lunes, 17 de noviembre de 2014

España: ascensión y caída (IV)



Siguiendo con los veteranos, y una vez cumplimentados los dos únicos conjuntos instrumentales de categoría en el segundo quinquenio de la década heroica, nos vamos ahora al otro extremo: los cantantes solistas. La situación “evolutiva” es también la contraria, ya que su reducido censo actual se irá incrementando gradualmente hasta su apogeo a principios de los años 70. Y tanto entonces como ahora su representante más popular entre el público yeyé será precisamente el pionero: Miguel Ríos. 

Habíamos dejado a Miguel libre ya de su contrato con la desastrosa Philips, a finales de 1965. Justo en ese momento nace un sello discográfico que tendrá fama por su vocación de riesgo, aunque tal vez por eso su vida fue corta: Sonoplay, creado por el compositor argentino Adolfo Waitzman y en el que ejercerá como manager Carlos Guitart, el líder de los Sonor, que tras su breve aventura con los Flecos ha decidido saltar al otro lado del negocio. Como es de ley el primer fichaje tiene que ser sonado, y ese honor le corresponde a Miguel Ríos, que en 1966 publica su primer single en su nueva casa. Sin embargo tal vez debiéramos olvidar piadosamente esa etapa, ya que tras publicar tan solo tres discos pequeños en dos años se marchará a finales del 67 con su prestigio bastante tocado. Es una época confusa en la que trata de nadar y guardar la ropa, con lo cual no contenta a nadie: olvidando su último disco, que forma parte de la banda sonora de la película “Hamelin” (que no he visto), nos quedan dos; en el segundo, la cara A (“Ahora que he vuelto”) nos anuncia que ha visto la luz tras varios años de canciones “insustanciales” y nos promete que va a ser muy concienciado y progresista a partir de ahora. El acompañamiento orquestal es tan olvidable como el mensaje. Y la B (“Hermanos”) es una canción a coro medio hippie, con palmitas y todo, que produce sonrojo. Así que nos quedaremos con el primero, que aun siendo tan mediocre como el otro tiene su curiosidad: la cara A (“La guitarra”) es un sentido recuerdo a su juventud mientras la B (“Antimusical”) resultó ser la más popular de esta época y se contradice con su posterior reivindicación concienciada: un pop facilón que intercala fragmentos de piezas de Beatles, Stones y Brincos. Ah, y una pequeña maldad: teniendo en cuenta que ese mismo año los Salvajes recurren a un truco parecido en “Soy así”… ¿quién copió a quién? 



1968 es el año en el que cambia su suerte al entrar en Hispavox, donde ya conocemos a Rafael Trabucchelli y Waldo de los Ríos, que le darán un formidable apoyo logístico; pero además su llegada a ese sello viene propiciada por Fernando Árbex, que además de su papel central en los Brincos ya está empezando a trabajar como arreglista, productor y compositor para otros artistas. Y el primer resultado de esa colaboración es uno de los singles más populares y recordados entre los muchos que componen el pop español de los años 60: “El río / Vuelvo a Granada”; la cara A compuesta por Fernando, la B por Miguel. Ese disco se convierte en número uno inmediato que anticipa la publicación, el año siguiente, de su primer LP, “Mira hacia ti”, un éxito mediano pero desde luego muy por encima de su trayectoria anterior. Los arreglos son tan tremebundos como detallistas, totalmente en la línea del legendario “sonido Torrelaguna”, y la escucha de las dos caras de aquel single resulta casi obligatoria: 



En pocos meses, Miguel Ríos ha pasado de ser un nombre minoritario (y casi olvidado tras sus dos años grises en Sonoplay) a uno de los más populares en el mercado discográfico nacional gracias a su nuevo perfil de “cantautor para todos los públicos”, una especie de amable juglar que no se mete en cuestiones espinosas -como hacen algunos catalanes y madrileños- y cuyas canciones tienen unos arreglos cuya perfección podría recordar a Phil Spector, sin ir más lejos: honradamente, creo que Waldo de los Ríos y Trabucchelli no tenían nada que envidiar al famoso muro de sonido. Y la consagración definitiva llega en 1969, primero con la publicación del LP donde se incluyen los tres singles publicados el año anterior, y luego con la llegada de la canción que probablemente haya sido el mayor éxito mundial en la historia moderna de nuestro país: el Himno a la Alegría. Se trata de una versión del último movimiento de la novena sinfonía de Beethoven construida por Waldo de los Ríos y cuya letra es una interpretación libre que hace Amado Regueiro (un compositor especializado en canciones festivaleras) sobre la tradicional de Schiller. El número uno en España solo fue el anticipo de muchos otros en más de medio planeta: tanto en el mercado hispanoamericano como en los demás (traducida al inglés con el título de “A song of joy”) el impacto fue inenarrable. Aquí la tienen ustedes, precedida de “Yo solo soy un hombre”, otro éxito compuesto por Árbex y extraído de aquel primer LP.



En la década de los 70, especialmente en sus primeros años, veremos a un Miguel Ríos en plan hippy con querencias fumetas (lo cual le costará algún disgusto con la Ley). Pero de momento lo dejamos aquí, convertido en el artista yeyé más exportable que tenemos... con permiso de los Pekenikes, otro producto de la factoría Torrelaguna. 



19 comentarios:

  1. Siento ser un gran desconocedor de esta época, querido Rick. Nací en 1990, y esto me pilla lejos. Además, nunca simpaticé mucho con Miguel Ríos. Para mí, el Rock español comienza con Burning y Asfalto. No obstante, impecable entrada, con ese estilo tan pulcro tuyo. Me encanta.

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    1. Bueno mister Alex, todo tiene su lado bueno: eso significa que es usted muy joven, lo cual siempre es de envidiar. El rock español comienza mucho antes que Burning o Asfalto, evidentemente; pero por supuesto cada uno es hijo de su tiempo. En todo caso, nunca está de más darse un paseo por la prehistoria: a veces se lleva uno sorpresas. Aunque no sea Miguel Ríos un buen ejemplo.

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  2. Hola Rick:
    Para mi Miguel Rios es el músico del pop español, y siempre le he visto como muy digno en sus trabajos, aunque nunca le haya seguido muy a tope, siempre le he ido controlando con el rabillo del ojo, creo tambien se ha ido adaptando al paso del tiempo. Las canciones que has puesto, la mayoría himnos de la música española.
    A pesar del gran prestigio que tiene, yo creo que todavía merece mas.
    Un saludo

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    1. "Dignidad" es una buena palabra en el caso de Miguel, cuya carrera fue a tirones pero en la que hay que reconocer siempre un cierto riesgo. De hecho, su trayectoria en los años 70 es mucho más admirable que la de esta década. Ya lo iremos viendo.

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  3. Después de leer la entrada que menciona anterior y ver a Pili y Mili en el enlace del doktor sigo con el post actual. Es curioso que a todo el mundo le gusta este tipo. (Excepción del último comentario del post que menciona.)
    Bueno Sr. Rick, ya nos iremos viendo. Es un gustazo aparecer por aquí, aunque sea de tarde en tarde.

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    1. Vaya, usted en cambio ha ido al principio de los tiempos: Pili y Mili es casi el Jurásico del pop nacional. Pero no crea que el verbo "gustar" sea el más apropiado en el caso de Miguel. Si se fija en los comentarios, la mayoría hablan de "respeto", que viene significando algo así como: realmente no aguanto mucho a este tipo... pero en fin, es un referente histórico. Y no les culpo, la verdad. Su carrera es bastante irregular.

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  4. Pues sí que respeto mucho a este señor. Su perfecta dicción y una producción nada común para la época consiguen que aún disfrute escuchándolo.

    Por otra parte, alguno de mis amigos lo desprecia como músico, cuando la realidad es que le tiene inquina por su –mucha o poca- relación con la SGAE.

    Saúde.

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    1. Uy, cuando comenzamos con el "respeto" la cosa no va bien... Es una voz histórica, un veterano, y tiene la importancia que tiene por todo ello. Otra cosa es que sea de nuestros preferidos, claro. En cuyanto a la SGAE, ni me va ni me viene el asunto: solo me importa la obra musical. Si comenzamos a fijarnos en la catadura moral de cada artista, mal vamos.

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  5. De Miguel Rios sólo conocía las canciones más populares, que por otro lado nunca me llamaron demasiado la atención, aunque reconozco que siempre he sentido un gran respeto por este gran currante de la música pop española.
    Recuerdo con nostalgia aquellos años del Rock& Rios que llenaban las plazas y los estadios de las ciudades.La gente flipaba mucho con él.

    Buen trabajo, espero ver como sigue la historia.

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    1. Y volvemos con el respeto. Aunque también yo reconozco que la mayor parte de su obra no me interesa mucho. Pero de todos modos y dejando aparte su importancia en otros aspectos, tal vez sociológicos, reitero lo que le he dicho a don José: en los primeros años 70 tiene cosas realmente memorables.

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  6. Me viene bien conocer la historia de este músico, porque su importancia parece innegable, y usted ha destapado asuntos interesantes aquí, pues parece que en esta segunda parte ya va definiéndose. He escuchado todas las canciones y para mi tienen un pase, pero lo siento, ya sea porque no las alcanzo, no tengo los oídos preparados para él o sencillamente porque no lo trago, este músico... pues eso, que no me dice demasiado, qué le voy a hacer.

    Muy graciosa ''Antimusical'', jeje

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    1. Para alguien tan aficionado a la Historia como usted, estimado yerno, no le quepa duda de que Miguel es un referente inevitable; luego ya se podrá discutir si gusta más o menos, pero su influencia es innegable. E insisto: su mejor etapa, al menos para mí, es la de principios de los años 70.

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  7. ¿Por qué tengo la impresión de que cuando hablamos de los artistas pop españoles de los 60 usamos en demasía la condescendencia?
    Quisiera ver a muchos artistas anglosajonas. de esos de Hall of The Fame, intentando hacer las cosas mejor de lo que hizo Miguel en España cuando todavía podías ser asesinado por tener ideas de izquierda o ser apaleado en una comisaría por tener pinta de hippie o ser gay y habérsete aplicado la Ley de Vagos y Maleantes.
    No tiene porque haber impostura y postureo en la actitud de muchos de aquellos artistas solo por adoptar formas que han venido de fuera. Ya bastante tenían con aguantar un ambiente tan hostil.
    Me gustan los dos temas "sonrojantes" del principio y que decir de las perlas que vienen después. Las orquestaciones pueden sonara demasiado pesadas pero es lo que se estilaba por entonces en todo el mundo caso de Phil Spector.

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    1. Este fragmento de artículo es muy revelador:
      "En una vida marcada por el éxito, Miguel Ríos también relata sus amarguras. Su paso por la cárcel de Carabanchel representó “el momento más jodido” de su vida, no tanto por lo que sucedió en su interior como por el pánico que le provocó verse entre cuatro paredes en la siniestra Dirección General de Seguridad franquista. “Todo por fumar un canuto”, comenta para proseguir: “Te trataban como si no fueras nadie, como si no tuvieras dignidad”. Décadas y décadas después sigue evocando “acojonado” su encarcelamiento."
      Aquí el enlace: http://www.huffingtonpost.es/2013/09/12/miguel-rios-memorias_n_3914960.html

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    2. No sé si es condescendencia exactamente, herr doktor, pero sí es cierto que por lo general guardamos una memoria demasiado desastrosa de aquella época y nos parece todo un poco infantil. Por ejemplo, la palabra "respeto", que tanto se lee aquí, implica más recnocimiento por el personaje que por la obra. Y no se puede negar que, tanto en el caso de Miguel como en el de la mayoría de los solistas nacionales, hay una mezcla irregular de cal y arena.

      Los temas que he seleccionado de su época en Sonoplay son los dos más defendibles; el sonrojo, como decía arriba, lo produce más bien el otro single. Y las orquestaciones, totalmente de acuerdo en que son muy de la época. Por eso las comparo con Spector, porque crei que no tienen nada que envidiarle. Algún día habrá que reivindicar en serio a Trabucchelli y a Waldo de los Ríos.

      Y el asunto del canuto, pues... qué quiere que le diga. Muy definitorio de aquella época siniestra. Miguel lo pasó realmente mal, como otros cuantos.

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  8. Te felicito por este más que digno repaso por el pop español, tan lleno de prejuicios y poco valorado por musicólogos de turno. Para mí fue el principio y Miguel Ríos merece todos mis respetos. Un saludo

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    1. Muchas gracias, don AntonioR. Los prejuicios, realmente, son los que más daño han hecho a la larga para una comprensión en serio de lo que fue la música popular española. Mala suerte. Eso no les pasa los británicos, desde luego. Y no por su impresionante historial, sino por su respeto al pasado, algo que los honra.

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  9. Pues a mí este hombre me cae bien, pero su carreara ni me va ni me viene. Aquí citas sus grandes éxitos, la del río y la de Granada, que siempre me han dejado indiferente. Y para un amante de la música clásica, lo del himno de la alegría es una pachangada de campeonato.

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    1. Hay que tener en cuenta la época, mister Chafardero: en un desierto musical como el que teníamos, ese tipo de canciones aireaban un poco el panorama. Sobre el Himno a la alegría, totalmente de acerdo: es un pastiche. Pero bueno, por lo menos tuvo su gracia.

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