Heep, titulado “Very ‘eavy… very ‘umble” se publica en Junio de este año; y también resulta engañoso, si tenemos en cuenta su evolución posterior: el sonido, un tanto primitivo y metalizado, nos recuerda inevitablemente a los Purple. Y su tétrica portada británica, con la cara pálida de ese muerto semioculta por telarañas, nos da la impresión de hallarnos ante una banda mucho más cercana al heavy que al hard (no digamos ya la horrorosa portada americana). Sin embargo y a pesar de todo ello, contiene algunas piezas que se convertirán en clásicas: el arranque con las notas obsesivas de órgano que preludia “Gypsy” ya es inmemorial; y no menos lo es la siguiente, la alegre “Walking in your shadow”, seguida por una versión bastante decente de “Melinda”, la primera balada que interpretan. De ahí hasta el final el camino es irregular pero muy variado, sin olvidar la apertura de la cara B con la monumental “Dreammare”, que podría recordar a los Purple pero que desde luego no tiene nada que envidiarles. Salvo por las ventas, claro (ya saben, lo simple es lo que más vende): nunca llegaron a encajar del todo en las tribus metaleras, y los progresivos los miraban por encima del hombro. En resumen, que estamos ante una banda muy interesante. Seguiremos informando.
Y llegamos por fin a Black Sabbath. Los patriarcas del heavy. Un género que, dependiendo de la edad de quien lo defina, parece tener raíces y características distintas; y lo mismo pasa con revistas y enciclopedias. Estamos por tanto ante otro de esos casos en los que el revisionismo histórico campa a sus anchas. En la Wikipedia he visto que los emparentan con los zepelines y los Purple, añadiendo que sus bases están entre el blues rock y la psicodelia. No sé. Es cierto que hay algo de psicodelia oscura, la psicodelia del mal viaje con la que nos obsequiaron muchos grupos americanos de tercera división, e incluso algunos británicos como los Deviants o Pink Fairies, sin ir más lejos (a ambos grupos les llaman ahora “protopunk”, y antes “underground”); en tal caso, el asunto comienza a finales del 67, cuando el exceso de ácido comienza a sugerir a algunos letristas enajenados la presencia de brujas siniestras, guerreros a un paso del abismo, sombras maléficas, premoniciones sangrientas y demás sustos del ramo. Una variante de ese planteamiento serían los espaciales Hawkwind, de donde salió Lemmy para crear Motörhead. Ahora, lo del blues rock lo veo más "deteriorado": tal vez como hipertrofia, pero aun así… Por muy mal que me caigan Page y sus socios, el estilo zepelín me parece infinitamente mejor que el sabático (no digo nada ya sobre todos los que vinieron luego). En fin, a ver qué les parece esta sencilla definición de don Diego sobre tan tremebundo género circense: “Volumen, desafío, guitarreos heroicos, ritmos pesados, voces torturadas, luces cegadoras, explosiones. Inmortal en cuanto a popularidad”. A mí me vale.
Justo con esa filosofía se presenta esta banda de Birmingham que a finales del 69 consigue un contrato con Philips. La evidencia de que los sellos discográficos aún no saben dónde encajar este nuevo tipo de sonido la vemos en el hecho de que son asignados a Vertigo, la rama progresiva del gigante. Y poco después graban su primer single, una versión de los Crow titulada “Evil woman”, bien hecha pero sin perfiles propios: el estilo soul rock original que le dieron los americanos se modifica levemente hacia el hard, y poco más. Aparte, claro, del aura dolorida que le suministra la voz del bueno de Ozzy Osbourne, un nuevo icono para el futuro. Y muy poco después aparece su primer LP, de título homónimo, donde las intenciones quedan claras desde el principio: la tremebunda “Black sabbath”, que lo inaugura y para mí es una de las mejores composiciones de su carrera, lo dice todo. La letra tiene suspense, hay cambios de ritmo, y al final el protagonista muere. El tono general, siniestro, denso, machacón, convierte a este disco en una biblia del género, mucho mejor que cien definiciones. Las ventas son magníficas, lo cual demuestra que han llegado en el momento idóneo para triunfar. Y antes de que acabe el año tenemos su segundo disco, en la misma línea y cuya estrella es “Paranoid”, que le da título y salió también en single. Otro cañonazo, y la consagración definitiva del heavy metal. Suerte, muchachos: el mercado es vuestro.
Así están las cosas: a nivel mayoritario, la dureza se impone. Los años setenta, al menos en sus comienzos, no son buena época para las delicadezas. La situación social, la desesperanza, las drogas duras, son el amargo legado de la era feliz. Pero nosotros seguiremos rastreando, a ver con qué otras novedades nos topamos.
Primero felicitarle por tener otro año más abierto este garito tan interesante.
ResponderEliminarNo puedo decir nada de la nueva música que engalana la banda izquierda porque no la puedo escuchar, pero me he quedado con ganas de Dutronc y de Blondie entre otros. A ver si en otro momento los duendes de la técnica me dejan oírlas.
Sobre el post de hoy, debo confesar que yo fui uno de los poseedores del In Rock, y no me pregunte por qué porque no sabría responderle. Como muchas veces me pasa aquí, vienen a mi memoria a cuenta de los grupos que comenta recuerdos de otros tiempos ya lejanos... y de otras gentes algunas de las cuales ya no están. Será el problema de ir cumpliendo años.
Pues eso, que tuve una época en que me gustaban los Deep Purple, más que nada por dejarme llevar por la corriente. Hoy los oigo con un aire añejo. No han envejecido del todo mal pero me suenan lejanos.
A los Uriah no tengo el honor de conocerlos, y Black Sabbath son demasiado para un alma tan cándida como la mía
Gracias, señor Chafardero. Y espero que también su garito siga en pie, porque da la impresión de que cada vez somos menos los que seguimos fieles a San Blogger.
EliminarLa pieza que había pensado para usted es la de Blondie; aunque es verdad que la del señor Dutronc también le cuadra, creo yo. Y supongo que el problema técnico no durará mucho, así que paciencia.
Los Purple son una de esas bandas intemporales que aún hoy se dejan oir con agrado: no eran tan salvajes como muchos de los que vinieron luego, y tienen unos cuantos exitazos que siguen sonando frescos. A los Heep debería oirlos: me parece el grupo más completo de estos tres.
Qué cosas, precisamente hace cuatro años empecé a escuchar a los Sabbath, en los albores de mi melomanía. Me los había recomendado un amigo, así que intenté hacer un esfuerzo por seguir escuchando esa música tan inusual. Luego les fui cogiendo un poco el tranquillo. Subía vídeos suyos en sitios de internet acompañándolos de expresiones tan abominables como "¡el metal verdadero!". En fin, todos tenemos derecho a ser gilipollas alguna vez (o veces) en la vida. Tiempo después me hice fan de su etapa con Dio. Pero el "Paranoid" siempre estaba ahí. En su onda tenebrosa es todo un desfile de temazos. Y, hablando de su sonambúlico yerno, ¿ha pensado alguna vez en recomendarle a los Sabbath? Esos cinco primeros discos parecen hechos para él, ¿que no?
ResponderEliminarPd: A día de hoy las genelogías metaleras me importan lo mismo que las andanzas de Ortega Cano.
Vaya, signore Giovanni. No me lo imaginaba a usted disfrutando de los dioses del metal, aunque haya sido en tiempos pasados. Pero bueno, todos tenemos un pasado, precisamente. La verdad es que yo, salvando a los Purple de esta época, nunca he sido metalero; pero también es cierto que algunas canciones de los primeros discos de los Sabbath tenían un cierto encanto.
EliminarCreo que mi yerno tampoco es muy de este palo: más de una vez le he visto decir que el heavy se le hace insoportable, así que no me atreveré con los sabáticos. Por otra parte no suelo recomendar grupos que no me motiven a mí mismo, y de estos tres que he puesto es el que menos me interesa. En cambio sí recomendaría, tanto a usted como a él, un somero repaso a Uriah Heep: tal vez se lleven una sorpresa.
El primer concierto al que asistí de un grupo extranjero, al menos que yo recuerde fue de Uriah Heep y fue un auténtico impacto que no sé si atribuir a la fuerza del grupo, a las sensaciones nuevas que producía estar en un evento musical de esa índole o al volumen excesivo y variopinto de sustancias que acompañaron mi estreno en el universo galáctico del rock.
ResponderEliminarPor lo demás esa alineación mágica de los Deep Purple me ha dado mágicos momentos de felicidad en lejanos tiempos. Quizás esa supuesta simplicidad del grupo es producto de su rareza en tiempos donde todo el mundo se consideraba divino de la muerte por hacer esos discos tan conceptuales de estudio. Sigo pensando que la música en directo es donde un artista da la talla y que si hay que valorar un grupo por sus discos en estudio mejor que también se valore de una santa vez y al mismo nivel a productores, técnicos, arreglistas y músicos acompañantes. Es solo mi opinión.
Saludos
Mmmmm... Uriah Heep. A ver si va a resultar que ese concierto fue en el 79 u 80 (no lo recuerdo bien), y en Coruña: los Heep se presentaban con su nuevo cantante, John Sloman, y el fastuoso ex-batería de Manfred Mann, Chris Slade (con su venda samurai en la cabeza). Si es ese, seguro que nos cruzamos. Y sí, se notaba una gran afluencia de substancias legales e ilegales entre el público, que alucinaba ante la visión de un Ken Hensley con un ventilador sobre el órgano para refrescarse; o para que ondease su luenga cabellera, que no está claro. Y a Suso el Chapas totalmente en la gloria, murmurando: "tioo, ya me puedo morir tranquilooo, he visto a los Heep". Ay señor, qué tiempos.
EliminarLos Purple, efectivamente, buscaban la contundencia a través de esa supuesta simplicidad. Y estamos de acuerdo sobre los discos en estudio, donde conviene valorar a todos los que no vemos. Por esa razón saco yo de vez en cuando los nombres de productores o ingenieros, que pueden llegar a ser tan importantes como los propios músicos. Tengo muy clara esa obligación, herr doktor, y sé que con frecuencia la gente la olvida.
¿Actuaron también en Coruña? Al que asistí yo era en noviembre o diciembre del 79 en Pontevedra.
EliminarPues sí, herr doktor. Y si usted fecha la actuación de Pontevedra en noviembre o diciembre del 79, está claro que hablamos de la misma gira: ya sabe usted que por aquellas épocas los grupos de este calibre no se prodigaban mucho por nuestro país. La actuación de Coruña fue en el polideportivo ese que hay al lado del estadio de Riazor: en aquella época, y a pesar del deficiente sonido (demasiado metal y cristales), era casi el único sitio posible.
EliminarYo también estuve en esa histórica actuación en el pabellón de deportes de Pontevedra de Uriah Heep. Después vinieron Mike Oldfield, Camel en dos ocasiones, Los Ramones a Coruña, y muchos otros a los que asistí y que hoy en día recuerdo con mucho cariño ya que los vivía muy intensamente como adolescente que estaba descubriendo el mundo y ávido de vivencias.......
EliminarQué tiempos, ¿eh? Y demás era una época muy particular en España, saliendo de la dictadura: ser español tenía un plus en aquella época. Los de nuestra quinta fuimos unos afortunados.
EliminarComenzamos fuerte el ano eh... Bueno, he de decir que no soy un gran seguidor de las bandas que hoy menciona, conservo algunos discos de los Purple, que suelo recuperar de vez en cuando. Uriah Heep nunca consiguieron conectar conmigo, por lo que me conformo con un recopilatorio, en cuanto a los Black Sabbath, aunque desparramaron mucho, son una de las bandas de Rock con el comienzo de carrera mas espectacular, sus dos primeros discos, y en especialel segundo (Paranoid) son indispensables, te guste o no el "metal" (o "hard rock", o "doom metal"...no se etiquetar muy bien). La mención a los Led Zeppelin, uff en menudo lío me metí por un post en el que comentaba la "curiosas coincidencias" de sus temas con otros.
ResponderEliminarUn saludo rockero ;)
Bueno, mister Sebas, la verdad es que el asunto este de "comenzar fuerte" es una casualidad: cuadró así, simplemente. Y en plan metalero, creo que los Purple son los que más me agradan. A los Heep, como ya dije antes, los valoro más por ser de visión más ampli, más variada. Y los Sabbath he de reconocer que no son lo mío. Aunque por supuesto hay piezas como "Paranoid" o "Balck sabbath" que me parecen muy buenas.
EliminarY sí, recuerdo su post sobre los zepelines. Ya sabe lo que pasa cuando uno se trave a cuestionar a los dioses: enseguida salen los integristas a decapitar al descreído.
Vengo a coincidir bastante con usted, señor Rick. Aunque el estilo de los tres invitados de hoy a su inmarcesible página no sea mi preferido, los Heep son los que –hoy- más me gustan. Entonces eran los Deep. Los Black Sabbath no me ponían mucho, aunque me retrotraen a ciertas épocas.
ResponderEliminarCon respecto a lo del directo/estudio del señor Krapp, estoy totalmente de acuerdo con él, aun siendo yo devoto del estudio (de música; del otro no creo que no lo haya sido nunca). Los músicos que no salen en la foto son injustamente olvidados. Y qué decir de los técnicos: https://www.youtube.com/watch?v=De5Lzs3Ey8M
Por otra parte, es verdad que los Deep eran muy buenos en directo, mejor que en estudio.
Feliz año.
Yo también pienso, mister Átono, que los Heep son el grupo más interesante de los tres; no ya ahora que ha pasado tanto tiempo, sino incluso en aquella época. A mí al menos era el que más me gustaba. Ello no obsta para que reconozca la valía de unos cuantos exitazos de los Purple, claro, e incluso otros de los sabáticos. Es más, aún conservo los discos de unos y otros. Pero en fin, si tengo que elegir...
EliminarY en cuanto al asunto directo/estudio, yo creo que estamos de acuerdo todos. Otra cosa es que la mayoría de la gente no se pare a pensar en ellos, pero ya sabe que el mundo es muy injusto. Hasta para ese pobre técnico que tiene que lidiar con la chiflada esa del vídeo.
Aunque usted ya sabe que mis gustos musicales van por otros derroteros y que me muevo mejor (o eso creo yo) al compás de otros ritmos, debo confesar, y confieso, que en alguna época de mi vida solía yo enajenarme (con enfebrecidos movimientos oscilatorios de cabeza -sin que una sola gota del preciado cubalibre se derramara-)con las atronadoras notas de los Purple, más que con las de otros grupos aquí mencionados. Eso sí: en mi tierna juventud nunca dejé de alternar rock con... los de Palacagüina, pongamos por caso. ;-)
ResponderEliminarDeje que yo, como monsieur le Chafardero, también le felicite por mantener el bar abierto más allá del amanecer; no como algunos, que nos hemos vuelto perracos de solemnidad (no sin cierta compunción).
Ya sé de sus gustos, estimado Caruano, pero qué quiere: cada loco con su tema. En todo caso, ya me imaginaba que en su juventud también los Purple ocuparon su sitio: resultaban casi inevitables.
EliminarLos de Palacagüina... en fin, el asunto ese de los perfúmenes no es lo mío, qué quiere que le diga. Pero fíjese usted lo que es la vida: en una noche de juerga, hambrientos, otros sujetos y yo nos metimos en un Burguer coruñés. Y resulta que allí estaba don Carlos y sus muchachos dando cuenta de un buen montón de viandas, regadas con generosa Coca-Cola. Ese detalle, el de la bebida imperialista, me descolocó un poco.
Y en cuanto a la compunción perraca, ya sabe: obras son amores y no buenas razones. Así que...