El otro día apareció por este local un señor llamado Diego Shiva, que resulta ser titular de una de esas tiendas mágicas que subsisten por todo el país ofreciendo algo más que una simple mercancía. También resulta ser sobrino de dos amigos míos de la juventud, pero pueden creerme: no es eso -o no es solo eso- lo que me ha hecho traer hoy aquí a Diego y su país de las maravillas. Vaya por delante que nunca he estado allí; pero cuando uno se encuentra con una página como la suya y lee cosas como las que he leído, se reconcilia con ese negocio tan degradado en las dos últimas décadas. Atentos a la descripción del proceso de empaquetado y envío del material que Discos Shiva atesora: hace referencia explícita a los cd’s, pero es evidente que vale también para los vinilos (una de sus especialidades: así a ojo, he visto unas cuantas portadas históricas en otras páginas que hacen referencia a esa tienda; cuya decoración y diseño, por cierto, están gozosamente a juego). Y luego ya me dirán ustedes si no es como para echar el moco:
“Tus cd’s son tratados con sumo cuidado utilizando guantes esterilizados para evitar contaminaciones no deseadas y depositados sobre una almohada de terciopelo, mientras esperan a ser empaquetados. Un equipo de 50 empleados inspeccionan los cd’s y los limpian con mucho mimo para asegurarse de que te llegan en las mejores condiciones. Nuestro especialista japonés en empaquetar enciende una vela y una barrita de incienso en cada envío para asegurarse de que Correos lo entregará lo antes posible. Tu música será envuelta en la mejor caja de finísimo oro que el dinero puede comprar para que no sufra daños durante el camino. Una vez empaquetado, todos nosotros, disfrazados, celebramos una gran fiesta que marcha por toda la calle escoltados por una comparsa de 50 enanos liliputienses que atraviesan la ciudad hasta la oficina de Correos, donde toda la ciudad de Tarragona, entusiasmada le desea un buen viaje a tu disco, mientras embarca en nuestro jet privado con destino a tu reproductor”.
Yo comprendo que, si nos referimos a las grandes masas, a los grandes números, los tiempos han cambiado. Que ahora hay mucha gente que descarga directamente de la Red pagando o sin pagar, porque el formato e incluso la calidad de sonido ya dan lo mismo (otra aberración de esta época). Que tal vez no haya tiempo ni ganas para entrar en una tienda y dejarse llevar por lo que allí se ve y por las posibles comeduras de tarro que te pueda largar el friki que lleva el negocio… pero el problema principal es que ese tipo de tiendas y de frikis ya casi no existen. Aún recuerdo cuando entrabas en una con la idea de comprar un disco determinado y al final te llevabas tres o cuatro porque, entre lo que veías y lo que te contaba el otro, salías sin un duro en el bolsillo pero con la faz radiante. Y en mi caso, que soy firme defensor del vinilo (ya está el pureta con sus rollos), el ritual de poner el disco sobre el plato, pincharlo con sumo cuidado, ponerlo a funcionar, recostarse sobre el sillón y delectarse doblemente; por lo que oye y por el placer visual de disfrutar con una buena portada, artística, de las de antes. Pero acepto también el formato CD, sobre todo esas reediciones mágicas que sacan a la luz material desechado, olvidado, sorprendente en muchas ocasiones, y que vienen envueltas en una presentación a la altura de lo que contienen: eso es calidad de vida, y no el amontonar gigas y más gigas de músicas que probablemente se oirán de pasada, sin la atención necesaria, sin demora, sin darle el valor que tal vez merecen. Si llegan a oírse y no es un simple proceso compulsivo de amontonamiento, claro.
Sin embargo, aunque las grandes tiendas se han hundido (de lo cual me alegro, salvo por los currantes que perdieron el curro), a las pequeñas, especializadas, no creo que les pase lo mismo. O eso espero. La especialización, ese sustantivo que a los grandes capos de cualquier negocio ha dado grima siempre, se impone en una época tan global pero a la vez tan fragmentada. Siempre quedaremos algunos lunáticos que no renunciamos a disfrutar de ciertos rituales, y de ciertos estilos hoy pasados de moda. Y me consta que hay gente joven -más de la que pueda parecer- que sigue ese camino. Por tanto, mi alabanza no va dirigida solamente a la tienda de Diego, sino a todas las de ese tipo: pequeñas pero llevadas con ilusión, profesionalidad y amor por el material que en ellas se ofrece. Una manera de ver el negocio que, ya digo, nos reconcilia con él después de tantos años de locales asépticos abarrotados de millones de referencias dispares (y justamente la que tú buscabas no está), donde el empleado que te atiende y que podría estar ante ese mostrador o cualquier otro de cualquier tipo, mal pagado y sin el menor interés por lo que vende, te factura el primer disco de King Crimson o el último de Bisbal con el mismo rictus de hastío, esperando a que den la hora para cerrar e irse.
Así que suerte: a Diego y a todos los que, como él, siguen nutriendo la sagrada estirpe del friki de la tienda de discos.
Efectivamente.
ResponderEliminarLo mismo digo, señor Átono Sintético.
EliminarJusto y bello texto. Espero que algún día deje de ser sospechoso lo que antes era normal y casi cotidiano en la vida de mucha gente.
ResponderEliminarNo se yo si será para tanto ese "bello" adjetivo, herr doktor. Pero "justo" creo que sí lo es. Por desgracia, hoy en día ya no es que esa costumbre sea sospechosa, sino que es muy difícil de ejercer: tiendas como estas no las hay en todas partes.
EliminarTengo que confesar que hace mucho que no piso una tienda de discos, pero antes de la era digital eran paraísos llenos de sorpresas y misterios, sitios en los que navegar por sus estanterías entre la rareza y la novedad. Y como el dinero nunca llegaba, decidir qué comprar, la dura decisión de descartar éste por aquel, dejar ese disco para la próxima a ver si baja de precio, pillar un single de oferta. Me alegra que todavía queden tiendas de ese estilo, mucha suerte al amigo Shiva (igual le encargo algo, que recibir un paquete con la bendición de cincuenta enanos y los buenos deseos de todo Tarragona no ocurre todos los días)
ResponderEliminarAún hoy pueden ser paraisos de ese tipo, señor Chafardero, y de hecho algunas lo son. El caso es que, como le digo a herr doktor, cada vez resulta más difícil pillar uno. Deberia ser obligatoria una tienda de ese tipo en cada ciudad, por lo menos.
EliminarSi, señor, bien por Shiva music. Desde luego, tras leer esto, si alguna vez voy a Tarragona me pasaré por allí.
ResponderEliminarBueno, lo ideal sería ir allí y extasiarse ante el contenido y la decoración, estimado yerno. Pero también tienen servicio de venta por coreo; aunque claro, se pierde un poco de la magia.
EliminarBoh, yo no veo el panorama tan negro. Las cifras de Amazon lo demuestran. Claro que, Amazon equivaldría a la versión desproporcionada de los "locales asépticos", no de las tiendas amorosas y especializadas. Sin contar con que Shiva Music probablemente cumple a rajatabla sus deberes fiscales, mientras que Amazon, entre jugarreta y jugarreta de abogados+contables, evade a lo loco. Sea como sea, y aunque mis mejores opciones como coleccionista estén en Amazon, El Corte Inglés y Mediamarkt (vaya tela) y no sepa de ninguna tienda aquí especializada en lo que me gusta, el placer de quitar el plástico y darle al play sigue vivísimo.
ResponderEliminarA lo que me refiero, signore Giovanni, es a las tristes alternativas del comprador inquieto: los sitios estilo Amazon se han limitado a liquidar las tiendas físicas (en prejuicio de Virgin y otras) para eliminar costes, pero el asunto es el mismo. Son megatiendas asépticas como el Corte Inglés o Megamart, que haya o no un dependiente por medio es lo de menos. Usted pide y se le sirve: punto.
EliminarEn otras palabras: si usted va a tiro fijo, entra, compra, paga y se abre, de acuerdo. Pero yo hablaba de otra cosa, que es la magia de entrar en un sitio donde el dependiente sabe lo que tiene y sabe engatusar al cliente. Antes, un buen dependiente conocía los gustos de su clientela fija y ampliaba sus conocimientos ofreciéndoles alternativas que nunca hubieran conocido de no ser por él (y esto no pasaba solo con las tiendas de discos, claro). Ahora no hay esa posibilidad de disfrute.
Y no olvidéis que esto mismo es aplicable a otras cosas. No sería ni de lejos comparable a las viejas tiendas de discos, que yo apenas llegué a conocer sino de milímetro - solo la vieja ''Discoteca Serrano'' de Santurce, donde compré mis primeras cintas de Amistades peligrosas, Extremoduro... y hablaba con el dependiente de Eskorbuto y grupos locales - pero los videoclubs de antes... eso sí eran videoclubs. Claro que hablar de videoclubs ahora es ya hablar de prehistoria, lo sé. Yo sigo yendo de tanto en tanto, porque me gusta hacerlo, pero hace muchos años que no queda NI UNO SOLO de los que había aún en los noventa. Conocía un par donde el dependiente era un chaval adicto al cine, y aparte de ir a alquilar películas, ibas allí a hablar de cine. Luego esos pequeños antros fueron devorados por las franquicias, y las dependientas pasaron a no tener NI PUÑETERA IDEA. Al igual que cualquier otra empresa aséptica, solo se pide ser mujer, tener cara bonita y poco más. Y bueno, ya ni las franquicias, porque es un negocio que tiene los días contados.
EliminarPerdonen las mayúsculas.
Mayúsculas perdonadas, yerno. Que por cierto, ¿ha usado la B de Blogger para ocultarse tras ella y poder decirlas sin que lo vean? Curioso. Y lo que cuenta sobre los videoclubs, en efecto, es el mismo asunto. Todo eso se ha perdido, y ya solo quedan las librerías clásicas que mantienen la norma de tener al menos un dependiente que sepa lo que se trae entre manos.
EliminarPero insisto: yo creo que las tiendas pequeñas pero profesionales, al estilo clásico, pueden funcionar; tal vez solo una o dos por ciudad, pero hay clientela suficiente.
No, lo de la B de Blogger fue un error que ya me ha pasado otras veces en el pasado. Tengo dos cuentas de correo: la 'formal' para los asuntos universitarios/laborales y la 'informal' para los amigos. La que usted conoce es la misma que uso para blogger, o sea, la 'informal'. Pero de tanto en tanto olvido que tengo abierta la cuenta 'formal' de gmail, comento desde allí y el comentario me aparece publicado así. En fin...
EliminarSiento las mayúsculas, por cierto. Supongo que me dejé llevar por el momento.
También creo que las tiendas clásicas pueden funcionar, unas pocas al menos. Eso si, cada día me sorprenden más con este asunto cuando veo que cierran viejos negocios que creía que me sobrevivirían. Una pena.
Ah, bueno. Aclarado entonces el asunto de la B. Y no siga usted zahiriéndose con las mayúsculas, hombre, que a veces son muy saludables para remarcar una opinión. Una opinión con la que por otra parte me identifico plenamente, eso que quede claro.
EliminarHoy en día las tiendas clásicas pueden funcionar pero teniendo en cuenta la poderosa -y necesaria- herramienta que es Internet: hay que estar en la Red y tener una página atractiva. Estoy seguro de que la tienda de Diego, como la mayoría, depende más de las ventas por correo que de la gente que vaya personalmente allí: por coreo puedes estar en contacto con los compradores de toda España (o más aún), mientras que la tienda está donde está, solo es accesible a un pequeño número de potenciales clientes.
Sí, querido Rick, ya sé que que voy atrasado en esto de los blogs, pero prometo ponerme al dia.
ResponderEliminarYo también disfruto poniendo un CD, tumbándome en el sofá y leyendo el "prospecto".
(¿Shiva's on the Rock?)
Abrazo.
Tranquilo, Caruano, ya sé que tú apareces y desapareces como el Guadiana. Eso sí: antes de ponerte al día con los blogs de otros hazlo con el tuyo, que nos tienes a pan y agua. Venga, porfa...
EliminarUn Chivas on the rock sería un buen complemento en el sofá para acompañar a la lectura del prospecto, no hay duda. Eres un sibarita, tú.
Impresionado, que raro que queden comercios de este tipo, una vez fui a un sello de Lp´s de importación, que vendían en un piso particular, hasta te ponían café, y "personalizaban" tu busqueda...Pero lo cierto es que mi alma se ha vendido a los formatos digitales, lo de la liturgia de limpiar el vinilo, poner cuidadosamente la aguja, la friturita, etc...es muy romántico recordarlo, pero incómodo, difícil de conseguir recambios..y los cd´s nunca me gustaron, así que compro mis discos en mp3 vía online (es raro, y criticable, para un tipo coleccionista como yo), pero también soy un tecnófilo! Jeje
ResponderEliminarPues sí señor Sebas, aún quedan; pocas, pero quedan. Y van tirando, dentro de lo que cabe. Y es cierto que había algunas, hace treinta años o más (¡Dios, qué viejo voy!), que trataban a los clientes a cuerpo de rey. Es verdad también que sus márgenes tenían que ser mayores que los de las tiendas actuales, pero un euro arriba o abajo no mata a nadie. En cuanto a lo del mp3 on line, pues no sé. Yo sigo comprando vinilos o CDs, pero en fin: el caso es seguir en ello.
EliminarY encima está en Tarragona.
ResponderEliminar:)
A lo mejor paso a saludarle, aunque sólo sea por la casualidad.
La verdad es que da gusto hallar personas que se dedican a lo que sea poniéndole el corazón y el alma. En definitiva, creo yo, eso es lo que ya estamos echando de menos muchos de nosotros... ya sea en el ámbito musical o en el del pan casero.
Ya ve que hoy he entrado aquí sin ensuciarle el local, eh, Sr. Blaine. Por la puerta de entrada y limpiándome las patitas en el felpudo. Como una dama.
;)
Ya ves, estimada Bugs: te queda a mano. Bueno, a pata. Y sí, da gusto que haya gente así en todos los órdenes de la vida y del negocio. Hasta en el pan casero, efectivamente; un sector que al parecer se está llenando de traductoras, porque me sé yo de otra que últimamente también anda a vueltas con lo mismo. Curioso cambio, vive Dios. Del mundo de la traducción al de la panadería. Qué oscuras conexiones habrá entre uno y otro...
EliminarEn cuanto a entrar por la puerta o por las galerías no te preoucupes, ¿eh? Tú entra por donde quieras.
¡jajaja! Sí, precisamente pensé en nuestra compartida traductora cuando escribí lo del pan casero.
ResponderEliminar:)
Y es que en casa también lo hacemos nosotros, aunque no con la profesionalidad de nuestra querida Dusch.
Ya me lo pareció, ya. Es más, podría imaginarme una futura multinacional en plan Bugs & Dusch Ltd (o GmbH, vaya usted a saber) que acabe cotizando en bolsa, y todo. Decididamente, las traductoras catalanas sois de temer.
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