Hace tres años, cuando Soft Machine se presentó en público, lo que vimos fue el primer grupo de músicos organizados que se independizaba de un colectivo mayor, de características comunales y con espíritu propio, independiente y radicado en Canterbury: se trataba de la asociación conocida como Wilde Flowers, nombre elegido en honor de Oscar Wilde, uno de los “presupuestos filosóficos” que regía las actitudes vitales de estos muchachos, en su mayor parte universitarios aficionados a un amplio abanico de géneros (por no decir todos) que incluye soul, jazz, rock, pop y folk, y todo ello coloreado por la psicodelia imperante. Con semejante bagaje musical era lógico pensar que tras los Machine vendrían más, y así fue: en 1970 se consolidan dos bandas que mantienen ese espíritu. Se trata de Caravan y Gong: la primera está formada íntegramente por miembros fundadores de las flores de Wilde; mientras que la segunda, aunque dirigida por otro de esos miembros, ya se ha abierto a la participación de músicos de procedencias dispares pero con la misma filosofía. Ambos grupos se convertirán en nombres míticos en la historia del sonido Canterbury.
Caravan son la segunda agrupación que se desgaja de la “comuna” Wilde Flowers a principios del 68, poco después de los Machine (lo cual significa, por otra parte, la desaparición de esa comuna). Sin embargo sus comienzos son un tanto apresurados, dan la impresión de ir demasiado rápido: tienen repertorio pero no dinero suficiente para el material, y los propios Machine les prestan parte del equipo; por otra parte son fichados inmediatamente por la subsidiaria progre de MGM, Verve, un sello americano de mucha calidad (aparte de su inmenso catálogo de jazz, ahí estaban Zappa o la Velvet) pero que tampoco tiene claro su futuro en el sector del rock. Y las consecuencias son desastrosas: a finales de ese año aparece su primer LP, homónimo, en el que se nota claramente que el presupuesto para grabación es muy rácano. Tiene piezas realmente exquisitas, pero en algunas de ellas el sonido -demasiado oscuro- se concentra en un canal: el otro casi no se oye (“Policeman”, mi preferida, es un buen ejemplo. Grrrr). Sin embargo es un problema de mezclas, ya que las cintas originales suenan bastante bien: la reedición en CD de 2002 lo demuestra. O sea, que Verve no se estiró mucho. Y poco después la división rockera del sello desaparece, tanto en la Isla como en los States. Así que da la impresión de que nos hemos quedado con la miel en los labios. Porque el nivel es bueno: a pesar de todos los inconvenientes de este disco, hay un tono pop progresivo con un leve aroma jazzy realmente agradable.
El año 69, prácticamente en blanco salvo por algunas actuaciones, es aprovechado para perfilar el estilo y componer nuevo material en condiciones casi heroicas, rozando la indigencia. Pero justo entonces se encuentran con Terry King, un manager totalmente enamorado de su sonido y que convence a otro loco progresivo, el productor David Hitchcock (Genesis, Renaissance o Camel han pasado por sus manos) para que les consiga un contrato con Decca. Uf, qué alivio. Comienza la década de los 70, y Caravan se encierran en el estudio para preparar lo que, en muchos sentidos, será su verdadero primer disco. Al menos, un disco grabado en condiciones y con promoción decente, ya que el otro había pasado por las tiendas como una exhalación: casi la totalidad de la reducida tirada que hubo apareció en las cajas de rebajas en poco tiempo; lo cual hizo que algunos coleccionistas astutos y con visión de futuro se llevasen copias a puñados para que, años después, alcanzasen un valor desorbitado. Pero eso ya no importa: a finales del verano de 1970 llega a las tiendas ese primer disco “real” de Caravan. Y aunque sus ventas no serán muy notables -de momento solo reforzarán su estatus de banda de culto- los aficionados al progresivo “humano”, como se decía antes, ya han memorizado la formación de este grupo: los primos Sinclair (Richard, bajo y voz; David, teclados), Pye Hastings (voz principal y guitara) y Richard Couglan (batería). Una formación que el año próximo ya sufrirá un cambio, pero cuyo espíritu permanece por mucho tiempo.
El disco se titula “If I could do it all over again, I’ll do it over you”. Sí, un poco largo. Pero qué disco, señores. Aquellos que no lo conozcan y tengan en estima las mezclas originales de estilos, los engarces melódicos dentro de un género tan peligroso como el progresivo, deberían oírlo con calma. Lo primero que sorprende es el dominio que estos muchachos poseen sobre los juegos de voces y coros, que podrían hallarse entre el pop de cámara y las escolanías catedralicias (aaahh, Canterbury). Y también los contrastes entre una guitara densa pero melodiosa y un órgano que para mí es de lo más florido del género. Por no hablar del excelente marcaje que hace la batería, en el que se notan claras herencias jazzísticas pero magníficamente reconvertidas. Dos ejemplos perfectos podrían ser las piezas que abren ambas caras: la primera da título al disco, y la otra es la fantástica “Hello, hello”. Dos canciones cortas, exquisitas. Si esas les gustan, seguro que el resto también.
Y ahora vamos con Gong. O, para ser más exactos, con Daevid Allen y su troupe. El señor Allen, un ser ajeno a todo tipo de catalogación posible, es un australiano hijo de la Beat Generation y las enseñanzas hindúes que desde principios de los años 60, cuando llegó a Europa, estaba alternando su domicilio entre Francia y la Isla. Y fue en la Isla donde descubrió a un jovencísimo Robert Wyatt (quince años por entonces), al que fichó para su “Daevid Allen Trío”, una banda de jazz que además representaba piezas teatrales de William Burroughs. Como Dios los cría y ellos se juntan, dio la casualidad de que el bajista era Hugh Hooper, miembro alternativo de las Flores de Wilde; lo cual hizo inevitable que este trío aterrizase en Canterbury, donde Allen y Wyatt se hicieron amigos de Kevin Ayers y Mike Ratledge: esos cuatro nombres son la formación original de Soft Machine (donde más tarde entraría el propio Hooper). Pero las fuerzas del Orden no descansan, y Allen cometió un error: se había pasado con el tiempo de estancia que le autorizaba su pasaporte; y tras una pequeña gira europea, se le denegó la entrada cuando intentó volver a la Isla. Así que los Machine, de momento, tuvieron que seguir adelante como trío.
Pero en Francia ya se habían hecho populares aun sin haber grabado un solo disco, y eso impulsó al bueno de Daevid a crear un nuevo grupo, que no duró mucho. Y tras otras cuantas aventuras, tales como su participación en el legendario Mayo del 68 parisino (¡faltaría más!), él y su señora Gilli Smyth -hippy musical, poeta astral, catedrática de la Sorbona y “chanteuse”, como Nico- se dirigieron a Mallorca y allí trabaron contacto con otros seres de similar catadura. Uno de esos seres respondía al nombre de Didier Malherbe, parisino también, que por aquella época estaba domiciliado en una confortable cueva y dominaba el saxo y la flauta como los mismísimos ángeles. Este trío, acompañado de unos cuantos músicos ocasionales, consigue caerle en gracia a Pierre Lates, productor del sello francés BYG, y en otoño del 69 aparece el resultado. Un disco titulado “Magick brother – Mystic sister”. Un disco que es toda una declaración de intenciones: la funda interior, dibujada por el propio Allen, es una colección de personajes que a alguien que no conozca el universo Gong pueden parecerle simples figuras de cómic, pero cuyo sentido pronto es explicado: él, su señora (que prefiere ser nombrada como “Shakti Yoni”, es decir, algo así como “La Vagina Cósmica” en hindú), Didier y en general todos los habitantes de ese universo, son en realidad duendes con cabeza de pota que habitan en el planeta Gong y que bajan a veces a la Tierra en una nave -una tetera voladora- para hacer felices a los terrícolas y transmitirles sus mensajes de alegría y amor universal. Como ven, la cosa es seria.
Bueno. Por desgracia, los infelices y escasos isleños que tienen noticia de este disco se ven obligados a importarlo, ya que de momento solo aparece en Francia y algún otro país europeo como ¡España! Sí señores, España y Portugal son agraciadas con la distribución, aunque muy pequeña, que hace el inolvidable sello Movieplay, el más vanguardista de la época. Y la música que nos presentan revela un nivel sorprendente: hay una fuerte carga psicodélica, como era de esperar, pero la destreza con la que estos extraterrestres mezclan el rock con el jazz, los sonidos progresivos e incluso el folk adobado con las proclamas, los suspiros y las entonaciones astrales de Shakti es apabullante. Dominan además los trucos electrónicos como nadie en esa época, superando, al menos para mí, a los mismísimos Pink Floyd, tal vez el único grupo comparable. Con frecuencia se les ha denominado como “grupo de rock progresivo espacial”, aunque esto es un poco simplista: son mucho más. Y contra lo que podría temerse, las canciones no suelen pasar de los cuatro o cinco minutos. No voy a destacar ninguna porque, con lo que he dicho hasta ahora, ya me imagino que quienes lo hayan leído optarán por a): pasar totalmente del asunto, o b): arriesgarse y pillar el disco. Yo me limito a recomendar la opción b, claro. Y, en todo caso, pronto volveremos a tener noticias suyas: con el tiempo, Gong y su mundo acabarán convirtiéndose en un disfrute para duendecillos traviesos y personajes inestables como el que esto suscribe.
Y estas son las dos grandes novedades que nos ofrece la apacible Canterbury: instrumentistas magníficos, seres un tanto particulares y, sobre todo, un gran sentido del humor; un rasgo que no suele abundar en el mundo progresivo y que hace más entrañables aún a estos alocados muchachos.
Sr. Rick, gracias. Hoy es de los días, de los pocos, en los que además de leerle puedo escuchar la música con la que nos ambienta. De hoy no he querido que pase el hacerme una lista en Spotify a la que he bautizado con su nombre y a la que voy añadiendo alguno de los grupos que usted menciona. (También caerá alguna del Dr. Krapp al que visito menos, pero sorprende igual.) Por ello... ¡Gracias!
ResponderEliminarGracias las que usted tiene, señor Bubo. Y también paciencia, por leerse los tochos estos que perpetro. Como ya dije otras veces, para eso estamos. Para que quien entre aquí y consiga superar el instinto primario de salir corriendo pueda encontrar algún grupo o estilo de su gusto, que no todo van a ser Bisbales y Chenoas. A su servicio estamos.
EliminarMuy buenas Rick,
ResponderEliminarMagnifico Blog!
Mi tio León me pasó el link y me habló de vuestras aventuras en Lugo cuando estudiasteis bachillerato juntos.
Yo, cosas de la vida, vivo en Tarragona y tengo una pequeña tienda de discos psicódelica.
Si algún dia bajas por aquí, no dudes en pasarte y presentarte.
Un saludo
Diego Shiva
Snif. Me emociono. Muy buenas, Diego. Y gracias por la alabanza, que, viniendo de alguien como tú (acabo de ver tu página) me emociona doblemente.
EliminarUna pequeña tienda psicodélica, dices. Eres humilde, lo cual te honra (estoy viendo de reojo el comentario de herr doktor citando la alabanza que ha oido en la mismísima Radio 3). Será una tienda pequeña por el tamaño, que no por lo que contiene: francamente, me he quedado patidifuso. Lo tuyo es de nivel, muchacho. Pero ya veo que has tenido buenos maestros.
Porque tu tío León y su hermano son dos personajes de cuidado. Un solo dato, para que te centres: la primera copia que se vio en Lugo del primer LP de Gong era de tu tío. Y el primer disco pirata que ví en mi vida (un doble de Jethro Tull del 71) me lo pasó él. Así que de tal palo tal astilla. No hay duda.
En fin: una dirección para anotar. Y yo nunca anoto una dirección en vano.
Gracias por la visita. Y un saludo a tus tíos; a los que no veo desde el siglo pasado, por cierto.
Dicen que más vale tarde que nunca!!
EliminarMuchísimas gracias por sus amables palabras.
Les mando el saludo a mis tíos del siglo pasado!
Salut!
Diego Shiva
Bah, no sufras por la tardanza: aquí no pasamos lista. Eso sí, cuando tengas tiempo échale un vistazo al post siguiente a este, porque me lo has inspirado tú y los que son como tú.
EliminarY eso, que saludo a tus tíos.
¿Sabe, Sr. Blaine, que le había perdido la pista? Un buen día, el link a su blog dejó de funcionar y creí que había usted cerrado el blog. Hasta que hace un par de meses leí un comentario suyo en casa de Raúl y, al hacer clic allí, funcionó.
ResponderEliminarVeo que sigue contando largas batallitas, y me alegro. Eso significa que sigue siendo el mismo de siempre...
:)
Una reverencia y un vaivén de orejas.
PS: Así que tenga momentos ociosos, iré excavando agujeritos por aquí.
Bueno, hoy no gano para emociones: ¡la pizpireta Bugs también está aquí! Queda claro que los efluvios de Canterbury invocan a todos los duendecillos, no hay duda.
EliminarUn problemilla con la página URL me obligó a cambiarla, estimada liebre. Lo cual hizo que mi "dirección" desapareciese en algunos buscadores de blogs, o como se llamen esas utilidades. Pero en fin, creo que ya está todo solucionado: aquí me quedo, si no pasa alguna otra cosa rara.
Otra reverencia para ti. Me alegrará ver tus galerías subterráneas de nuevo, puedes creerme.
Antes de entrar aquí estaba escuchando a Soft Machine, casualidades. También es casualidad que el otro día en Satelitres, el programa de Radio 3, se hiciera un encendido elogio de la tienda de discos Shiva de Tarragona y ya me había quedado con la copla para el caso de una posible visita a aquella ciudad en la que estuve la última vez cuando tenía 18 años.
ResponderEliminarLo que más me gusta de estos hippiosos de Canterbury son sus intenciones, sus mezclas y sus irreverencias. Esa mezcla de psicodelia, leyendas célticas, pop, rock progresivo, jazz etc... no ha creado obras maestras pero si resultonas. Conozco mejor a Caravan que a Gong, casi desconocidos hasta el momento, pero todo se puede resolver a través del Spotify una opción que tú, Rick, te resistes a contemplar pero que nos ha abierto a muchos un sinfin de posibilidades. Por cierto, Bubo, me tienes a tu disposición para intercambiar temas.
Lo que le acabo de decir a Bugs, herr doktor: los efluvios de Canterbury, no hay duda. Que justo antes de llegar aquí estuviese usted oyendo a los Machine es una prueba más. Y en cuanto a las alabanzas de la bendita de Radio 3 a la tienda de Diego (al que ya casi considero como sobrino compartido), no me extrañan en absoluto: si ha visto usted su página estoy seguro de que coincidirá conmigo.
EliminarEsa actitud ireverente que usted menciona es una de las señas de identidad de los chicos de Canterbury, no hay duda. Y su gran dominio de los géneros musicales: suele ir emparejada una cosa con la otra, cuando se trata de personajes risueños y de mente despejada. En cuanto a Spotify, que quede claro que no tengo nada en contra de ese sistema: no me riña, por favor, que soy bueno. Es más, alguna vez le he echado un vistazo (lo cual me ha obligado a bajarme un programilla). Y en fin, a ver si con un poco de tiempo que tenga libre le pego un barrido.
"se llevasen copias a puñados para que, años después, alcanzasen un valor desorbitado."
ResponderEliminar¡Coleccionistas especuladores!
Ando líado con las fechas y pensaba que iba usté a hablar del reseñadísimo "In the Land...", y en lugar de eso nos salta con el trabajo anterior y con unos chiflados simpáticos llamados Gong. Qué fistro.
Oh, ¿cuál de los dos propuestas elegir? Hmmm.
Por cierto, no me ha quedado muy claro qué era la dichosa Wilde Flowers esa. ¿Asociación, colectivo, comuna...? ¿Como las que se repartían por San Francisco?
Pues sí, signore Giovanni: coleccionistas especuladores. No sé si está usted muy al tanto de ese mundo, pero, como diría el otro "yo he visto cosas que vosotros no creeríais". Dinero, falsificaciones.... de todo.
EliminarEl reseñadísimo "In the land...", como usted dice, no ha salido aún: estamos en 1970, y ya sabe usted de mi obsesión cronologista. En todo caso, le recomiendo encarecidamente, si no ya el primero, sí este segundo: doy por supuesto que "In the land..." le habrá gustado, ¿verdad? Ande, por favor, no me defraude usted.
Así que le recomiendo las dos propuestas. Porque a un personaje tan cultivado y de tan fino oido como usted seguro que el planeta Gong le subyuga. Bueno, tal vez me la esté jugando, pero en fin: usted inténtelo, al menos.
Que por cierto... ¿lo de Wishbone Ash qué tal?
Wilde Flowers es, en lo primario, una agrupación musical pero con influencias literarias: de ahí el nombre. Hablé un poco sobre ella en el post del 68 referido a Nice y Soft Machine. Entre ese y este yo creo que la cosa queda más o menos aclarada.
'Hace tres años...' me gusta tu forma de relatar, porque nos mete de lleno en la época. Y, de hecho, como vas año por año, recuerdo nebulosamente cuando escribiste sobre Soft Machine ya como si realmente hubieran pasado tres años. Será la sugestión.
ResponderEliminarLlámeme inculto, pero cuando he visto que había riesgo de que fuesen bandas 'progresivas' - en el sentido que usted me entiende - he tenido miedo. Sin embargo, las dos canciones que he oído hasta ahora de Caravan están bien. Tienen un rollo pop melódico muy agradable, aunque el teclado es todo menos 'pop', si atendemos a lo que es el pop hoy en día. Así que no he dicho nada malo de ellos. Me ha chocado eso de 'progresivo humano', te pediría que te explayaras un poco más con ese término, si eres tan amable. Intuyo lo que es, y me ha gustado.
Aunque madre mía con Gong... los ha pintado que ni pintados, vamos. De las dos opciones yo me quedo con las dos: me asustan pero a la vez he buscado alguna canción suya. Un momento... no puede ser, esto es imposible ¿qué es esto, están...rapeando? ¿rapeando? Ostras, que esto es de un disco de Gong del 2009, qué susto, o qué decepción. Iba a nombrarles el grupo más moderno de la historia. En cualquier caso estoy escribiendo esto a tiempo real, antes escuché otra de Gong de un directo de los primeros años setenta, y tenía partes que me gustaron. Y aparte los personajes protagonistas parecen muy interesantes, biográficamente hablando.
En resumidas cuentas: no le engaño, este no es precisamente mi estilo preferido. Pero oye, parece que molan, ya los escucharé algún día quizás.
Bienvenido, yerno. ¿Qué tal por Salamanca, eh?
EliminarAsí que la palabra "progresivo" le infunde miedo... hombre, no será para tanto. Me ha hecho gracia eso de "Así que no he dicho nada malo de ellos", refiriéndose a Caravan. Pues no pasa nada, aunque lo dijese. Me parece una banda muy agradable, dentro de ese estilo que usted tanto teme. Y el término "progresivo humano" se utilizaba como antítesis de la egolatría y la excesiva seriedad de algunas bandas demasiado pagadas de si mismas, demasiado "elevadas", como los Nice -y posteriormente ELP. Caravan son un buen ejemplo de esa alternativa; pero también podríamos incluir a Family o Traffic, mucho más cercanos al sentimiento artesanal que a la fanfarria tremendista.
En cuanto a Gong, hay que tener en cuenta que ha sufrido metamorfosis infinitas, que hay dos o tres grupos en los que militan antiguos miembros de la comuna inicial y que, sumando unos con otros, se puede encontrar usted con las alternativas más extrañas.
"Ya los escucharé algún día, quizás". Mmmmm, qué triste me suena eso...
Si, es verdad que ha sonado mal ese 'ya los escucharé algún día, quizás', pero es la verdad, no quiero mentirle a usted. Me gustó lo que oí, pero no me motivó lo suficientemente a la primera como para ponerme con ello de inmediato. Mi lista de grupos pendientes se acumula.
EliminarEn Salamanca muy bien, es una ciudad universitaria, mágica, aunque pasé más tiempo en casa trabajando que por ahí pingando. Es el final del cuatrimestre y hemos andado apurados. Ya le contaré mejor, que ando hoy y mañana con el tiempo justo para entregar los últimos trabajos.
Bueno, pues nada: primero la obligación y luego la devoción, en eso estamos de acuerdo. Por otra parte ya me imagino que su "lista de pendientes" debe de estar muy nutrida, así que ya me contará.
EliminarSuerte con los trabajos, aunque ya me imagino que un muchacho tan aplicado como usted no tendrá problemas. Me tiene pinta de ser de los que se toman las cosas en serio.
Casi estoy por no mancillar esta estupenda entrada con mis pueriles comentarios, en un día que le ha traído tantas emociones.
ResponderEliminarPero la ignorancia es muy atrevida:
No he podido hacer los deberes y volver a escuchar algo de estos tipos, que ya casi tengo olvidados; pero puedo decir que los de Canterbury, en general, me parecían buenísimos.
Particularmente, Gong no me gustaban nada; sin embargo, en medio de música que no era capaz de comprender, encontraba cosas que, no sé por qué me maravillaban: en una anarquía aparentemente sin sentido, de pronto todo encajaba milagrosamente. Debía de ser porque, en definitiva, eran muy buenos músicos.
Lugo debió de ser una magnifica ciudad para vivir, tal como hablan ustedes de aquella época. Suerte que han tenido.
Usted mancille, señor Átono, mancille lo que quiera, que para eso estamos. Eso sí, espero que tenga usted tiempo para hacer los deberes. Porque si primero dice que los de Canterbury le parecen buenísimos y a continuación que Gong no le gustaban nada, es evidente que ha de repasar usted a estos últimos (doy por sentado que entonces Caravan sí le gustan). Venga hombre, atrévase, que no muerden.
EliminarSobre Lugo creo que sabe usted tanto como yo, así que no se tire pegotes en plan envidioso. Que nos conocemos.
Pues por falta de tiempo, el puñetero siempre apretando, solo me he hecho los deberes con Caravan, escuchando los dos temas recomendados, y estoy desorientado, pues se salen por completo de lo que yo tomaba por progresivo. Más suenan folkies, aunque como bien dice beben de tantas fuentes que son difíciles de encasillar. De todas todas, un lujo, voy a ver si consigo el disco entero.
ResponderEliminarBueno, el mundo progresivo es mucho más ampli de lo que parece, señor Chafardero. No olvidemos que, en esencia, se trata de todo tipo de variaciones y mixturas sobre los géneros tradicionales, y eso da para mucho. Los mismos Caravan oscilan entre ese leve tono folk, el jazz rock a veces, las baladas pop progresivas... y otras mil cosas más.
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